Jardines frontales

Contenido oculto: Revoltoso

¿Takayan será la voz oficial de Vite? Lo veo (?)

Mi sonrisa confiada y mirada entornada no demoraron en esfumarse, siendo reemplazadas con rapidez por mis ojos abiertos como platos y una inhalación que me dejó más sin aire que con él. Me quedé quieto en mi posición, firme aún sintiendo el fuerte brazo del guardia; vamos, joder; siente mis propios músculos de... Mi rostro enfadado no demoró en cambiar a uno de genuina y apacible sorpresa, al reparar en lo que me dijo y en las pintas que llevaban.

Oh... ¿Ha-habían mencionado en la invitación que un gorila cubría el paso? ¡Diablos, esto no era lo pactado...! ¿O sí? Bueno, como fuera. No demoré en sacar con calma la invitación que tenía bien guardada dentro de uno de los muchos bolsillos de mi bandolera, mientras la buscaba comenté en un tono calmo, audible y apacible.
—Señor, los japoneses somos más bajitos de lo que cree, así que preferiría que no me fuera a juzgar solo por mi altura—. Saqué la invitación y se la extendí, ladeando la cabeza mientras le sonreía amplio con las cejas arqueadas con pena—; fue mi error también por entras así nomás—. Cerré los ojos, sonriente y avergonzado—, pero le pediría ser más cuidadoso con... las personas de nuestro tipo a la próxima.

Recibí la invitación de vuelta, volviéndola a guardar donde mismo con calma.
>>Solo usted sabrá que es lo mejor en su trabajo; pero hubiera sido una pena que tropezara y por el golpe...—. Saqué mi ocarina, mostrándosela aun con una expresión algo tímida, pero nunca vacilando— esto se hubiera roto—. No demoré en guardarla, tomando distancia luego con las manos tras la nuca, caminando de espaldas sin ingresar hasta que estuviera seguro que no volvería a recurrir a la fuerza conmigo— ¡Eso, nada más que decir!

Me di media vuelta, listo para irme dónde sea que me admitieran; sí no podía entrar ahí, podía irme a pasear a otro lado de japón, digo, Tokyo: ¡La noche era joven!
>>Que tenga buena noche~

Y más le valía a los otros que la tuviera: No vine aquí a pelearme con la gente.

Contenido oculto: Raise no fool

Ya hacia falta su banda por excelencia uwu

Estaba sumida en mis pensamientos, me había apartado del camino, marginado a un costado, pero nunca terminando de aislarme; en el internado siempre compartí habitación con alguien, y cuando trepaba sus grandes árboles... terminaba por observar todo, en todo sentido. Los distintos y variopintos nidos de aves, las madrigueras de ardillas y otros animales; un par de colonias de ratones, que exterminaban de inmediato, las lechuzas en el campanario...

Eran hermosas... todas esas cosas. Y al final tan solo replicaba lo que había hecho la mayor parte de mi vida; observar, enajenarme de cualquier sentido solo para centrarme en mi visión, en reconocer cada silueta, máscara, tonalidad y...

—Hmng—. Di un claro respingo, mi parpados abiertos en par en par y mi labios apretados, tal sello, más que nada por que inhalé por la nariz. No demoré en apartarme al lado opuesto del causante, con un movimiento fluido de pierna y torso, dejando mi pie derecho clavado donde siempre estuvo: No era una reacción d huida, era una antelación innata a un golpe inminente que nunca llegaría en esta ocasión; prácticamente había esquivado a la nada de una forma ágil, sin siquiera procesarlo.

Pestañeé sorprendida, observando a... ¿Acado era la tal... Yumemi? De manera lenta y paulatina volví a una posición recta, con una mano sobre mi regazo, la otra aún cubría la oreja sobre la que me habían murmurado. Apenas y fruncí un poco el ceño, confusa, ladeando el rostro; era un avance, pero seguía sin ser demasiado expresiva.
>>¿Yu... Yumemi-san, serás tú de casualidad? —musité, firme y clara, pero de todas formas no era común que alzara la voz; aunque muchas me habían visto gritar.

