Chiyoda Kikanbo Kanda Main Store [Tienda de ramen]

Con todo podía darme por satisfecha de que le hubiese gustado, así fuese algo que cualquier otra persona pudiese hacer, digamos que me llevaba el crédito igualmente. Nada que hacerle, era parte de mi personalidad e imaginaba que era lo normal, quedarse contento al ver que el plan había salido sobre ruedas y tal, ni modo que uno planeara las cosas para verlas irse al traste.

Balanceé la pierna en lo que probaba la debida, contenta también con ver que le gustaba. De nuevo, me lo podía apuntar, solo por si acaso.

—Ya me contarás si a él también le gusta entonces.

Seguimos comiendo, todo siguió fluyendo y aún así, a pesar del buen rato, no podía sacudirme la ira de encima del todo. Seguía allí, picando, girando, insistiendo, revolviéndose y dejándome vivir en resumidas cuentas. Era peor que un mosquito molesto y me pregunté genuinamente qué sería capaz de sosegarme, se me ocurrieron un par de cosas, cada una peor que la anterior así que solo las ignoré o al menos lo intenté.

Había alcanzado una servilleta para limpiarme, solo por si acaso, cuando su voz me alcanzó de nuevas cuentas y giré el rostro para mirarlo, dedicándole una sonrisa suave.

—Nada que agradecer, senpai. Gracias a ti por pasar por mí y todo el asunto. —Tuve un segundo de duda, pero al final me cedió el culo inquieto así que estiré la mano y le pellizqué la mejilla. En resumidas cuentas me pasé lo de senpai por donde no daba el sol, como siempre, a pesar de que no tardé en regresar la mano a mi espacio—. Y acepto la invitación~

Regresé la vista al frente, apoyé el codo en la mesa y anclé el mentón en mi mano izquierda. Sentía que le debía algo, por mínimo que fuese, así que me permití unos segundos de sinceridad entre mi incendio.

—Me gusta pasar tiempo contigo —admití sin más, como si nada—. Eres diferente a la gente con la que suelo juntarme y tal. Seguro ya te lo han dicho, pero tu presencia es... Tranquilizadora o algo así. Es un don muy bonito, no lo tiene todo el mundo y a veces algunos lo perdemos u olvidamos como usarlo en nosotros mismos. Lo que quiero decir, es que gracias por pasar este rato conmigo a pesar de lo de ayer. Y ya sabes, puedes buscarme en la escuela cuando quieras o pasar por casa ahora que sabes dónde vivo.

De por sí mis padres nunca preguntaban nada.

 

Me pensaba que a mi hermano le encantaría comer lo que estabamos comiendo, si nuestros gustos en realidad no eran muy distintos a diferencia de nuestras matices de personalidad, que si podían ponerse en colores opuestos pese a que en ocasiones solían encontrarse en puntos fijos. Cosa de gemelos quizá. Poco sabía yo el que la mente de Kurosawa seguía ardiendo con intensidad, y de igual forma, si lo hubiese sabido tampoco es como si pudiese hacer mucho al respecto más que estar ahí, con ella. Seguí comiendo luego de asentir ligeramente sobre el comentarle qué le parecería a Zeld el ramen.

Fue después, cuando dejé los palillos sobre la mesa al tener mi plato vacío que sentí su tacto en mi mejilla. En otra situación la hubiese apartado educadamente, pero la dejé hacer, buscando sus pupilas en lo que le mostraba los dientes, apoyando el mentón sobre el dorso de ambas manos al entrelazar mis dedos. Fue lo que llegó después que no me esperé para nada, guardando silencio en lo que la escuchaba a lo que mi sonrisa a dientes descubiertos se fue aflojando, sin desprenderme de sus pupilas.

Era cierto, ya me lo habían dicho en varias ocasiones, con distintas palabras eso sí, omitiendo el que había mencionado que solía juntarse con un tipo de gente en particular, lo contrario a mi persona deducía por su discurso. ¿Gente como mi hermano podía ser?

—Lo disfruto —respondí extendiéndo la derecha para quitar un mechón de cabello que tenía cerca a las mejillas, organizandolo atrás de su oreja para regresar a mi posición—. El pasar tiempo contigo lo disfruto, Kurosawa, así que por este lado no hay tampoco nada que agradecer. Cuando te sientas con la soga al cuello, que las situaciones te sobre pasan o que quieres tirar la toalla búscame igual, que ahí estaré.

El mesero se acercó dejando la cuenta, así que saqué la tarjeta y me limité a pagar pues porque sí, aunque la invitación había sido de ella actué en automático, risueño de por sí al sentirme cómodo con la conversación.

