En un abrir y cerrar de ojos, todo lo que constituía la arquitectura del aeroplano había desaparecido para dar lugar a la salvaje y peligrosa jungla. Su asiento había aterrizado sobre lo que parecían ser las ramas de un árbol, que lo salvaban, endeblemente, de un doloroso impacto contra el lejano suelo. Estaba vivo de una forma milagrosa, casi ilógica. Apenas presentaba algunas heridas, la única importante un corte profundo en el hombro derecho. La sangre recorría su brazo en cantidades nimias, no mortales, pero se desprendía goteando desde la punta de sus dedos. Tragó saliva: eso podría atraer a los depredadores. Exaltado por la desesperación de la soledad, gritó largo tiempo pidiendo ayuda. La posibilidad de que alguien más hubiera sobrevivido le parecía escasa, pero era mejor vivir con esa esperanza con la certeza única de la muerte. Todo ese tiempo creyó sentir la respiración de los depredadores. Imaginó la gula en los ojos de los insectos que purgaban por vaciar la sangre que todavía quedaba en sus venas. Él, colgado como adorno de navidad en las ramas de ese árbol, continuaba con sus pedidos de auxilio al tiempo que propinaba cachetadas a los insectos. Luego de ese lapso indefinido de desahucio, la tensión de su cuerpo se relajó: notó la presencia de otras personas. Las reconoció como los pasajeros que habían tomado el vuelo con él. Al menos, a partir de las ropas que llevaban y la forma de sus cabellos; ya que antes del momento de la catástrofe, sólo había visto sus espaldas. Alzó una mano, tratando de esbozar una sonrisa que jamás se formó. —¡Enorme es mi suerte y la de ustedes! —exclamó con tono neutral, aunque a su voz le sobraba energía— ¿Podrían bajarme de aquí? Intenten hacer de mi caída una experiencia poco dolorosa.
—Pues, no será viviente por mucho tiempo más si no lo sacamos de allí arriba —repliqué al comentario de Ali. Miré al sujeto de allí arriba y en ese instante se dio cuenta de nuestra presencia, agradeciendo a su suerte y solicitando que lo bajemos y… ¿por qué rayos hablaba como si lo hubieran sacado de una novela inglesa? Era un poco molesto. —No, disculpa, pensábamos dejarte colgado allí un par de días más —comenté sarcásticamente, luego me volví hacia los demás—. Ok, no veo muchas más posibilidades a que se saque el cinturón y por algún milagro sea lo suficientemente rápido como para agarrarse de las ramas antes de que la silla se caiga. Si no es lo suficientemente rápido… bueno, para ponerlo simple, será puré. ¿Alguien tiene otra idea? Contenido oculto @Nekita @Cygnus @Taiga Aisaka @Jenna Bodt Fubar @rapuma
Aquel hombre parecía estar contento de vernos, no esperaba mucho más, digo...en esa situación era mejor ver a un grupo de personas que a un grupo de animales intentando llegar a ti para comer algo, y la verdad, me sorprendía mucho mas que él hubiera llegado intacto a ese árbol que nosotros a esa playa, después de todo pudo pasarle cualquier cosa atorado en ese asiento pero, para su suerte solo había terminado en ese árbol. Se que Tony había dicho algo con respecto a mi comentario pero decidí no responder, estaba mas interesada mirando las ramas que sostenían a aquel hombre con gran interés, imaginando las maneras en como podríamos ayudarle a bajar -que para mi no eran muchas- y la única que me parecía relativamente buena era la que había sugerido Tony, y tampoco parecía que otros tuvieran una idea mejor -e incluso yo misma me incluía en ese pensamiento, pero aun así creía tener una pequeña idea-. — Suene como suene... creo que la propuesta de Tony, podría ser buena... confiaremos en que tenga buenos reflejos y que pueda sostenerse de algo — comenté aun mirando hacia el árbol, si las ramas resistieron todo ese peso, lo resistirían a él colgado — Oh también...si contamos con algo parecido a lonas...podríamos sostenerlas entre todos e intentar amortiguar la caída intentando atraparlo — miré a los presentes esperando a que dijeran algo, cualquier cosa.. como "esa idea suena como algo sacado de una película, yo tengo una mejor", a este punto cualquier idea era válida
Viktor Reznov Observó al hombre atrapado en el asiento y la situación le pareció demasiado conocida. El ruso no emitió voz de voto en el momento que encontraron a aquél sujeto y solo se colocó por debajo del asiento atrapado y alzó los brazos. -Podemos atraparlo. Que se deje caer.
