Vampiro Preludio

Ragnar Bjelke

Ese oso hizo que diera un salto hacia atrás de la impresión, su forma de responderme hizo que me asustara por un segundo -¿por qué diablos gritaba así?-

—Gracias— Solo puede sonreírle al hombre y alejarme rápidamente para poder entrar al baño, haria lo que tenía que hacer y me iría del lugar, ya era tarde y no podía seguir perdiendo el tiempo.

Cuando salí del baño, trate de no ver si el oso seguía estando cerca, solo camine rápidamente y volví al mismo salón de antes donde el ambiente parecía seguir igual.

Busque al mesero de antes para pedirle mi camisa y sin querer mire el jardín, se suponía que ahí debía estar quien envió esa invitación. Ya estaba metido en ese lugar, que más daba ver el jardín ahora.

Cuando llegue a ese jardín solamente me quede mirando a las personas que estaban en el, en realidad no sabía a quién buscar o a quien preguntarle ahora.

—Será mejor que me vaya— susurre por mi mismo al ver a todos esos hermosos hombres y mujeres hablando entre ellos, con elegantes vestidos y trajes —Yo no encajo aquí— además si alguién estuviera interesado en mi, ya se habria hacercado, tal vez esa invitacion solo fue una broma, o algún protrocinador que quiere hacer negocios. Si es así mejor que hable con mi entrenador.

Aunque el ambiente en ese jardín era agradable, así que me permití quedarme un par de minutos para pode respirar aire fresco.

 

Nick

Se tomó unos momentos para recomponerse entre los árboles y cuando se sintió mejor salió para sentarse a encender un cigarrillo, de tabaco esta vez. Sin embargo, cuando metió la mano a los bolsillos de su disfraz notó que le faltaba el encendedor, se lo había olvidado o perdido en la pista de baile y ahora lo estarían pateando todos. Lo mejor sería pedir prestado, aún había algunas personas en el jardín.

Se incorporó, pero enseguida trastabilló un poco y tuvo que extender su brazo a un lado haciendo equilibrio, como si intentara sostenerse de una mesa invisible. Luego de dominar un poco su cuerpo, avanzó unos pasos, su cabeza todavía le daba vueltas.

—¡Hola!— les dijo a un hombre y una joven que hablaban entre ellos, parecía una conversación privada, pero él carecía del sentido común para entender esas cosas.

—Soy Nick— se presentó sacando de uno de sus bolsillos el arrugado sobre de la invitación, desplegándolo y planchándolo un poco, para después ponerlo al lado de su sonriente rostro —¿Tienen fuego?— Se trataban de Gianna y Crow.

 

Gianna Fiore
Jardín

Aunque con mis últimas experiencias vividas mi opinión pudiera parecer hipócrita, me sorprendía mucho ver cómo la gente se dejaba consumir por los nervios o la furia, el desagrado o las alegrías. El placer, los vicios, imagino que todo estaba vinculado a eso. Que gracia, al final solo eran cosas sobre las que teníamos control para engañarnos y creer que podíamos manejar algo, cuando en verdad cualquier adicción era claro ejemplo de que tu fuerza de voluntad y salubridad eran precarias o escasas de algo. Yo, por mi parte, tenía mis propias desventajas y claros defectos, pero imagino que era claro que temer o preocuparse solo por respirar no era uno de ellos... puede que influyera lo mucho que aprendía y estudiaba para comprender la gran mayoría de cosas desde una edad muy temprana. Podría ser que los nervios de ahora, presentes en el chico, eran los nervios que yo ya había padecido en el pasado...

O incluso que aún no pedecía, ¿llegaría a tenerlos en el futuro? Rezaba por que así no fuera, no quería lidiar con problemas, incluso si esos son cosas tan naturales e inevitables como tiritar, gritar y preocuparse.

