Pasillo (Planta Alta)

En fin, Nagi se había soltado, quedándose con los otros tres, si no terminaba siendo parte de aquella banda de chicos raros, allá ella, igual le preocupaba que estuviera sola con un perro rabioso como lo era el innombrable aquel, y para colmo, señorita simpatía, ésta era la verdadera, dejaría a la británica que conoció apenas un día en pañales a su lado.

Lo mejor era dejar a esa banda de espiritistas aficionados en su espacio, Tokio era un lugar ya demasiado extraño como para preocuparse, pero bueno, si no se los hubiera encontrado aquí, a lo mejor atrás en Saitama, y pudo haber terminado de peor manera.

Y ahora para colmo, Vite la había encerrado en el baño, buscando "disipar su enojo", pero el pequeño detalle era que...

Su enojo era con esa bola de idiotas del balcón, y si había salido del mismo era para calmarse.

La mejor manera de demostrarle al chico que estaba de mejores ánimos pues era colaborando, no opuso resistencia y entró en el baño, pero de todos modos eso la tenía desconcertada, y peor aún, podía salir el tiro por la culata, redirigiendo el enojo desde los cazafantasmas al joven Horiazana.

—Vite-san, esto no es gracioso, si alguien más viene va a pensar mal de esto —suspiró y se cruzó de brazos.

Luego de eso se acercó a un lavabo y se quitó la máscara y sus guantes, para pues echarse algo de agua en la cara, secarse y acomodarse su peinado, se puso de nuevo sus guantes, pero no la máscara, a esas alturas se la sudaba que fuera una mascarada.

El arranque en el balcón pues la habìa crispado al punto de ponerla a sudar, así que pues refrescarse un poco no venía mal, era lo mejor luego de lo que pasó.

Tomó la máscara de nuevo, aún sin ponérsela, para acercarse otra vez a la puerta.

¡Es de mala educación forcejear con una señorita, y más encerrarla en un baño! Al menos no se metió...

>>Meh, salgamos, lo menos que quiero ahorita es reventar la manija por forcejear, reventar casas no es lo mío.

Sakuya estaba de lo más tranquila, pero lo irónico del caso es que el enano que la encerró allí se había lanzado al cuello del tal Tomioka, al borde de casi aventarlo por el balcón, así que era el menos indicado para esos consejos.

Meh niño, si quieres encerrarte con una chica en un baño, búscate una de tu tamaño, a no ser de que seas uno de esos que le gustan las señoritas mayores.

¡Pero ya déjate de pendejadas que quiero salir, coño!

 

Contenido oculto: Aguas revueltas

Me quedé sosteniendo la manilla, atento a cada palabra de Izayoi-senpai. Apreté con algo más de fuerza cuando dijo sus últimas palabras, a diferencia de ella yo inhalé hondo, inflando el pecho y entornando los ojos con cierta tristeza, buscando contener tal suspiro. Me mantuve en silencio, solo por ser incapaz de formular una respuesta decente. En cuanto la escuché marcharse, más bien adentrarse a quién sabe lugar del baño, con movimientos fluidos me senté en el suelo haciendo fuerza contra la puerta con mi espalda. Me dejé caer con suavidad, no demorando en posar la frente sobre mis rodillas, abrazando mis piernas.

Cómo sí hubiera echo esto por ella... En verdad era un idiota. ¿Sería de familia? Solté un suspiro inaudible, levantando la mirada entornada hasta que mi coronilla topó con la puerta tras mi espalda con un golpe seco.

No... quería recordar aquellas cosa. No esta noche.

Me palmeé las mejillas con fuerza, cerrando los ojos en el proceso por mera inercia. Di un pesado suspiro y fruncí el ceño con determinación, rompiendo mi postura fetal, manos empuñadas y rodillas apuntando a cardinales opuestos.

No me ganarían...
​

Me había parado y empezado a acomodar el cabello, la máscara y el traje tal cual mi madre hizo conmigo antes que saliéramos de casa y antes de que me nos separáramos cuando ya pude guiarme por mí mismo. Solo que mis movimientos eran más rápidos, aunque igual de precisos, no tenían el calor confortable de la delicadeza de una madre...

