Isla Artistas

A diferencia de lo que pasaba la mayoría de las veces, no hice que Pidgeotto regresara a su pokébola cuando terminó de aterrizar en una de las playas, sino que le invité a volar libremente por el vasto cielo de las islas paradisíacas. Le vi alejarse relajadamente sobre las palmeras, pero sin perdernos de vista.

Maractus, que había salido de su pokébola junto con Serperior, se acercaba al mar tocando las maracas; recibió las refrescantes olas con sonoras risas. Por su parte, mi inicial permaneció a mí lado, como el fiel y querido compañero que era. Nos desplazamos cerca de las orillas, siguiendo al pokémon musical.

—Se está alejando demasiado de la zona segura —dije, mirando a mi inicial por sobre mi hombro. Serperior asintió con tranquilidad, observando cómo lanzaba una de mis pokébolas— Ve, Lapras, cuida que no se nos ahogue —bromeé.

El único pokémon de tipo agua que tenía en mi equipo salió y se zambulló en el mar dando exclamación de gusto, ya que llevaba tiempo sin nadar. Maractus le saludó con la mano y Lapras le invitó a subirse a su caparazón para musicalizar el oleaje de las Islas Artistas.

Asimismo, hice salir a todos mis amigos de sus pokébolas. Scrafty se entretenía entrenando con Chandelure y Banette (éste último se sentía realmente eufórico por su aporte en la batalla contra Emily). Gloom perseguía a Shinx entre las palmeras, jugando a atrapar la estrella de su cola. Por otro lado, Goodra y mi Turtwig variocolor miraban con suma curiosidad al silencioso y flotante Claydol, quien siempre se veía enigmático a los ojos de los demás; a la dragona le divertía tocarlo y ver como parecía balancearse en el aire. La hermosa Cresselia miraba las aguas, admirada por la belleza que tenía el mundo de la vigilia. Por su parte, Lucario y Gardevoir observaban a los demás, como cuidando de que no hicieran travesuras o algo en lo que pudieran salir lastimados; estaba en la naturaleza de ellos, pues eran protectores con sus amigos.

—Ven, Magmortar, ayúdanos a encender una fogata —dije en un momento, apareciendo detrás de él cargando unas cuántas ramas secas. Detrás de mí estaban Tyranitar, con ramas de mayor tamaño, y Aggron cargando piedras. Los dos tipo roca se miraban mal, pero al parecer comenzaban a controlar sus impulsos de irse a las manos.

Acomodamos las ramas en el centro de un círculo hecho con piedras y Magmortar, con uno de sus brazos-cañones, encendió la fogata en la playa. Serviría para que los demás entrenadores nos ubicaran.

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@Fabian @Nami Roronoa @Nora Mizutani

 

Woooo, la adrenalina de volar se apoderó de todo mi ser, se sentía la tropical brisa, se sentía la velocidad y el movimiento constante y feroz de las alas de Staraptor; creo que nunca había volado así, o al menos no por mi cuenta.

No quería quitarle méritos a Natu, pero esto se sentía de locos. Staraptor divisó la Isla a lo lejos, era cierto que su vista era muy buena, estaba completamente condicionado para volar a largas distancias, la evolución estaba de su lado.

--¡Demonios, hay un incendio!-- Cuando Staraptor se acercó lo suficiente para que mi humana vista pueda alcanzar los detalles, me sorprendió ver señales de fuego. Era momento de ser el héroe de la película--¡Staraptor acercate y déjame caer, debo salvar un habitad natural!-- Staraptor hizo un gesto confundido, ya sabia que era una fogata, de hecho ya había visto al entrenador y a los pokemon que nos esperaban en la playa.

Pero me obedeció, de seguro sintió mi audacia, hizo una pirueta y me dejó caer como si fuera yo un paracaidista; en plena caída, saqué la pokeball de Feraligatr, quien salió completamente desubicado.

--¡Preguntas para después amigo, Hidropulso hacia el fuego, ahora!


***

La tranquilidad que reinaba el camping que Hubert había formado se vio interrumpida contra el violento impacto de un enorme chorro de agua y el eventual impacto del pokemon tipo agua, que usó Aqua Cola contra la arena. Una explosión se generó por el choque, cuando la arena y las cenizas se dispersaron, se vio la figura de un niño llevado increíblemente por un Natu, desde su cabeza.