Mi mirada dura y fría, su real matiz, se posaba sin pudor alguno sobre el chico mientras mis brazos se cruzaban frente mío, entrelazando mis dedos. "Haré lo que pueda" Afile la mirada, porque eso era indicio que no me respondería todo, independiente de si fuera por ignorancia o por ocultarme datos relevantes. "La gente me llama Crow"

Cuervo... ¿Qué había dicho esta señora? Fruncí el ceño, reflexiva y estática, no quería perderme detalle alguno en sus acciones y aunque posara la vista en su rostro, de manera periférica estaba atenta a cualquier extremidad de su cuerpo aun sin que yo moviera siquiera la cabeza. "Esta vez Cuervo a perdido el juicio..." No era la mejor, pero siempre podía intentar ayudar.

Me acuclillé para quedar o bien a su altura o bien por debajo de su rostro, no quería que escapara de mis ojos. Evité tomarme demasiadas confianzas y opté por dejar reposar mis brazos con tranquilidad sobre mi regazo, mis muñecas se doblaban por el peso del ambiente al borde de mis rodilla. Mi mirada era seria, mi ceño estaba fruncido con severidad, pero aunque mis palabras monocorde eran duras y exigentes, tampoco exteriorizaban irá o desagrado.

En sí en chico no me agradaba, me alteraba su nerviosismo, pero no era alguien que mirara y me dieran ganas de mandarle lejos o yo misma no cruzar caminos con él. Era... cuanto menos interesante.

—Escuchame, Crow: Yo llegué aquí porque alguien me invitó y ese alguien eres tú...— Apreté mis labios, insegura de lo que diría a continuación, pero opté por hacerlo, aunque antes inhale hondo a ojos cerrados, para exhalar suave por la nariz, relajando por un momento toda la expresión. Expresión que se tornó dura apenas volví a buscar lo ojos del chico—. Primera vez que me atemorice tanto...— Cerré los ojos un rato—, supongo que le debo unas gracias a ese cuervo que espantó las ratas...— Que vergüenza, me sonrojaría de sentir pudor y no rabia al respecto. Volví a sostener sus ojos—, sí viste eso, sabrás lo molesta que me encuentro de venir aquí a tientas, con apenas información y el temor constante de que algo peor que unas simples ratas de alcantarillas me azechen— Volví a cerrar los ojos, reflexiva...

No sabía cómo tratar con jóvenes adultos, era diferente a intentar ser agradable con Manon, que le gustan con claridad lo mimos y abrazos. ¿Qué tenía que hacer para hacer sentir reconfortado a este sujeto?

Tras decir esas palabras y no encontrar más respuestas, me levanté apoyando mis manos en las rodillas para darme cierto impulso. Varios de mis movimientos traían una gracia innata, siempre me gustó moverme con finura y elegancia, aún cuando de navajear se trataba: Todo fluido, todo correcto, todo tranquilo.

Manos sobre la cintura, sin prisas, aún miraba al chico y decidí que sí a este hombre no le gustaba la compañía, por ende, me la el contacto, intentar hacerle razonar sería lo mejor. Hacerle saber que no estaba solo, vamos, no podría ser su inquietud peor que la propia.

La mia siempre terminaba en desmembramientos, sería en verdad triste y lamentable que la suya fuera equiparable a la mía. Eso sí, seguro que cualquiera de acá tenía peores vivencia que yo, pero eso no lo sabría a menos que conociera a este tipo mejor.

>>Entiendo que no quieras hablar acá o ahora...— Ladee la cabeza, suavice mi todo de voz y le quite la característica monocorde, para sonreir suave y volverme más digerible. Le alcé mi mano, similar a lo que hice con la señora, para que estuviera... mejor, podía tomarla o rechazarla, en verdad esperaba que la tomara mínimo por cortesía—. ¿Por qué no mejor me hablas de ti, lo que te gusta y tal...— Y, por primera vez en siglos, sí es que alguna vez tuve este sentimiento siquiera, cerré los ojos y con una expresión alegre le hablé risueña— e intentamos disfrutar de la fiesta? No debe ser tan mala idea, ¿cierto?

Y si me equivocaba más te valía decirme por qué...

"Soy Nick, ¿tienen fuego?" Oh, no.