¿Por qué....? Bueno, no importaba. Me llevé las manos tras la nuca, calmado ya a esas alturas.
—Puedes salir Izayoi-senpai —hablé monocorde, tranquilo y a buen tono, sin ninguna emoción relevante en mi voz. No demoré en sonreír, a pesar de que era una puerta mi receptora, soltando las típicas sonrisitas tontas—, ¡nadie te bloqueará el camino!

Y me llevé las manos a los bolsillos de mi pantalón, sonriendo suave, calmado, sosegado...

Dieu... que ansiedad...

Tal vez tocar la ocarina bajo la luna sería buena idea...
​

Una buena disculpa. No la había traído solo a pasear, al fin y al cabo.

 

Al fin, ¡Libertad!

El encierro no había durado mucho, al menos el chiquillo Horiazana había sido comprensivo y pues le permitió salir, por lo menos.

Viendo que pues ha podía salir, se dispuso a ponerse de nuevo su máscara, al menos el breve relevo le había servido para acomodarse, y quedar incluso mejor que cuando llegó primero, nada como las prisas para enmendar las cosas.

Podía ser una sirvienta, incluso mezclarse con las del evento de los Akaisa, pero elegante y delicada en todo momento, ser una maid es un arte, como un pintor con su pincel, moviendo su mano con suavidad en el lienzo, creando una obra majestuosa, solo que aquí, es la maestría de la servicialidad.

¡Ábrete, sésamo!

Sakuya salió, sacudiéndose un poco el polvo de su falda, luciendo grácil e impoluta, el como una chica de sangre tan caliente podía tener esos dotes refinados permanecía un misterio, pero como todo en ella, nada era ordinario.

Al menos el fugaz encierro había terminado por calmar los ánimos, incluso cuando el riesgo de caldearlos era alto, todo había salido bien, por los momentos.

Posó su mirada en el ánimo decaído del joven Vite, pensativa también, había que subirle la moral de alguna manera.

>>Nagi-chan estará bien, sabe manejarse, si logró zafarse de mi pues no tendrá problema alguno con esa bola de raros, así que... ¿Vamos a otro lado, monsieur?

 

El tiempo pasaba volando cuando te divertías, ¿cierto? La residencia de los Akaisa era un lugar tan inmenso y aparentemente con tantas cosas por hacer, que cuando quise darme cuenta en mitad del tour con Ryouma-kun, descubriendo mini-juegos de aquí para allá, habían transcurrido dos horas desde nuestra llegada. Observé la hora en el reloj, tensando los labios ligeramente en mitad de nuestro paseo por la planta baja. Habíamos decidido encaminarnos hacia el patio, donde al parecer había una piscina y los mayores jugaban a algo, pero me detuve junto a las escaleras antes de girar hacia mi acompañante.

A Shawn lo habíamos perdido de vista hacia cosa de media hora. Al parecer le apetecía algo de espacio entre tanta gente.

—¿Kobayashi-kun? —Le dirigí una sonrisa algo culpable ante el repentino cambio de planes. Mi mirada se clavó en lo que ocultaba la planta alta de la residencia, dubitativa—. Tengo algo importante que hacer antes de marcharme. Puedes dirigirte al patio si así lo prefieres, te alcanzaré más tarde.

No iba a arrastrarle de un lado al otro como si fuese de mi posesión o algo, era libre de dirigirse hacia el resto de presentes de quererlo. Me ajusté la tira del bolso sobre mi hombro y tras una ligera inclinación de cabeza, comencé a subir las escaleras. La música podía escucharse amortiguada por las paredes y me pregunté si encontraría la habitación de Katrina a tiempo.

 

Estaba dispuesto a darme un recorrido por lo largo del pasillo del primer piso, pero la tensión íntima que sentí entre aquella pareja me hizo girarme hacia las escaleras y subirlas con el propósito de no irrumpir nada de lo que estaba pasando ahí. Miré entonces el móvil de forma casi distraída al saber que a Zeldryck podría encontrarlo en cualquier sitio en donde hubiese alguna competencia o alguna chica atractiva, y por lo poco que llevaba caminando en dicho lugar las chicas lindas abundaban.