--Ukita salvando el día otra vez...

 

Miraba cómo Lapras y Maractus jugaban con pokémon salvajes en el mar, hasta que escuché que Scrafty me gritaba algo desde su posición. Cuando me volteé para mirarle, advertí que intentaba llamar mi atención con desesperación; señalaba el cielo, hacia algo que Chandelure y Banette miraban.

—¿Qué...?

No llegué a terminar la pregunta. Un poderoso torrente de agua caído desde lo alto impactó contra nuestra fogata, levantando ceniza, arena y gruesas gotas de agua que humedecieron mis ropas. Magmortar se escondió detrás de mí y de Serperior para evitar el agua, pero Tyranitar y Aggron lucharon para ver quién le serviría de escudo a quién, momento que aprovecharon para darse un par de bofetadas. Les iba a decir con voz severa que se detuvieran, pero me vi nuevamente interrumpido, esta vez por la caída de un inmenso cuerpo sobre la arena. Me cubrí los ojos con el antebrazo para evitar que entrara arena en mis cuencas; al espiar un poco, noté la presencia de...

—¿Feraligatr?

El tipo agua variocolor le dio un potente Aqua Cola a las cenizas que habían quedado en el círculo de piedra, levantando más arena y ceniza... Cuando estas se dispersaron, dejaron ver que el cuerpo del pokémon había sido reemplazado por el de un niño... Lo hubiera confundido con Gregorio, de no ser por el Natu que me miraba sin ver, posado sobre la inconfundible gorra de Ukita, quien proclamó haber salvado el día.

—Nos has salvado, estamos agradecidos —parafraseé la frase de una película que vi de pequeño, sonriendo con cierta confusión.

 

--Gracias pueblerino, la verdad es que no sabia que esta Isla ya estaba habitada por humanos... --respondí a la voz que seguro de rodillas me daba las gracias, cuando la arena desapareció del aire y por fin pude abrir los ojos, me topé con algo curioso: No era ningún pueblerino... ¡El mismísimo Hu!

Staraptor descendió a la playa y aleteó para aumentar lo heróico de mi.llegada.

--¡Pero si es Hubert, mi amigo Hu!-- Corrí a abrazarlo. Mientras Staraptor y Natu se iban dando cuenta que no había apagado ningún incendio, sino que, solo había estropeado una linda fogata, que posiblemente serviría como señal para los demás entenadoras que estaban en camino a la Isla.

 

Aterricé en la isla finalmente… creí que nunca llegaría. Pero ya había cumplido con mi cometido y ahora contaba con una pokebola ocupada más, lo cual siempre era motivo de felicidad.

Sin embargo, me encontré con una escena un tanto extraña; los restos de lo que parecía ser una fogata extinguida en el centro, Ukita abrazando con pies y manos a Hubert, los pokémon de éste último mirando la escena con distintos grados de confusión (o con inexpresividad absoluta, en el caso de Claydol), el Natu y Feraligatr de Ukita con la mirada fija en lo que solía ser una fogata, y finalmente el Staraptor de Dante… pero no había Dante a la vista.

—¿Qué rayos pasó aquí? —pregunté, avanzando a la escena con los brazos cruzados. Skarmory, que caminaba por la arena a mi lado, ladeó la cabeza negativamente, tan falto de información como yo.

 

Togekiss aterrizo en la isla Artistas y me baje de ella antes de que la pokemon empezara a volar por el cielo.

A lo lejos vi a los chicos así que me acerque a ellos, una vez cerca arquee una ceja al ver la escena que habia frente mio.

—¿Eh?...

 

Un largo minuto de eterno silencio pasó durante el cual nadie, humano o pokémon, pronunció palabra alguna. Ukita liberó a Hubert de su abrazo de pulpo lentamente, Mitsuki miraba la escena con perplejidad, yo esperaba que alguien dijera algo…

De repente, Maractus saltó al medio de la escena y se puso a bailar cual bailarín de breakdance. El silencio fue destruído por el sonido de carcajadas, que inundaron la isla mientras el sol se ponía sobre el horizonte para dar paso a la luna, que lentamente procedía a tomar su lugar privilegiado en el cielo. A medida que anochecía, nos pusimos cómodos en la isla, liberando todos a nuestros pokémon… los cuales eran muchos.

