[TCG] Suburbios de Valm

Contenido oculto

Gel, deberías ponerle el cartelito de explícito a este tema, porque esto ha sido una violación en toda regla xD

Mimi Honda/TCG

Fulminé a la niña con la mirada. Y sin embargo, sabía que tenía razón. Me estaba dando una paliza... y lo más frustrante era que no podía hacer nada por evitarlo.

— Ugh...—bufé— colocaré a Audino en posición defensiva.

AUDINO: Normal [DEF]
Pokémon de efecto
Valor: 4
Salud: 100/100
Ataque: 0
Defensa: 40
Habilidad: Pulso Cura: una vez por turno, cura hasta 30 PS a uno de tus pokémon.

Puntos de vida: 125/400
Baraja: 28
Descartes: 4

Contenido oculto: Reserva

SAMUROTT: Agua
Pokémon normal
Valor: 7
Salud: 80/80
Ataque: 105
Defensa: 100

BEARTIC: Hielo
Pokémon de efecto
Valor: 6
Salud: 70/70
Ataque: 90
Defensa: 60
Habilidad: Quitanieves: si este pokémon derrota en combate a otro, puede atacar de nuevo con la mitad de su ataque actual.

Contenido oculto: Descartes

DEWOTT: Agua [ATK]
Pokémon normal
Valor: 4
Salud: 0/60
Ataque: 70
Defensa: 50

LAIRON: Acero [DEF]
Pokémon normal
Valor: 5
Salud: 0/60
Ataque: 40
Defensa: 100

SHINX: Eléctrico [DEF]
Pokémon normal
Valor: 2
Salud: 30/30
Ataque: 55
Defensa: 20

LUXIO: Eléctrico [DEF]
Pokémon normal
Valor: 4
Salud: 50/50
Ataque: 80
Defensa: 40

 

—¡Je, je! ¡Atacaré con mi Pangoro y mi Pancham a tu Audino, y eso me hará ganar la batalla!

>> Pfff... ha sido aburrido y todo —sonrió la niña—. ¡Debes mejorar, eh! La próxima vez asegúrate de al menos saber jugar.

+30 TP

>> Examinar: farola rota
>> Examinar: papelera
>> Escuchar: conversación entre ancianos
>> Marcharse: Acceso a la superficie (norte)
>> Marcharse: Mercado

 

Mimi Honda/TCG

Recogí mis cartas y las guardé de nuevo en mi bolso apretando los labios de frustración. Realmente... ¿una niña acababa de ganarme en un duelo de cartas? ¿una niña a la que había querido ayudar? Aquella niña no era nada de lo que aparentaba ser... ¿cómo tenía una estrategia tan bien pensada? ¿cómo diablos había hecho eso...? ¡¿cómo había podido vencerme?! ¡No había palabras para describir la humillación que sentía!

—Mocosa desagradecida— le espeté— ¡Solo trataba de ayudarte! Pero, ¿sabes qué? ¡Ya no me importa lo que te pase! Haz lo que te de la gana, después de todo nadie es de fíar en este maldito lugar. No debí involucrarme.

Estaba furiosa, por supuesto. Incluso habíendome humillado hasta el proxismo del ridículo no le deseaba ningún mal. Era una niña pequeña después de todo.

>> Y guarda esas cartas— le dije—. Sería una pena que alguien te las robara para costearse su dosis diaria. Aquí hay mucho desesperado suelto deseando aprovecharse de niñitas sabihondas como tú.

Aquello fue lo último que dije. Me eché mi bolso al hombro y con una sombra en la mirada me alejé de allí. ¿Que me asegurara de saber jugar? ¡Los duelos de cartas no eran ningún juego!

Ojalá hubiese tenido una mínima oportunidad para hacérselo entender.

>>Marcharse: Acceso a la Superficie (Norte)

 

Y allí, en el acceso a la superficie, podía verse el gran ascensor que llevaba hacia la parte superior, custodiado, como siempre, por guardias que parecían terriblemente molestos de haber sido asignados a ese lugar. No obstante, era lo que les tocaba... porque, claro, no podían dejar que ningún piojoso de los Suburbios subiese así como así a la superficie, ¿no? No sin un permiso especial.