Mis pasos depararon entonces hasta el fondo del pasillo sin darle mucha vuelta al asunto, declinando de buscarlo al sumergirme en el celular, terminando con la espalda alta recostada en la pared al lado de la habitación principal sin saberlo siquiera.

Contenido oculto

Hygge

 

Dioses, aún teniendo la máscara la tensión en mi rostro era considerable y fui incapaz de abrir los ojos de inmediato tras la última sonrisa que le brindé. ¿Mi corazón se había acelerado? De cualquier forma, era una sensación para nada agradable, tal vez rozaba lo angustiante, el tema de sentirse acorralado y demás, como que era incapaz de pensar o modular algo.

Para mí fortuna, logré enderezárme y mantener al menos la postura relajada, pero de seguro me sudó la nuca o algo, una mezcla de frío y calor nada agradable. Exhale con suavidad por la nariz tras inhalar hondo, no hubo sonido relevante, y por fortuna no era el pecho lo que inflaba al momento de respirar hondo, o sí no sí que se hubiera llegado a notar mi leve incomodidad o algo.

Diablos, como que quería tirar todo por la borda y huir sin más. Calmarme, airear mis pulmones, tal vez una máscara tan invasiva había sido la mejor idea.
—Igualmente~ —logré responder a pesar de todo, había que ver, que mediocre. Pero al menos pude seguir manteniendo el papel.

Tras eso mía tensión se volcó más en Rachel que Shawn, ignorando a consciencia muchas veces al chico, y al menos caminar de acá para allá me ayudó a volver en mí. Me limité a responderle o comentar cosas de manera breve, siempre en buen tono, grave y cordial, a veces más alegre y en otras puede que demasiado serio. La cosa es que la sonrisa se mantuvo en su mayoría, y a pesar que no sabía cuánto era voluntad y cuánto genuidad, supo que al menos me agradaba su compañía al decidir seguirla antes de quedarme sola.

—¿No hay problemas con que te acompañe, Gardner-chan? —hablé de manera grave y calmada, siempre manos en los bolsillos y sonriendo con más genuidad, a pesar de que esto último no fuera capaz de verlo la chica.

Seguí sus pasos sin prisas, en verdad sería algo doloroso que ahora me recalcara que en verdad quería privacidad o algo, pero bueno. Ya vería yo que hacer.

>>¿Puedo saber qué buscas, linda? —solté lo último sin siquiera ser del todo consciente, y cuando caí en cuenta ya era demasiado tarde. Tampoco era que importara mucho, aparte, la curiosidad se notaba en mi voz—, tal vez pueda ayudarte~

 

La fiesta siguió su curso y las horas avanzaron como si nada. Se habían provisto de suficiente bebida como para mantener a un buen puñado de adolescentes con sus vasos siempre llenos de cualquier mezcla, ¿e iba yo a desaprovechar la situación que me brindaban? Desde luego que no~.

Abandoné el salón en algún momento luego de que el jueguito de la botella se detuviese, yendo a explorar un poco sin la vigilancia de Kou por ahí presente. Estaba un tanto cansada de tener guardaespaldas allá por donde fuera, como si fuese una muñequita de cerámica que pudiese fragmentarse con un solo roce, de modo que algo de libertad por fin no me venía nada mal. La segunda planta tenía más de lo mismo, idéntica a la anterior, salvo por el detalle de que había un chico apoyado en la pared, curioseando su teléfono como si nada.

—¿Esperas a alguien? —alcé la voz, dirigiéndole una sonrisa sedosa mientras me acercaba. Tampoco iba a asustar al chiquillo apareciendo de la nada. Miré la puerta de al lado, dándole un sorbo a la bebida, y alcé el meñique señalándolo en el proceso, suspicaz—. ¿O planeabas curiosear la habitación de nuestros anfitriones? Prometo no decir nada.

 

La voz femenina me sacó de estarle dejando un mensaje a mi gemelo, porque bueno, esperaba no interrumpirlo en caso de estar haciendo cualquier cosa que requería concentración, pero que diera una señal de vida no estaba fuera de lugar tampoco.

