Para problemas del corazón, escapar es la única solución

Re: Para problemas del corazón, escapar es la única solución

Konnichiwa...

Oigan no tengo mucho tiempo para saludar así que solo pondré el capi que ya me toca cerrar sesión.



Capítulo Veintidós: Sacrificio.



Era de noche, siempre era de noche, o al menos lo era siempre que ellos las visitaban.

Había luna llena, así que esa noche las celdas estaban más iluminadas de lo que era habitual, aunque eso no ayudase en nada, más bien lo que deseaban era oscuridad total, una que no les dejase ver el precario estado de las chicas enfrente de ellos.

Cada una de ellas era silenciosa, única en su manera por supuesto, dado que cada una tenía una razón diferente para mantener ese extraño y sepulcral silencio.

Matsuri tenía una razón sencilla, no podía hablar, por más que quisiera, por más que deseara hablarle a Gaara, animarlo, decirle que estaba bien y suplicarle que no estuviera triste… pero no podía hablar, y Gaara tampoco quería romper el silencio, más que eso no se atrevía a hablarle, se avergonzaba por seguir yendo a ese lugar, por seguir queriendo estar junto a ella, porque no era justo que después de todo lo que le había hecho esperase alguna clase de perdón de su parte.

No, no era razonable, ni íntegro, ni justo, ni honesto tampoco, ni siquiera… sensato, pero en vez de alejarse o dejarla en paz, como un adicto, se encontraba ansiándola, la quería como se quiere aire para respirar, no era un deseo absurdo que se le hubiese ocurrido, era una necesidad más fuerte que todo, más fuerte incluso que ese instinto que le decía que lo que hacía estaba mal, no se atrevía ni a mirarla, así que se quedaba allí, sentado con la espalda recostada contra la reja, sin atreverse a verla y sin dejar que ella mirara el remordimiento que sus ojos ocultaban; de vez en cuando la sentía tomarle la mano e intuía que sonreía, y como para que lo supiera ella guiaba su mano a través de sus labios, que cada vez que él llegaba se curvaban en un sonrisa, una sonrisa de alivio, no le habían hecho nada, él estaba bien, físicamente al menos.

Sin embargo aquella noche se atrevió a mirarla, pasó su mano entre los barrotes y le acarició la mejilla con los dedos, ella recostó la cara de su mano, cerró los ojos y suspiró en su mutismo, eso le gustaba mucho, el roce del Kazekage de la Arena era una delicia.

Lentamente, él retiró su mano, ella abrió sus ojos y por primera vez en su vida su expresión la asustó.

No era que tuviese miedo de él, eso jamás, nunca podría temerle, lo que pasaba es que su expresión era extraña, taciturna, sombría, decidida y… alegre, había algo de eso al fondo de sus ojos, ella no lo entendía, pero no podía preguntarlo; le asustaba, no tenía miedo de él, tenía miedo por él.

-Te irás mañana –musitó el pelirrojo mirándola con una dulce expresión en sus ojos, siempre fue hombre de pocas palabras, explicaba lo que tenía que explicar yendo directo al grano y punto- yo tomaré tu lugar…

Ella negó incluso antes que él terminase, negaba frenéticamente con la cabeza mientras miraba sus ojos color verde agua, él no podía tomar su lugar, no podía, lo matarían.

-No puedo permitirlo –susurró Gaara mientras las lágrimas se derramaban de los ojos negros de la chica, negaba con la cabeza y lo miraba, más que nada intentando que desistiera, que se negara a hacer esa gigantesca idiotez que le iba a costar la vida- no puedo quedarme mirando de brazos cruzados mientras sufres –susurró casi como un suspiro quebrado- tú no.

Ella solo siguió negando, esta vez más fuerte, una de sus lágrimas salpicó el rostro del pelirrojo, la tomó de la barbilla y la sostuvo, mirando los riachuelos cristalinos que surcaban el delicado rostro de Matsuri, sus ojos del color de la medianoche estaban tristes… no solo eso, estaban desesperados.

-No desistiré –dijo el pelirrojo clavando sus ojos en los de ella- Matsuri, yo…

Pero fueron interrumpidos, se oyó un chirrido y escucharon abrirse la puerta de la torrecilla, seguido del sonido de pasos y cadenas arrastrándose, alguien venía.

-Vinimos por ti –dijo una de esas hoscas mujeres que cuidaban la gigantesca prisión, era alta y tosca, a Matsuri le daba algo de miedo, se encogió pero no venían por ella, y solo lo supo cuando enfrente de ella el Kazekage suspiró y retiró su mano, se acercó hasta la mujer y juntó ambas manos frente a su cuerpo, como una ofrenda, para que lo encadenara.

Los ojos color medianoche de Matsuri se abrieron casi hasta lo imposible, llenándose de pánico y terror, pero el pelirrojo era inconsciente de esa reacción, solo respiró hondo y extendió ambas manos, juntas una con la otra, no se resistiría, después de todo había sido idea de ellos ese intercambio, una vida por otra, ellas estarían bien… Matsuri estaría bien.

Sí, eso era, ya no lo soportaban más, verlas sufrir de esa manera, le ofrecieron algo a la reina que ella jamás podría rehusar, un intercambio, las chicas por ellos, después de todo su objetivo era dominarlos.

Esa era la última noche, algo así como una despedida, sabían que morirían, entendían que aquello los mataría, aunque les había tomado la noche entera pero aún así lograron decidirse, era la única salida, lo único que podían hacer, tomar sus lugares.

Claro que las chicas no sabían nada de eso, por ello esa última noche actuaban igual que todo el tiempo, igual que cada noche que se partían el alma en cada vez más nimios pedazos, los mismos destruidos trozos que se resquebrajaban cada vez más, cada vez que veían en sus ojos el sufrimiento, el que producían ellas mismas, lo sabían y lo entendían, pero por un lado debían hacer lo posible para que ellos dejaran de intentar ayudarlas, y por el otro ya era demasiado a lo que habían llegado, con todo lo que les estaba ocurriendo algo de resentimiento les tenía que quedar en lo más profundo de su alma.

Claro que cada regla tenía sus excepciones, como Matsuri, o Hinata.

En cuanto a la Hyuuga estaba en su celda, esperando a que Naruto llegase, preocupada como siempre, aunque no tanto como solía hacerlo, después de todo ahora sabía que cada vez que Naruto hiciera algo malo ella sería la castigada, y por extraño o irracional que todo aquello pudiera sonar a ella eso la reconfortaba, nadie dañaría a su rubio amado, solo a ella, y no era como que eso le importara, después de todo ¿Qué era un poco de dolor para ella comparado con la incertidumbre de no saber si Naruto estaba bien, si estaba vivo o sano?

No era nada, nada en absoluto.

Escuchó la puerta abrirse y sintió los pasos aproximándose, anhelaba poder ver el rostro del rubio, ver sus ojos azules y poder leer las emociones en ellos, pero con sus ojos cerrados y su Byakugan sellado era imposible.

Supo que era Naruto en cuanto oyó su voz, su dulce voz.

-Hinata… -musitó, Hinata intentó alcanzar su rostro pero él tomó el suyo primero, con una mano la tomó del mentón y le dio un dulce beso en los labios.

Era un beso suave, tierno, dulce y… y algo deprimente, era tan dulce que casi recordaba a un postre, lo último que se te permite comer antes de que termine la cena, como una despedida.

El rubio se separó de ella mirando sus ojos sellados con extremo dolor en sus ojos azules, le alegraba saber aunque sea que Hinata no lo odiaba, que ella lo seguía amando igual… pero aún así no podía ignorar el resto de la visión, sus ojos cerrados con costuras metálicas, su piel más pálida de lo que era habitual, lo que solo servía para dejar ver notorios moretones… su cabello cocido en las puntas por la electricidad, y la piel… quemada en tantas partes que las manchas ya parecían parte de su piel de porcelana.