Así, había en la zona una congregación de personas, por algún motivo. ¿Qué había pasado? ¿Por qué había tanto jaleo?

>>Acercarse a la multitud
>> Marcharse: Plaza norte
>> Marcharse: Mercado

 

Mimi Honda/TCG

Apoyé mi espalda contra una pared y eché un vistazo crítico hacia la zona donde aguardaba el ascensor y aquellos dos asquerosos guardias que me negaban la libertad que tanto merecía.

El acceso a la superficie... la única salida de esta cloaca inmunda en la que había sido arrojada... y no tenía forma humana de salir mientras las puertas del ascensor permaneciesen cerradas.

—Tsk.

Hasta que no pagase las deudas de mi padre... hasta que no recuperase mi honra... estaba resignada y obligada a ser una proscrita. Pero aquel lugar apestaba en todos los sentidos de la palabra y era absolutamente imposible que mi desprecio aumentase más, así que si tenía una mínima posibilidad de volver a la superficie haría todo lo que estuviera en mi mano y más.

En mi ingenuidad había pensado distraer a los guardias de alguna forma y colarme en el ascensor en un descuido... para cuando descubriesen que había sido activado el mecanismo yo ya estaría muy lejos... ¡y eso sería todo! ¡se acabaría este nefasto capítulo en mi vida que no me había traído más que desgracias!

Mi resolución parecía ser firme y aunque se sustententaba en una idea tan estúpida como esperanzadora, fue pronto desechada. ¿De verdad estaba tan desesperada como para creer que aquella idea podía funcionar tan solo por un momento?

Mi sorpresa fue significativa cuando eché un vistazo desde la pared del edificio. Allí, frente al ascensor, se había congregado una gran cantidad de personas. No era algo usual... al menos no que yo supiese. No había visto mucha gente antes, más que nada porque todo el mundo que se acercaba al ascensor recibía desde negaciones hasta empujones muy malintencionados.

—¿Una multitud?— murmuré—. Tenía que ser justo hoy...

Un suspiro estremeció mi pecho.

Me aparté de la pared y sacudí mis ropas antes de acercarme a la gente. Quizás podría captar algo entre tantas voces mezcladas. Algo útil, a ser posible.

>>Me pregunto que habrá pasado...

>>Acercarse a la multitud.

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Se nota que jugué mucho a Hitman este fin de semana (?)

 

La gente cuchicheaba entre ella, todo el mundo apelotonado. Los guardias, inútilmente, trataban de despejar el camino.
En su intento por acercarse, Mimi pudo oír varias palabras sueltas que intercambiaba la gente:

—¿Pero quién es el que viene?

—A saber qué se le ha perdido a uno de los de arriba aquí...

—¿Es uno de esos duelistas?

—¡Queremos verle ya! ¡Que baje de una vez!

Entre la conmoción, el mecanismo del ascensor comenzó a funcionar, sonando de forma mecánica y contundente. Era un ruido desagradable, estridente... y, pese a que no se usaba mucho, las pocas veces en que, durante la estancia de Mimi, alguien había utilizado ese ascensor, el sonido de sus mecanismos retumbaban no solo en las inmediaciones, sino en todos los Suburbios. Y si era por la noche, podían despertar al de sueño más profundo, desde luego.

El ascensor estaba bajando. De hecho, al poco tiempo, las puertas se abrieron, y una miríada de guardias aparecieron, apartando con celeridad a la gente, que se fue replegando a los lados. Eran, al menos, diez guardias, custodiando a una chica alta pero muy delgada. Los guardias hicieron una especie de pasillo humano para apartar a la chica de la gente, y ella, de pelos castaños y vistiendo unas exóticas vestimentas cortas, caminó grácilmente entre los mismos.

Pronto se sucedieron, de nuevo, los cuchicheos.

—¿Es una chica?

—¿Quién es? No me suena de nada.

—¿Esta es la duelista?

—Es guapa, pero muy delgada, tché.

—¡Mira cuántos guardias trae! ¡Debe ser importante!

—¡Eh, eh, intentemos quitarle la cartera, ¿que no?!

Pero todo quedó en susurros, en cuchicheos: nadie pudo sacar nada en claro de aquella chica. Simplemente, se marchó, custodiada por sus guardias, sin responder a ninguna pregunta, sin hacer ningún comentario, sin permitir siquiera que pudiesen verle la cara totalmente.