Aggron y Tyranitar fueron en busca de más ramas y piedras para crear una nueva fogata, una considerablemenete más grande, por lo cual fueron asistidos por Krokodile, Gabite, Blastoise, Gallade y el propio Hubert, que cargaba unas pocas ramas y caminaba entre sus dos pokémon, intentando evitar un confilcto. El Geodude de Mitsuki llevaba una roca con ambas manos, determinado en demostrar su fuerza ante los otros pokémon de mayor tamaño, mientras que a su lado venían Shinx y mi más reciente adquisición, Teddiursa, que empujaban una roca que era significantemente más grande que ellos en un esfuerzo que por más que quisieran demostrar potencia, lo único que hacía era derrochar ternura.

Ukita se había echado sobre la arena, cerca de donde la fogata arruinada yacía; cerca de él se habían tirado ambos Snorlax (el del joven y el de Mitsuki), ahora profundamente dormidos. El inicial de Ukita, Venusaur, se había acomodado exactamente junto a su entrenador, con los ojos cerrados pero aún despierto. Meganium, Ninetales, Steelix y ambos Arcanine, tanto el mío como el de Mitsuki, se habían acomodado alrededor de ellos para disfrutar de un descanso también. Magmortar se encontraba de pie observando los restos de la fogata, como si le hubieran ofendido, mientras que Scrafty le daba unas palmadas en el brazo como para aliviar a su compañero.

Por otra parte, Mitsuki se encontraba rodeada de pokémon; todos querían mostrar alguna gracia o truco que los distinguiera. Electivire dio grandes saltos y mostró sus geniales puños de hielo y de fuego. Chandelure hizo un show de luces fantasmales que sorprendieron a todos. Maractus presumía sus pasos de baile, agitando sus maracas con efusividad, ganándose animados aplausos de Mitsuki, que observaba todo sentada en la arena con Castform acurrucado entre sus piernas y Doduo sentado a su lado, una de las cabezas observando lo que ocurría mientras que la otra tenía la mirada clavada en el cielo, que comenzaba a llenarse de estrellas. Raichu y Jolteon fueron los siguientes en pasar, haciendo un espectáculo de luces eléctricas que maravilló a aquellos que lo vieron.

Y por último me encontraba yo, observando el mar desde la orilla, no muy lejos de Mitsuki. Junto a mí estaban el sereno Serperior y la elegante Florges, que miraban a la distancia igual que yo en perfecta paz y armonía. Sobre nuestras cabezas, pasaban volando Pidgeotto y Staraptor, que daban vueltas en círculos por el cielo, mientras que Crobat, Aerodactyl, Natu, Togekiss y los dos Skarmorys volaban en direcciones aleatorias, todas distintas, todas únicas. En el mar frente a nosotros, Lapras se alzaba por sobre los demás pokémon, contenta en su elemento: el agua. Golduck y Feraligatr tenían carreras a lo largo y a lo ancho del océano, pero sin alejarse mucho de la costa, mientras que Starmie y Poliwhirl se dedicaban a flotar boca arriba sobre la superficie del agua. Vaporeon y Kingdra, por último, nadaban con tranquilidad junto a Lapras, disfrutando del lugar en donde se encontraban.

—Dejemos el entrenamiento para mañana por esta vez… disfrutemos de esta noche un poco más —musité, una pequeña sonrisa asomándose en mis labios; sólo Florges y Serperior me oyeron, pero era más que suficiente. Ambos asintieron con la cabeza.

 

Después del particular abrazo de Ukita y la aparición de Effy y Mitsuki como testigos privilegiadas de la estrafalaria escena, tomé la decisión de reamar la fogata con la compañía de Tyranitar y Aggron, quienes se mostraban algo disgustados por el hecho de haber recibido de lleno las salpicaduras de los ataques de Feraligatr.

—Enseguida volvemos —le comuniqué a Magmortar, aunque tuve la sensación de que no me había escuchado: miraba en total quietud los restos de la fogata que había encendido. Antes de adentrarme entre las palmeras, pude ver cómo Scrafty se le acercaba con intenciones de animarlo.