Mis orbes miel recorrieron la cabellera oscura. Era un color bastante peculiar luego de haber estado en Canadá por tantos años, aunque en mi país natal si era algo más común, pero hace ya bastante que no íbamos pro allá.

—No realmente. ¿Tú buscas a alguien? —pregunté entonces, riendo suavemente ante lo de espiar la habitación de la cual hace un rato habían salido dos chicas.

Curiosear no estaba nada bien.

Y confiar en una desconocida mucho menos.

—Supongo que no era mi objetivo espiar la habitación de los anfitriones.

A menos que seas la mala influencia que me invite a ello.

—¿Qué estás tomando? —pregunté sintiendo algo de curiosidad, pues hasta ahora lo único en mi cuerpo era algo de cerveza.

 

Aguardé su respuesta echando un vistazo a mis uñas. Lo más probable era que esperase a alguna chica, de modo que no esperaba encontrarlo realmente solo. Era bastante lindo para estarlo, qué desperdicio~.

—A nadie en concreto. ¿Será el destino tratando de decirnos algo?

Solté una risilla liviana, sin pretensiones de añadir algo más al respecto, y caminé hacia la puerta que tenía a su lado. ¿Que no era su objetivo? Lindo pero aburrido. Sujeté el pomo sin más, sosteniendo el vaso con la otra mano, y abrí la puerta clavándole las aguamarinas encima.

—Entonces no te importará que lo haga yo, ¿cierto? —Había permanecido todo el tiempo en el salón y los jardines, no iba a irme de esa mansión sin echarle un vistazo. Al menos, para comparar gustos~. Escuché su pregunta y me apoyé en el marco de la puerta, moviendo el hielo del vaso un poco—. Vodka con caramelo, y algo de soda. ¿Por qué no me lo sostienes un momento?

Le guiñé un ojo, y me adentré en la habitación sin más. Le estaba dando el gusto de beber si así lo quería. El carmín del brillo labial seguía impregnado en el borde, pero no había nada que hacerle a eso.

Contenido oculto

Posteas si quieres en la habitación principal o lo haces aquí y yo allá uwu

 

Contenido oculto: Patchwork Staccato

Tik, tok, tik... Observaba el teléfono, entraba y salía de los mensajes. Revisaba Twitter, volvía a ver los mensajes, le respondí a mamá que estava bien, que era una buena fiesta y no había tenido mayores problemas.

Respondí en el grupo que creamos para hacer el trabajo que nos encomendaron en clases, di mi opinión vaga y dije que estaba de acuerdo en ciertas cosas. Luego pase por el chat que tenía con Haruka y Natsumi, observando lo que habían comentado durante el día...

Se veían bien... Y luego estaba el chat con Kurosawa, que a pesar de las intenciones, supongo que buenas, que tenía... ahora simplemente me sabía amargo ver todo sin siquiera respuestas de sí leyó o no aquellos mensajes.

Deje caer mi brazo, colgando a mi costado, pasando de abrazarme el vientre con el otro a aferrarme a mi propia piel, dejando la cabeza reposando en la pared, agotada tras dar un suspiro pesado. Le había puesto mala cara a más de un grupo de adolescentes, todo para que no volvieran a interrumpir a los chicos de ese extraño club, solo con decirles que eran órdenes del dueño de casa y en caso de desobedecer, tendrían problemas con el guardia de allá abajo, fue suficiente para al menos espantar a los más cobardes y rebeldes.

Luego otros que de seguro no sé creyeron ni una sola palabra de lo que dije, pero al menos me dejaron tranquila, tal vez por no querer problemas con una enana quejica y llorica... Vaya a saber una qué motivaba a la gente a hacer lo que hacía...

También en un momento llegó Gardner-san, la chica que era amiga de Shirai-kun, la del otro curso. No me dijo nada en especial, andaba con... ¿un chiquillo? De cabello muy largo y una voz... juraría que algo femenina. Pero bueno, que no era nadie para juzgar aquellas cosas. Solo esperaba no estar incomodándole al asumir que era... chico... solo por usar "boku".

