Vampiro Preludio

Altan Sonnen
Salón

La noté seguir mis movimientos, ni que fuese imbécil, y la dejé hacer, ¿qué iba a decirle de por sí? Además de que en sí no me molestaba, total la gente podía hacer lo que le saliera de los huevos en tanto lo hiciera dentro de lo socialmente aceptable y más que eso, lo que me llamó la atención fue verla fulminar con la vista a alguien por encima de mi hombro. No me giré, por supuesto, pero me habría gustado solo para comerme el resto de la película.

¿Que le gustaría? Hombre, qué cosa más críptica, podía tomarme eso de casi cualquier forma.

No tardó mucho en presentarse tampoco, respondía al nombre de Anka y por alguna razón el archivo que tenía en la cabeza se me puso en marcha. Era un diminutivo de Anna y todas sus otras variables, inglesas o no; había sido una profetisa o algo del rollo que reconoció a Jesús como el Mesías. ¿El diminutivo era eslavo? No me daba la cabeza para tanto tampoco de formas maneras.

El caso es que el nombre quedó repicando como el sonido de una campana, él y todas sus variantes, como buscando unirse a algo sin demasiado éxito. Seguí agitando el vino en su copa, pero enfocado en ella todavía.

—Bien, Anka —comencé y esta vez sí le di un sorbo a la copa—. Me da a mí que no eres una simple invitada en esta fiesta, ¿o me equivoco?

 

Gianna Fiore

Volví a reincorporarme como correspondía mientras escuchaba su risa, pronto volví a la seriedad porque, bueno, era más bien efímeras todas esas vibrantes sensaciones que formaban tensar mis labios en una sonrisa. Pero me alegraba que la mujer se mostrara agradada. También ignoró en demasía mi drama inexistente con el chico, una lástima, de no conseguirme a una víctima el teatro que me monté con mi madre se me vendría abajo y, la verdad, no quería que ocurriera tal desfavorable panorama, aunque sí podía preocuparme por eso en otro momento, la noche era joven, decían varios. Una mentira entre siglos vividos tampoco haría mayor daño, ¿verdad? Mientras no hiciera nada que les perjudicara a ellos, para eso tenía que salir aireada de todo este asunto.

Con seriedad me acomodé un poco el cabello propio y balancee mis brazos y piernas, en un intento de desperezarme, me aburría de cualquier forma quedándome en un mismo lugar y era mejor moverme para entrar en calor que quedarme pasando frío al lado de una piscina.
—Uhmmm... —miré fijamente al hombre tras mediar las palabras de la mujer, de a poco parecía que empezaba a tener compañía...

Pero sí el era el culpable de que estuviera acá, no podía simplemente pasarlo por alto. Al contrario, debía sobre ponerme al resto y conseguir su atención de alguna manera. Aunque tampoco me daban ganas de desvivirme con el asunto. En ese trayecto de tiempo mantuve mis manos a la altura de mi pecho, con cada yema de mis dedos tocando con suavidad la de las otra mano, separados y delicados, unidos por esa pequeño toque sincronizado. Volteé a ver a la señoray le hice una leve reverencia formal con la cabeza y dejando las manos sobre mis regaso, sutil y elegante, para empezar a despedirme de ella.
>>Muchas gracias —hablé con la sonrisa tranquila en labios y reflejando con claridad mi gratitud, para luego darme media vuelta dispuesta a marcharme. Me detuve en seco con un irrelevante "Ah", para mirarla por sobre el hombro con esa expresión seria—. Soy Gianna.

Y tras haberme presentado, porque la formalidad es parte de convivir con otros de manera correcta, me dirigí al pequeño grupo que se formó alrededor del obseso de la luna. Caminé sin prisas ahora con mis manos entrelazadas sobre mi regazo, no tenía calor, así que en ningún momento abrí mi chaleco, por lo que con suerte y se apreciaba la basta de mi vestido, nada más. Tampoco es que el trenca fuera fea o algo, para nada. Una vez cerca pude apreciar que hablaban de un tal Seth, señor del caos. A una distancia un metro o puede que menos, los observé con una ceja alzada sin dejar de lado mi expresión más seria o severa que otra cosa, extrañada.