Contuvo una lágrima de pesar y habló, su voz era simple y alegre, suave.

-Intercambiaremos –musitó en esa voz suave- todos nosotros por ustedes, y a todas las liberarán –rozó con uno de sus dedos las costuras de hierro que cerraban los ojos de la Hyuuga, ella se estremeció, le dolía- vendrán a quitarte esto.

-Naruto-kun… -susurró ella mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas-.

-Shh… no llores –le susurró él dándole un suave beso en la frente, luego le tomó el rostro entre las manos- Hinata… no llores, hago esto para que tú estés bien, no quiero verte llorar.

-Demo… Naruto-kun…

Pero la Hyuuga se calló repentinamente, la puerta se había abierto y entraban dos de esas mujeres que custodiaban la prisión, Naruto retiró las manos de ese rostro de porcelana mientras esas mujeres se acercaban, una de ellas hizo una seña al Uzumaki y él se alejó de la celda, dejándose atrapar por una de ellas, la otra se acercó a la celda.

-Eres libre –dijo una de ellas metiendo la mano por entre los barrotes de la celda de Hinata, posó una de sus manos en la pálida frente y la Hyuuga dio un pequeño gemido de dolor, los hilos de metal le estaban siendo retirados, en verdad la estaban liberando.

-Creo que querrás ver esto –dijo una de ellas y seguido de eso cambió a Naruto de posición, lo hizo arrodillarse en el suelo y quedar con la cara hacia arriba- él tendrá tu castigo.

Hinata apenas y se estaba acostumbrando a ver de nuevo y por ello no entendió a lo que se refería esa mujer hasta que era demasiado tarde, la mujer aproximaba sus dedos a los ojos de Naruto, que no se rebatía ni se revolvía, pero tampoco le sostenía la mirada de manera desafiante; sus orbes azules miraban a Hinata, cuyos ojos se abrieron rayando en lo imposible, le iban a sacar los ojos.

-¡No! –Gritó y posó ambas manos en los barrotes, cargándolos de energía, reventándolos ante la mirada asombrada del rubio, luego de eso sufrió una metamorfosis, y lo que se encontraba ahora ante Naruto no era un ser humano, era una beldad, una diosa con la voz de su amada Hinata- A Naruto-kun no… -susurró con su dulce voz tan amenazante que las mujeres retrocedieron dos pasos- no lo van a tocar… nunca –y las miró con los ojos entrecerrados y una peligrosa sonrisa jugando con las comisuras de sus labios- las pagarán.


Fin del capi




Bueno ya sé lo que están pensando

¿Qué pasa? ¿Qué hace Hinata? ¿Qué le pasa a ella? ¿A que rayos te refieres con eso de la metamorfosis? ¿Por querayos nos haces esto?

Todas sus dudas serán respondidas...

en el proximo capi

Capitulo Veintitreés: Poder.

Bueno espero que no me detesten.

Matta Ne!!!:ANYWORD::ANYWORD:

 

Re: Para problemas del corazón, escapar es la única solución

Konnichiwa...!!!!

No me puedo extender asú que

He aqui el capi



Capitulo Veintitrés: Poder. (Parte Uno)



-Eres libre –dijo una de ellas metiendo la mano por entre los barrotes de la celda de Hinata, posó una de sus manos en la pálida frente y la Hyuuga dio un pequeño gemido de dolor, los hilos de metal le estaban siendo retirados, en verdad la estaban liberando, sin embargo no experimentó alivio, Naruto tomaría su lugar.

-Creo que querrás ver esto –dijo una de ellas con una sonrisa inquietante, miró a Hinata y luego volvió a mirar al rubio, caminó hasta su lugar con esa misma sonrisa y cambió a Naruto de posición, enredando las manos en su rubio cabello lo hizo arrodillarse en el suelo y quedar con la cara hacia arriba- él tendrá tu castigo… como debe ser –y la sonrisa se ensanchó.

Hinata apenas y se estaba acostumbrando a ver de nuevo, buscó al rubio con la vista y se distrajo, por ello no entendió a lo que se refería esa mujer hasta que era demasiado tarde, la miró inclinarse mientras sus dedos se dirigían a los ojos de Naruto, que no se rebatía ni se revolvía, no se resistía y tampoco le sostenía la mirada de manera desafiante; sus orbes azules miraban a los platinos de Hinata, los cuales se abrieron rayando en lo imposible, le iban a sacar los ojos, lo que a ella no le habían hecho se lo iban a hacer a él.

-¡No! –Gritó la chica sintiendo como perdía el control, a Naruto no lo tocarían, ella no lo permitiría-.

Posó ambas manos en los barrotes mientras su mirada se ensombrecía, volviéndose turbia y extraña, sus manos comenzaron a resplandecer con una luz blanca, los estaba cargando de alguna clase de… energía.

Ante la asombrada mirada del rubio los barrotes se reventaron en pedacitos.

Después de la explosión buscó a Hinata con la mirada, ahí estaba, tenía los ojos entrecerrados y se agarraba la cabeza, un gesto de disculpa adornaba su pálido rostro, lo último que se la oyó decir fue:-Gomen ne… Naruto-kun –susurró de manera suave y con una sonrisa tímida mientras su cuerpo cambiaba, convirtiéndose en algo desconocido, la luz brillante lo cegó pero lo que pudo ver luego solo lo perturbó más.

Ante él estaba una beldad de belleza exquisita, con el cabello azul oscuro y los ojos opalinos, aunque no cambiaban de color lucían diferentes, más turbios, como si se hubiesen ensombrecido, las heridas se le curaban por sí solas a cada milisegundo, dio dos pasos hacia el frente dejándose apreciar las suaves lunas cuarto creciente que se iban dibujando poco a poco por su piel plateada.

-A Naruto-kun no, -susurró con su dulce voz tan amenazante que las mujeres retrocedieron dos pasos- lo tocarán… nunca –y las miró con los ojos entrecerrados y una peligrosa sonrisa jugando con las comisuras de sus labios- las pagarán.

-Pero… la reina… –dijo una de las mujeres tragando saliva, se suponía que aquello no pasaría-.

-Selene, diosa de la luna, se los ordena –dijo mientras sus ojos relucían y la luna surgía detrás de ella, debían obedecer pero…

-Pero…

-Les di una oportunidad… –dijo la que decía llamarse Artemisa, mirándolas con los ojos platinos tan sombríos que las guardianas dieron dos pasos atrás, sonrió de forma genuinamente sádica y alzó una mano en su dirección- y la desperdiciaron.

Desde fuera solo se oyó el ensordecedor grito de las mujeres.

Naruto estaba en shock, tenía los ojos abiertos casi hasta lo imposible mirando a la diosa, evitando por completo mirar los cadáveres de las mujeres que ahora reposaban en el suelo, sus cuerpos estaban intactos, pero Artemisa les había sacado el alma, veía las pequeñas esferas plateadas, en los dedos de la chica, era el cuerpo de la chica que amaba, de no ser por las pequeñas lunas que adornaban su cuerpo, era el cuerpo de su chica amada pero… no era ella.

-Hinata-chan… -susurró el rubio mientras sentía la tristeza expandirse por su interior, esa no era Hinata, no lo era y él lo sabía.

La beldad se fijó en él mientras guardaba las almas al parecer en su hombro derecho, estas atravesaron su piel y por unos segundos las lunas resplandecieron; luego volvió a ver al rubio, parecía traspasarlo con la mirada, como si viese a través de sus pensamientos.

-No te preocupes chico –dijo Artemisa- tu Hinata-chaaaaaaan –imitó cómicamente el tono que usaba Naruto al llamarla, pero no era una buena broma, era cruel, cruel de verdad- sigue aquí, solo me ha dejado tener el control un rato…

-El… ¿control? –musitó anonadado-.