>>Cuando pasee los perros en el transcurso de la semana quizá pase a saludarte~

 

La verdad era que se oliera el desastre o no, como ya había pensado el viernes y a lo largo de ese día, no interesaba demasiado. El caso era que su personalidad era aire y ya, y el aire se adaptaba a los contenedores, al espacio libre o a lo que fuese, tan sencillo como eso. No tenía que darle más vueltas y por eso precisamente le solté ahí una confesión.

Que apreciara el aire de su personalidad.

En sí había hecho la movida de pellizcarle la mejilla porque di por sentado que no rehuiría mi tacto, tampoco lo había hecho cuando me le fui encima ayer o antes que me cambié de asiento y casi me le fui encima igual. En ese sentido era muy confianzuda ya de por sí, pero al mínimo de tensión o duda retrocedía dos, tres metros si hacía falta, precisamente por eso me había tardado meses en tocar a Hiroki de cualquier forma.

No contaba con que estirara la mano para quitarme el mechón del rostro, claro, pero tampoco vi motivo para detenerlo y de hecho traté de ignorar el impulso estúpido que había sentido de, no sé, pegarme a su mano como un gato. En ese instante las llamas, por fin, se dignaron a bajar de intensidad; el círculo de fuego dio tregua y el nogitsune aflojó apenas la mandíbula, deteniendo también el movimiento de sus colas.

Había que verme igual, porque aflojaba un poco la cuerda y ya me pegaba a la gente como moco, buscaba tacto y el consuelo que brindaba, pero poco más.

Lo escuché, obviamente, y asentí a sus palabras aunque una cosa muy distinta era decir que hacer. Podía asentir, darle a entender que sí, que si me iba a la mierda lo iba a buscar y cuando el círculo de fuego se reiniciara, todo lo que haría sería seguir sola, como siempre. Era mi forma de lidiar con la mierda y ya no solo Kasun debía imaginárselo, sino también Shimizu y el resto.

Cuando quise darme cuenta el mesero había aparecido y antes de que pudiese hacer nada, el jodido niño pijo este había pagado y di un respingo en el asiento.

—¡Se supone que fui yo la que te invité, así no funciona! —reclamé como una mocosa y hasta pasé del asunto de que pasaría por mi casa si sacaba a pasear a los perros. Pegué la espalda sobre el respaldar de la silla y crucé los brazos bajo el pecho—. No, no, no. Inaceptable.

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tuve que dignarme a cambiar la cinta (?

 

No pude evitarlo siquiera el que se me escapara una risa por la nariz, notando al chico tensarse con la cuenta paga, extendiendo el recibo sin poder mirar a Kurosawa en el proceso. Lo recibí sin más, volviendo mis ojos a ella en lo que se cruzaba de brazos y hacía todo el espectáculo de niñita ofendida, y sin siquiera darme cuenta aflojé las facciones en demasía.

—Bien, bien, a la próxima tu pagas —resolví sin darle tanto crédito a la situación—. A fin de cuentas dudo que sea la última vez que vengamos a este lugar juntos, digo, me gustaría seguir saliendo contigo y eso.

Un poco si que busqué entretenerme al levantarme de la silla para que no fuese a ser medio idiota sonrojándome, extendiéndole la mano después para invitarla a que se levantara de su asiento, casi buscando aprobación a mis palabras, porque bueno, no lo había hecho apropósito, simplemente actué en automático como solía hacer cada que salía con alguna chica, que no era muy seguido claro estaba pese a ser a quien las chicas terminaban invitando, pero de por sí declinaba de aquellas insinuaciones.

Kurosawa parecía la excepción a la regla.

Saqué las llaves del auto del bolsillo, jugando con éstas entre los dedos.

>>¿Quieres pedir algo para llevarle a tus padres, o así está bien?

 

Hasta el que trajo el recibo se tensó con mi reacción, pobre desgraciado, pero que me preguntaran si me importaba. Además a Kasun se le aflojaron las facciones, así sin más, luego de mi numerito y trastabillé en el teatro soltando una risa cristalina, casi infantil. Se me escapó directo del pecho y me pregunté cuántos días llevaba sin reírme de verdad, sin actuar en automático o movida por pura ira, incluso los días que sentí que estaba estabilizándome.

Me pregunté de qué sería capaz si reducía la intensidad del fuego y actuaba por objetivos más claros, algo más que pura venganza como me habían dicho los chacales de mi hermano.