En la pequeña travesía fuimos asistidos por los pokémon de los demás entrenadores. Recolectaron material para hacer una fogata de mayor tamaño, lo cual me pareció una buena idea. Durante la tarea me pareció ver un Teddiursa acompañando a mi Shinx, lo que me hizo arquear con intriga una ceja: según leí, en la fauna de Galeia no había Ursaring ni sus pre-evoluciones. Sea como fuere, los dos pokémon se veían extremadamente adorables.


Para cuando terminamos, la noche casi había terminado de caer sobre el archipiélago Artistas. En el cielo parpadeaban estrellas alrededor de la luna, como un cortejo de caballeros seduciéndola. Pero aquello no había detenido la actividad de todos nuestros pokémon. Nos veíamos muy bien juntos.

Pude distinguir a Effy, no muy lejos de mí. Estaba escoltada por Serperior y Florges. Sonreía, y se puede decir que me vi contagiado por eso.

Sentí un pequeño cuerpo haciendo contacto conmigo. Shinx frotaba su cabeza contra mi pierna, sacando algunas (riesgosas) chispas en el proceso La pokémon eléctrico alzó la vista hacia mí, con los párpados caídos y dando un bostezo. Al entender lo que reclamaba, la alcé en mis brazos para que se acurrucara en mi pecho y se echara a dormir en mi pecho. Tras lo cual, me acerqué a la entrenadora.

—Te he extrañado —bromeé, colocándome al lado de ella con Shinx en brazos—. La última vez que hablamos, fue en ésta isla… —le miré para sonreírle—. Y bien… ¿Qué nos depara ahora el entrenamiento?

 

Si bien había extrañado mucho a mi viejo amigo Hu, nos habíamos reunido para entrenar. Eff llegó junto a su amiga Mitsuki.

A medida que el día avanzó, me di cuenta que tendríamos unas leves vacaciones antes de empezar con la rutina.

Todos liberaron a sus pokemon, era un ambiente recreativo a la vez seguro, pensé en que si esta Isla era encontrada por algún hombre de negocios o algo por el estilo, no pasaría mucho en tranformarse en un hotel vacacional o algún centro turístico para los días de verano.
Qué suerte que la existencia de tal paraíso se limite a algunos entrenadores, quienes sacaban provecho de la privacidad del lugar para dar sus entrenamientos especiales.

Liberé a algunos de mis pokemon: Mi inicial, Krokodile, Electivire, Lapras, Feraligatr, Snorlax, Skarmory (quien salió sin permiso, no era muy amigable que digamos), todos jugando o relajandose; yo me tiré una siesta en la arena, hasta que mi linda Larvitar salió de su pokeball, aburrida, jugué con ella un rato, construyendo castillos de arena.

De paso aproveché y saqué a todos mis pokemon: Entei se recostó y descansó junto a Houndoom, Mankey se quedó jugando con Natu, el caballero de tipo bicho practicó su defensa contra una palmera, hasta Spiritomb se distanció para disfrutar de la isla. Felicidad pura.

 

Cuando se hizo de noche y el sol se fue dejando paso a la luna junto a varias estrellas.

Al ver que los demás sacaron a sus pokemon, yo hice lo mismo a los mio.

Todos se dispersaron en casi un instante. Aunque los unicos que se quedaron a mi lado fueron Form y Doddy, los cuales veían el espectaculo que hacian Electivire, Chandelure, Maractus, Rai y Jolteon.

Los 5 pokemon hacian un espectaculo muy animado los cuales hacian reir un poco a Form, una de las dos cabezas de Doduo y a mi.

Levante la mirada unos minutos hacia el cielo donde otros pokemon volaban por el; bostece un poco antes de seguir viendo a los otros pokemon.

 

No pude evitar una pequeña risita ante lo primero que dije, a la vez que Serperior daba un paso al costado para que el entrenador se colocara a mi lado en su lugar. Cierto… la última vez que habíamos interactuado había sido durante el último entrenamiento en esta isla, antes de que él partiera hacia Ciudad Aerosol junto con Chad, mientras que yo me quedé allí con Mitsuki. Luego partieron hacia Sinnoh y… bueno, luego seguía aquella larga historia en aquella región…

—¿Qué nos depara? Por esta noche, nada… descansemos bien esta noche, y mañana por la mañana comencemos —respondí, mirando al horizonte—. Mira eso… ¿qué será?