-No me puedo hacer con él por mi misma –dijo con una sonrisa la chica de lunas plateadas- ella debe dármelo… eso o enojarse demasiado, como hace unos segundos –rió levemente- las emociones humanas son tan fluctuantes… no me he presentado, soy el espíritu que comparte cuerpo con Hinata, Hera, diosa de la luna, y tú eres Naruto Uzumaki… -respiró hondo y lo evaluó con la mirada, no entendía el amor de su médium por un chico tan extraño a su parecer, pero bueno- tu Hinata-chaaaaaaaaaaan te adora –rió de manera genuinamente burlona, luego se puso seria, y lo miró de la misma manera que lo miraban todas las mujeres de esa ciudad, como si deseasen tener una bota con la que aplastarlo- pero a mí, por otra parte, ni siquiera me agradas –se le acercó lentamente y le pasó los dedos por el rostro- no te dañaré, por supuesto –dijo con voz cansina, como si sus palabras no le hicieran mucha gracia- aunque ella no querría que tú vieras esto así que solo… solo duérmete.

Y ella unió sus labios a los de él, habiendo acercado su rostro mientras hablaba, Naruto estaba en shock, no podía corresponder al beso, cada vez se sentía más cansado… con los ojos abiertos vio como varias de las lunas plateadas que adornaban la piel de la beldad se iban moviendo hacia la suya propia, pensó en quitársela de encima pero el cuerpo le pesaba tanto… incluso sus ideas se nublaban, poco a poco sus párpados fueron cayendo hasta cerrarse por completo.

Y así el ojiazul cayó en una inconsciencia profunda, y sin sueños.

En otro lugar de la enorme prisión estaba un chico de profundos ojos oscuros, mirando de manera enigmática a la pelirosa frente a él, de nuevo ella lo traspasaba con esa mirada llena de odio y él sentía como si su alma se partiera en dos, pero a pesar de todo el sentimiento era más leve, tenía un consuelo, por pequeño que fuese, no tendría que soportar ese dolor mucho tiempo más, pronto, muy pronto, tanto su agonía como la de Sakura terminarían, solo esperaba que ella no lo viera, como mínimo quería tener la oportunidad de morir con menos dolor, de no verla sonreír mientras lo mataban de la manera más dolorosa posible.

La miró a los ojos y poco a poco el ceño de ella se relajó, convirtiéndose en una mueca interrogante, el Uchiha le regaló una media sonrisa… eso hizo que el corazón de la pelirosa temblara ¿Qué rayos le pasaba?

De su bolsillo derecho sacó un manojo de llaves, metió una en la cerradura y abrió la puerta, la chica abrió los ojos como platos, el Uchiha se le acercó mirándola a los ojos, su expresión no había cambiado nada, y aún así había algo distinto al fondo de sus ojos, algo que volvía su expresión extrañamente dulce, aún con esa expresión en su rostro dijo:-Perdóname –le dijo con un suspiro, ella estaba a punto de renegarle y decirle que jamás, ni por todo el oro del mundo, pero él le hizo callar con una mirada- sé que no debería esperar esto pero… ¿intentarías no sonreír mientras me matan?

Ella esperó a que él se riera de su propia broma, que desviara la vista o diera cualquier señal de que mentía o le jugaba una broma de pésimo gusto, pero él continuó mirándola con aquellos ojos oscuros y profundos, mirándola y sopesando su reacción, el miedo se filtró en sus ojos verdes, pero echando mano del autocontrol casi sobre humano que había estado ejercitando logró normalizar el tono de su voz:-¿De qué hablas Uchiha? –él cerró los ojos e intentó ocultar su pesar, de nuevo evitaba llamarlo por su nombre, solo por el estúpido apellido ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Tanto había llegado a odiarlo enserio?

No contestó, en lugar de eso besó sus labios mientras ella estaba cada vez más confundida, se quedó paralizada y no alcanzó a corresponder el beso, una vez que se le pasó el shock lo mordió, el Uchiha asintió para sí mismo dentro de su cabeza, quizás ella no se carcajearía mientras esas mujeres lo mataban, pero sonreiría, ya podía verlo en su rostro, una sonrisa cruel y desalmada… solo esperaba que le sacaran los ojos, no quería tener que ver eso.

La chica lo miró con los ojos muy abiertos de la impresión mientras él recorría el camino desde los labios de la pelirosa hasta el lóbulo de su oreja izquierda, allí le susurró:-Cambiaré contigo –musitó directo en su oído, a ella la enojo que a pesar de todo el odio que le profesaba él aún pudiese estremecerla con unas palabras, pero a pesar de todo aún sentía el miedo, el miedo por él- solo deseo que no lo veas… así que vete, cura tus heridas y vete.

Luego el Uchiha respiró hondo y se separó definitivamente de su cuerpo, tan suave a pesar de todas las experiencias por las que había pasado, infinitamente cálido y blando, miró su piel del color de la crema y sus ojos color verde jade, estaba atónita, lo veía en su mirada ¿Tan mala opinión tenía de él? Aún la amaba, más que a su propia vida ¿Por qué no podía entenderlo?

-Sabes que te matarán ¿cierto? –Le preguntó ella con la voz ahogada, él no la miraba, pensaba que ese ahogo en su voz se debía a que se esforzaba en no echarse a reír, pero se equivocaba por completo, todo lo que ella intentaba contener era su llanto, sus sollozos, pero era muy hábil, el chico no lo notó-.

-Si me matan o no ya me tiene sin cuidado –musitó recuperando su tono frío y monocorde-.

Ella lo procesó durante unos segundos:-¿Por qué lo haces? –dijo mientras mordía su labio inferior para acallar sus sollozos, las lágrimas resbalaban desde sus ojos color jade sin que ella pudiese hacer nada para evitarlo, miraba al piso, observando las gotas que empapaban el suelo color gris, cubierto de una fina capa de mugre-.

El Uchiha rió con desgana ¿Acaso no era obvio?

“Por ti” –quiso decir, pero de su boca no salió sonido alguno, se quedó callado y se apoyó en la pared al lado de Sakura cerrando sus ojos del color de la medianoche, esperando…

Oyó un ruido y supo casi con satisfacción que había agotado la poca cantidad de tiempo que le habían dado, venían por él, ya venían, miró a Sakura y agradeció que esta no lo mirara, otra mirada repleta de desprecio era lo último que necesitaba.

Miró a la mujer que venía por él a los ojos, ella le sonrió, sabedora de la inmensa agonía que atravesaba el Uchiha en ese momento, lo disfrutaba, ella sentía un placer casi sobrehumano al ver el sufrimiento plasmado en esos ojos del color de la medianoche.

-Ven acá –le dijo al Uchiha con una sonrisa, él fue hasta allá, dedicando una última mirada agónica a Sakura, que seguía sin alzar la vista- Althea… creo deberías ver esto.

Sakura alzó la vista.

Miró a esa mujer acercar sus largos y afilados dedos a Sasuke, al que una vez fue su Sasuke, rozó su rostro de ángel con esos dedos esqueléticos, el Uchiha puso una cara de asco al sentirse rozado por esa mujer, al mirar su mueca la mujer levantó el brazo y el dorso de su huesuda mano se impactó contra el rostro del Uchiha, que no hizo nada, solo se quedó allí.

-Que irrespetuoso –dijo mirando a Sasuke con desprecio- aprende modales –y le escupió en el rostro.

Se oyó un ruido proveniente de la celda a espaldas de ambos, Sasuke se volvió para ver a la pelirosa pero esta no lo miraba, solo descargaba su mirada repleta de odio en esa despreciable mujer, la mataría, la mataría y torturaría con sus propias manos.

-Te vas a pudrir en el infierno –dijo entrecerrando los ojos- te mataré…

Y de una manera imposible empezó a tirar de sus cadenas, halando con cada vez más fuerza, primero soltó las de los pies, arrancándolas del muro, luego de una manera extraña pasó sus pies por encima de su cabeza, posándolos sobre la pared, luego haló de nuevo y arrancó también las de sus manos, quedando libre.