Y la gente, poco a poco, perdió el interés. La mayoría terminó por marcharse... la mayoría... salvo por un tipo, anciano, de aspecto tétrico y ropajes rotos y andrajosos de color negro, que quedó cuchicheando junto con un trío de niños en un rincón. ¿Qué tramaría?

>> Marcharse: a la zona comercial
>> Marcharse: a la plaza norte
>> Hablar: Guardias
>> Hablar: Señor extraño

 

Mimi Honda/TCG

Las voces de la gente se entremezclaban sin orden ni concierto formando una algarabía sin sentido que me costaba entender... pero logré captar algunas cosas de más o menos importancia.

De modo que... ¿alguien venía? ¿Quién? ¿Un duelista?

Una sensación de esperanza se instaló en mi pecho. Alguien de la superficie. Alguien que procedía del mismo lugar que yo. Y debía ser alguien realmente importante si generó tremenda conmoción con su llegada. La cantidad de guardias que salió del ascensor no tardó en posicionarse a ambos lados, apartando a la gente de una figura grácil que caminaba entre ellos.

Una figura alta y delgada de exótica vestimenta. Se desplazó como una modelo por la pasarela, sabiéndose segura de la jauría humana que repelía sus guardias con tanto ahínco.

¿Una chica? Me costaba verla desde mi posición, pero logré captar el destello de una cabellera castaña.

Traté de hacer oídos sordos a los comentarios de aquellos Suburbianos que solo maquinaban sacar provecho de la situación e intenté sacar algo en claro de todo eso... pero parecía francamente difícil.

Para empezar: ¿Quién era esa mujer? ¿Qué hacía allí? ¿Quién en su sano juicio bajaría por voluntad propia a los Suburbios? ¡Si era una cloaca de inmundicia humana!

La seguí con la mirada hasta que desapareció y entonces, como si hubieran pulsado un interruptor que apagase el interés colectivo, la multitud empezó a dispersarse. Y quedé allí, desconcertada e intrigada a partes iguales.

Esa chica... necesitaba saber más de ella. Necesitaba más información. Preguntarle a los guardias era absurdo, estaba segura de que no me dirían nada. Pero sentía que merecía mi atención.

—Vosotros— dije, acercándome a un andarojoso anciano y a un grupito de niños que charlaban en un rincón—.¿Quien era esa chica?

>>Hablar: Señor extraño

 

El hombre, al ver llegar a Mimi, dio un par de palmadas rápidas, y los tres niños salieron corriendo, cada uno en una dirección. El anciano, entonces, se subió la capucha de su capa, con aire siniestro, y cruzó sus manos frente a sí, en gesto adulador. Su aliento hedía, y sus dientes estaban coloreados en negro... todo su aspecto era algo inquietante. Hasta su voz, ronca, sonaba desagradable y misteriosa.





—¡Oh! ¡Oooooh! —exclamó, inclinando la cabeza ligeramente hacia un lado, mirando desde abajo, encorvado, a Mimi—. ¡Pero a quién tenemos aquí! ¡Si es una chica preguntona! Tsssssssk-sk-sk-sk —su risa era tétrica, y no ayudaba en absoluto que se riese en voz baja y tapándose la boca, mientras miraba fijamente a Mimi—. ¿Quién era esa chica? ¿Quién, quién, quién? Ah, solo soy un pobre viejo con demencia senil. ¡No lo sé! O no lo recuerdo. O las dos cosas. ¡Y si no recuerdo que no lo sé! Tssssk-sk-sk-sk.

E-Ese tipo... estaba, claramente, tomándole el pelo. Pero lo cierto era que ni siquiera se molestaba en ocultarlo.

—Pssst... pssst... —le dijo, susurrando, mirando a ambos lados, como si tratase de evitar que viesen lo que decía. Aunque no había nadie prestándoles atención—. ¿Eres duelista? Tengo... algunas cartas para ti, ¿eh? ¿Eh? ¿Qué me dices? ¿Te interesa?

Abrió su gabardina, mostrando multitud de cartas que tenía ahí colgadas.

Que tipo tan... extraño.