¿Correría con los lobos, fusionada como estaba con uno de ellos?

¿Correría sola lejos, muy lejos de los monstruos de sombras y nadie sabría de mí nunca más?

Dejé correr el asunto o por lo menos era mi idea cuando el otro soltó que le gustaría seguir saliendo conmigo, es decir, ya estaba implícito en el resto de la frase, ¿qué necesidad había de decirlo? Me quedé estaqueada en la silla unos segundos, incluso cuando él se levantó, y solo reaccioné cuando lo vi extenderme la mano. Por un instante tuve el impulso de echar a correr, de desaparecer de la vista de Kasun como un animal arisco, esconderme en cualquier sitio y salvarlo de mi fuego.

De mi mera existencia.

De la peste a sangre que tenía encima.​

Así como me había alejado de Nagi el día que todo se fue a la mierda, siempre que todo se salía de control me escondía con mi fuego porque aunque no dudaba en usarlo contra quiénes lo merecían, temía horrores quemar a la poca gente que me importaba o que sabía que no se lo había ganado a posta. Me daba horror quemar a personas inocentes, era el miedo más grande que tenía quizás y tal vez lo compartiéramos los que, hechos de llamas, tuviéramos dos dedos de frente.

Aún así acabé por ceder o algo así, estiré la mano, alcancé la suya y me levanté de la silla. Digamos que fue una respuesta silenciosa a sus palabras, no que hiciera falta verbalizarlo de por sí.

Podía haberlo dejado ir, es más, era la cosa decente que haría cualquiera o eso suponía, pero me quedé aferrada a su mano en su lugar y me pegué un poco a su brazo. Quizás algo del fuego se escapó, vete a saber qué mierdas fue eso en realidad, pero el caso es que no lo pensé demasiado y ya. Tampoco hubo mayor reacción corporal, si me ponía a pensarlo, este chico vivía sonrojándose por tonterías y yo bueno, allí estaba como si nada, daba algo de risa.

—¿Para mis padres? No, así está bien. Les dejé la cena lista y si llevo algo más luego se desperdicia —respondí, pensando siempre en lo práctico incluso cuando seguía sin soltarle la mano.

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whoops perdón ahí por el casi tocho

 

No sabía si la había llegado a escuchar riendo de esa forma, no lo recordaba en realidad, siendo de lo más tranquilizador. Los sentimientos por los que se movía, o las convicciones de Kurosawa no podía entar más lejanas a las mías, principalmente porque no solía llenarme de lo que se podría considerar como negativo, me permitía en momentos sentirme mal, claro, y se me notaba de una al ser tan ligero de por sí, pero nunca había llegado a limítes en los que sentía explotar, tampoco es como si me faltaran razones para hacerlo. Quizá mi represión tenía un aguante que desconocía, y esperaba que siguiese así durante toda mi vida.

En cuanto recibí su mano creí que me soltaría, sin embargo se pegó a mi brazo y pues... la dejé hacer, hasta entrelacé mis dedos con los suyos, que sintiéndolos eran delgados, suaves, pequeños. Un poco me cruzó la idea de que no debería haberlo hecho, aquella confianza de mantener la mano entrelazada que solo tenía con Gen.

—Bien —murmuré con una sonrisa suave, saliendo entonces del restaurante, quitándole el seguro a la camioneta con el botón de las llaves. Abrí la puerta del copiloto y esperé a que se subiera para cerrarla, rodear el auto y tomar el asiento del conductor.

Encendí el aire acondicionado, la radio en un volumen bajo y giré el volante, comenzando a conducir al presionar el acelerador, turnando la vista al frente con el retrovisor para buscar sus ojos.

>>¿Y sueles ver series o algo Kurosawa?

 

Con todo y mi soledad de tanto en tanto podía pecar de egoísta, en realidad todo el tiempo, eso lo tenía muy claro porque en mi calidez no había amor desinteresado al cien por ciento, ni siquiera al noventa o al ochenta. Mi simpatía, mi carisma, mi acercamiento a los otros venía de la necesidad de control, de sentir que tenía todas los lados del cuadro a la vista. Luego, claro estaba, cuando me encaprichaba con ciertas personas y ahora mismo ni idea de en qué categoría encasillaría a Kasun.

¿Necesidad de control?

¿Capricho a secas, como quien se mete a la dulcería y elige sin más?