Era medio raro que se quedara mirando la luna, pero entendible; lo extraño es que ahora el hombre de la luna estuviera reciviendo las palabras de una señora que bien podría ser la abuela o incluso madre de cualquiera... y hablaran de señores y caos. El caos era desconcierto, pero también la forma natural del orden... complejo, muy reflexivo y necesitaba contexto, please. Pero lo dicho, era una egoísta y siempre prefería centrarme primero en mí antes que en otros.

Los miré con seriedad, a los dos hombres, ignorando a la mujer tras haberla escuchado con atención. Me intimidaron un poco, pero nada que pudiera sobrellevar con relativa facilidad. Otro leve inclinamiento de cabeza en forma de disculpas.
—Perdón la intromisión...— Y ahí cabizbaja saqué algo de mi bolso, de manera rápida y precisa sin altercado alguno. Levanté la mirada y le sonreí como corderito degollado, "tímida" y cortés. Le extendí la carta—. Sabrá...— Miré de reojo la carta, como sí meditara la situación con pesar y nerviosismo, para luego volver a sostener la mirada sin máscara, yo protegida con la propia—, tengo esta invitación, pero soy incapaz de encontrar al remitente.

Cabizbaja y aun tendiéndole de manera recatada la carta, hablé como sí estuviera abatida. Mi todo no dejaba de ser monocorde, claro, solo que algo más suave y con cierto... abatimiento.
>>Tengo que encontrarlo... pero no conozco ni su nombre ni su rostro...— Desinflé mi pecho con desasosiego, era increíble esto de creerte y meterte en un papel. Luego volví a mirarle a los ojos, sonriendo con esa mezcla de timidez y pudor. El problema es que ni mis mejillas, carentes de rubor, y voz escasa de nerviosismos reflejaban esa expresión que, bueno, no era más que otra máscara—. Claro, usted no tiene por qué preocuparse de mis problemas.

Puras mentiras,

claro que debías preocuparte...​

ignorarme mucho era peligroso.​

Contenido oculto

Me muevo de la piscina al jardín uwu

 

Enya Beckett
[Jardín]

—No—mencionó sin siquiera saber que fuera la respuesta correcta —No sé con certeza por qué o por quién esté aquí — aquel sitio le era extraño, y se seguía sintiendo incómoda en una fiesta de "jóvenes" —Si tú sabes por quien no estoy en este lugar... seguro sabes por quien he venido; tal vez puedas guiarme, ayudarme a entender... — sus propias palabras la hicieron estremecerse; pues no sabía por qué había ido a aquel sitio, y por primera vez en su mente, temía un poco. Tal vez ese era su verdadera razón por la que quería permanecer en un espacio más abierto, se sentía más segura.

 

Gianna Fiore

Anda tú a saber por qué, pero no pude ignorar a la señora. La miré sin seriedad, pero tampoco es que expresara algo en realidad, talvez ligera impresión. Le sonreí cordial y hablé tranquilizadora, con esa voz monocorde y segura de sí misma, intentando no sonar fría o dura a consciencia.

—No se preocupe, señora, porque parece que tenemos el mismo problema...— Miré su mano con pliegues de piel y venas algo marcadas, distinguiendo su edad. No era fan del contacto físico ni de cerca, pero comprendía que algunas cosas traían ventajas: Dar compasión era una de ellas. Sobria, le extendí con suavidad la mano con la que no extendía la carta, la izquierda, y sin temor alguno en mis ojos sostuve su mirada junto a una mesurada y delicada sonrisa—. Podemos acompañarnos de momento, mientras nuestros caminos sigan cruzados.

No quería imponer más, por lo que tampoco la obligué a tomar mí mano, no era necesario tampoco. Podría hacer lo que otros quisieran sin problemas, mientras no me desagradara y fuera contra mis propias creencias, convicciones y anhelos.

 

.PRESTON CARTER.​

En la pista de baile se vivía un auténtico frenesí, por un segundo mientras observaba a todos los que se movían al compás de la música sentí que regresaba momentáneamente a mi adolescencia, cuando a mi mente acudieron mis años de secundaria en los que solía ingerir sustancias para poder desinhibirme y realmente disfrutar sin preocupaciones de esos momentos. Sólo bailar hasta no sentir los pies, con o sin ritmo, con o sin música. Pero ya no era ese crío irresponsable, había vivido demasiadas cosas como para no preocuparme. En mi mente todo era un sinfín de cálculos: qué pasos debo dar para obtener lo que quiero y necesito.