Romper vidrios...​

Y llorar, claro.
​

Era muy llorona en el fondo.
​

Le brindé entonces una sonrisa a la chica, aún con las cejas arqueadas con pena, pero la verdad era que el rubor en mi mejillas era bastante insignificante, teniendo en cuenta los escalofríos que me provocó su susurro en mi oído. Aún tenía la cabeza ladeada cuando hablé, solo que ahora tenía una mano sobre la otra, calmada.
—Te ves hermosa hoy.

Vaya Margarita; eso era nuevo...

Bien hecho, linda.

Contenido oculto

;www; Estoy tan soft que lloro

 

¿Que si me interesaba llegar temprano a la fiesta de la jodida de Akaisa? La verdad me daba bastante igual, no era que fuese mi fiesta para empezar y para los objetivos que me interesaba tampoco hacía falta que fuese un puto reloj exacto, pero bueno allí estaba.

Me había pasado toda la tarde en casa del encargado del bar ese en Bunkyō al que había ido con Welsh antes de dejarla en la mierda. El idiota estaba llegando a las veinticuatro y seguía ligándose a mocosas de instituto, teniendo en cuenta que cualquier chica de su edad parecía no darle bola.

Digamos que yo solo estaba allí porque el imbécil me pagaba los tragos, la hierba y le sacaba un polvo, poco más. Sin embargo, esta vez el idiota estaba tan desesperado que se había sacado los ahorros, me había ayudado con el vestido y hasta iba a ir a dejarme en coche a la mansión de Akaisa.

Tremendo combo.

—¿De verdad te interesa esta fiesta, Tolvaj?

—Me interesa el alcohol fino de Akaisa y el hecho de que hay un camello presente~

—No esperaba menos —respondió con cierta suficiencia que no sabía realmente si podía permitirse.

Aparcó el coche cerca de la mansión, bajó del auto y me abrió la puerta casi como si de verdad tuviera algo de decencia. Me coloqué la máscara antes de bajar, una vez fuera estiré la mano para darle un par de palmadas en la mejilla y me dirigí sin decirle nada más hacia el gorila de la entrada, ya con invitación en mano. Ni siquiera me detuve solo le mostré el papel mientras caminaba.

Los tacones hicieron ruido sobre el camino hasta la entrada principal y el cabello me hacía cosquillas en los hombros descubiertos.

La verdad es que no iba a quejarme si esa noche conseguía un buen polvo, a pesar de haber dejado seco ya al imbécil que me acababa de dejar en la fiesta.

No me molestaba en disimular mi codicia.

Con el vestido descubierto el tatuaje de la serpiente quedaba completamente a la vista, me corría por parte del cuello y seguía su camino hasta el omóplato antes de regresar y enredarse en mi brazo.

A medio camino me alcanzó otra persona, iba con un traje azul que la verdad le quedaba más que bien al idiota, y quizás no lo hubiese reconocido de no ser por la parte rapada de la cabeza y los tatuajes que se asomaban bajo el traje en parte de la piel del cuello y los dorsos de sus manos. El indicador de su mano dominante lo delataba más que el resto.

Estaba guardando en el bolsillo la invitación que debió enseñarle al gorila.

Si no sería todo un yakuza boy el hijo de perra.

—Shimi-kun~

—Discordia —respondió con una sonrisa de las suyas en el rostro

—No se vale venir tan formal cuando lo que provocas es querer sacarte la ropa, cariño.

—Podría decir lo mismo, pero la verdad esta noche quiero buscar variedad, Eri-chan

—Qué aburrido~

 

Siempre era interesante, cuanto menos, explorar los límites del poder que te confería ser parte de la alta alcurnia del mundo de sombras. Digamos que podía considerarlo una especie de aficción; tirar y tirar, tensar la cuerda con tal de obtener una respuesta que nunca llegaba. Los hombres de papá me recibían con aquella asquerosa docilidad habitual, cargados hasta los dientes de regalos imposibles y combinaciones absurdas que yo misma inventaba, con tal de deleitarme con su desasosiego al no poder cumplir aunque fuera un mísero capricho del ojito derecho de aquel que les tenía comiendo de su mano.