Con el claro desagrado y descortesía en el rostro, voltee a verle por poco y apretando los dientes de rabia. Los puños sí que los apreté por sobre mi abrigo. Encaré su mirada con furia, luego se mezcló con desconcierto y desagrado al identificarle, que gracia desgraciada, era claro el rechazo que tenía, porque toda mi cara lo decía. ¿A quién se le ocurría venir con un disfraz de... vampiro?

Pero bueno, ni tan desacertado, la cosa es que volví a mostrarme más seria y dura que nunca.
—No, no tenemos ni fuego ni tiempo para borrachos —hablé firme, monocorde, sin demasiadas prisas y con un tono de voz suficiente para ladrarle, pero no para buscar la atención se terceros, aunque nunca faltaban los en extremo metiches.

 

Enya Beckett
[Piscina]

Enya sonrió al ofrecimiento de la chica que le extendía la mano —Lo agradezco, Gianna; pero creo que me han indicado ya el camino —dijo señalando a la piscina mientras trataba de ignorar al chico vomitando no muy lejos —Con permiso, iré a tratar de entender mi presencia aquí —sonrió a los presentes para después dirigirse hacia la piscina, donde Isha esperaba.

Al llegar allí, el olor a cloro permeó en su nariz; esto la tranquilizó pues temía que el imaginar al chico vomitando le causara el mismo sentimiento de asco —¿Entonces... fuiste tú quien me entregó la invitación?— preguntó algo entusiasmada al pensar que posiblemente comenzaría a obtener respuestas.

 

Rafael Castro

—¿Seth? —respondí, casi sin pensar.

Cuando le miré me quedé contrariado. Descuidado, por no decir deshecho, y desencajado, por no decir desubicado. Era un hombre extraño, que sin duda no estaba en sintonía con el ambiente de la fiesta en la que estábamos. No es que yo lo estuviese tan poco, es cierto, pero por lo menos encajaba con el siglo.

—Seth... —volví a repetir, una vez sin pensarlo demasiado— Y, por casualidad ¿no sabrá quien es ese tal Seth o por qué sabía mi nombre, no? Señor...

Le di pie a que continuara, por lo menos para saber su nombre, mientras mostraba mi comercial sonrisa prefabricada. Pero aun así, había algo que no me encajaba con él. Apenas podía ver bien sus ojos, ocultos casi sin querer por su pelo (el cuál iba a juego con su ropa), pero en cuanto pude verlo un poco mejor, mi ya de sobra practicada sonrisa se fue apagando poco a poco. Algo me decía que ese tío de ojos grises podía ver más allá de mis sonrisas falsas incluso si no me miraba.

—¿Quién es usted? ¿Y qué hago yo aquí? —pregunté, esta vez sin sonrisa alguna, olvidando las preguntas que había hecho segundos atrás.

 

[SALÓN, DIVÁN]
Domenica​

El tacto de su piel es frío a pesar del calor del lugar y aparta la mano tan pronto como la sueltas, sin alterar la expresión. Escucha tus palabras y asiente despacio.
— Politiqueo y contactos.— Responde, recostando la mejilla sobre su puño con aire aburrido. — Nada ocurre en esta ciudad sin mi aprobación.

La respuesta es rotunda, con especial énfasis en el nada.

— Sin embargo, querido, no fui yo quien te invitó.

[JARDÍN]
Hitomi-chan
Mori
Slam
Red​

Un grupo de lo más pintoresco ha terminado por formarse, desde una prudente distancia, Ragnar, puedes ver cómo un ente vestido de vampiro se tambalea hacia un trio compuesto por dos hombres jóvenes y una ¿adolescente?

Crow escucha ligeramente abatido el soliloquio de Gianna, sin saber muy bien qué responder a medida que ella va cambiando de actitud.

—Eh...— Cada vez que trata de formular una respuesta la niña lo interrumpe nuevamente por lo que simplemente le dedica una sonrisa turbada y asiente.

En ese momento Nick hace su entrada triunfal y Crow lo saluda con un gesto, divertido por su elección de atuendo.