—Y si no llegamos a atraparlo, se convertirá en papilla —repliqué a la idea del ruso con honestidad. Luego me volví hacia Ali—. Las lonas que había en la playa, sospecho que los que quedaron las están usando para hacer tiendas o cosas así. Miré hacia arriba, la caída era muy alta… no era que se caía se haría mucho daño. Si caía, lo más probable era que no viviera para contarlo. Esperaba que fuera lo suficientemente ágil como para que no tuvieramos que ver otro cadáver más el día de hoy. —Ok, Shakespeare, escucha —le grité al tipo que estaba colgando en el árbol—. ¿Crees poder soltarte el cinturón y tomarte de las ramas antes de que el asiento caiga?
El hombre que pendía en el asiento clavó una mirada de hielo al cuerpo del que lo llamaba “Shakespeare”, empequeñecido por la distancia. “¿Quién se cree que es la sabandija esta?” pensaba en su fuero interior “Pero es positivo que muestre ese enérgico engreimiento y no desesperación… En fin…” —Claro que puedo, pequeño —replicó mientras se disponía a soltar el cinturón de seguridad que la butaca todavía conservaba. Las ramas que enclenques lo abrazaban emitieron chasquidos que le supieron a peligrosa queja. La butaca hizo un leve movimiento hacia abajo. El hombre apuró la retirada del cinturón, pues no quería que el asiento se precipitara e hiriera a los que milagrosamente se salvaron de la caída. Así, fue su cuerpo el que comenzó a precipitarse al vacío. Pero sus reflejos y su fuerza estaban entrenados… Apenas sintió la inevitable atracción de la gravedad, el misterioso pasajero se aferró a una rama que, si bien era delgada, tenía alta resistencia y longitud. Todos contuvieron la respiración cuando notaron que, pese al agarre, todo su cuerpo se deslizaba hasta el final de la rama. Pero la caída se detuvo abruptamente en el último centímetro de la rama, de la cual quedó colgando el hombre. Acto seguido, se balanceó hasta hacer pie sobre un ramaje más grueso. Y desde allí, se abrazó al tronco para iniciar un lento descenso, ayudándose con la planta de los pies… Hasta que, finalmente, hizo contacto con la tierra. Con raspones en los brazos y la mano derecha quemada, pero a salvo. Se postró frente a los demás pasajeros del avión, mirándolos como quien analiza un libro.
Viktor Reznov -¿Quién pidió tu opinión, niño? -inquirió bastante molesto a Tony sin desviar sus ojos del hombre que oscilaba en la altura en una precaria situación. Y entonces ocurrió; aquél hombre demostró su enorme destreza y llegó a tierra firme luego de unos cuantos segundos que parecieron eternos. Dio un paso atrás para esquivar el asiento del avión que cayó justo donde estaba parado segundos antes. Gruñó y observó al nuevo integrante que por fin había podido descender en óptimas condiciones. Arrugó el entrecejo y allí se quedó, midiéndolo de pies a cabeza.
El hombre al parecer había decidido tomar la opción que había propuesto Tony: quitarse el cinturón y rezar porque pudiera sostenerse de una rama antes de caer al suelo. Se quitó su cinturón seguido del crujir de las ramas que lo sostenían, y solo por mera precaución retrocedí un par de pasos para cuando cayera el asiento al suelo tener un poco mas de "seguridad" de saber que no me caería en sima. Para su suerte aquel hombre, en su caida logró sostenerse de una rama rápidamente y de cierta forma arreglárselas para pasarse entre las ramas y llegar sano y salvo al suelo con nosotros — Bien hecho Tarzan... — le felicité observando como el asiento casi le caía al ruso que por suerte lo había esquivado con simpleza, ahora eramos 14 sobrevivientes atrapados en esta isla
—Pues, bajo en una pieza gracias a mi opinión, ruso —le repliqué al hombre en razón de su comentario anterior con una pequeña mueca de satisfacción. Dicho esto, me acerqué junto a los demás a inspeccionar al recien descubierto sobreviviente, aunque lo mismo podía decirse de él, que nos miraba a todos analíticamente; bueno, había que comenzar por algún lado, ¿por qué no con unas introducciones? En la playa había funcionado para romper el hielo y calmar a todos, así que… —¿Por qué no comienzas con un nombre? —sugerí, mirando al extraño con curiosidad, como un niño observa un caramelo nuevo que acababa de salir a la venta en el kiosko—. Yo soy Tony, y éstos aquí son Alisson, Hikari, Terra, Miguel y… el ruso. Aún no nos dijo su nombre. Hay sospechas de que no tiene uno, en cuyo caso vamos a tener que inventarle uno. Yo sugiero Bob. Me gusta Bob.