Porque, ¿qué no harían por el señor Ankoku? Por el hombre que extorsionaba sus comercios y drenaba sus rentas. Por aquel que les resguardaba bajo su ala a cambio de su silencio y su libertad. Qué no harian por preservar su única y valiosa descendencia.

Aunque esa descendencia fuese desgraciadamente una mujer.

Por supuesto que no pusieron pegas a mis caprichos acerca de la fiesta, aún cuando había sido tan hija de puta como para avisar de ello la mañana de la misma. La sonrisa plastificada en respuesta, como si fuesen mis subordinados y yo alguna especie de diosa a la que rendirle culto, un par de llamadas y tenía el vestido y los accesorios de lujo un par de horas después en la sala de costuras. Las respuestas nunca llegaban de manos de Kasai Ankoku; a aquellas alturas su presencia en el hogar era un mero recuerdo que se mantenía vivo de manos de aquellos rostros que deambulaban por mi hogar, que se renovaban con el tiempo y desconocía por completo, manteniendo el perfecto hogar en su ausencia. El perfecto refugio de sombras.

No hacía faltar tener muchas luces para saber que nadie en aquel lugar me tomaba en serio. Era una mera figura pública, una muñeca en exposición a la espera del titiritero que pusiera en mi boca palabras ajenas. Pero con los años había aprendido a pretender. Tenía todo un don para ello. De modo que acepté el vestido, los tacones y el precioso collar de plata con la jodida sonrisa presuntuosa encima. Deleitándome en mi inexistente poder, quizás.

No era tan estúpida como para saber que no era mi momento.

No aún.

La noche de la fiesta llegó así y tuve cierta sorpresita esperándome en el coche. El hijo de los Shinomiya había terminado por acceder a acompañarme en aquella encantadora velada, arreglado como el niño bien que parecía ser, con sus modales de caballero y todo. Me ajusté la máscara en el rostro y tomé su mano con elegancia cuando me abrió la puerta del coche, sin ocultar la sonrisa ni el brillo jocoso al otro lado de la máscara. Le dejé recorrerme con la mirada mas que encantada, porque sería un desperdicio no hacerlo, y me sujeté en su brazo con cierta presión innecesaria mientras nos dirigíamos hacia la entrada atrayendo miradas de aquí y allá.

Había que ver, si hacíamos buena pareja y todo.

Kou pareció seguir una línea de pensamiento similar a la mía y se dirigió directamente a la entrada, hacia donde el gorila de los Akaisa sellaba la entrada. Le mostré la entrada entre mis dedos, sin prestarle demasiada atencion, y noté a una castaña de cabello corto bastante bonita fruncir el ceño frente a nosotros. Acabábamos de colarnos en su puta cara, normal que no le hiciese gracia.

Ah, c'est la vie.

—Permiso, linda~ —le guiñé un ojo, sedosa, antes de perdernos hacia el interior del pasillo de estilo victoriano. Escuché las palabras de Kou, soltando una risa baja y fresca sin siquiera dignarme a mirarle. No se lo creía ni él, me temo—. Solo la noche lo dirá, chérie.

Noté de soslayo que la castaña del vestido negro entraba no mucho después, probablemente maldiciendo toda nuestra estampa, y volví a mirar al frente, ensanchando mi sonrisa de manera sutil.

>>Y de momento tengo el extraño presentimiento de que será memorable~.

Contenido oculto

iM STILL ALIVE I SWEAR

*c vuelve a morir*

Voy a postear again con hotaru shishi, wait a sec

 

Contenido oculto: Mountain Temple

Ingresé con aparente calma, con mi mirada apática y aburrida de siempre, cualquier pisca de nervios o dudas habían sido dejadas atrás con anterioridad; mínimo una cuadra, puede que incluso dos y media, de llegar a la mansión de los Akaisa. Para mi propia sorpresa, fue cosa de que mamá y papá fueran informados por mí de que iría a esta... fiesta de gala, mascarada, cómo quisieran llamarlo; para que se movieran veloces, buscaran un buen traje entre los que tenía papá, le hicieran un par de ajustes... Y descubrieran que era mucho más alto que él mismo.