— En realidad... Yo si tengo fuego.— Interrumpe, sacando una caja de cerillas arrugada y mostrándola con timidez. No era un tipo precisamente moderno, desde luego.

Las preguntas de Rafael lo hacen volverse hacia él aún con las cerillas en la mano.
— Me llaman Crow.— Repite sin molestarse.— Y estás aquí porque Seth te ha traído... Para que te aprueben.
Sonríe cortésmente y se vuelve hacia sus propios invitados, dedicando una mirada invitadora a Preston.

[SALÓN, FRENTE AL CUADRO]
Gigi Blanche ​

Leo sacude la cabeza con vehemencia.
— No soy precisamente cortés.— Responde, ésta vez serio.— Me dijeron que trajese a alguien pero no encontré a nadie de mi agrado... Hasta ahora.
Mira a su alrededor significativamente y se encoge de hombros.
— Puedes tomarlo como un cumplido si quieres.

[BIBLIOTECA]
Amane ​

El hombre humedece sus labios lenta y deliberadamente estudiando tu rostro. Parece que fuera a abalanzarse sobre tí pero tu pregunta lo frena un instante, arrancando una carcajada cruel de sus labios.

— A nadie le gusta que toquen su propiedad.— Responde. — Y tú, corderito, estás en la lista de una ladrona.

[PISCINA]
Amelie ​

Una mujer se vuelve hacia tí, sus largas piernas morenas chapotean en la superficie del agua, generando ondas concéntricas.
Todo en ella es oscuro, su larguísimo cabello, su piel, sus ojos y su vestido... Incluso su aura.
Con tal oscuridad no la habrías visto de no ser Porque sabes que está ahí.

Inclina la cabeza en tu dirección a modo de saludo y sonríe, asintiendo en respuesta a tu pregunta. Sus dientes blancos contrastan enormemente con el tono de su piel... Pero no es una sonrisa alegre sino más bien enigmática.

— Mi nombre es Isha.— Responde.— Me alegra verte aquí, Enya. Tenía dudas acerca de tí.

 

.PRESTON CARTER.
​

Alcé una de mis cejas al escuchar de su boca, con tal contundencia y seguridad, el que dejara entrever que era alguien con cierta autoridad, ¿estaría ante la presencia de alguna jefa de algún cartel belga que desconocía? Si era ese el caso, podría estar en un grave aprieto. Al mismo tiempo no se sacaba de mi pecho esa sensación de que había algo más allá. Una pieza que no encajaba, y tal vez otro montón de piezas que todavía no se habían revelado. Aquella velada estaba siendo un poco más exhaustiva de lo que imaginé que sería, quienquiera había requerido mi presencia en ese lugar estaba haciéndose desear.

Y, honestamente, empezaba a cabrearme un poco.

—Entiendo —acepté, ocultando brevemente mis labios tras la copa de champagne al darle un sorbo que alivió mi garganta seca—. Tendré en cuenta eso antes de hacer cualquier cosa.

Le dediqué una pequeña sonrisa, lo menos que quería era que la anfitriona del lugar se diera cuenta que su actitud empezaba a mosquearme un poco. Lucía como una mujer que estaba muy acostumbrada a obtener lo que ella deseaba, no le resultaría difícil en absoluto. Siempre me pareció que las mujeres eran mejores líderes que los hombres, tenían mucho más claras sus prioridades. Anka, con su gesto de autosuficiencia y su impresionante porte, corroboraba a la perfección mi teoría.

—Así que no has sido tú quien me invitó... —murmuré, metiendo casualmente una mano en el bolsillo de mi pantalón—, me decepciona un poco saberlo.

¿Sutil flirteo? Tal vez no tan sutil. Iba a jugar el juego de esta mujer si era eso lo que quería.

—¿Sabes quién ha sido? Me gustaría darle las gracias apropiadamente.

 

André François

Mi señal GPS se vuelve loca, como si nos mantuvieran controlados y en anonimato. Mi instinto se despertó cual gacela: ¿estaré en esas mansiones de swingers? ¿Sería esa la posibilidad?

