Shinjuku Tokyo Opera City [CUM]

Había supuesto que no obedecería de buenas a primeras y que se mantendría ceñida al capricho inicial. Mi postura se mantuvo relajada, con las piernas cruzadas y las manos descansando en mi regazo. Seguí sus movimientos de soslayo al notar que se inclinaba y buscaba la botella para beber de ella. El coche ya estaba en movimiento y dejó caer el pañuelo entre nosotros. Deslicé la mirada al trozo de tela, una pequeña sonrisa asomó en mis labios y me repasé la línea de la mandíbula con la yema de los dedos, lentamente.

—Detente en la próxima —le indiqué al chofer, alzando la voz para que me escuchara pero sin sonar tajante.

Cuando el auto hubo frenado me incliné hacia Riamu, lo hice con una lentitud especial que pretendió decorar mis intenciones. Al final sólo busqué la botella y la imité, dándole un buen trago. Lo saboreé, satisfecho, y lo regresé al suelo; pero lo hice a mi lado, lejos de su alcance.

—Le dije a Eguchi que estaría allí en media hora —murmuré, revisando mi reloj, tranquilo, y entonces la miré—. Hmm... Digo yo que veinte minutos alcanzan para enfriarte la cabeza, ¿no?

 

A aquellas alturas del partido, era bastante probable que los dos fuésemos plenamente conscientes de las posibles reacciones de cada uno; Kou debía haber sabido que no le iba a hacer caso tan fácilmente y yo me imaginé que ese sería el caso desde un principio. Pretendía seguir ignorándolo durante el resto del trayecto, reprimiendo cualquier posible atisbo de expectación por lo que sea que decidiría hacer a partir de aquello, pero al final me fue prácticamente imposible no fruncir el ceño cuando le indicó al chófer que parase o buscarlo con la mirada, así fuese de reojo, cuando se inclinó hacia mi asiento.

Sabía que el chico no lo había hecho para buscarme, no era tan tonta como para creer lo contrario, pero eso no evitó que alzase una ceja inquisitiva cuando lo vi hacerse con la botella para básicamente imitar lo que yo ya había hecho. Por supuesto, el gesto de mi ceja se acentuó todavía más al percatarme de que no había devuelto la bebida a su posición original, si no que la dejó en su lado del asiento. Solté un resoplido, que amenazó con convertirse en una especie de risa a medio camino, y al final no pude evitar rodar los ojos mientras giraba el cuerpo hacia el interior del coche.

—Sigue conduciendo —le pedí al chófer, porque por supuesto iba a hacerlo.

No hubo demasiado rodeo en mis movimientos: me deslicé hasta estar al lado de Kou e, inmediatamente después, pasé la pierna por encima de su regazo para acabar sentada sobre el mismo y poder así mirarlo directamente a los ojos.

>>No quiero. ¿Qué vas a hacer con eso?

 

El pobre hombre entró prácticamente en overdrive cuando Riamu le ordenó que siguiera manejando al instante de haber aparcado el coche. Di con sus ojos por el retrovisor central, lucía ansioso y yo me sonreí, pestañeando con calma. Me limité a asentir ligeramente, indicándole que no seguiría montándome ese jueguito de quién le da órdenes más fuerte al empleado, y el auto volvió a deslizarse por la calle.

Casi al mismo tiempo noté el movimiento de Riamu por el rabillo del ojo. Quizá no había esperado que se subiera a mi regazo, pero de todas formas estaba mentalizado para no demostrar ninguna emoción ajena al esquema. La recibí en mi espacio sin problema, su cabello desprendió el sutil aroma que ya conocía y alcé la vista lentamente hasta dar con sus ojos. Mi sonrisita prepotente seguía adherida a su lugar.

—¿Te parece edad para estas escenas, Ri-chan? —susurré, con decepción impostada, y recuperé la suavidad de mi tono al rozar levemente la piel descubierta de sus muslos—. Te había ofrecido dos opciones, ¿recuerdas? ¿Qué opinas de la otra?