-Sakura-chan… -susurró mirándola, algo andaba mal, no era ella misma, su vista se veía nublada, solo había odio y deseo de sangre en sus ojos… algo estaba muy mal, mientras tanto ella se acercaba con paso tranquilo y sinuoso, recordando de una manera medio desagradable a una serpiente, casi como Orochimaru… el Uchiha se estremeció mientras la pelirosa avanzaba, sin mirarlo, hacia su siguiente presa-.

Solo se escuchó el desgarrador grito, dentro de la torre el Uchiha estaba pasmado, seguí allí, de pie en el mismo lugar en el que había estado siempre, desde donde había observado a Sakura matar… era una cosa extremadamente turbadora, extraña, y aterradora, estaba petrificado en su sitio, ni siquiera su cerebro reaccionaba, estaba en shock.

La pelirosa se le acercó y lo miró, a diferencia de hace rato sus ojos no mostraban odio o deseo de sangre, solo curiosidad, simple curiosidad, y de alguna manera, a pesar de ser los mismos ojos él supo que no era ella, pues no eran sus ojos, había algo extraño en todo eso.

-Sasuke Uchiha ¿no? –susurró la diosa utilizando la boca de Sakura, cuando habló era su voz, sonaba exactamente igual, pero de alguna manera Sasuke sabía que no era ella, porque no lo era- Yo me llamo…

Pero no pudo continuar, se quedó en silencio de manera repentina, parecía como si se estuviese atragantando, sujetó su cabeza con ambas manos, contorsionándose y batiéndose, como si luchara contra algo muy poderoso… pero luego volvió en sí, casi como si despertase de un sueño, miró al Uchiha con el arrepentimiento grabado en sus ojos color jade, y el chico supo –como solo lo saben los enamorados- que era ella, que ahora sí era ella.

La chica de pelo rosa se le acercó, susurrándole al oído- Gomen ne, Sasuke-kun…

Y seguido de eso el Uchiha se sumió en la inconsciencia, dejando atrás todo pensamiento sobre ese extraño suceso.


Fin de la primera parte



Solo espero que haya salido bien

El capi 23 se dicide en tres partes, cada una con dos chicas
Bueno creo que eso es todo

Matta ne!!!:ANYWORD::ANYWORD:

 

Re: Para problemas del corazón, escapar es la única solución

Konnichiwa!!!:Hi::Hi:

Después de una ausencia muy larga aquí esta ¡WindGirl!

Primero quiero pedirles perdón T-T T-T T.T T.T

Gomen neeeeeeeee
Es que por motivos de mis estúpidos problemas, mis desquiciantes profesores y mis condenadamente flojos compañeros no me había podido sentar a escribir una conti como es debido.

Gomen neeeeee

Por favor no culpen al fic

¡Acepten mi conti! ¿Si?

Bueno aquí se las dejo como ofrenda de paz por si me quieren linchar ¿neh?



Capítulo Veintitrés: Poder. (Parte Dos)



No sabía cómo demonios había llegado a esa situación, no recordaba qué decisión habría sido la responsable de llevarlo hasta allí, no recordaba con claridad el día ni la hora... en ese instante no entendía nada de lo que sucedía a su alrededor, y no era porque algo de aquello pudiese importarle; en verdad, nada de lo que sucedía a su alrededor le importaba; nada le interesaba más que ella, ¿Y cómo podría cualquier cosa interesarle...? Más que la chica de impresionante belleza en frente de él.

Casi lamentaba no tener sus materiales de pintura, ese cuadro habría sido el más perfecto de toda la historia de la humanidad, el más hermoso.

Era una beldad de desbordante belleza, tanta como para quedarse sin aire, tanto como lo había sido siempre, solo que envuelta por el misterio y una extraña aura de poder que la rodeaba, era aterradora esa belleza llena del poderío que tanto emanaba; sin embargo resultaba algo desagradable, además de su belleza se podían notar más cosas, soberbia, altivez, y orgullo, algo que –de eso el pálido chico estaba seguro- Ino casi no tenía, o al menos con él, cuando estaba en su compañía rara vez se mostraba orgullosa, cuando estaban juntos eran una pareja devota, lo daban todo el uno por el otro.

Parpadeó pensando que quizás, solo quizás, sus ojos verían algo diferente, y luego de volver a abrirlos notó que sí, efectivamente, algo había cambiado, la beldad se le acercaba.

-Sai-kun… -dijo con una voz totalmente desconocida para él, a pesar de ser dulce, hermosa y (para él) tan refrescante como el canto de las aves en una mañana de verano desbordaba sentimientos negativos, soberbia, altivez y… (Eso no podía ser) ¿Lujuria?- Me alegro de que estés aquí, he esperado mucho tiempo para que esta niñita me dejase conocerte… ¿no es fabuloso?

-… -el chico no salía de su asombro, solo podía contemplar a la beldad, sus ojos negros estaban abiertos de par en par, sorprendidos-.

-Quizás a ti no te lo parezca –dijo la chica haciendo un mohín de disgusto tan infantil que el pálido chico de ojos negros tuvo que salir de su asombro para sonreír a esa beldad tan soberbia- pero a mi si –y ante todo el asombro del chico de los ojos negros le sacó la lengua como si tuviera cinco años- es odioso estar atrapada; me gustaría que oyeras las discusiones que se arman aquí dentro –se tocó la sien con un dedo- se la pasa riñéndome todo el día… aunque claro, soy yo la que está dentro, como un fantasma –su mirada reflejó tristeza durante una fracción de segundo, para luego reafirmarse en sus ojos la mayor soberbia posible- pero, justo ahora la que tiene el control soy yo… y solo hay una cosa que quiero –acercó su rostro al del pálido chico que no consiguió articular palabra- y ese algo eres tú –se le acercó aún más, haciéndolo retroceder-.

Normalmente, él, Sai, miembro del grupo de élite Raíz no habría retrocedido ante tan insignificante avance ¡Eran un anbu maldita sea! Pero era Ino, a pesar de que no fuera su mente -y se notaba a kilómetros por ese comportamiento- era su cuerpo, su divino y hermoso cuerpo acompañado por ese hermoso rostro de ángel, los mismos cabellos color rubio pálido; sin embargo algo era diferente, y era precisamente ese “algo” lo que lo dejaba paralizado sin saber cómo reaccionar, porque esos ojos estaban en desbalance, tan distintos, tan soberbios y orgullosos… tan poco dignos de esa gloriosa belleza.

La beldad se le acercaba aún más pero repentinamente él se detuvo, fuese quien fuese esa “diosa” –como se había llamado a sí misma- no se merecía la sublime belleza de Ino, de su hermosa musa inspiradora, claro que no, esa…

-¿Qué clase de diosa eres tú? –Le preguntó dejando algo del resentimiento que sentía hacia ella filtrarse en su voz, la diosa parpadeó sorprendida, más sin embargo, como cosa rara, una sonrisa asomó a sus labios-.

-Yo soy afrodita –dijo la diosa casi como si estuviese presentando el primer premio en uno de esos programas de concursos, lo que solo asqueó al chico aún más- diosa de la belleza… y de la lujuria –su voz se volvió sensual en un vago intento por seducir al chico de los ojos negros, pero este solo la miró serio, impasible, asqueado-.

-Lo siento –dijo mirándola, la chica intentó rodearlo el cuello con los brazos pero él se los sujeto, sorprendido al notar que su tacto dolía, y sin embargo eso no lo detuvo, esa desquiciada mental no le podría ni un solo dedo encima- de verdad lo siento mucho señorita pero yo no puedo corresponderle –mientras decía eso en sus labios se formó esa enigmática sonrisa más falsa que una piña con sabor a fresa* pero era una sonrisa a fin de cuentas- yo solo quiero a Ino –dijo de repente recuperando su expresión fría- como no eres ella no puedo quererte, no puedo.