Chupo el cartón del filtro y mis pulmones vuelven a llenarse de ese cigarrete de la risa. Me giro y vuelvo sobre mis pisadas, escupiendo el cartón a pocos metros de los pies del guardaespaldas de la izquierda.

—Pídeme un Uber, anda.

Les dije mientras regresaba al interior del bosque pero antes me acerqué a un árbol y oriné en él.

 

Ragnar Bjelke

Suspiré con fastidio al ver como hasta una niña estaba en ese lugar, definitivamente nunca debí de ir a esa fiesta, de no ser por el batman y el teletubbie de antes eso estaría más aburrido que leer la biblia.

De pronto el nombre de Crow llego a mis oídos, pero en realidad no sabia si escuche bien o no, creo que algún hombre de los que estaban junto a esa niña se llamaba así, y se supone o al menos eso es lo que me dijo el oso loco de antes que el tipo que me mando esa invitación se llamaba así, pero mirándolos bien ese grupo no parecían ni siquiera conocer el muay thai, así que no era muy seguro alguno de ellos me conociera a mi.

—Disculpa— Llame a uno de los meseros que pasa a un lado de mi —¿Me puedo llevar estos bocadillos?— Al igual que cuando llegue tome la mayor cantidad de bocadillos que pude entre mis manos mientras le sonreía al mesero. Aunque era un grupo pequeño, parecía que esa niña y los otros hombres hablaban en su mundo, y no llegaría yo a molestarlos como lo hizo "Drácula", además debía descansar, comenzaría mi torneo pronto y no podía perder el tiempo de esa forma.

Esta vez me tocaría irme sin camisa al hotel, al parecer esta se había perdido en algún lugar de esa mansión y ya no tenia ganas de ir a buscarla. Camine algunos pasos para recordar donde estaba la salida o por donde es que había entrado antes, ese lugar era grande, y es fácil perderse cuando apenas has entrado una vez. Antes de alejarme más me giré de nuevo y alcance al mesero de antes.

—Por cierto, si conoces a alguien llamado Crow, dile que gracias por la invitación, pero que si quiere tratar algo de patrocinios o esas cosas, lo hable con mi entrenador— Por un momento dude si es que ese mesero podría pasa mi mensaje, pero igual no buscaría a alguien que ni conozco entre toda esa gente —Soy Ragnar por cierto— Sonreí al darme cuenta que estaba dejando un mensaje sin siquiera decir antes quien era yo. —¿Sabes por donde puedo salir de aquí?— Ya que ese chico esta frente a mi, mejor preguntar que andar dando vueltas en el lugar.

Contenido oculto

Si, a Ragnar no le gusta complicarse la vida U_U.

Si nada llama su atención o le divierte, simplemente dice adiós.... No me lo mates pronto Ayeah ToT

 

Gianna Fiore

Vamos, era más bien solitaria que otra cosa y ni a los animales me gustaba acercarme, por esa misma incomodidad que me daba... tratar con seres vivos. Con los seres humanos era distinto, vaya, porque para empezar yo lo era y existía lo que era el lenguaje practico, hablar, dialogar, los idiomas: Expresar, organizar, entender... y la verdad, solo recurría a eso para que no me incordiaran y de paso yo no incordiar a otros, para así evitar incordios generalizados. Por suerte este... vampiro, vaya la tontería de la que venía disfrazado, no era Halloween ni de cerca, pero bueno, yo misma no podía exigir mucho cuando sí pecaba de excéntrica respecto a preferencias de vestuario. La cosa es que como me distraje ladrándole a este "vampiro" embriagado ni alcancé a expresar el hastío que me dio la decepción que me causaron las reacciones de Crow. Osea, no era una reacción mala o negativa, pero no satisfacía lo que buscaba con todo lo que dije. Tocaría ir por otro camino, claro quedaba que para conversar no era la mejor.

Eso sí, verme rodeada de repente por un disfraz andante, un desgarbado hombre igual de alto que es tipo este que tenía al frente... me hizo afianzar las manos sobre mi cintura y quejarme bajo en lo que podría haber sido un gruñido, pero quedó en eso, un quejido prolongado cuando miré al otro, que en realidad creo que estaba desde antes que la señora y terminé por posar mi vista en Crow, pero de inmediato miré más bien el suelo, reflexiva...