Extrañaba al niño que tomaba las drogas, no el que las distribuía.

Reparé en un instante en los rostros cubiertos de máscaras, en los disfraces, atrapando como pequeñas fotografías mentales a las personas que más llamaban mi atención. Todos aquellos que llamaban mucho la atención o que no la llamaban en absoluto, eran blancos de mi inquisición. ¿Era mi anfitrión un narcisista que había hecho hasta lo último para que notara su presencia o quizá, una misteriosa criatura oculta entre las sombras observando la sucesión de los eventos?

Un instante dado, mi cámara mental atrapó a una mujer rubia que atrajo mi atención. Tal vez me pareciera atractiva o tal vez me despertaba una corazonada, pero lo cierto es que me acerqué a ella. Reparaba en mi cabeza todo tipo de excusas para entablar una conversación con ella. Quizá invitarla a bailar era una opción viable, ¿pero era la pista de baile un buen lugar para ello? Tal vez debiera ir por lo seguro y lo casual, y preguntar si sabía dónde estaba el baño. O simplemente fingir que me parecía conocida, la confundí con alguien más.

—Hola —saludé, mi voz sonó grave y monocorde, y se escuchó claramente a pesar del nivel de volumen de la música—. Te vi a lo lejos y tu rostro me pareció conocido, ¿nos hemos visto antes?

 

Nick

Salió de la barra, dándole unos sorbos a su trago para que no se le volcara en el camino —¡EHH!— gritó al llegar a la pista, arengando a Ramón y a Batman, mientras le daba su trago a su amigo. Se había perdido al tipo sin camisa, pero seguía siendo una situación bastante bizarra, eso lo ponía muy contento. No era especialmente bueno bailando, pero acompañaba festejando y aplaudiendo a los que mostraban sus habilidades, como la mayoría ahí presente. Generalmente era alguien así, seguía al rebaño, a la manada...

Luego de varios tragos, incluidos algunos que no eran suyos, ya se comenzaba a sentir algo mareado entre el alcohol y el ajetreo. Por último, no tuvo mejor idea que darle unas caladas al porro de Ramón y eso fue suficiente para se le escapara el Bloody Mary por la nariz.

Se inclinó un poco, tapándose la boca y agarrándose el estómago, mientras recordaba que no sabía donde quedaba el baño para salir disparando. Estaba tan al límite que no podía abrir la boca o todo se escaparía, así que salió corriendo hacia lo primero que vio más a mano, el jardín.

Una vez afuera, buscó un árbol que estuviera medio alejado de la gente y corrió hacia él para vomitar.

 

André François

Camino con tranquilidad hacia la salida, mientras me lío un canuto. Los pringados de la puerta siguen en la misma posición desde que entre a este extraño lugar. Alguien debería informarles que estamos en medio del bosque a la luz de la luna. Pero paso, si yo tuviera el dinero que tiene el dueño de esta mansión los tendría con alguna cortina del baño sosteniéndola para que se seque al sol. No están tan mal ahora que lo pienso.

Enciendo mi mechero y aspiro el humo de la marihuana y siento cómo entra en mis pulmones y me relaja el whisky del cuerpo. Exhalo el humo por mi nariz, como si fuera un toro rabioso.

—Eh, abrid.

Gruño mientras mastico el canuto entre mis labios, hundo las manos en los bolsillos de mi chaqueta y espero.

 

Ragnar Bjelke

Sonreí al ver a ese oso responderme, aunque en esa fiesta había muchos invitados elegantes y hermosos por alguna razón me había tocado lidiar solo con los personajes más bizarros, aunque eso me gustaba, era mucho más divertidos que los demás.

—Gracias señor oso— Miré hacia donde me había señalado y luego de nuevo hacia él —Aprovechando su generosidad...— No sabia muy bien que quería decir con eso de que no cobraría, pero con lo de las dos peguntas más, me hizo recordar de nuevo el por que estaba en ese lugar, así que de inmediato busque en los bolsillos de mi pantalón ese maldito sobre y se lo enseñe —...¿Sabrá usted quién me envió esta invitación?— Tal vez ese oso tuerto no supiera, pero igual no perdía nada al preguntar antes de irme —Tiene mi nombre, y yo en verdad no conozco a nadie en este lugar, así que me preguntaba si usted sabe algo...— Si era una fiesta tan elegante, al menos esperaba que ese oso conociera al anfitrión o alguien que supiera más que él al menos.