Tras eso más tiempo sola, observando las respuestas de Natsu y Haru ante la pregunta de qué hacer cuando te enojabas con alguien. Natsu-chan la evitó al inicio, preguntando por detalles. Como era de esperar, fue Haruka quien dio respuestas más certeras e inmediatas.

... Uhm... Ambas concluían en que lo mejor era hablarlo con la persona en cuestión, pero no me sirvieron de mucho sus divagaciones respecto a cómo enfrentar el problema en sí mismo... no cuando la información que les daba era bastante poca, y ni con suerte tenían contexto de lo ocurrido. No iba a soltarles que Kurosawa, aquella chica de la que había comentado tantas cosas lindas, ahora era quién me hacía sentir mal. No... lo encontraba justo.

No quería manchar su figura, supongo. Cualquier problema, antes que nada... debía hablarlo con ella, ¿no?

Al menos para... distanciarse como es debido... Siendo sinceras...

—Hey, ¿estás bien?
—¿Uh? —alcé lo vista, llevándome ambas manos al pecho, compungida... Diablos, debía tener los ojos llorosos, ¿no?

Diablos, diablos, con la máscara ni siquiera podía limpiarme bien las lágrimas y ahora... ahora...

E... Estaba ese amigo raro de Gardner-san conmigo...

Dio... ses...​

Trágame tierra.


​

Contenido oculto: Kasumi

Usé la voz más suave que pude, ladeando un poco la cabeza, sin dejar de usar el tono más masculino que podía. ¿Estaba preocupada por una desconocida? No me gustaba admitirlo, pero en el fondo era eso: No podía ver a alguien mal y no hacer nada al respecto...

Me hacía sentir culpable.... supongo.

A la chica le temblaban los labios, poco a poco se aferró con fuerza a su vestido, hasta mirar en un silencio incómodo nuestros zapatos; yo no le saqué la mirada de encima, ladeada y manos tras la espalda, con rectitud, pero sin dejar de ser jovial... O eso intentaba al menos.

>>¿No quieres descansar un rato? —cuestioné tras pocos segundos de silencio, sin perder la suavidad monocorde, paciente. Casi como lo era al tratar con Kimura y Hiro. La cosa es que la chica volvió a alzar la vista, otra vez las manos empuñádas frente a su pecho, supongo que nerviosa... sería horrible que asustada—. Antes nos dijiste que estabas cuidando que nadie saliera a la azotea, por temas que no podías especificar, pero estaban relacionados a la escuela, ¿no?

La chica tensó sus labios y yo, bajo la máscara, sonreí a pesar de todo. Porque sonriendo era la forma en que yo intentaba congeniar con el resto... en verdad me dolía que no pudiera verlo. Supongo que en el fondo odiaba ocultarme, incluso sí eso era tras una máscara.

La tipa tras un momento asintió, a lo que yo llevé las manos a mi cintura y ergui la cabeza como correspondía, para luego romper un poco el tono monocorde y sonar más alegre, todo con el afán de calmarla un poco.
>>¡Yo puedo ocupar tu lugar por mientras!

Tras eso posé sin pensarlo demasiado una mano sobre su hombro, a lo que ella reaccionó con un escalofrío silencioso. Mantuve la sonrisa tras la máscara, a pesar de que me dolía en verdad ver una reacción así.
—Puedes estar tranquila; ve al baño, tómate tu tiempo y vuelve... ¿te parece bien? —volví a ladrar la cabeza, mientras le sobaba con suavidad el hombro, algo que hice por inercia.

Bajo mi tacto, creo que puede notar que en verdad se calmaba. Tal vez no solo el tacto; la respiración, la mirada, los pequeños detalles que hacían un todo...

¿Lo... había logrado?

Ella entonces asintió, mucho más decidida que antes. Dio un suspiro, como que se calmó así misma un poco, antes que nada; yo, mientras tanto, guardé las manos en el bolsillo, esperándola con calma y seriedad, solo que eso último solo se veía reflejado en mi silencio.

Me dio un par de instrucciones algo... curiosas, me hacía gracia todo el asunto ahora, y tras un agradecimiento y reverencia de su parte, se marchó en busca del baño del segundo piso.
—Bye, bye~ —solté grave y melodioso, despidiéndome con la mano, para luego llevar la manos a mis bolsillos y respaldarme donde había estado la chica...