Señalé un punto en la lejanía, una mancha en la estrellada noche que se dirigía rápidamente hacia nosotros… ¿un pokémon volador? Probablemente…

—Es un Pelipper… ¡oh, es el Pelipper de la Guardería Pokémon! —exclamé, haciendo señas desde la isla, a ver si me veía… no me vio a mí, pero si detectó la fogata, y el pokémon pelicano aterrizó.

Llevaba atada en su pata derecha una bolsita de cuero dentro de la cual había dos pokebolas, en tamaño pequeño para que entraran, y una nota del anciano de la guardería donde decía que me regresaba mis pokémon tras el tiempo de cuidados en la guardería que yo había solicitado, al lugar donde había avisado que me encontraría, y que incluían el extraño objeto que habían encontrado junto a ellos, el cual Pelipper cargaba dentro de su enorme pico… ¡un huevo pokémon!

Si bien esta era una noticia genial en circunstacias normales, yo sabía que no podía conservar el huevo… no tenía espacio para nuevos pokémon en mi equipo, ahora que Teddiursa se había sumado a mis filas. Pensé por un momento… luego tuve una idea; saqué de mi bolso papel y lápiz y me puse a escribir una nota rápida. Una vez terminada, tras sacar las pokebolas del bolsito y poner el pago para los ancianitos allí dentro, até la nota a la otra pata de Pelipper.

—Por favor, entrega la nota y el huevo a la enfermera Joy de Ciudad Témpera… ella sabrá que hacer con ello —le pedí al pokémon; éste pareció comprender la idea general, Ciudad Témpera, Enfermera Joy. Los ancianos lo habían entrenado bien. Finalmente, el pokémon emprendió vuelo y se perdió en la noche.

 

La noche casi se convertía en madrugada, pero aún había tiempo para reposar.

Miré hacia la orilla, Hu y Eff estaban ahí, hablando de algo importante como el tipo de entrenamiento que nos esperaba mañana, o quizás de otras cosas... de todas maneras no lo podría entender.

Di media vuelta, este lugar era perfecto si lo veías con la calma apoderada de ti, no podía evitar sonreír.
Larvitar seguía jugando, la pequeña desde hace un rato estaba creando un pequeño agujero en la arena, cuando fue lo suficientemente profundo para que ella entrara, no lo dudó, se metió el hueco de arena.

--¿Pero qué haces linda?-- Me acerqué a ver qué estaba planeando, de pronto, un brillo emergió del agujero, no podía confundir ese resplandor, ¡estaba evolucionando!

De la arena emergió un caparazón, impenetrable y resistente, pero con la delicadeza aún presente que caracterizaba a mi vanidosa pokemon.

--¡Hey Mitsuki, ven a vet esto!--exclamé, para que viera la nueva forma de Larvitar, Pupitar.

 

Al escuchar a Ukita, deje a Form en la arena mientras que Doddy alejaba una de sus cabezas de mis piernas; me puse de pie y me acerque con curiosidad a Ukita

—¿Qué pasa, Ukita?—Le pregunte antes de ver a su pokemon el cual parecía que había evolucionado, me quede viendo con una sonrisa a Pupitar antes de juntar mis manos—Que bueno ¡Felicidades!

 

Pupitar dio unos brincos, su nueva forma no le dejaba lucir su belleza, pero al mismo tiempo esto era un estímulo para que quiera evolucionar a su tercera y última forma.

--¡Muchas gracias Mitsu!--dije, mostrando una sonrisa de orgullo en mi rostro--. Mitsu tú y yo debemos tener una batalla, tal vez mañana... ya está pronto será de madrugada y tengo un poco de sueño... ¿Qué dices mañana?

 

La presencia de un Pelipper interrumpió nuestro comienzo de conversación, y la exclamación de Effy me confirmó que se trataba del de la Guardería Pokémon de Ciudad Barniz. Al parecer había traído un huevo que la entrenadora ya no podía poseer consigo por falta de espacio; al final, tomó la resolución de dejarlo al cuidado de la enfermera Joy, aunque con una nota de por medio, como la que nos había escrito a Mimi y a mí hace un tiempo. Me dio bastante curiosidad saber cuál iba a ser el verdadero destino de ese huevo, pero no tanto como la razón de mi siguiente pregunta...

—Por cierto... ¿Y este tierno Teddiursa de dónde salió? No se los suele ver por Galeia.