 

[SALÓN, DIVÁN]
Juniper
Domenica
​

Alza sus cejas perfectamente perfiladas y da un lento sorbo a su copa antes de responder.
— Chico listo, me gusta. — Afirma, con un asentimiento sutil.—Bienvenido a mi humilde morada.
Sonríe levemente, y gira su copa hacia tí, revelando un fino grabado sobre la misma: El símbolo de tu invitación.

En ese momento un segundo joven se acerca a vosotros. Anka se vuelve hacia Preston con una sonrisa enigmática y sacude levemente la cabeza.
— Sin duda recordaría esa cara.— Responde, evaluandote con la mirada apreciativamente.

[JARDÍN]
Mori
Amelie
Slam ​

El hombre se revuelve en su lugar, claramente incómodo con la pequeña multitud que se ha formado a su alrededor. Observa al tipo que vomita con una sonrisa insegura y sacude la cabeza, volviendo su atención hacia las dos mujeres.
— Yo... Te hice llegar el sobre, Gianna.— Responde, con una sonrisa de disculpa.— Lo lamento.
Suspira suavemente y su mirada huidiza se ancla en rostro de Enya.
— Creo que Isha te encontró... Está en la piscina.

[BIBLIOTECA]
Amane ​

El tipo sonríe, divertido con tu ofrecimiento, y se encoge de hombros rodeando la mesa con cuidado de no acercarse demasiado a ti.
Abre el grueso tomo por la última página y revela una larga lista de nombres escrita a mano bajo las palabras «A trecut»
— Blekke Middle— Murmura, repasando el listado con su dedo índice adornado por una larga uña lacada en negro. — ¿Por qué no estás en mi lista?

El listado es extenso, pero un nombre en particular llama tu atención en una columna distinta a la que el hombre ha mencionado... Justo debajo del nombre que parece estar buscando, se encuentra el tuyo.

[SALIDA]
rapuma ​

Los guardias intercambian una mirada sorprendida pero, con un encogimiento de hombros, abren la verja dejándote vía libre.

Fuera está tremendamente oscuro y, por las calles solitarias no circula ni un solo vehículo... Tampoco un solo peatón.
Debe haber alguna clase de inhibidor de frecuencia porque los teléfonos tampoco funcionan y son las dos de la madrugada, por lo que el transporte público no está operativo.

[SALÓN, FRENTE AL CUADRO]
Gigi Blanche ​

Asiente lentamente, apurando el resto de su copa y te dedica una sonrisa radiante.
— Ciertamente misterioso, sí.— Coincide. Tu acercamiento no pasa desapercibido y él acorta la distancia un poco más y sus ojos se anclan en los tuyos con un brillo salvaje.— Sangre de jovencitas curiosas.
Susurra tan cerca de tu oído que sientes su frío aliento acariciar tu cuello, para después alejarse con un movimiento fluído para volver a tu pregunta anterior.
— Una mera formalidad; la fiesta de presentación en... Sociedad. Sois muchos está vez, se avecinan cambios.

[COMEDOR]
Hitomi-chan ​

El oso guarda silencio unos instantes, obviamente tratando de imprimir teatralidad a su respuesta.
— ¡¡¡YO LO SÉ TODO!!!— Exclama, alzando los brazos de forma grandilocuente. — Busca al Cuervo y hallarás tus respuestas...
Su voz va disminuyendo de volumen hasta apagarse y, tras un incómodo silencio, el oso se revuelve y comienza a tamborilear con sus patas de felpa sobre la mesa.
— Ése es el sello de Crow.— Aclara, ésta vez con voz normal tras un carraspeo — Seguramente esté en el jardín.

 

Altan Sonnen
Salón, Diván

Seguí sus movimiento, cómo alzó las cejas y bebió de la copa, su respuesta me vino en gracia y a la vez alzó un par de interruptores que conocía bien de mi adolescencia. Esos que respondía a la mínima sensación de saberme atado, de sentir la presión de una correa en el cuello y ver que alguien la sujetaba, en otro momento habría soltado el mordisco, pero me comporté y solté una risa por la nariz.