>> Hablar con el viejo extraño: ¿Quién eres?
>> Hablar con el viejo extraño: Preguntar sobre la chica.
>> Hablar con el viejo extraño: Preguntar sobre los niños de antes.
>> Hablar con el viejo extraño: Me interesan esas cartas.
>> Dejar de hablar (resto de opciones)

>> Marcharse: a la zona comercial
>> Marcharse: a la plaza norte
>> Hablar: Guardias

 

Mimi Honda/TCG

Supongo que tomar la decisión de acercarme al tipo más raro no fue la mejor idea. Porque aquello quebrantaba todo los límites de como de desagradable podía ser una persona. ¿Qué demonios...? De verdad, ¿qué demonios? ¡¿Pero es que no había una sola persona normal en este submundo decadente?!

Mi expresión se tornó puro desagrado cuando aquel tipo me miró. Parecía una rata. Y actuaba de la misma forma que una. Era tan errático que resultaba grotesco y todo en él me causaba repelús, así que retrocedí un par de pasos y mantuve las distancias.

"¿Pero por qué me pasan a mí estas cosas...?"

Me cubrí la boca con la mano y luché contra la repugnancia y el asco que se me gestó en el estómago, forzándome a no irme en pos de satisfacer mi curiosidad... pero aquel tipo... Oh no, no... de ninguna manera aguantaría más de dos segundos en su presencia.

—Pssst... pssst... —siseó—. ¿Eres duelista? Tengo... algunas cartas para ti, ¿eh? ¿Eh? ¿Qué me dices? ¿Te interesa?

—¡No, no me interesan tus cartas, viejo decrépito!— le espeté—. De hecho, no me interesa absolutamente nada que tenga que ver con un ser infrahumano como tú. ¿Por qué no solo desapareces y vuelves al agujero inmundo del que saliste y libras al mundo de tu repulsiva presencia? Por lo que he podido comprobar no eres mejor que las ratas.

Que situación tan frustrante.

>>Responde de una vez y deja de hacerme perder el tiempo. ¿Quién era esa chica?

>>Hablar con el viejo extraño: Preguntar sobre la chica.

 

—¡Vaya! —exclamó el tipo—. Eres deslenguada, cuanto menos. Tsk-sk-sk-sk... puede que mi aspecto sea asqueroso, pero, ¿quién de los dos es más asqueroso por dentro, eh?

Con esas palabras, el tipo miró a Mimi, sombrío, con una sonrisa inquietante en la mirada. Pronto retomó su actitud extraña de siempre.

—Oh, sí, la chica, la chica. Nadie especial por estos lares. Aquí ni se la conoce, tsk-sk-sk-sk...Pero arriba... ¡ah, arriba! Arriba es toda una estrella, ya lo creo. ¿Quieres saber quién es? Bien... te lo diré.

Y quedó allí, callado, mirando a Mimi, sin que ninguno de los dos hablase.

—¿Qué? ¿Esperas que lo haga gratis? ¡Tsssssssk-sk-sk-sk-sk! Si así era, te queda muuuucho que aprender de la vida en estos suburbios, chica. Tsk, sssssk...


>> Responder: ¿Qué quieres a cambio?
>> Hablar con el viejo extraño: ¿Quién eres?
>> Hablar con el viejo extraño: Preguntar sobre los niños de antes.
>> Hablar con el viejo extraño: Me interesan esas cartas.
>> Dejar de hablar (resto de opciones)

>> Marcharse: a la zona comercial
>> Marcharse: a la plaza norte
>> Hablar: Guardias

 

Mimi Honda/TCG

—Bueno... yo tampoco sé como eres por dentro— repliqué apartando el rostro con dignidad— Un ladrón, seguro. ¿O es que acaso esas cartas no son robadas? Todo el mundo está podrido en los Suburbios, no necesito que un demente me de lecciones de moral ahora.

Ni la espeluznante expresión que me dirigió me hizo vacilar mínimamente. Había tomado la resolución de obtener información y eso era justo lo que pensaba hacer. Incluso si debía obtenerla de alguien como él.