Para la gracia ni siquiera me había puesto preguntar si este chico tenía ligue, amigovia, novia, cualquier mierda y solo estaba allí haciendo el imbécil como las grandes, sin mayor objetivo en realidad. Si luego algún tiro me daba en el centro de la frente me lo habría ganado, como siempre. No contaba tampoco con que el otro, más allá de dejarme hacer, entrelazara sus dedos con los míos y cuando lo sentí si acaso afiancé el agarre un instante.

Lo dejé ir para subir al auto, ni que tuviera otra opción, y me acomodé en el asiento dejando las manos en el regazo de nuevas cuentas. El aire acondicionado me erizó la piel de las piernas aunque en sí no sentía demasiado frío y tampoco reaccioné visiblemente. Encontré sus ojos en el retrovisor cuando me preguntó si solía ver series y negué con la cabeza.

—Paso mucho tiempo encargándome de las cosas de casa, ayudando en la tienda de mis padres cuando lo necesitan y luego haciendo los deberes de la escuela, así que cuando termino solo me voy a dormir. De hecho por eso nunca converso de eso, porque... Bueno, no tengo idea de más de la mitad de las cosas que ven mis compañeros de clase o los senpai con los que suelo juntarme —admití sin complicación, tan serena como siempre—. Imagino que tú sí, ¿tienes alguna favorita?

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hola uwu perdona por tardar tanto y por secuestrarme tantos días a tu niño en consecuencia (? pero ya estoy de regreso

 

Con lo que mencionaba podía darme cuenta que era una chica por demás ocupada, no parecía ni que sacara tiempo para ella misma en su rutina diaria, pero vete a saber si los fines de semana se despejaba un poco más. Asentí ligeramente con la cabeza, y por demás no mencioné que solía verlas con Génesis en realidad, no es como si lo ocultara ni mucho menos, solo no me parecía relevante, o consciente siquiera de lo que podía deducirse.

—Los fines de semana, aunque no tengo ninguna favortita hasta ahora —lo pensé por unos segundos—, pero si tuviese que elegir alguna, te diría the walking dead. ¿La has escuchado?

Continué conduciendo entre la conversación, y al no estar realmente lejos de su hogar llegamos en un par de minutos. Detuve el auto frente a su puerta y me tomé la libertad de sacarle el cinturón de seguridad, en lo que volvía a mi posición sobre el asiento, mirándola en lo que relajaba las facciones.

—Que pases un linda noche, Kurosawa, te veo en el instituto.

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Ya te lo dije pero reitero las disculpas por la inmensa espera </333 Disfruité mucho lo soft de la salida, gracias Yál, por aquí cierro con el nene

 

Como me dijeran que este chico estaba pensando que no sacaba tiempo para mí misma en la rutina seguro me descojonaba, porque la verdad era que razón no le faltaba. Aún así en mis días normales, es decir, pre-desastre de los lobos y tal todavía tenía todo tan bien organizado para al menos tomarme un té a la noche, pegarme una ducha para lavarme el cabello, retocar la mecha azul si hacía falta y luego sí, caer redonda. No hacía mucho más, claro, pero ya era algo.

Pasaba que con el piloto en automático ya no me nacía ni encargarme de las cosas mínimas de mi propio cuidado, por eso me había vuelto a teñir la mesa de negro para librarme de verla desteñirse y el fleco para el final de la semana me estaría alcanzando la mitad de la cara porque llevaba sin recortarlo desde incluso antes de la fiesta de la azotea.

Como fuese lo vi asentir a mi pregunta y cuando respondió yo ladeé la cabeza, pensativa.

—Me suena el nombre, pero la verdad no la ubico muy bien.

Cuando se detuvo frente a mi casa mi intención de soltar el cinturón yo misma quedó en nada, porque lo hizo él por mí. Se me ocurrió una estupidez, es decir, estupidez del carácter de la que me había clavado al no dejarle ir la mano hace un rato, pero me puse el freno yo misma y todo lo que hice fue estirar la mano para acariciarle la mejilla unos segundos antes de regresar la mano a mi espacio.

—Nos vemos, Zold-senpai. Gracias. —Abrí la puerta del coche, bajé y antes de cerrarla asomé la cabeza. La cascada de carbón cayó desde mis hombros y le dediqué una sonrisa—. No pasa nada si me llamas Shiori, por cierto.

Ni siquiera le di tiempo de contestar, cerré la puerta del coche por fin y caminé hasta alcanzar la puerta de casa, donde sabía que no iba a recibir preguntas, cuestionamientos ni nada aunque me hubiese ido y reaparecido en un coche.

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no pasa nada <3

por aquí termino con la niña también y bueno estuvo bien soft la verdad, así que lo disfruté también uwu