Y la soltó, dando un paso hacia atrás para alejarse de esa cosa con el rostro de su amada.

-Pero tengo su rostro –dijo la beldad como intentando alegar- y su cuerpo también… ¿no te gusta?

Sai suspiró ante la ineptitud de esa “diosa”.

-Yo solo la quiero a ella –dijo de una manera seca, casi como si estuviera harto de tener que repetir cientos y cientos de veces las cosas, la diosa parpadeó nuevamente, confundida- si me dijeras en este momento que su personalidad ya no volverá te mataría inmediatamente, porque… aunque sea su cuerpo, tú no eres ella.

Y ante la sorpresa del pelinegro la diosa sonrió, sonrió de una manera angelical y hermosa, de sus ojos escaparon lagrimas que llegaron a las comisuras de su boca, el chico pensó en limpiarlas con un beso, como lo habría hecho con Ino… pero desistió “no es ella” se recordó; y sin embargo algo había cambiado en sus ojos y él lo notaba.

Era casi como si la soberbia y la altivez se hubieran evaporado, para solo dejar paso a ese pálido azul puro él que tanto amaba, era solo eso, pureza y dulzura, una mirada que no estaba marcada, no como las miradas de cada uno de sus amigos, e incluso de algunas de las novias de ellos, su mirada era pura y sin sufrimientos permanentes, solo cosas pasajeras que él sabía -o quería creer- que podía llevarse, penas de amor, pero penas infundadas, puesto que él la amaba más que a su propia vida, y aunque en ese momento no fuese tan importante ese conocimiento, tenía ganas de gritarlo a todo pulmón solo para restregárselo en la cara, pero por otro lado… ¿sería prudente provocar la ira de una diosa?

Ella lo miró a los ojos mientras se secaba las lágrimas y solo musitó dos palabras.

-Te amo –dijo Ino mirando a Sai con sus ojos del color del cielo del amanecer, eso de actuar como afrodita había sido una excelente idea, él la amaba… y no solo por su aspecto, su rostro o su cuerpo, la amaba por ella y ahora lo sabía- Sai-kun… necesito que me perdones.

El chico de los ojos negros no entendió nada, solo la siguió observando y enarcó una ceja ¿Qué rayos le pasaba a esa disque# diosa?

-Más que a mi propia vida… -recitó la diosa mientras tocaba uno de los pómulos del chico, de algún modo se habían vuelto sonrosados con esas últimas palabras, seguido de eso la chica se le acercó para darle un beso, él se apartó y ella sonrió con dulzura, a pesar de haber notado una diferencia él no bajaría su guardia, no la traicionaría, la idea la hizo sonreír- más que a mi estúpida vida…

Y seguido de eso lo sumió en una inconsciencia tranquila, regalándole los sueños más hermosos que tenía, sueños con dibujos y colores… sueños en donde no los separaban palabras o acciones estúpidas, sueños donde ambos podían estar juntos por fin, en paz.


Entre tanto en otro sitio de la prisión había una castaña de ojos negros que lloraba, ella solo lloraba desconsoladamente, empapando –y arruinando- la camisa del pelirrojo, más eso a él no le importaba, lo que deseaba más que nada era entender el por qué de ese intenso sufrimiento, el por qué de su incesante llanto…

Miró al lado y vio el destrozado cadáver de aquella mujer que había venido a llevárselo, seguido de las que habían venido a ver qué pasaba. En verdad en esa ciudad nadie sabía que él era el Kazekage, ni nada de lo hábil que era, gracias a que no se la pasaba dando gritos como Naruto o mirando con soberbia a los demás al igual que Sasuke y Neji. En comparación con ellos él era solo un chico tranquilo, no gustaba de hacer sentir menos a la gente; y menos que menos le agradaba verlos desde arriba, él solo quería ser un igual.

Debido a su carácter tan tranquilo supieron que él no sería un problema, si ya se habían entregado y todo.

Pero esa mujer no había acabado de ponerle la primera esposa cuando la celda estalló; casi como una posesa Matsuri salió y mató a esa guardiana, alertadas por el alboroto aparecieron dos guerreras más a las que Matsuri eliminó con una facilidad y eficacia sorprendentes… sin armas, con sus propias manos quebró sus cuellos y atravesó sus cuerpos.

Luego de ello se dio media vuelta y se encontró con la mirada aturdida del Kazekage, en sus ojos color verde agua se entremezclaban la sorpresa y el miedo, pero no miedo por los actos, sino por Matsuri en sí ¿Qué le pasaba?

Al ver esa mirada la conciencia de la pelinegra reapareció como por arte de magia. Aturdida como estaba sacudió la cabeza para despejarse y entonces fue cuando los vio, los cadáveres ensangrentados de aquellas mujeres tan malvadas, a pesar de que nunca le cayeron muy bien se aterrorizó, pues se notaba que las habían acabado de forma dolorosa y sanguinaria, se llevó las manos a la cara y entonces sintió el terror más grande que hubiese experimentado en su vida, la sangre de esas mujeres estaba manchando sus manos…

Inexplicablemente para el pelirrojo, en ese momento sus ojos del color de la medianoche oscura se llenaron de lágrimas de tristeza, de horror por sus actos… empezó a llorar tan desconsoladamente que el Kazekage –en su infinito amor por la castaña- se apresuró a consolarla, y ella empezó a llorar sobre su pecho, arruinando la ropa de Gaara con sus lágrimas.

El Kazekage de la Arena caviló todo eso en unos segundos, luego miró a Matsuri, que seguía llorando sobre su pecho, y pensó en sí mismo, y en la única cosa que lo había logrado hacer llorar de aquella manera, fue cuando mató a… Yashamaru, aunque por supuesto él ya había matado antes, pero la castaña nunca lo había hecho.

Recordaba los días después de su primer asesinato, la depresión y las lágrimas, y las pesadillas… sobretodo las pesadillas, aunque para él era peor, sus pesadillas asomaban a sus ojos cada vez que parpadeaba, pues de otra manera nunca las habría tenido, después de todo él no dormía.

-Matsuri… -susurró el Kazekage de la arena mirando con aprehensión a la castaña, entendiendo por fin el motivo de ese llanto tan inusual, ella estaba traumada por ese asesinato tan horrible que acababa de cometer-.

-Gomen –escuchó decir el Kazekage por primera vez en demasiado tiempo, la voz de su amada le sonó como campanillas por encima del ruido de todo lo demás, sin duda alguna, sin importar lo que estuviese diciendo esa voz siempre sería su sonido favorito- Gomen ne… no puedo controlarla, no puedo… -sollozó la chica sin control-.

El Kazekage la observó confundido, pero al mismo tiempo entendiéndola por completo, ella tenía algo dentro de sí, algo que no podía controlar pero que sí la controlaba a ella, aunque él no tenía claro qué fuera.

-Matsuri… -susurró mirándola, y al escucharlo mencionar su nombre ella solo sollozó con más fuerza ¿aún así quería martirizarla?- Yo no te juzgo… dime; ¿Qué te ocurrió?

-Y… yo no sé –logró articular ella entre lágrimas- solo bueno… -intentó recordar con claridad la explicación que le habían dado a ella, pero que por alguna razón le pareció insuficiente, quizás el Kazekage entendería un poco más que ella- solo nos dijeron que, cuando te gradúas de amazona te otorgan el poder de una diosa o dios griego; yo no sé cómo funciona –se apresuró a decir- pero en verdad no debería de afectarnos, solo deberíamos tener sus poderes pero más nada; sin embargo es muy… doloroso.

El recuerdo pasó por su cabeza, habría deseado que sus amigas le advirtieron sobre eso, aún recordaba con una claridad de vértigo el desgarrador dolor. Recordaba ser escoltada hasta el frente de la estatua de Artemisa, aquella diosa tan venerada por las amazonas, de la caza… su mano entró en cavidad al pie de la estatua, seguido de eso se oyó una voz potente decir “Tú eres como yo… bienvenida mi guerrera virgen, diosa de la caza”; en su confusión casi no sintió esa energía que subía por su brazo hasta su cabeza, y luego gritó.