Aguardé pacientemente una respuesta satisfactoria por parte de aquel tipo con los brazos cruzados. Sabía que esa chica era importante en la superficie, era demasiado obvio teniendo en cuenta la comitiva de guardias que se desvivían por su seguridad. ¿Pero quién era exactamente? ¿Cuanta importancia tenía? ¿Y qué había venido a hacer aquí? Alguien como ella, una estrella de la superficie... ¿en los Suburbios por voluntad propia? ¿Qué clase de broma de mal gusto era esa?

Los segundos se sucedieron tensos, tan tensos, que podrían cortarse con un cuchillo. Pero yo no era una persona especialmente paciente y mi expresión ponto evidenció lo evidente. Fruncí el ceño con frustración.

—¿Se puede saber qué—?

—¿Qué? ¿Esperas que lo haga gratis? ¡Tsssssssk-sk-sk-sk-sk! Si así era, te queda muuuucho que aprender de la vida en estos suburbios, chica. Tsk, sssssk...

¡Ugh, demonios!

Claro. Claro, por supuesto. Hablando de podredumbre humana. Chasqueé la lengua, molesta por no haberme percatado de algo tan evidente. Nada era gratis en un lugar donde imperaba la ley del más astuto. Todo tenía un precio y en los Suburbios aún más, donde los engaños eran pan de cada día y signficaban la diferencia entre la vida y la muerte.

Desgraciadamente no tenía más opciones. Era someterse a sus condiciones o resignarme a perder la única oportunidad de lograr algún contacto con mi antigua vida. De modo que me tragué el orgullo, el desprecio, y un tanto a regañadientes, casi haciendo un titánico esfuerzo, respondí:

—Di tus condiciones. ¿Qué... quieres a cambio?

>>Responder: ¿Qué quieres a cambio?

 

El viejo sonrió, frotando sus manos en señal de triunfo. Luego, tras mirar a ambos lados, extrajo de su gabardina un papel sucio y arrugado y una llave oxidada y muy grande, y se las mostró a Mimi.

—Te daré la información que buscas si me haces un pequeño favor... en este papel tienes señalada la dirección de una casa abandonada. Esta es su llave. Verás, resulta que en esa casa hay una carta que me interesa especialmente. Ve allí y asegúrate de traérmela. Si lo haces, te daré toooda la información que quieras.

Y le colocó la llave y el papel en sus manos, sonriente, repugnante.

—Te daré la llave por si acaso... tú piénsatelo con calma. Tsssssk, tsk, tsk. Mi información puede serte útil para salir de este lugar, ¿sabes?

>> Oh, y si quieres saber algo más... solo pregunta. Tsk, tsk, tsk.


>> Hablar con el viejo extraño: ¿Quién eres?
>> Hablar con el viejo extraño: Preguntar sobre los niños de antes.
>> Hablar con el viejo extraño: Me interesan esas cartas.
>> Marcharse: a la zona comercial
>> Marcharse: a la plaza norte
>> Marcharse: a la dirección del papel
>> Hablar: Guardias

 

Mimi Honda/TCG

—¿Una llave?—mumuré, sosteniendo aquel instrumento de metal en la mano. Era una llave enorme y completamente oxidada. Parpadeé, desconcertada.

Lo cierto es que hubiera esperado cualquier cosa excepto eso. ¿Quién se creía que era, la chica de los recados? Aquello era humillante. Pero al parecer solo saltaba de humillación en humillación y algo como eso... no podía ser tan grave. No era nada grave en comparación con las cosas que se me habían pasado por la cabeza. ¿Tomar una carta de una casa abandonada? No sonaba como algo especialmente complicado y la recompesa prometía gratamente. Intrigada, leí la dirección en el papel y repasé mentalmente las palabras del viejo.

Y entonces...

—Un momento carcamal, ¿cómo sé que puedo fiarme?— le pregunté— ¿Cómo sé que todo esto no es un engaño? Si es una carta tan especial como dices... ¿no te preocupa que te la robe? Es más, sabiendo la dirección y teniendo la llave, ¿por qué no vas a buscarla tú mismo?

Me mantuve unos instantes en silencio, mirándole. Suspicaz. Incluso yo era consciente de que que todo aquello era muy sospechoso. Demasiado. Pero la verdad era que no tenía más opciones ni quería pasar más tiempo en presencia de aquel sujeto tan repugnante.

"Tsk, como sea..."