Su humilde morada.

Al girar la copa noté el grabado, el cetro del puto sobre, y me permití una sonrisa amplia que se llenó de la soberbia que ya me había decorado el rostro hace rato. Negué con la cabeza, aparentemente incrédulo, y mi atención se desvió entonces al tipo que se acercó preguntando si la conocía de algo. Créditos por esfuerzo, suponía, pero igual no metí mucho las narices aunque me hubiese arruinado un poco la idea de preguntar qué pasaba con ese símbolo que ya veía en calidad de escudo de armas.

No quería entrometidos, como siempre.

Estiré la mano con la copa hacia la mujer, interrumpiera o no la nueva interacción, pues porque acaparador se nacía. La miré de costado dedicándole una sonrisa ligera y hablé después, en el tono se me coló cierta diversión venida de ninguna parte; hasta ese momento la había tratado de forma relativamente casual, pero cambié el chip de repente.

—Permítame un brindis con la anfitriona entonces —dije y aunque no sonara como tal, fue más una afirmación que una solicitud—. Por su humilde morada, Anka.

Me quedé esperando un par de segundos, miré al recién llegado lo suficiente para dar por sentado que andaba en mi rango de edad. De haberlo encontrado afuera, donde no había tantas personas juntas y sin el olor del vino ya tan cerca de la nariz me habría dado cuenta de que fumaba, de forma que añadía otro al saco contándome a mí mismo.

—Y la dejo para que atienda su siguiente invitado. —Respiré despacio antes de decir nada más—. Aunque no me molestaría continuar con la charla más tarde.

 

.PRESTON CARTER.
​

Alcancé a escuchar al caballero que mantenía ocupada a mi más reciente objetivo que estábamos ante la presencia de la anfitriona de la fiesta, por lo que agradecí internamente el haber hecho caso de mis instintos. Aquella mujer, cuyos enigmáticos ojos me recorrieron por completo de una manera que hizo no sólo que me sintiera cohibido sino casi... como si estuviera a punto de ser devorado. Pero decidí que no me centraría en su mirada, ni en lo que escondía; ella había empezado un juego al que más de uno podía jugar. ¿Habría recibido aquel hombre la misma insistencia que yo para acudir a la fiesta?

—No fue mi intención interrumpir —dije al caballero, esbozando una mueca en mis labios que yo quise dar a entender como una especie de sonrisa; había interrumpido deliberadamente, así que aquello había sido una vil mentira pra fingir cortesía. Él no parecía saber nada de lo que yo intentaba averiguar, pero si todo lo que sucedía se relacionaba con el negocio de Duke, no sabía si debía pedirle que se quedara o dejarlo marchar en paz.

Finalmente di un sorbo a mi copa de champagne, para ese momento no sentía nada más en mi cuerpo, se había apoderado de mí la misma adrenalina y frialdad con la que enfrentaba las misiones y reuniones del turbio mundo para el que trabajaba.

—No pude evitar escuchar que estamos ante la anfitriona, ¿no es así? —murmuré, y mis ojos viajaron desde el caballero hacia la dama, quedándome sobre los de ella sin expresión alguna. Si despertaba algo en mí, no tenía intención que aquella mujer lo descubriera—. Es una hermosa casa.

Estiré mi mano hacia ella, con la intención de que la estrechara en forma de saludo.

—Si no nos conocemos, tal vez deberíamos hacerlo. Mi nombre es Preston Carter.

 

[COMEDOR]
Gigavally​

Recuperas la atención del oso, que sacude la enorme cabeza restando importancia a la situación.
— Uh, oh no, no es molestia señorita. Al contrario.— Detiene los aspavientos y se lleva una pata a la nuca, claramente incómodo. — Vengo sólo, no osaría . Aún no entiendo por qué siguen invitándome a estas cosas.
Su respuesta parece genuina e, incluso, algo triste.

[SALÓN, DIVÁN]
Juniper
Domenica​

Ella escucha el intercambio entre los jóvenes sin interrumpir, con una sonrisa enigmática en el rostro e inclina su copa hacia Altan, aceptando el brindis.
— Siempre que quieras.— Responde, despidiéndose con un gesto y volviéndose de nuevo hacia Preston con un asentimiento.