—Vaya, ¿acaso hay una epidemia de poner apodos? —bufó el hombre, pasando sobre sus cabellos platinados la mano sana... " 'Shakespeare', 'Tarzán', 'Bob' ¡Cuánta falta de creatividad!" —Me llamo Isaac Rademacher —se presentó, encogiendo los hombros como si con ello restara importancia a su identidad—. Alemán, pero criado en Inglaterra. Crítico literario, becado en Sydney. Viajaba en la cola del avión. Era consciente de que su presentación era más larga de la necesaria. Quería ahorrarse el fastidio de responder todas las preguntas que pudieran llegar a hacerle, por lo que prefirió arrojar mucha información de golpe para ahuyentarlas. Rogó que eso dejara satisfecho al arrogante niño que se presentó como "Tony". Respecto al nombre del ruso, no se inquietó demasiado por el enigma de su persona. Le daba lo mismo. Aplastó un insecto que, sigiloso, se alimentaba de la sangre de su cuello.
Viktor Reznov Gruñó cuando volvían las presentaciones; odiaba todo aquél circo y Viktor no planeaba estar mucho tiempo en aquella isla y quería ahorrarse la molestia de presentarse, además y con toda sinceridad, le importaba un comino aquel grupete de niños adolescentes. ¿Es que de verdad habían sobrevivido ellos? Escuchó el nombre del alemán y arrugó la nariz con desprecio; odiaba a los alemanes. Odiaba a todo aquél ser nacido en Alemania; no importaba la circunstancia, los aborrecía con el alma. Escupió a un costado, cerca de los zapatos de Isaac y observó a Tony. -Quizá estos niños crean que eres su líder, pero el mio no, niñato. -rugió indignado con su marcado y vulgar acento, luego se acomodó la chaqueta que iba transportando debajo de su brazo y comenzó a caminar en la dirección que él pensaba era la correcta. Pronto terminó por alejarse del grupo de sobrevivientes.
—No te pongas celoso, cariño, podemos llamarte Bob a ti si quieres —concedí a Isaac con una sonrisa sarcástica propia del Gato de Cheshire. Me voltée y caminé hacia atrás un par de pasos. Localicé un tronco hueco y me senté en esto, tomando un breve momento para pensar. Luego levanté la mirada y, dado que nadie rompía el silencio, como de costumbre, fui yo el encargado de hacerlo. —Muy bien, ¿hacia dónde ahora? Isaac, tu debiste tener una buena visión desde allí arriba, ¿algo que valga la pena mencionar que hayas visto sobre los alrededores o sobre la isla donde nos encontramos?
—¿Y quién dijo que esa "cosa" es mi líder? —replicó Isaac mordazmente, pero el ruso ya se había alejado. Y hablando de Roma, Tony le formuló una pregunta... Fastidiado, hizo memoria del largo tiempo en el que estuvo rogando auxilio a la nada... Insectos, paranoias, fantasmas de depredadores... Hasta que la imagen de una sombra nubló su mente por un instante. Súbitamente, paseó los ojos nuevamente sobre los rostros del grupo... "No está..." —Aquí falta alguien... —dijo de pronto, enterrando las manos en los bolsillos (e ignorando el escozor de la que estaba quemada)— Una persona pasó cerca de este árbol, dando pasos erráticos, sin escuchar mis pedidos de ayuda... Pensé que venía con ustedes... Pero es imposible; se marchó por el camino que está tomando el ruso... Observó la espalda de esa bestia salvaje... Más allá de su camino, poco podía apreciar. Pero tenía claro que alguien más estaba en la isla, además de ellos.