>>Más te vale cumplir tu parte, ¿me oyes?—le advertí descruzando los brazos, y guardé la llave dentro de mi bolso—. Descuida, recuperaré tu estúpida carta. Esto sí que será un juego de niños~.

Y me encomendé en aquella misiva. ¿Qué peligros podía entrañar un recado tan absurdo?

>>Marcharse: a la dirección del papel

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Lo más genial de todo esto es que hasta yo desconfío que vaya a ser tan fácil xD

 

Al llegar a la casa, Mimi pudo contemplar que no parecía estar precisamente en mal estado... Cierto, no era un lujo, ni mucho menos estaba conservada; pero, en relación con la media de los Suburbios, aquella casa era bastante decente.
Y supo que algo no iba bien cuando vio a varios guardias custodiando la entrada.

Ese viejo... ¿le había mentido?

¿Y cómo demonios iba a entrar ahora en la casa, con todos esos guardias...?

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Puedes elegir hasta dos comandos de los 5 que te mostraré mediante la palabra "improvisar". Asegúrate de no rolear, pues seré yo el que rolee lo que sucede en función de lo que escojas. Eso sí, ten en cuenta que generalmente hay una única solución realmente positiva, el resto supondrán perder información, tiempo, objetos... Que podrías haber ganado. Pero también es cierto que es difícil que acierte, así que, ¡sólo usa tu intuición y ten en mente qué es lo que busca lograr Mimi y cuáles son las circunstancias que tiene delante!

>> Improvisar: Guardias
>> Improvisar: Llave
>> Improvisar: Piedra
>> Improvisar: Correr
>> Improvisar: Ventana

 

Mimi Honda/TCG

Supongo que verdaderamente todo el mundo estaba podrido en los Suburbios. Porque después de recorrer media ciudad para alcanzar la dirección de la susodicha casa, descubrí no solo que no estaba abandonada, sino que además, parecía celosamente custodiada por guardias.

Mi sorpresa fue significativa. Y mi rabia no tardó en sumarse.

—¡Ese... dinosaurio senil!— gruñí en voz baja, frustrada con la situación, con el viejo, y conmigo misma.

¡Sabía que no podía ser tan fácil! ¿Por qué no iba a venir ese tipo a buscar la carta si tanto le interesaba y la casa era un cochambroso montón de ruinas? Pero aquello no era ni mucho menos ruinoso y yo, probablemente, estaba a punto de quebrantar mis principios y cruzar una barrera moral.

Porque... si no era una casa en ruinas y había guardias que la custodiaban, probablemente entrar en ella sin permiso no solo sería allanamiento, sino que tomar la carta probablemente fuese robarla. Pero ya había llegado hasta allí. Por orgullo, no volvería atrás después de decir que tomar la carta sería un juego de niños. La recuperaría. La recuperaría y obtendría aquella información de aquel maldito mentiroso.

"No hay vuelta atrás después de esto" — me dije estudiando el perímetro—. "Necesito colarme en esa casa, recuperar la carta y salir de aquí a como de lugar"

¿Quizás podía pasar inadvertida de los guardias por una ventana? ¿Usar una piedra para distraerlos? Necesitaba pensar menos y actuar más.

>>Improvisar: Piedra
>>Improvisar: Ventana

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Ok, no tengo ni idea de qué hacer (?) Si esto fuera un videojuego, probablemente usaría una piedra para distraerlos... pero meh. Io khe sé tio Full 4K

 

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Vaya cafre la Mimi xDDD
La opción correcta era Guardias y Llave; básicamente, Mimi se acercaría a los Guardias y les haría creer que era la dueña de la casa, mostrando la llave como prueba. Entras por la ventana o distraerles no serviría, hay varios guardias custodiando, so (?

Y, así, Mimi cogió una piedra y se dispuso a lanzarla contra la ventana, pero tan pronto como alzó la piedra sobre sus hombros, uno de los guardias la vio y la tomó por el brazo.

—¡Eh, tú, vagabunda! ¿Qué crees que estás haciendo?

Pronto se vio rodeada de Guardias, que la miraban como a una delincuente.

—Te vas a enterar... te pudrirás en un calabozo, niña —dijo uno de los guardias, al tiempo que la empujaba, llevándola hacia quién sabe dónde.

Pero una voz fue su golpe de suerte.