Bueno... Ahora a esperar, supongo. Di un suspiro agotado... ¿Cuándo empezaría lo realmente divertido? Ahora que se había marchado la señorita Gardner...

No tenía ni idea de qué hacer...

​

Podía intentar molestar a Hotaru... O impresionarla, no sé, lo qué se diera primero... No gasté tiempo y materiales en esa invitación bastante casera... ¡E-era todo hecho con útiles escolares, pero juraba que en verdad me había esforzado!

Pfff, hice un mohín mientras fruncía el ceño; sí no me ha buscado, de seguro que es por que en el fondo le importo un bledo.

Uhmf... De seguro...

Pasar tiempo con los senpais habría sido...​

Más divertido.​

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Hi, solo yo lanzando rellenos (?)

 

Una llamada y la conversación se diluyó, al menos me quedaba tranquilo con que la chica parecía mantener el equilibrio, así que todo en orden. Me paseé por el pasillo con el propósito de bajar al primer piso, pero fue entonces que noté el cabello cobrizo de Numéria menearse conjunto a sus pasos. Ella había quedado con Génesis, ¿no? Saqué el móvil y le escribí a mi gemelo sin prisas.

<<Ey, ¿estás con Gen?>>

Lo volví a guardar en el bolsillo y me encaminé hasta ella mientras observaba tras la máscara el estilo de la casa al no habérmelo permitido antes.

—¿Te gusta la arquitectura? —pregunté entonces a unos pasos, amable.

Contenido oculto

Mori

 

Numéria Russo

¿Era solo idea mía o el segundo piso estaba menos concurrido? Cómo fuera, más que interesarme por buscar algo de beber, jugar o tan solo socializar, mi atención recayó en el pasillo en sí. Sus paredes, lo que estás cargaban, los muebles predilectos que acompañaban la escena, entre otros detalles.

Colores, formas y las pequeñas cosas que hacían la diferencia. Caminaba a paso lento, manos tras la espalda, mirando lo más alto hasta terminar fijandóme en cualquier cosa bajo mi mentón que me llamara la atención. Con las baldosas no era necesario, podía ver las que quedaban a lo lejos... aunque con las que estaban bajo mis pies podría notar mejor sí poseían textura o eran colores planos.

Pocos momentos tras detenerme frente a un cuadro, detallando un poco más el marco en sí mismo que la obra, una voz llamó mi atención. Entonces volteé a ver, encontrándome con los ojos miel... Fruncí el ceño, con levedad, en un total silencio...

Y luego sonreí, suave, ladeando un poco la cabeza, sin quitar mis manos tras la espalda propia.
—Hola, Kasun...— Y volví a mirar el cuadro, esta vez sí centrada en la pintura—. Hmmm...— Volví a mirarle, con esos ojos somnolientos y una sonrisa discreta, en lo posible sobria. Aunque mi voz era más bien calmada, puede que hasta un poco más entusiasmada de lo normal. La cosa es que un poco distitnas sí que era.

>>Diría que más bien me gusta observar —respondi con simpleza, monócorde como acostumbraba, para luego volver al cuadro, seguir al techo y después una esquina de este tras la espalda de Kasun—, pero supongo que las estructuras arquitectónicas llaman bastante mi atención.

Era de las primeras cosas que podía hacer, al fin y al cabo, cada vez que me cambiaba de lugar. Observar las calles, ver los edificios. Aparte, muchos de los lugares a los que me había acarreado papá eran en verdad increíbles.

Aunque, supongo, que al final del día el gusto venía tan solo de mi, porque a pesar de haber estado en lugares más urbanizado, mis gusto por las construcciones, bien barrocas o bien románticas, me llamaban con fuerza.

>>¿Y a ti te gusta? —pregunté de inmediato, tras cerras mis ojos y endulzar un poco la sonrisa.

Supongo que algo alegre con el asunto. Al fin y al cabo, el que creía que era Zoldryck, de momento se veía como alguien agradable con quién conversar.