¡Y que humor tenían todos!, no se podía saber cuanto tiempo estaríamos en esta isla, pero si durábamos mucho estaba claro que no se podrían soportar ninguno de ellos, y al parecer a Tarzan no le hicieron mucha gracia los respectivos apoyos pero de igual forma dio una presentación... a la cual a mi parecer solo falto decir cuanto había sacado de promedio al final de sus estudios, con el nombre creo que nos bastaba a todos pero al parecer ese no era el caso. Luego surgió el problema de quienes eran los líderes y esa clase de cosas, el ruso se fue y que malo era eso, ¿¡quien nos guiaría al agua y demás!? bueno... estaba Terra pero... creo que ella se centraba mas en las frutas a nuestro al rededor y pasando nuevamente a Tarzan/Isaac creo que tampoco le hacía gracia que Tony fuera un "líder" — Vaya humor tienen todos...— susurré pasando una de mis manos por mi cabello, escuchando lo último que había dicho Isaac — Hay mas sobrevivientes... que bien... pero ahora.. ¿seguimos a... nuestro guía para ver si encontramos al amigo de Isaac y algo de agua? — pregunté mirando a todos, ojalá no lluevan discusiones
"Cosa…" repetí en mi cabeza la palabra con la que me había denominado el nuevo superviviente. Si bien estaba acostumbrado a esta altura a ser tratado como una cosa, a que me miraran como un ser repulsivo y desagradable porque mi orientación no es lo que la sociedad considera "normal", escucharlo por primera vez en una isla desierta por parte de un desconocido fue un tanto… impactante. ¿Quién diría que incluso aquí sería tratado como una basura, al igual que de regreso en casa? Pero todo este pensamiento permaneció en mi cabeza. No podía permitir que se reflejara en mi rostro; le dirigí a los demás presentes una sonrisa falsa, la única que me quedaba, y me puse de pie. —Guía el camino entonces, Isaac —solicité con tranquilidad.
Y caminamos viendo el hermoso paisaje que consistía de: arboles, arboles, arboles y uno que otro insecto ¡y más arboles!, uno no se podía cansar de algo así, mucho menos con el silencio provocado por nosotros tres que nos permitía escuchar todo lo que nos pasaba al rededor, pero podría apostar que a Terra le agradaba ese grandioso silencio que tanto pedía en nuestra excursión a buscar agua. Miguel seguía con su palo que había encontrado en esta jungla quitando un par de malezas que veía y por su parte Terra seguía investigando cosas que podrían servir de alimentos para nosotros mientras que yo... yo veía muy interesante todo a mi alrededor, intentando no molestar a Terra en y no acabarle la diversión a Miguel además de revisar el lugar donde pisaba ya que, como había dicho Terra antes, por aquí también podría haber serpientes, y no creía que fuera conveniente pisar una ahora. — ¡Miren!, ¡la playa! — les avisé algo emocionada, no solo porque salíamos de la jungla, si no porque daríamos la noticia a los demás que estaban trabajando arduamente en los refugios
Contenido oculto Con el poder de las Esferas del Dragón, ¡los invoco! @rapuma @Hey Miguel @Nami Roronoa @Noir Isaac Sombras débiles se deslizaban por el cielo, sumiendo el día en una oscuridad creciente. Sin embargo, el avance de éste atardecer sólo contribuyó a incrementar la voracidad de los insectos. Isaac ya estaba hasta la coronilla de ellos, pero no pretendía perder la templanza ante el arrogante Tony, de cuyo sentido de la orientación dependían. Acomodó bajo su brazo el montón de ramas secas que había recogido para la fogata e hizo caso omiso a las picaduras. Detrás de él venían, a paso incierto, el extraño Cristopher y Jesse. El ruso, con ese mal carácter que no hacía más que divertir a Isaac, se mantuvo alejado del grupo, así como aquella chica cuyo nombre no recordaba, y que se había adelantado demasiado “Habrá llegado a la playa” pensó. —¿Sabes si contamos contamos con privisiones para esta noche, niño? —preguntó a Tony cuando, a lo lejos, comenzó a divisarse el mar. Procuró ignorar el hambre mientras hacía el interrogante, mantener un tono despreocupado en la voz.