Dolía como mil demonios, estaban haciéndole entrar el poder por la fuerza; sentía que las lágrimas de dolor escapaban de sus ojos, chillaba lo más fuerte que podía, desgarrando su garganta con aquellos alaridos, llegó un momento en que se empezó a ahogar con su propia lengua de tanto gritar, y las Amazonas solo la dejaron allí, tirada en alguna habitación de aquel templo gigantesco, quizás con la esperanza de que el dolor terminase por enloquecerla; eventualmente escuchó más gritos haciéndole compañía a sus aullidos ya lastimeros, y supo que tanto Sakura como Hinata estaban sufriendo lo mismo que ella.

Y al final los gritos solo cesaron de repente, y escuchó por primera vez aquella voz que la había estado atormentando desde su conversión a Amazona, solo fue un susurro pero desde entonces había empezado a hablar y no había guardado silencio ni un minuto, solo le dijo “Fuiste débil”… sonaba como su propia voz pero no lo era, sino eso significaría que estaba enloqueciendo.

-Cuando no podemos aguantarlo –le relató al Kazekage la chica- nuestro cerebro crea personalidades alternativas, y ya que las de las diosas están disponibles bueno… es inevitable.

El Kazekage solo la había escuchado hablar en silencio, complacido de que al menos hubiese dejado de llorar, repentinamente recordó algo y se riñó a sí mismo por ser tan mal hermano:-¿Y… Temari? –preguntó con curiosidad ¿también su hermana habría desarrollado un trastorno de personalidad múltiple? A su cuñado no le iba a hacer ninguna gracia…

Porque si Temari ya era violenta de por sí ¿Cómo sería la otra?

-Temari-san tiene los poderes del Inframundo –dijo Matsuri con un escalofrío recorriéndole la espalda- pero no desarrollo una… personalidad alternativa; ella no quiere que digamos nada más –dijo y de repente pareció hacerse una niña pequeña de nuevo, sujetó con fuerza su pecho y las lágrimas resbalaron silenciosamente por su rostro ¿Por qué les había tocado a ellas sufrir todo eso? Y ¿Por qué a Temari? ¿Por qué a su ex-cuñada que siempre la había protegido le tenía que tocar tan difícil?

Sintió los brazos del pelirrojo rodeándola y recargó suavemente el rostro contra su pecho, pasó los brazos por su cintura y se quedó allí, como un cachorro que ha encontrado un cómodo lugar junto a la chimenea.

-Te amo –fue todo lo que escuchó susurrar al Kazekage de la Arena y en ese instante fue tan feliz que no pudo evitar llorar con más fuerza-.

-Y yo a ti –dijo con una sonrisa en su rostro pálido y húmedo, las lágrimas lo recorrían libremente, decididamente el pelirrojo necesitaría otra camisa, pero esta vez, al menos, eran lágrimas de alegría, no sabían qué vendría de ahora en adelante, o quizás no querían verlo, pero no importaba, pues se entendían entre ambos como no los entendería nadie nunca, y se amaban, aunque solo pudiesen decirlo en ese momento, y aunque probablemente no lo supieran claramente… se amaban.


Fin del capi

Notes de la autora (osea yop)

* Disculpen por lo de la piña con sabor a fresa, es que en verddad mi musa está en las bahamas y la muy tarada no me dejó ni siquiera una mendiga analogía para eso.

# El "disque" es una expresión muy popular, se usa para expresar la falsedad, como "esa disque escritora nos ha dejado esperando"... oigan ¿esa no soy yo? -_-U

Bueno...


Je je Y esa es.

Un agradecimiento especial a mi querida amiga HanariTenten que casi que me amenazó... digo, digo ella me dijo que lo subiera, si si je je Niju-chan no te enojes T-T ... yo no les quería decir nada lo juro T.T ... por favor baja el arma...

Bueno, si no quiero que me maten mejor dejo de hablar (ya enserio deja de apuntarme T-T).

Matta ne!!

P.D: Pronto volveré a poner conti, solo faltan Tenten y Temari Xp
P.D.D: ¿Alguien le puede decir a esta niña que baje el arma? T.T T.T

 

Re: Para problemas del corazón, escapar es la única solución

Konnichiwa Minna-san!!!:Hi::Hi:

Neh, no puedo hablar mucho, ya debo apagar mi pc, pero me matarán sino publico hoy:-v-:

Y si, es HanariTenten, otra vez.:unun::unun:

Así que este capi va para ella, sin sus amenazas de muerte no escribiría tan rápido.:W \ /::W \ /:

Y sin entretenerlos más ¡El capi!:X3::X3:



Capítulo Veintitrés: Poder (Tercera –y última- parte)



La luz de la luna era invisible a través de los extensos pasillos que el Hyuuga tenía que recorrer para llegar a la celda de Tenten, más sin embargo eso no le era importante, caminaba casi como un espectro, ignorando por completo los rostros demacrados de aquellos que compartían la torre de Tenten, solo un pensamiento bailaba en su cerebro, solo una cosa podía pensar cada vez que cerraba los ojos, quizás fuese un mal último deseo, algo estúpido, pero es que en verdad nunca lo había hecho.

Se asomó a la celda y vio a Tenten como siempre, recostada contra una pared respirando quedamente, intentando dormirse, ese sitio era una auténtica pesadilla pero no era algo de lo que ella pudiese despertar, pues aunque no le gustase aquella era su realidad.

Entretanto la castaña intentaba atraparse en la inconsciencia, pero estaba demasiado incómoda para conseguirlo, suspiró, estaba tan aburrida, hacía días que no veía a Neji, esperaba que se hubiese marchado, realmente lo quería lejos, lo quería a salvo, suspiró de nueva cuenta y abrió los ojos resignada a quedarse despierta, y al hacerlo se encontró con otros orbes, unos que estaban fijos en ella, unos ojos blancos como la luna que asomaba a su ventana, y tan duros, fríos y distantes como ella.

Él la miraba de una manera especial, no observaba sus ojos, su mirada estaba fija en un punto encima de ella, involuntariamente ella llevó sus manos a su cabeza, intentando descubrir qué era lo que el Hyuuga observaba con tanta atención, tocó los dos moñitos que coronaban su cabeza, preguntándose qué tendrían para que Neji los mirase tanto.

-¿Sabes Tenten? Nunca te he visto… –susurró el Hyuuga desviando su mirada hacia los ojos de la chica, que por el momento lucían desconcertados- con el cabello suelto.

Los ojos de la castaña se abrieron como dos platos soperos ante esa posibilidad ¿eso era lo que Neji quería? ¿Verla con el cabello suelto?

-Sobre mi cadáver –murmuró pensando en su propia imagen frente al espejo, una imagen tan… tan… poco ella-.

No era que se viese fea, de hecho su madre solía decirle que era la chica más bella con su pelo suelto, pero desde el primer momento en el que decidió convertirse en ninja se dio cuenta de que el cabello suelta y largo probablemente solo representaría un estorbo, y varias veces se echó a perder las puntas con las armas, así que se lo ató en esos dos moñitos y nunca dejó que nadie más la viese con el cabello suelto.

-Por favor Tenten –murmuró el Hyuuga extendiendo la mano, por un momento la chica se olvidó de su frialdad y se aproximó hacia lo único que sabía que la haría sentir mejor en aquellos momentos, el roce del Hyuuga, pues aunque sonase pesimista, aquella petición le causaba un mal presentimiento, le dejaba un mal sabor en la boca-.

Miró al Hyuuga a los ojos, intentando en vano descifrar aunque fuese alguno de los secretos grabados en esos ojos blanquecinos, Neji Hyuuga no parecía triste, no parecía deprimido, no parecía culpable; miraba a Tenten con una adoración nunca antes demostrada, casi como si fuese la última vez que la vería…

-La última vez… -murmuró la chica mirándolo-.