A ver, sabía que fui descortés con el "Mister Vampiro" ese, bueno, qué más daba en realidad. Luego... ¿Por qué Crow, un chico tan... retraído? No, precavido, tranquilo y nervioso querría a personas acá... era realmente extraño. ¿Nos habrían doxeado? ¿Estaríamos en la negra lista de alguna persona que supo cómo y cuándo estaríamos acá, por las calles de esta ciudad? ¿Qué tan premeditado era todo y cuánto era azar?

—Disculpa por hablarte —solté fría sin alzar de todo la cabeza, pero mirando al disfrazado de manera dura, mi voz fría ahora era con claridad menos agresiva, pero tampoco es que eso la volviera agradable. Es más, de inmediato arrugué toda la nariz y otra vez estaba con mis "Uhmgg" de perro, mirando algún punto muerto por debajo del nivel de mis ojos. "Perdón por hablarte" Serás torpe, Gianna, maldita idiota. Suspiré con cansancio y frustración a ojos cerrados, de lejos la mejor interacción fue con la señora de la piscina y la adulta mayor, que agradables que eran—. No por hablarte: Por tratarte descortés —aclaré otra vez intentando sostener su... rostro, nariz, ojos, lo que fuera, tampoco lo miré mucho, porque pronto desvié la mirada y hice un gesto algo brusco con la mano, junto a un chasquido buscaba restarle importancia al asunto—. No importa.

—¿No crees que es algo raro una cajetilla para encender un cigarro? —pregunté a Crow, era una pregunta más bien de poca relevancia, yo misma la desacredite a encogerme de hombros y soltar un simple "Uhm" a ojos cerrados, sin separar muchos las manos de mi cintura, cambiando de posición mis piernas cada tanto, para no dejarlas tiesas por mucho rato en una sola posición.

Esperé respuesta y cuando la recibí giré otra vez a ver al Conde Drácula, de inmediato. Ah, claro, siempre hablando en francés, aunque comprendía bien el inglés y lo básico de algunas lenguas muertas, ¿pero quién hablaría eso? Del resto, meras frases sueltas o fragmentos.

—¿Tú también hablarás de quién diablos te invitó, o el teatro de lo absurdo no da para tanto? —hablé claramente alterada, se notaba en que mi volumen era algo más alto y ladrado que mi media, pero esta vez no era por agresión, solo propia confusión. Se notaba en mi rostro, la ceja alzada y la mueca en mi boca no era de asco ni mucho menos rudeza, solo esa: Incomprensión.

Claro, eso no le quitaba lo arisco a todo mi actuar. Tras decir eso y a la espera de respuestas, alcé la vista al cielo por completo para soltar otro suspiro que por poco y se robaba hasta mi alma. Con suerte y abrí los ojos para distinguir lo que sea que brillara en el cielo.
>>¿A quién diablos se le ocurre invitar desconocidos a su fiesta? —musite sin importarme en realidad que me escucharan o no, otra vez pensando más en voz alta que otra cosa, porque para mí eso de ir teniendo gente aleatoria en tu residencia no me era más que un despelote y pura muestra del despilfarro al que llegaban las personas.

 

[SALÓN, JUNTO AL CUADRO]
Gigi Blanche ​

Sin esforzarse en ocultar su decepción, el largo brazo del joven se alza para señalar la puerta de la derecha.
— Esa Chusma se fue por ahí hará un par de horas.— Responde.

[SALÓN, DIVÁN]
Domenica ​

Sonríe ante tus palabras y señala la misma puerta que un tipo al fondo de la sala, la derecha. Poniendo los ojos en blanco deja escapar un siseo bajo ante sus idénticas posturas y sacude la cabeza con obvio desagrado.
— Se llama Seth, estará husmeando en mi biblioteca más allá de esa puerta.