Esos pequeños detalles a veces me deprimían, a pesar de que no durara mucho; qué ambos estuvieran tan ocupados que cosas claras como el agua pasaran desapercibidas a sus ojos. A sus dos esforzados ojos. Para fortuna de todos, entre Hikari-senpai y Onee-chan, sin descontar a mi madre, se comunicaron en dos tiempos con bastantes conocidos, y en menos de tres horas ya se habían conseguido un traje de mi talla. Los zapatos los compró papá ese mismo día, Kenta viajó de no sé dónde solo para encontrase con nosotros en cerca de la estación y entregarme el resto de implementos y detalles, entre ellos las máscaras. ¿Qué hacia Kenta con una máscara? Ni idea, pero prácticamente me la regaló y luego se marchó en solitario por las oscuras, pero iluminadas calles de Tokyo.

Se supone... que era un evento privado, ¿no? Y a pesar de eso, demasiada gente a mi alrededor se terminó enterando, me terminaron apoyando. Era lindo, reconfortante, me recordaba el por qué hacía lo que hacía, me reubicaba en el mundo, me motivaba a seguir buscando qué hacer con mi vida.

Con mi valiosa vida.

Contenido oculto: Aoi no shounen

Me mantuve en silencio la mayor parte de la fila, en realidad no fue la mayor parte; no abrí la boca en ningún momento, pero al menos podía ver con claridad cada silueta, traje y máscara llamativa; las voces también eran algo a resaltar. Una sonrisa, mezcla de sorna y desagrado, adornó todo mi elegante conjunto; esa era Ankoku-senpai, ¿no? Uy, diablos, ¿quién sería entonces su acompañante? Mantuve mi sonrisa apacible, divertido...

Tal vez Cayden-kun tendría razón; uno podía sacar muy buenas cosas de acá. Mantenerme sobrio mientras el resto caía como pájaros sería el verdadero y más divertido reto. Le mostré con seriedad la invitación al guardia, luego se la entregué con movimientos educados, esperando a que me permitiera entrar; mantuve una expresión que no generaba nada en especifico, pero no demoré en fruncir el ceño con cierta desconfianza en cuanto el hombre me miró con clara mala cara.

De todas formas me devolvió la invitación y con un gesto de cabeza me dejó pasar.
—Gracias~ —solté de todas formas melodioso y sonriendo con alegría algo genuina, nadie se salvaba tan fácil de una sospecha de atentado y se libraba sin un par de huesos rotos, no con un gorila de como dos metros a un paso de ti. De todas formas no me quedé mucho tiempo incordiando ahí, caminé con cierto apuro en dirección a la entrada, buscando al menos dejar de incomodar al hombre con mi sospechosa apariencia.

Dioses, ¿cómo no pude tener dos dedos de frente? Pe-pero bueno, que nunca había ido a fiestas tan elegantes, y mi mochila no podía abandonarme así como así.

Contenido oculto: Tea ceremony

Me acerqué con pasos sigilosos a la chica, pero de seguro por mi porte su espalda sintió la presencia de alguien tras ella. De cualquier forma, no perdí el tiempo y antes de que siquiera pudiera alcanzar a voltearse, posé con cuidado ambas manos sobre sus hombros. Me incliné para asomarme un poco por su costado derecho, sonriente a ojos cerrados, mostrando tan solo un poco de mi hilera de dientes bien cuidados.
—Buenas noches, Ōjo-san— Tras ese saludo, que reflejaba mi entusiasmo y alegría de verla, terminé por soltar de inmediato; para poder llevarme ambas manos a los bolsillos de mis pantalons, mientras me erguía con rectitud y carisma, sonriendo amplio a labios y ojos cerrados.

>>Es un gusto tenerte en esta fiesta—. Abrí entonces los ojos, sonriendo ladino, pero manteniendo mi mirada sobria a pesar de todo—; ¿no crees lo mismo?