-¿Ya te diste cuenta? –le dijo de nueva cuenta el Hyuuga, sorprendido, más sin embargo no lo demostró, solo siguió con su rostro ecuánime y sus labios esbozaron una leve media sonrisa- pues sí, sí, tienes tazón… podrías concedérmelo por favor Tenten –tomó su rostro con ambas manos a través de los barrotes, los ojos de la chica se empezaron a llenar de lagrimas que punzaban por salir, pero no pensaba llorar, no ahí, no frente a Neji- un último deseo –murmuró el Hyuuga y sin que la chica se diese cuenta dirigió sus manos a los lindos moñitos que coronaban su cabeza, soltando cada uno con tranquila parsimonia, aquella que solo puede tener aquel que va a morir por elección propia-.

Sintió como la mano de Neji soltaba su cabello, quiso detenerlo, sabía que debía detenerlo, pasarían cosas malas si quitaba los listones que sostenían su cabello, pero por alguna razón ninguno de sus músculos respondía, estaba en shock.

Sintió el cabello caerle por los hombros, y seguido de eso sintió el dolor subsiguiente, aquella sensación que le indicaba que poseía un gran poder, aquella sensación como si tirasen de su cuerpo en todas direcciones, sin embargo había aprendido a soportarla, su rostro solo esbozó una pequeña mueca de incomodidad.

-Tenten… -musitó el Hyuuga, más que anonadado, por su mente había pasado muchas veces la imagen de Tenten con el cabello suelto, siempre se la había imaginado diferente, pues su cerebro no maquinaba otra razón aparte de tener un cabello horrible para que una chica lo recogiese y se negase rotundamente cuando cualquiera de sus amigas le sugería soltarlo-.

La luz de la luna entraba por la ventana iluminando una imagen sencillamente espectacular, el cabello de Tenten era de una textura extraña, pues no era ni totalmente lacio ni totalmente ondulado, más bien se podía notar lacio en el nacimiento del pelo, caía en cascada, liso hasta más o menos la mitad de su largo, allí se empezaban a formar suaves ondas.

Con la iluminación de la luna pudo notar como poco a poco las heridas en la piel de su amada empezaban a sanar, sin dejar marcas siquiera, no entendía nada ni tampoco quería hacerlo, en aquel momento solo sabía que ella era la visión más arrebatadora que sus potentísimos ojos pudiesen llegar a enfocar.

Se escuchó el ruido de los seguros cayendo, un aviso de que alguna guardiana estaba por venir, el Hyuuga buscó los ojos de su amada en busca de un incentivo para marcharse de aquel lugar, pues en ese momento no le apetecía para nada.

Pero ella parecía en el mismo estado que él, un total shock.

-Tu tiempo se acabó –oyó decir detrás de él y por fin se dio vuelta, encontrándose con una visión horrorosa-.

Era una mujer alta, de complexión excesivamente gruesa, de no ser por la delantera probablemente la hubiese confundido con un hombre ¿Y quién podría culparlo? Incluso sus facciones eran masculinas.

-Pero…

-He de decirte que no haces bien –lo interrumpió aquella mujer, incluso su voz era muy fea- tú y tus amigos aceptaron el trato, así que no me vengas con estupideces y déjate hacer, recuerda que el trato…

-¿Qué trato? –Preguntó Tenten desde dentro de la celda-.

-Tenten, no deberías… -empezó Neji, más su amada lo interrumpió-.

-¿Qué trato? –más que preguntar parecía que la castaña exigía una respuesta, la mujer sonrió ¿Qué podría hacerle ella, una amazona caída y con su poder sellado a una guerrera? La respuesta para esa mujer era bastante sencilla, nada-.

-Hicieron un trato con nuestra reina –musitó la desagradable mujer, su único objetivo era hacer rabiar a esa chica, después de todo sino le hubiese ganado en aquel entonces probablemente ella misma sería una amazona, y ella no habría sido tan estúpida como para sacrificarse por una basura masculina- las vidas de ellos por las de ustedes, aunque no entiendo qué esperan conseguir ellos ¿Cómo interesarse en una guerrera caída…? Y aún más importante… -tomó al chico del rostro, obligándolo a darle una mirada que ella no devolvía, pues quería ver el rostro de Hesper contorsionado por el dolor- ¿Cómo puede una guerrera interesarse en una basura masculina?

Y sin más le dio una patada al Hyuuga, que no le devolvió el golpe no porque no pudiera sino porque no lo deseaba, él mismo había firmado su sentencia de muerte, no quería ver a Tenten pagar por sus errores, no de nuevo.

-Sin embargo, esta basura… este “chico”… -dijo aquella mujer mirando con detenimiento el rostro del Hyuuga, y lanzando una mirada a su cuerpo, casi se sentía en medio de una dulcería, el chico estaba muy bien formado- Es hasta guapito y todo –musitó mientras recorría su rostro con sus dedos, que eran cortos y gruesos, de él no haber sido él probablemente se habría estremecido del asco- que piel tan suave y tersa, es una lástima… -dijo y sin previo aviso clavó sus uñas en el rostro del Hyuuga, que ahogó una exclamación de dolor- que tenga que echar a perder esta bonita cara –y clavó sus uñas aún más profundo, y Neji solo se quedó allí, sintiendo la sangre manar de aquella herida, correr por su mejilla y resbalar hasta su cuello, era cálida- seguro que esto te va a gustar Althea –musitó con sorna, y aún con las garras clavadas hasta el fondo, hizo un movimiento que de seguro dejaría marca, pues quería marcar por siempre esa bonita cara, su meta era dejar la marca de garras, como si lo hubiese atacado un animal-.

Sin embargo antes de que pudiese marcar permanentemente ese rostro perfecto un ruido se escuchó, un potente estallido y seguido de eso aquella mujer sintió un golpe en su mejilla, primero sintió el dolor en el rostro y luego en toda la espalda, pues la castaña la había estrellado contra un muro sin darle ni siquiera tiempo de reaccionar, el Hyuuga cayó al suelo de la pura sorpresa, quiso levantarse pero sus extremidades se negaban a obedecerlo.

-¿Estás bien? –le preguntó Tenten al Hyuuga, recibiendo solo un asentimiento- ya está muerta, así que no te preocupes.

-¿Qué…? –le dijo mirándola de arriba a abajo, incluso su atuendo había cambiado, usaba una túnica holgada de color rojo sangre, larga, que dejaba entrever un poco de su esbelta figura-.

-¿No te gusta? –Le cuestionó como si nada, mirando su atuendo- es que… ahora poseo el poder de Ares, y como tal, uso su ropa –comentó como si nada- resulta fastidioso a veces, pero bueno…

El Hyuuga la miraba sin dar crédito a lo que sus ojos verían ¿se estaría volviendo loco?

-Neji… -lo llamó ella y él la miró nuevamente, estaba de pie y lo observaba con expresión arrepentida- Gomen ne –y él parpadeó, sorprendido ¿ella le pedía perdón?- tú no tendrías que haber visto eso –murmuró y luego posó sus labios delicadamente en la frente del ojiblanco- deberás olvidarlo todo, y hacer como que fue… un sueño.

-¿Un… sueño? –repitió el Hyuuga desconcertado, lo último que podría hacer en ese momento era dormir-.

-Yo… Sueño con las lunas de tus ojos y con la tierra en tus cabellos, sueño con la frialdad de tus palabras, y con el calor de tus manos… sueño con lo que jamás podrá pertenecerme, así que duerme, duerme mi único amor, porque en la mañana no recordarás mis palabras, y pensarás que nunca me has amado, excepto una vez… en un sueño…

Y luego de aquellas palabras el Hyuuga sintió un dolor en la nuca, y al instante cayó en los brazos de Morfeo, soñando con lo único que quería y aquello que cada vez sentía más inalcanzable… con Tenten, con su sonrisa, su voz, sus ojos… ese era el más dulce de su sueños ¡Qué habría dado por no volver a despertar!