—Dejadla.

Al girarse, Mimi vio la puerta de la casa abierta, y la chica joven de antes apoyada en ella, mirándola con curiosidad.

—Pero señora, esta chica estaba apunto de... —explicó uno de los guardias, pero fue interumpido por ella. Su tono de voz era decidido, pero suave.

—Lo sé, lo he visto todo por la ventana. Que pase y hable conmigo... estoy segura de que podremos llegar a entendernos.

Y se perdió en el interior de la casa. Confuso, el guardia que sujetaba a Mimi tiró de ella, instándola a acompañarle, y se adentraron en la casa.
No tuvo demasiado tiempo de husmear, por supuesto, ya que fue llevada directamente hacia la estancia donde la chica estaba, y, con un gesto de la misma, el guardia entendió que debía marcharse y dejarlas solas. La puerta se cerró a las espaldas de ella.

—... ten, un poco de café. Espero que te guste —le dijo la joven, entregándole una taza de porcelana humeante—. Bien, ¿quién eres? ¿Y qué haces aquí? Estás buscando algo, por supuesto... ¿no es así?

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Ahora estás siendo interrogada... podrás optar por diferentes respuestas y, al mismo tiempo, diferentes formas de realizar dichas respuestas. El curso de la conversación dependerá de qué y cómo respondas. Según cómo lo hagas, obtendrás más o menos información, y puede que desbloquees más o menos opciones

>> Responder: Presentarse (amable)
>> Responder: Presentarse (borde)
>> Responder: Presentarse (desconfiada)
>> Responder: Hablar del viejo (desconfiada)
>> Responder: Hablar del viejo (curiosa)
>> Responder: Hablar de la carta (desconfiada)
>> Responder: Hablar de la carta (directa)
>> Responder: Mentir sobre el motivo de la visita
>> Cambiar de tema: No, ¿quién eres tú?

 

Mimi Honda/TCG

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Son los Suburbios, que sacan lo peor de ella (?)

En realidad es mi culpa, por jugar tanto videojuegos de acción. No se me ocurrió lo de la llave xD

—¡Suéltame! ¡Te digo que me sueltes imbécil!— grité al ser sujeta por el brazo por uno de los guardias—. ¡N-no soy ninguna vagabunda!

Me quejé, forcejeando, agitada y molesta. Pero aquel tipo era muchísimo más fuerte que yo, quizás porque él si comía apropiadamente. La piedra con la que pretendía atentar contra una ventana se soltó de mis manos y cayó con un sonido seco contra el suelo.

Vagabunda... ¿realmente parecía una vagabunda? No tenía palabras para expresar la rabia y el dolor que hizo que esa palabra— precisamente esa— fuese dirigida a mí. ¿Cuanto más iba a dejar que me humillasen?

Pronto, el grupo de guardias que custodiaban la entrada me habían acorralado y uno de ellos me empujaba de forma muy bruta hacia algún lugar.

—"Te vas a enterar... te pudrirás en un calabozo, niña"

—¡Púdrete tú en el infierno!— le espeté con dificultad—. ¿Este es el trato que le dais a una dama? No soy ninguna niña. Tengo diecisiete años. ¡Tengo diecisiete años, estúpido!

"Dejadla"

Aquella voz, evidentemente femenina, cruzó el aire como una saeta helada. Giré la cabeza y vi, no sin sorpresa, que en la puerta estaba la chica de antes. La joven venida de la superficie, como yo, aquella de la que pretendía obtener información. El viejo... ese viejo decrépito... ¿quería que me colase en el edificio de esta chica y robase su carta?

Todo sucedió muy deprisa. Tanto que no pude ni protestar ni decir nada. Cuando pude percatarme estaba sentada en un sofá, frente a una mesita, con una taza de porcelana con café que aquella chica me había entregado.

Aquella situación... me sentía contrariada. La vergüenza que sentía, la humillación de haber sido atrapada y llamada vagabunda y asimismo la rabia se mezclaban dentro de mí y formaban un bucle de sentimientos disonantes. Pero mi estómago gruñía y ver café en una taza de porcelana limpia me hizo feliz por algún motivo, aunque esta alegría no se reflejó en mi expresión. Miré a la chica, luego a la taza, y con las mejillas enrojecidas desvié la mirada.