 

Seguí entonces observando el espacio de lo que constaba la decoración de forma distraída al verla a ella hacerlo. Dejé las manos el los bolsillos mientras escuchaba devolverme la pregunta.

—No realmente —respondí risueño—. Prefiero los paisajes al aire libre —comenté entonces al recordar la cantidad de veces en que me dejaba caer en el césped con Génesis y Zeldryck a ver las estrellas, o solo sentarnos a hablar con alguna malteada y demás.

Sentí el móvil vibrar, revisándolo solo para procurar estar enterado si estaba con él, y su respuesta me lo confirmó, relajándome un poco más.

—¿Crees que está fiesta dure hasta la madrugada? —pregunté pestañeando con parsimonia mientras miraba el reloj en mi muñeca, ya que comenzaba a tener algo de sueño.

Con el viaje encima el cansancio me estaba alcanzando.

 

Numéria Russo

Abrí sin prisas los ojos, manteniendo la sonrisa mientras escuchaba que prefería el aire libre. Me imaginé diversidad de paisajes en ese momento, la naturaleza era bella y muy difícil era negar aquello. Pero, a pesar de eso, la satisfacción por mi parte solo llegaba en el momento de imaginar una sola estructura solida en medio de todo ese panorama natural. Mantuve la sonrisa, puede que entorné un poco los ojos, pasando de mis manos tras la espaldas a reposarlas sobre mis caderas.
—Suena bien —dije con calma...

Tal vez no tenía problemas con la naturaleza en sí, pero era incapaz de visualizarla de buenas a primeras sin un individuo de por medio. Como que con la presencia humana todo obtenía su gracia. Sentí un poco de revuelo ante la idea, un cambio insignificante en mi pulso cardiaco. ¿Sería eso? ¿Qué solo me agradara lo que reflejara la presencia de alguien?

Los objetos, estructuras... los detalles en ella eran más que simple materia inerte. Había esfuerzo, un objetivo tras ello, y debajo de todo eso se ocultaba la pasión de un humano, los sentimientos de una persona. Y con eso en mente, se me esclarecía el motivo de diferenciar las creaciones en masa actuales de las que tenían su origen épocas atrás... ¿Sería esta mansión un ejemplo de la exactitud veloz en estos tiempos, o cada rincón había sido construido y detallado con esfuerzo y sudor hace años? Superando las décadas... algunas cosas las centenas.

Muchas otras milenios, pocas se mantenían con vigor hoy por hoy, pero no dejaba de sorprender hasta dónde podían perdurar las creaciones humanas. La mayoría de veces más que nosotros mismos.

—Uhm...— Borré la sonrisa, solo para mutar mi expresión a ligera duda, pensativa al llevar la mirada al cielo. No demoré en retornar a la sonrisa, mirándole sin problemas—. Me sorprendería de no ser así, las tres de la madrugada suena a buena hora de cierre —hablé con calma, pero la monotonía en mi voz había desaparecido de momento, se podría tachar de alegre y hasta entusiasmada.

También empecé a notar el cansancio en la expresión de mi joven acompañante.
>>¿Planean marcharse pronto, entonces?— Y volví a cerrar los ojos, aun con la expresión jovial y risueña—, ¡habrá que aprovechar los últimos momentos! De ser el caso.

 

El tipo parecía que le había surgido algo con esa llamada, aunque antes de ello me percaté de algo en su mirada, casi que me obligué a tragarme la risa al verlo por una milésima de segundo con aquella duda que sino fuese por tender a coger esas expresiones en un dos por tres nisiquiera lo hubiese notado, así que ni modo. Imaginaba que se marcharía luego de ello y así fue. Moví la cabeza apenas como despedida al verlo encaminarse, sintiendo después el agarre de mi brazo libre entre las gráciles manos de la chica, de la cual no me había olvidado en ningún momento, sonriéndole con algo de mofa.

—Bienvenida a acompañarnos entonces.

Algo de gracia me provocó el que creyera que me quería comer únicamente al chico, porque bueno, si me destapaba cabeza sabría que me la había imaginado en el medio de... Me sonreí de forma interna volviendo la vista al frente para retomar los pasos, procurando dejarle a ellas el marcar el ritmo del caminar.