Contenido oculto

Hygge uwuuwuwuwuw

 

La noche esperada llegó sin mayores contratiempos. Logré organizar todo a tiempo, tenía ahorros suficientes del trabajo para poder permitirme un pequeño capricho y ese fue el vestido. Fue amor a primera vista, de hecho me tardé mucho menos de lo que esperaba para encontrarlo. A pesar de no usar siempre ropa demasiado femenina, por eso de preferir la comodidad antes que otra cosa, amaba probarme vestidos y por una vez se sentía bien. ¡Estaba hasta de buen humor y todo!

...O lo estaba, al menos hasta recordar que había gente que se lo tenía bastante creído y en una fiesta de pijos no iba a ser la excepción. Una pareja pasó de frente como si nada, saltándose la cola con una suficiencia que te cagas, y recibí la mirada sedosa de la tipa sosteniéndole la mirada desde mi lugar en todo momento. Mantuve bastante la calma, eso sí, pero si las miradas matasen estaría bastante enterrada bajo tierra. ¿Quién se creía que era para buscar un trato diferente al resto?

Dejé caer los hombros con un suspiro pesado, comenzando a avanzar hacia el interior de los jardines. Tampoco iba a echar por tierra la ilusión que le tenía a la fiesta por esa tontería, pero debía agradecer la llegada de Nakagawa en ese momento. Ver su gesto relajado y el tono animado en su voz a pesar de cómo se marchó el día anterior me quitó un peso de encima, y reflejé su gesto con bastante alivio encima. Me alegraba que todo estuviera bien entre nosotros.

—¿Hm? Lo cierto es que no, no mucho —Fingí ante su pregunta, mirándome las uñas con desinterés. Pronto solté una risa nasal, dejando el teatrillo de lado para ajustarle un poco la corbata por pura manía—. Es genial verte por aquí, cariño. Te queda muy bien el traje, ¿sabes? Podrías probar a ponértelo más a menudo.

No me percaté de que dos personas se acercaban a nosotros no mucho después hasta que distinguí las mechas rosadas de la chica de mi clase, Anna, y mi sonrisa se ensanchó al reconocer a Emily detrás de ella. Me volví hacia ellas para permitirles entrar a la conversación si así querían.

—¡Ah! Hiradaira-chan, Emi, pero mirad qué lindas~. ¿También acabáis de llegar? —Saludé a las chicas, echando un vistazo alrededor para volver a encontrar sus ojos. Señalé a Yashi con la palma de la mano extendida ante la pregunta se la morena—. Él es Nakagawa-kun, es el presidente del club de radio al que quiero entrar y tal. Naka-kun; ellas son Hiradaira-chan y Hodges-chan~.

 

Contenido oculto: Once upon a December

Hygge Responda cuando puedas nomás, cariño uwu <3

Mi sonrisa no demoró en apaciguarse en cuanto una grave voz nos abarcó, aunque eso no le quitaba lo dulce de la acción. Volteé a verla con movimientos calmados, sonrisa apacible y mirada sosegada, pero aún así mantenía cierta chispeza alegre, no por ello menos gélida.
—Buenas noches —más bien musité, manos en los bolsillos del pantalón y, a pesar de que empecé manteniendo buena postura, ya me había puesto en una posición más de vago. En todo caso, no era muy común que estuviera de pie a esas horas de la noche.

En eso no demoró en llegar otra azabache, no hacía falta recalcar que ambas se habían lucido con sus trajes. Era casi ver como dos princesitas hermanas a juego, demasiado adorable a decir verdad. Abrí la boca en un ademan de responderles, pero la cerré de inmediato, con ligera sorpresa, en cuanto White-san se me adelantó. No demoré en entornar la mirada con cierta ternura, antes de volver a mirar al dúo con una sonrisa más amplia y risueña, pero igual de calma que todo mi reciente accionar.

La verdad es que ser conocido como el presidente del Club de Radio, bueno, no lo sé; me brindaba una calidez en el pecho pocas veces comparable a otra cosa. Sí, aquel lugar me había cambiado la vida y recién ahora venía a percatarme de todas sus consecuencias.
—Un gusto, chicas —hablé con calma, para luego sostener la mirada de Hodges-san, tranquilo, entornando tan solo un poco los ojos al hablar, otra vez erguido como correspondía—; creo que te he visto, ¿no?