No sabía que decir.

¿Qué podía decir? ¿Qué se supone que debía decir? Una parte de mí pensaba que mostrarme orgullosa y desconfiada sería un buen mecanismo para ocultar todos esos sentimientos internos. Eso era lo que hacía siempre, después de todo.

Pero...

—Gracias por salvarme— musité—. Esos guardias tuyos son unos groseros, deberías prescindir de ellos.

Tomé la taza. Pero no bebí de ella. En lugar de hacerlo, la sujeté entre mis manos, porque el calor que desprendía me ayudaba de algún modo a dejar mi frialdad de lado al expresarme. Quizás era la desconfianza natural que me generaban los Suburbios, pero no quería sonar borde ahora.

>>Mi nombre... es Mimi— me presenté— Mimi Honda, y aunque esto pueda sonar como una locura— suspiré—. Soy de la superficie como tú.

>>Responder: Presentarse (amable)

 

La chica se sentó frente a ella, con otra taza de café en las manos. Parecía analizarla fijamente, como si estuviese tratando de estudiarla con la mirada.

—Con que Mimi, ¿eh? Y dices que vienes de la superficie... por tus ropas y tu aspecto, deduzco que estás viviendo aquí en los Suburbios, pero no debes llevar mucho tiempo, ¿cierto? Seguramente, te habrás visto obligada a vivir aquí, en los Suburbios, por cualquier motivo —agachó la mirada con tristeza—. Este sitio es un vertedero de personas, tristemente. Donde se arrojan a quienes sobran en la sociedad de Valm... como si fuesen trapos sucios o restos de comida inservibles. Como si... como si no fuesen personas —frunció el ceño, visiblemente molesta. Estaba claro que no le agradaba el sistema de la región, que le producía mucha rabia ver la discriminación y el aislamiento al que eran sometidos los habitantes de los Suburbios.

>> En fin... ¿puedo preguntarte qué es lo que buscas en mi casa? Está claro que pretendías entrar en ella.

>> Responder: Hablar del viejo (desconfiada)
>> Responder: Hablar del viejo (curiosa)
>> Responder: Hablar de la carta (desconfiada)
>> Responder: Hablar de la carta (directa)
>> Responder: Mentir sobre el motivo de la visita
>> Cambiar de tema: Antes dime, ¿quién eres tú?

 

Mimi Honda/ TCG

Asentí con la mirada fija en la taza de café ante la primera pregunta de aquella joven. Sí, estaba en lo cierto. Me había visto obligada a vivir aquí y no llevaba más que unas semanas, quizás unos pocos meses. Sinceramente me parecía toda una eternidad.

Mi interés en aquella conversación y mi desconcierto a partes iguales, se incrementó cuando aquella chica habló, con un tono amargo, de este lugar. De algún modo parecía molesta de cómo se estaban llevando a cabo las cosas en los Suburbios.

—No mucha gente de la Superficie está descontenta con el sistema. Para ellos es una alivio deshacerse de lo que consideran una lacra en la sociedad— le dije, mirándola con interés. Y tomé un poco de café, pues sentía que si no tomaba algo pronto mi estómago se replegaría sobre sí mismo—. Es curioso cuanto menos. Eres la primera persona que conozco que se opone a la idea abiertamente.

>>De modo que, antes de que te diga qué hacía aquí... ¿puedes decirme quién eres?

>> Cambiar de tema: Antes dime, ¿quién eres tú?

 

La chica inclinó la cabeza hacia un lado, sonriente, atrevida.



—¿Que quién soy, preguntas? ... soy alguien a quien este sitio le importa mucho. Soy quien logrará que los Suburbios resurjan, que quienes están encerrados aquí salgan a la superficie. Soy quien llevará adelante la rebelión, eso tenlo claro.

>> ¿Respecto al nombre? Puedes llamarme... Nyota.


>> Hablar con Nyota: sobre ella.
>> Hablar con Nyota: sobre la "rebelión".
>> Hablar con Nyota: sobre el viejo (desconfiada)
>> Hablar con Nyota: sobre el viejo (curiosa)
>> Hablar con Nyota: sobre la carta (desconfiada)
>> Hablar con Nyota: sobre la carta (directa)