En cuanto a la subida de las gradas Génesis se adelantó, la veía bastante mejor al mantener la elegancia al caminar. Al parecer el alcohol se le había pasado casi en su totalidad. Denoté entonces a mi gemelo en el pasillo con Numéria.

—¿De dónde eres, señorita? —pregunté hacia Riamu, por saber si había dado con una desconocida nativa de buenas a primeras o una extranjera.



Se me escapó una risa ante lo de las tres de la mañana ser una hora demarcada para marcharse, siendo apenas la una de la madrugada, pero no sería yo quién diría que no a esa lógica de forma directa.

—Supongo que sí —dejé de mirar el reloj para buscar sus ojos de forma algo distraída—. Podemos buscar abajo algún juego como el del patio si te apetece antes de irnos.

Sentí las gráciles manos conocidas entrelazarse con los dedos de mi mano derecha, dando ahora con la presencia de Génesis, la cual no tardó en recostar su mejilla en mi hombro. Estuve por preguntar por mi hermano pero el sonar de los pasos me hizo deslizar los miel hasta la chica de cabello rosado, deparando luego en mi gemelo.

—¿Qué hay?

—Nada nuevo, pensábamos en bajar —deparé por un momento en el pintalabios que se colaba por el botón maltrecho y la corbata desordenada. Volví mi atención a la chica sonriéndole con amabilidad a la chica—. ¿Quieren venir?

—Iré a acomodarme esto primero, ¿sabes de un baño?

Moví la cabeza para señalar la habitación que tenía la puerta abierta.

—Ahí hay un baño.

—¿Baño en habitación privada? Bien~ —lo noté desprenderse del agarre de la chica con suavidad, dedicándole una sonrisa y todo—. Si quieres me esperas con ellos, o vienes a ayudarme con esto —señaló la corbata para darse vuelta y perderse al adentrarse en la habitación.

—Si quieres ven con nosotros, prometo que no te aburrirás.

Génesis llevó un mechón de cabello rubio tras su oreja, mirando a Numéria.

—Sus anillos son muy bonitos —comentó entonces con la densidad de costumbre.

Miré de soslayo entonces sus manos, denotando la plata decorando sus dedos. Eran bonitos sin duda alguna, en realidad, la chica era bastante bonita.

Le sonreí con amabilidad.

A diferencia de mi gemelo, mis sonrisas no tenían pizca de sagacidad en ellas.

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Amane bienvenida Ri-chan si quieres la llevas con Zeld, o con Zold, o con ninguno, como gustes <3

 

Observé extrañada los anillos que me dejó en la palma de la mano, contrariada al saber de lleno que no era lo correcto tener pertenencias de otro a menos que éstos así lo desearan, y ella por voluntad propia me los había pasado, aún así no lograba idear una forma en que el pensamiento culpable no me invadiera al pensar en que mi comentario había ocasionado aquello.

—El lunes puedes regresárselos —la voz de Zoldryck me hizo elevar las pupilas hacia el largo del pasillo, denotando un vestido verde que caminaba en la misma dirección en la que se habían ido los otros dos—. Gen, ya sabes cómo es mi hermano, no le eches mente a eso.

Mordí el interior de mi mejilla.

—Lo sé —. Sentí el pulgar de Zold acariciarme el dorso de la muñeca, llenándome de calma luego de entregarle los anillos para no perderlos al carecer de bolsillos.

Al llegar a casa debía guardarlos en la mochila que ni siquiera estaba desempacada para regresarlos el lunes en perfecto estado. Solo esperaba verla de nuevo, de lo contrario no sabría qué hacer con joyas que no me pertenecían. Al menos para ese momento la sensación de liviandad se había evaporado casi por completo, permaneciendo ahí con la mano entrelazada a la del gemelo pese a tener la mirada perdida en el pasillo a lo que Kasun se percató de mi ambivalencia aunque no me di cuenta.

—Vamos, él vendrá al rato, esperémoslo en el pasillo de abajo.

Asentí ligeramente con la cabeza, invitando a Numéria a bajar con nosotros luego de buscar su mirada con parsimonia.