Desvié la mirada entonces, con rostro y todo, para enfocar mi mirada en algún punto perdido de la oscuridad del jardín. Vamos, que no dejaba de ser tímido, no importara cuanto intentara por demostrar lo contrarío.
>>Segundo...— Entonces mi mirada recayó en Hiradaira-chan, a la cual le brindé una leve sonrisa, siempre con un deje de ternura que vaya a saber uno de dónde venía o por qué nacía...

Oh, pero no demoré en demostrar sorpresa en cuanto esta chica prácticamente salió corriendo con su amiga, aferrada a la muñeca de su amiga. Las miré con cierta pena y una sonrisa amplia a labios cerrados, para luego soltar una leve y enternecida risa con los ojos cerrados también.
—Son adorables —musité otra vez buscando la mirada de White-san.

Sin pensarlo mucho pasé unas hebras revoltosas que perfilaban su rostro por detrás de su oreja izquierda, mirando sus ojos con esa cara de bobo enternecido. ¿Qué si me sentía idiota? Sí, ¿me importaba? No en verdad. Volví a llevarme la mano al bolsillo, siempre sosteniendo los orbes de la chica con mi sonrisa sutil y ojos de cansancio permanente, a pesar de que la mitad de las veces se vieran a sí por su forma natural.

>>¿Te parece ir entrando ya? —hablé con calma, dispuesto de momento a consentirla todo lo que quisiera.

No es como sí tuviera a alguien más con quien andar, después de todo.

 

Dellen Norsa
"Que suerte la mía" pensaba mientras veía por entre algunos matorrales como el distraído guardia se dirigía a hablar por teléfono desatendiendo sus mismas obligaciones, y eso que pensaba que solo en mi país originario la policía pecaba de incompetente.

Me moví sigilosamente unos metros hasta que ví vía libre, por lo que me eché a correr hacia el interior de la edificación. Era nuevo en esta escuela, y, si bien era cierto que colarse en una fiesta era la mejor manera de empezar a hacer amigos, admitía que tampoco me sentía del todo cómodo colándome sorteando la seguridad.

— Bueno, ya ¿Que más da? He logrado colarme—. Murmuré entre dientes amagando una sonrisa de satisfacción mientras escuchaba la música desde ahí. Claro que decidí echar un vistazo alrededor de los jardines. Sin dudas los adoraba, y su perfecta decoración hacía que me sintiera verídicamente cómodo con solo verlo.

Finalmente decidí entrar a la misma residencia....

 

Dellen Norsa
En medio de mi contemplación del extenso jardín, de un modo u otro, alcancé a ver unas personas que habían salido, ignoro si a tomar el aire o lo que fuera. El caso es que, sin mayor dilema, me acerqué a ellos con calma en el momento en que mi mirada se cruzó con la persona que parecía haber hablado, ¿Lo habría hecho de mí? Claro que tampoco podía culparle si es que no me había visto nunca y la verdad tampoco yo a ellos. Al fin y al cabo, tenía pinta de colado porque de hecho, ¡Me había colado!

Cuando finalmente me acerqué al grupo, me guardé las manos en los bolsillos y apoyé mi espalda contra la pared para estirar el cuello, liberando un suspiro, mientras cerraba con lentitud los ojos.

— Creo que deberíais contratar mejores guardias de seguridad, el de aquí se ha distraído con inmesurada facilidad, me llamo Dellen, Dellen Norsa—. Expresé amablemente, en un tono muy calmado— Lamento la intromisión.

Luego me fijé en el resto de gente y, por el aparentemente escándalo que en el interior de la casa, supuse de antemano que habrían muchos más dentro.

— Llámame entrometido si gustas, pero ¿Cuantos hay dentro de la vivienda?—. Añadí con el mismo tono sosegado de antes

 

No se lo había dicho nunca pero lo cierto es que quería mucho a Bleke, así como a Kashya, las quería un montón porque había pasado con ellas tantos días que me era imposible no hacerlo. Disfrutaba su compañía, el hecho de que aunque no lo decían sabía que se preocupaban por mí a su manera y ahora Bleke estaba allí, guiándome de la mano como si nada.