— En efecto.— Responde, recibiendo el cumplido con un ensanchamiento de su sonrisa educada tras una mirada calculadora. — Anka, un verdadero placer.

Observa tu mano unos instantes y, en lugar de estrecharla, tiende la suya con el dorso hacia arriba. Las joyas que la adornan son caras, dignas de la más alta nobleza.

[SALÓN, JUNTO AL CUADRO]
Gigi Blanche​

Su risa relajada sacude nuevamente su cuerpo, mientras aprovecha para depositar su copa vacía sobre la bandeja de uno de los camareros.
— De tu compañía, desde luego.— Responde. Medita unos instantes y, dedicándole una mirada desafiante a la mujer rubia del diván, extrae un sobre del interior de su camisa. — No le he dado uno de éstos a nadie, creo que por eso Anka está enfadada.

Su voz se vuelve susurrante, casi conspiradora mientras te tiende el sobre. Está sutilmente perfumado y tiene una rosa grabada... Dentro está una invitación exacta a la que te llevó ahí.
— No le digas que he tratado de robar uno de sus favoritos.— Añade, guiñándote un ojo.

 

Gianna Fiore

Mientras esperaba la reacción de la señora mayor observé con seriedad ligera al hombro, afianzaba la mirada tanato como aseveraba el ceño fruncido cada que mi mirada caía en una de sus pequeñas, pero reveladoras acciones. Yo tampoco es que fuera la mejor actora, era relativo lo bien que se me daba fingir, pero la verdad es que siempre opté más por la sinceridad en mi rutina o forma de ser que a estas alturas mentir pues, lo notaba, era un fiasco más que otra cosa. Aparte, no podía negar lo que era: Observadora, analítica y fría, así miré tres de las reacciones del hombre: Como ser revolvía todo su cuerpo, la expresión en su rostro y, por último, mis ojos se dirigieron a lo que él miró con una sonrisa insegura. La cara de asco fue instantanea. Hombre, algunos adultos ni respetos por ellos guardaban, pobre diablo, pero no iba a ser yo quien se preocupara por la fatal imagen que daba. ¿No era peligroso, en cualquier caso? ¡Era ideal para que lo asaltaran o incluso cosas peores! No hay que descartar eso en fiestas grandes de ricachones, el trafico de cualquier cosa, podría ser hasta de personas. Pero lo dicho, no me importaba y como me desagradaba en demasía le terminé sonriendo con suavidad al hombre cuando terminó por disculparse conmigo, manos al nivel de mi regazo. Negué con suavidad y cabizbaja.

—No hay de qué preocuparse—. Claro, siempre que no me dieras motivos para tomar medidas legales por andar acosando a una menor de edad en el cementerio y luego invitarla a una fiesta de dudosa categoría... no sentía temor, solo porque no recordé el cómo ni dónde recibí esa carta, ocupada en tratar de averiguar y maquinar cosas, antes de preocuparme por cosas que ya habían pasado.

Era muy de vivir el presente, ni siquiera me gusta pensar demasiado en el futuro, era aburrido. Su expresión huidiza otra vez se aferró a la de la señora. A esas alturas la seriedad volvió a mi rostro y escuché las palabras del caballero más abatido y huidizo que cualquier otra cosa. Mi rostro reflejó de inmediato mi sorpresa, seguro le sonreí suave a la señora solo porque ya había decidido tomar esa forma tranquila y llevadera con ella, porque la verdad ni idea de por qué no me quedé con mi cómoda expresión tosca e irrelevante.
—Señora, yo vengo de la piscina y creo que he conocido a la joven Isha —asentí suave con mi cabeza a ojos cerrados—, seguro le será cómodo hablar—. Cuando tuve otra vez mis ojos abiertos sobre la señora ya me mostraba seria, pero mi voz solo era monocorde y atona, sin rastro de recelo, ira o gelidez cortante—. Tiene unas velitas y todo, muy curiosa y yo creo que no le vendría mal conversar un poco con ella —aclaré lo último con una leve sonrisa, "alegre", pero aun sin pizca de entusiasmo en mi hablar, de a poco mi sonrisa fue menguando otra vez a la seriedad—, sí aún gusta, podemos encontrarnos otra vez si queremos visitar otro lugar de la residencia—. Sonreí—, siempre es bueno estar bien acompañada.