[SALIDA]
rapuma ​

Los guardias esta vez ignoran tu petición, manteniéndose en silencio mientras franquean la verja abierta de par en par.
No parece importarles demasiado que alguien entre, pues ambos están de espaldas a la calle observando atentamente la mansión.

[JARDÍN, SALIDA]
Hitomi-chan ​

El camarero asiente de forma educada y te guía hacia el sendero por el que llegaste. El bosque está oscuro y se alza ligeramente amenazador a ambos lados del pobremente iluminado camino.

[COMEDOR]
Gigavally ​

El gran oso te dedica el encogimiento de hombros menos grácil que has visto jamás.
— La princesa ordena y el pueblo acata.— Susurra.— Y la información que se intercambia en estos sitios puede llegar a ser muy valiosa.

 

Altan Sonnen
Salón

El entrometido de turno de disculpó por interrumpir, de nuevo, no que fuese creíble en lo más mínimo pero también me daba bastante lo mismo. De la manera que fuese, Anka aceptó el brindis como esperaba que hiciera, bebí el trago de vino que me quedaba en la copa y pasé por alto la pregunta del tipo a pesar de que intercambió la mirada entre ella y yo.

Era anfitriona, pero yo bien sabía que eso no significaba necesariamente que hubiese sido la misma que extendió las invitaciones.

Me retiré sin más luego de despedirme de la rubia con una inclinación y era que no había mucho que me retuviera en ese espacio ya, de forma que navegué el salón hasta que un camarero casi me lleva en banda, le dejé la copa vacía y tomé otra. Repasé el espacio con la vista, de forma que di con el hombre que había visto inicialmente junto a una joven terriblemente rubia.

No les presté mayor atención realmente, no de momento, permanecí cerca de la entrada del salón y hundí la mano libre en el bolsillo del pantalón, alcancé el mechero y lo saqué para darle vueltas mientras seguí observando el panorama general. No era que pudiese escuchar ninguna de las conversaciones que estaban sucediendo en el salón, pero podría ver reacciones por encima y con ellas, quizás, saber a dónde apuntar a continuación.

Anka.

Anna.​

Profetisa.​

¿Qué personas tienes en tu mansión, anfitriona? ¿A quiénes invitaron y por qué?

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hold mi poderoso relleno

 

Ragnar Bjelke

—Yo no iré por ese camino— Miré al camarero y de nuevo el lugar por el que se suponía debía ir —Soy muy atractivo para caminar solo por un lugar así— me gustaba la aventura y la adrenalina, pero no era tan estúpido para ir por un lugar tan tétrico yo solo -¿Estaba así cuando llegue?- Antes no parecía tan tenebroso como ahora.

Saque mi celular y trate de llamar, pero al parecer mi batería decidió morir ates que yo, y ahora no sabia que diablos hacer, si arriesgarme a la aventura en un bosque donde tal vez seria devorado por una bestia que se deleitaría con mi precioso cuerpo, o buscar otra solución.

—¿No sabes si alguien más esta por irse?— Sonreí al hombre y mire de nuevo hacia atrás —Me quedaré esperando aquí a que alguien se vaya, así no me iré solo— Fue un pensamiento en voz alta, pero era mi mejor opción, hasta sonreí para mi mismo por pensar en eso, solo debía esperar un poco y tarde o temprano alguien más se iría y yo con él.

 

Enya Beckett
[Piscina]

Entonces si era ella; la noche misma la trajo a esta extravagante fiesta —Dudas...— repitió —así como las que tengo yo — habló mientras trataba de mantenerle la mirada; pero se fundía con su ambiente —¿Qué es...— dijo señalando la mansión con su copa media vacía; se detuvo a media pregunta; dejando escapar una sonrisa al verse a sí misma siendo tan ingénua. Aquello era una fiesta, era obvio. El motivo de la fiesta no era lo que la había atraído a aceptar la oferta de venir a la mascarada; era algo más que levantaba su curiosidad; porque si todo este teatro era una demostración de trucos mágicos, ella estaba dispuesta a escuchar como funcionaban —¿Cuándo escribiste mi nombre en esa invitación?