Al pasar por la cocina había visto a Anna un poco al vuelo, estaba de lo más bonita, parecía una princesa de pies a cabeza y pensé en que en algún momento de la noche debía decírselo. Que merecía saberlo.

El aroma a jazmín me alcanzó a mí también, no me resultaba empalagoso ni nada, era agradable.

—Sí, todos tienen su tulipán ya —respondí dedicándole una sonrisa suave.

Apenas había terminado de responderle cuando la tercera voz se sumó, estuve a punto de dar un respingo pero al final lo que terminé por hacer fue apretar un poco la mano de Bleke, casi sin darme cuenta. Me había estado divirtiendo con las chicas y con Al, así que se me había olvidado por completo que se suponía que estaba en el mismo espacio físico que Joey y hasta que le había prometido el baile.

—Hola, cielo —saludé sin filtro de ninguna clase, pues porque tampoco era raro en sí que yo tratara así a la gente.

No iba a mentir, sentí que algo de sangre me subió al rostro cuando nos repasó con la vista, digamos que aunque había pensado que me sentía bonita hace apenas unas horas no era que me hubiese hecho a la idea de que me miraran o que me mirara él para empezar. Como fuese, digamos que la máscara ayudaba un poco a disimular esas cosas y a dar cierta comodidad.

Observé la dirección que indicó mientras dejaba ir la mano de Bleke y alcé un poco las cejas al notar la silueta del albino que en efecto parecía haberse colado.

—Supongo que más gente escuchó de la fiesta —añadí para que ambos me escucharan.

Para mi sorpresa el chico, que bueno había que ver el susodicho colado que parecía un armario empotrado con esa estatura, se nos acercó sin mucha complicación, se presentó incluso. Parecía tranquilo a decir verdad, aunque digamos que era... Simpatía de albinos o alguna cosa así.

—También se supone que no hay que ingresar a propiedad privada —comenté con voz suave. Digamos que podía achacar ese comentario al poco alcohol que ya traía encima—, así que ambos fallaron de forma bastante preocupante. Bienvenido de todas maneras, Norsa.

Ya estaba hecha a la manera japonesa, no había mucho remedio.

—Ah, Jezebel Vólkov. —Acaté a presentarme después; al escuchar su pregunta busqué la mirada de Joey y también la de Bleke—. No me fijé mucho en eso, ¿algún aproximado? Siendo que toda la escuela pareció recibir invitaciones...

 

Dellen Norsa

¿Jezebel Vólkob? ¿Sería ruso? Aparentemente, más ¿Que más daba? Aunque ¿Propiedad privada? ¿Privada de quién? A decir verdad... Esto parecía todo menos una propiedad privada, más decidí obviar sus supuestos reproches.

Curiosamente, su tono de voz calmado e incluso amigable parecía contrastar de alguna extraña manera con la forma técnicamete molesta que debería más, solo lo achaqué a que tenía un día de suerte. Bien, en cualquier caso ahora me sentía en una especie de dilema ¿Entro o no entro? Debo admitir que si que fue un golpe de suerte lo del guardia, claro que también admitía que me he colado indiscriminadamente en una fiesta en la que no estaba invitado pero ¿Que importaba? Claro que luego escuchando detenidamente lo de que "Más gente escuchó de la fiesta" Sí, era cierto que la voz se había corrido de forma increíblemente rápida y extendiéndose con esa misma celeridad

— Sí, parece que han de ir con más cautela teniendo en cuenta que personas como servidor pueden entrar de forma descarada. Claro que en mi defensa debo alegar que, en ningún momento tuve constatación de que fuera una celebración privada—. Reverencié— Lamento los problemas causados más, confío sepan perdonarme, en cualquier caso, busco formar parte de la academia si aún queda alguna vacante. No hace mucho que llegué a Japón, en cualquier caso, es para mí un placer mayúsculo conocerle señor Vólkob. Espero no le resulte indiscreto preguntarle su nacionalidad

 

Contenido oculto

¿Una invitación?

¿Una mascarada?