Miré con seriedad al hombre este y luego asentí con la cabeza en modo de disculpa a la señora.
>>Yo tengo asuntos que conversar con el caballero —siempre me mantuve con las manos sobre el regazo a penas pude desocuparlas de cualquier cosa, al ver que el hombre no le importaba la carta en sí la había vuelto a guardar en mi bolso. Dejé de estar girada hacia la señora y me volteé por completo en cuerpo, rostro y ojos hacia el hombre, seria como me era natural—. Responderá mis preguntas, ¿cierto? —hablé más firme y demandante, no era que estuviera viendo mis opciones: Estaba imponiendo la mía.

Pero antes de continuar con cualquier cosa, se notó que se me iluminó la bombilla y voltee a ver a la señora con una sonrisa agradable, aunque poco sabría yo de cómo se vería, no era de sacarme fotos y las pocas veces que me miraba al espejo era con seriedad para arreglarme el cabello, ver que no tuviera ninguna cosa rara en la cara y ordenar la ropa que llevaba encima.
>>Soy Gianna Fiore —ladee la cabeza manteniendo la sonrisa—, un gusto.

 

[JARDÍN]
Mori​

El hombre moreno se mantiene al margen del intercambio entre Gianna y Enya, dejándose caer pesadamente sobre el banco de piedra mientras se masajea la sien con un dedo enguantado. Cuando le hablas, vuelve a mirarte con cierto recelo.
— Haré lo pueda.— Responde, sin llegar a afirmarlo del todo.— La gente me llama Crow.

Contenido oculto: offrol

Personajes Actualizados

[BIBLIOTECA]
Amane​

El hombre contiene la respiración de forma ligeramente brusca cuando te acercas y, aunque parece mantener la calma, una de sus manos se agarra al escritorio ligeramente tensa. Tensión que aumenta cuando sus ojos siguen la dirección que le indicas.
— Asquerosa Sangre Azul... Sabía que me robaría.— Murmura para sí, cerrando el libro con un violento ademán.

Ignorando por completo tu pregunta se pasea nervioso por la habitación, jugueteando con su sombrero.

—¡ESO ES! — Exclama de pronto. — Si ella quiere algo mío... Tal vez pueda quitarle algo suyo.

Los ojos del hombre se fijan en tí con un brillo codicioso.

 

.PRESTON CARTER.​

Tendió su mano hacia mí, con una gracia impresionante, como el movimiento sutil y etéreo de las hojas deslizándose entre las corrientes de aire antes de caer sobre el suelo, y supe de inmediato que no era un apretón lo que iba a recibir. No teníamos ese tipo de costumbres en mi país, pero desde luego que no deseaba ser tachado de maleducado, mucho menos ante la anfitriona, si mi intención era seguir recavando información. Por lo que me incliné apenas, acercando a la vez su delgada mano cubierta de joyería, y ligeramente rocé con mis labios su piel.

Su olor era difícil de describir para mí, nunca antes había olido nada semejante, pero penetró mi nariz y permaneció allí, atrapado entre mis sentidos y mi memoria, ligeramente embriagado e hipnotizado por él.

—Gracias a la invitación a esta fiesta —susurré, recobrando mi compostura. Mi mano se sintió extraña al soltar la de ella, pero pronto volví a concentrarme en mi tarea—. Pero no entiendo bien qué se celebra.

Mi brazo se abrió para señalar en dirección al salón, mostrándole mi perspectiva. Allí estábamos reunidos muchas personas que no teníamos en absoluto algo en común. Todos tan distintos, tan variopintos, y tan ignorantes de qué nos había llevado hasta allí... al menos en mi caso. ¿Un cumpleaños, un lanzamiento publicitario de alguna marca de perfumes, alguna efeméride de la ciudad...? Suavicé mi gesto al sentir mi entrecejo tenso, y le dediqué una pequeña sonrisa al devolver mi mirada hacia ella.

Metí las manos en el bolsillo, palpé la pequeña lata cuadrada en que había guardado el resto del porro, sintiendo de pronto como que necesitaba un poco más. La presencia de aquella mujer hacía que mis emociones oscilaran entre la implacable frialdad y los agobiantes nervios. Sentía que estaba por abrirse una caja de Pandora y a saber cuántos males y maldiciones saldrían de allí.