Mientras tanto en otro lugar de aquella prisión gigantesca el Nara estaba haciendo un jutsu.

Era un último deseo estúpido, una idiotez, pero bien, ese era su deseo.

Se encontraba enfrente de la celda de Temari… o Achlys o como le diera por llamarse, el punto era que estaba allí, realizando un Kagemane ¿y sobre quién? Pues sobre Temari.

La rubia intentaba resistirse, pues sabía lo mal que podían salir las cosas si él conseguía su tan anhelado deseo, pero en cierta forma no se estaba aplicando del todo en resistirse, estaba sintiendo la presencia de las otras, el gran poder que solo sentían entre ellas cuando alguna desplegaba las enormes habilidades que habían obtenido de los dioses griegos, habían cinco ya: Selene, Artemisa, Afrodita, Ares y Hera… solo faltaba ella entonces. Y eso quería decir que algo iba mal, que algo iba muy mal, pues bien sabía ella que sus amigas no activarían los poderes -arriesgándose a perderse a sí mismas- por cualquier estupidez, algo iba muy mal.

-Solo un poco más –murmuró el chico, ya casi encontraba el lugar, para su suerte desde que Temari estaba en aquella prisión se ataba todo el cabello con solo una cinta, él desconocía como, pero sabía que solo se hacía un nudo, solo uno, y por la cara de desesperación de Temari casi lo encontraba.

Por fin vio la suave mano de su amada enredarse en un listón, tiró de ella y casi soltó un suspiro de admiración cuando por fin las coletas fueron sueltas, por la sorpresa hasta perdió el control del jutsu.

Temari, viéndose libre de la técnica se puso a buscar el listón para amarrar su cabello de nuevo, empezaba sentir ese dolor, casi como si la estuviesen quemando viva… eso le indicaba que el poder estaba empezando a manar el poder, y ella no quería que saliera, pues aún no lograba controlarlo del todo, y aunque ella no tuviese una “otra yo” viviendo dentro de sí, podía perder el control con facilidad, vaya que los dioses eran poderosos, podría volar en mil pedazos a Shikamaru si la hacía enojar, y eso él lo conseguía con extrema facilidad.

Escuchó el seguro de su torre cayendo y suspiró, solo eso le hacía falta, una de esas odiosas mujeres que solo servían para cabrearla, buscó con aún más ahínco.

Sintió a Shikamaru suspirar y volteó, lo miró levantarse y dirigirse hacia esa maldita desgraciada, y para extrema sorpresa y total enojo de la rubia ella tomó su rostro con una de esas asquerosas manos, lo acercó al de ella y unió sus labios con los de él.

Los ojos color esmeralda de la rubia se abrieron desmesuradamente, esa… esa… aún en su ira extrema pudo notar la expresión de asco y repulsión de Shikamaru, más sin embargo no podía intentar apartarse, el trato era dejarse hacer.

Ella se levantó y haciendo uso de un autocontrol sobrehumano enfocó su poder.

-Mi poder es tu poder, invoco tu arma, Hades, Dios del inframundo –y de la nada una enorme guadaña se materializó en su mano, Temari se concentró, necesitaba centrarse, de lo contrario podría herir a Shikamaru, y eso no lo quería, solo necesitaba enfocarse y la guadaña haría el trabajo perfectamente- Ataca –murmuró, al parecer hablándole al arma-.

El resultado fue aún más impresionante que el método, aquella guadaña parecía interpretar a la perfección los deseos de Temari, puesto que no asesinó a la guardiana, sino que la golpeó en el estómago haciéndola separarse de Shikamaru, ella jadeó por el golpe recibido más no tuvo tiempo ni de quejarse, esta vez Temari le propinó una patada fortísima que la dejó estampada en el muro, adolorida, si, pero aún consciente, y más que viva.

-Él es mío Ademia –dijo la ojiverde juguetonamente- tú lo sabes, y a mí… no me gusta que toquen lo que es mío… -y empezó a aproximarse a la mujer que solo permanecía en el suelo, con los ojos abiertos como platos, eso no podía ser-.

-¡Pero esto no puede ser! –Gritó impulsivamente mirando con terror como Achlys se le acercaba más y más- tus poderes… los poderes del Hades están…

-¿No lo notaste cariño? –musitó la ojiverde de manera burlona, sacudiendo su cabello rubio que (por increíble que suene) le llegaba hasta la mitad de la espalda- él soltó mi cabello; la basura masculina, como gustan de llamarlo, sin saberlo, me devolvió mi poder…

-No puede ser… -dijo ella al borde del colapso al sentir el poder que emanaba Achlys, tan cerca de ella-.

-Tú sabes lo que pasa… cuando alguien toca lo que me pertenece.

-No, no, por favor no…

-Si Ademia –murmuró Temari mientras una sonrisa sádica empezaba a deformar sus rasgos- claro que sí.

Y aun manteniendo la sonrisa atravesó a la mujer con sus propias manos y ante la aterrorizada mirada de Shikamaru sacó el corazón de la guardiana.

Aún latía, aquél órgano no más grande que un puño palpitaba aceleradamente en su mano, la mujer tosió, manchando con su sangre el rostro de la rubia, ella lo limpió con su otra mano, aquella sonrisa aún jugueteaba con las comisuras de su boca, era una cosa repulsiva, inhumana.

-Adiós Ademia –dijo y ejerciendo una presión extrema hizo estallar el órgano, salpicando sangre por toda la celda-.

Shikamaru estaba dividido entre el terror y el asco ¿Por qué Temari haría algo como eso? ¿Por qué matar de una forma tan cruel?

-Se lo merecía –musitó Temari notando el reproche del Nara- ella iba a matarte, casi podía sentirse el ansia asesina, y la lujuria… ¿o acaso me dirás querías revolcarte con ella?

Un escalofrío recorrió al Nara, no podía contestar, Temari le daba miedo.

-Tú no tenías que haber visto eso… -musitó ella- pero no pude contenerme… me dolió verte con ella, me duele sentir que me engañas, aunque no sea así porque tú y yo ya no somos nada.

El Nara se sorprendió ante esas palabras ¿Temari estaba celosa?

-Temari… -dijo-.

-Te amo –dijo Temari con una pequeña sonrisa- sin importar el asco o la lástima que me puedas tener; mira que llegar a estos extremos… realmente te pasas de moralista Nara…

-Temari…

-Duerme, -musitó empezando el conjuro para invocar el poder de Hipnos, un conjuro de sueño para el ser amado- y sueña dulce príncipe, que tu consciencia descanse en los brazos de Morfeo, la hora de Perséfone ha llegado, la primavera florece entre los muros de tu mente… que duermas y sueñes con el más desesperado deseo de tu corazón, el reino del Inframundo salvaguarde tu alma para que nada llegue a pasarte… Adiós, Shikamaru.

Y le dio un golpe en la nuca, mandándolo a la inconsciencia por la fuerza, necesitaba respuestas, y debía reunirse con las demás para ello, pero tenía que ayudar a Shikamaru, tenía que salvarlo de la pena, convencerlo aunque fuese por unos instantes de que esa horrible realidad era una pesadilla, y que sus sueños –fuesen cuales fuesen- eran la realidad, lo iba a dejar para ir por respuestas, pero siquiera sabía que lo dejaba feliz, dichoso de que para él la realidad –aunque fuese solo por unas horas- se estuviese volviendo sueño.



Fin del capi.





Neh, espero que haya quedado bien

Mi nee-chan creyó que no lo terminaría así que ja, y otra vez ja ja

Neh sin más me despido ¡Sayo!:ANYWORD::ANYWORD:

P.D: Fueron cinco páginas de word, en dos horas, denme crédito T-T