Uy, al chico se le había caído la tarjeta de entrada, vaya lástima. ​

Parqueé el auto cerca a la dirección de la ubicación impresa por el código, que para mí sorpresa no era ni tan lejos del apartamento que habiamos alquilado. Mis ojos viajaron por el retrovisor al ver a Génesis, la cual se notaba bastante contrariada aún mirando su mano derecha como si estuviese incrédula a lo que había pasado hace solo unas horas atrás.

Venga Allen, había que superar las pérdidas.

Con lo preciosa que se veía así vestida.

Afortunado y todo me sentía.

—¿Piedra, papel o tijera? —la escuché preguntar con el vestido recién comprado entre sus manos, relajando los hombros mientras extendía la izquierda abierta con la tarjeta negra que ella dudaba en tomar.

—Sí. Si gano vamos a esta cosa. Mira, tómalo como la última adrenalina del fin de semana antes de la incesante semana de clases. Igual, si ganas no iremos, pero —ladeé ligeramente la cabeza—, si gano yo, prometo que no haremos nada peligroso, bueno, al menos por lo que es el fin de semana. Hay que ir con máscara y todo, ni se darán cuenta.

No faltaría el vivo que sí, pero qué más daba.

Ella arqueó una ceja y yo relajé la sonrisa al saber que tendría su compañía en la travesía.

—Bien…

Piedra, papel o tijera.

Piedra, ella tijera. Vaya…

Le sonreí con mofa mientras seguía ensimismada en su elección, aprovechando la oportunidad para pasar mi brazo por el cuello de mi hermano.

—Ropa formal, figura ampliar las compras. Corbata y máscara~

Le escuché reír mientras señalaba con el pulgar una de las tiendas elegantes del centro comercial.

—Imagino que aceptamos sugerencias de las chicas en base a nuestras elecciones, Zeldryck.

—Supongo —respondí soltándolo.
​

Zoldryck salió del auto y abrió la puerta a las dos señoritas mientras yo me observaba en el retrovisor, ajustando la corbata escarlata y la máscara del mismo color.

—Ey hermano, hay un tipo bien grande ahí en la entrada.

—Sino lo hubiese sería decepcionante, ¿no crees? —dejé la tarjeta en el asiento ya libre de copiloto—. Yo lo entretendré y ustedes entran, con clase, por supuesto, no vaya a ser que haya gente en el jardín y detecten que están entrando sin tarjeta y demás, no sería divertido.

Zoldryck sujetó la mano de Génesis, a lo que ésta lo recibió con las mejillas tenuemente manchadas del carmín. Como solía ser. Que pereza.

—De una —le escuché decir al varón con simpleza.

Bien, a entretener al grandote entonces.

Procuré volver a arrancar en el auto para darle la vuelta a la cuadra y dejarlo puesto al lado contrario dónde los había hecho bajarse, aprovechando la oscuridad de la noche. Sujeté aquella invitación no correspondiente entre el dedo índice y corazón de la izquierda, colocándole el seguro al auto con la derecha para después dejar deslizar las llaves en el bolsillo del pantalón, caminando hasta le entrada a lo cual dejé caer la tarjeta, recogiéndola mientras me cercioran que tenía la vista del tipo sobre mí.

—Buenas noches —saludé relajado, sacando el móvil para mostrarlo lo que el codigo QR plasmaba en la pantalla como ubicación exacta—. Los datos de mi celular están fallando y no sé si esta es la ubicación correcta —presioné la pantalla táctil para que la aplicación descargada por mi hermano en el camino hiciera gala de presencia, pixeleando la pantalla a lo que alcé ligeramente la voz—. ¿Si se ve bien?

Noté por el rabillo del ojo a Zoldryck ingresar con Génesis de la mano y la chica de cabello anaranjado, manteniendo la compostura y demás.

Tres por uno.

Esas promociones no se veían a menudo.

—Supongo que para usted sería más fácil ver la tarjeta de entrada y ya, así me dirá si estoy equivocado de fiesta.

Entregué entonces la tarjeta, y cuando tuve el visto bueno caminé con parsimonía dentro.

Vaya idiota.