 

Si tenía que ser completamente sincera, no sabía qué reacción esperar de Kou en aquellos momentos, y por eso mismo fue que no tuve demasiado reparo en mantener la mirada fija sobre la suya mientras me montaba la movida de turno (y me montaba encima de él, ya de paso). Tenía genuina curiosidad, porque a pesar de todo sentía que era la primera vez que se comportaba así conmigo, y quizás no tuviese intención alguna de indagar demasiado en los motivos de mis sentimientos, pero la realidad era que quería saber por qué y hasta qué punto.

Fui plenamente consciente de todos sus movimientos, levantando las manos para apoyarlas sobre sus hombros prácticamente al instante de sentir el roce de sus dedos en mis muslos, y lo único que hice al recibir su primera pregunta fue encogerme de hombros con absoluta indiferencia, porque a veces me comportaba como una cría y estaba bien con ello. Con el comentario de después se me escapó una risa nasal, casi sin poder creerme que me estuviese preguntando aquello, y me eché hacia delante, presionándome un poco más sobre su regazo al aprovechar la inercia del movimiento.

—No me acuerdo —le dije, bajando la voz hasta ser prácticamente un murmullo—. Pero, por favor, adelante. Me muero de curiosidad~

 

Riamu seguía empeñada en no dar el brazo a torcer. Aunque, si lo analizaba, el simple hecho de haberse trepado a mi regazo debía representar todo el trabajo que estaba dispuesta a hacer. Se encogió de hombros con indiferencia, depositó las manos en los míos y se inclinó, acentuando la presión. No me moví de sus ojos ni un segundo y pestañeé lentamente, deslizando la mirada a sus facciones. En el proceso me relamí apenas los labios, detallé su boca y una de mis manos se hundió sin prisa en su cabello.

La velocidad a la que me acerqué fue extremadamente lenta. Despegué el cuello del cabezal, me impregné de su aroma y separé los labios, hasta que su aliento se fundió con el mío y por fin la besé. Me hundí en su boca, profundo, y mi otra mano se afianzó al costado de su cintura. La empujé lento, primero, luego regresé la espalda al asiento y la atraje conmigo, deslizando el brazo hasta rodearla. Pese a la velocidad, no le di tiempo ni espacio de separarse; hasta que yo lo decidí, claro.

—Dije que podía besarte cada segundo del viaje —susurré contra sus labios, mirándola desde abajo con una sonrisita—. Así no verías por dónde vamos.

Y con la absoluta intención de cumplir mi plan, reanudé el beso con la misma profundidad.

 

Kou me mantuvo la mirada con la misma intención que yo, sin querer apartarse de la misma hasta que le dio por repasar mis facciones; se paró en mis labios, fue imposible no darse cuenta de ello en aquella posición, y me sonreí prácticamente sin poder evitarlo al sentir su mano hundiéndose en mi cabello. El cabrón se movió con una lentitud digna de estudio, pero yo sabía ser paciente si la situación lo requería y no tuve ningún problema en mantenerme impasible a medida que la distancia que nos separaba se iba acortando.

Me besó sin decir nada más, lo que logró sacarme un sonidito de sorpresa apenas audible que se perdió contra sus labios, y me acoplé a su ritmo prácticamente al instante de unirnos. El chico mantuvo el ritmo lento y profundo durante el beso, permitiéndome seguirlo sin ninguna complicación. Fui consciente de cada pequeño movimiento que hizo, habiendo relajado el cuerpo para permitir dejarme llevar, y mis manos subieron de sus hombros a sus mejillas, quedándose ahí hasta que nos tuvimos que separar y bajaron a su cuello.

—Mhm —fue todo lo que atiné a murmurar en el espacio que tuve antes de volver a recibirlo.

Nos besamos una vez más, luego otra y otra, hasta que tuve que volver a separarme en busca de aire. Mis manos habían viajado por todas las partes disponibles que tenía de su cuerpo, hasta el punto de que ni siquiera sabía si seguía viéndose tan impecable como al principio de la cita (yo desde luego que no lo hacía), lo miré con los párpados entornados y la respiración entrecortada, mordiéndome apenas el labio inferior para reprimir parte de la sonrisa que tenía encima.

No había hecho el amago de mirar por la ventana en ningún momento; nunca tuve la intención de hacerlo, para ser honesta.

>>No vas a tardar mucho en el club, ¿verdad?

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amiga, solo di que estás needy, sabes (?)