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@Nami Roronoa

 

—GTS —respondí con simpleza, sonriendo, viendo a lo lejos a Teddiursa correteando por allí; miraba a Flareon perseguir su propia cola e intentaba imitarle, corriendo en círculos hasta marearse—. Fue bastante complicado obtenerlo, porque sí, son raros en Galeia… pero me alegra haberlo logrado.

Un gruñido interrumpió la conversación; tras un momento de mirar alrededor, descubrimos que en realidad se trataba del estómago de Marowak, quien se había acercado a nosotros y al parecer tenía hambre. Riendo, saqué un poco de comida para pokémon tipo tierra de mi bolso y lo alimenté con ello.

—Será mejor tirarnos un rato aunque sea… debemos descansar si queremos entrenar bien por la mañana de mañana —le comenté a Hubert, guiándolo de regreso a donde se encontraba el resto. Tras llegar, alcé la voz para que todos me oyeran—. ¡Muy bien gente, hora de dormir! ¡Sino estarán muy cansados mañana!

 

Deje de ver a al pokemon al escuchar la propuesta de Ukita, lo mire y sonrei antes de levantar un pulgar.

—Claro, por supuesto, me gustaria tener esa batalla contigo—Respondí sonriendo antes de escuchar a Effy y asentir.

 

La noche procedió y todos quedaron dormidos en distintos puntos de la costa; la arena blanca era cálida y servía como una improvisada cama, aunque todos los entrenadores se acurrucaron con sus pokémon para mayor comodidad.

En cuanto los primeros rayos de sol tocaron la paradisíaca playa de la Isla Artistas, fui la primera en despertar. Unos pocos pokémon me siguieron de camino a la orilla, donde me mojé los pies con las olas que venían a morir allí, además de lavarme la cara. No había ni una nube en el cielo que comenzaba a teñirse de celeste en aquella madrugada; crucé miradas cómplices con los pokémon, era hora de despertar a los demás.

Armados con tres baldes (ni idea de donde salieron, simplemente estaban allí) que Vaporeon se encargó de llenar de agua, nos acercamos en grupos a los otros tres. Poliwhirl y Raichu despertaron a Mitsuki tirándole el balde de agua encima, empapándola tanto a ella como a su Arcanine, cuyo pelaje había usado como una almohada improvisada. Electivire (con Natu posado en su cabeza, observándolo todo) le tiró su balde de agua fría a su entrenador, y Ukita despertó empapado también. Por último, Teddiursa y yo le dimos a Hubert con un baldazo de agua fría también, empapándolo de pies a cabeza.

—Hora de despertar, Hubert —le dije al mojado entrenador, riendo un poco ante la escena. Teddiursa imitó mi risa, aunque la del pokémon fue más adorable claro. Alcé la voz para que me escucharan todos—. ¡Buen día a todos! ¡Arriba, arriba, que hay que entrenar!

 

Luego de que aquel Pelipper retomara su viaje aéreo para cumplir los objetivos que le habían sido otorgados, Effy, desde ahora nuestra dirigente en este viaje de entrenamiento, dispuso que pasáramos la noche descansando. La idea me resultó agradable, he de admitir, dado que no había tomado un respiro desde mi partida de Ciudad Pirita; me la pasé leyendo una novela policial en el avión, controlando el comportamiento de Maractus; al llegar, luché esa complicada batalla en la Torre Desafío, me encontré con Emily, viajé hasta aquí, armé (y re-hice) la fogata… En fin, la cuestión radicaba en que me encontraba algo agotado, y no quería cometer errores en las batallas que me esperaban con éste grupo.

Me acomodé cerca de los entrenadores, tomando la arena de la playa como mi colchón, y dormí acompañado por Shinx y Serperior, mientras que los otros pokémon se recostaban en lugares elegidos por ellos mismos, pero no demasiado distantes.

Soñé con una cabellera rubia…


—¡Wah! —desperté violentamente, sintiendo que el aire abandonaba mis pulmones.

Tuvieron que transcurrir segundos eternos para que lograra recuperar el ritmo natural de la respiración; al mismo tiempo asumí la humedad fría que hacía que la camisa se me pegara demasiado al cuerpo, y el hecho de que Effy y Teddiursa se encontraban frente a mí riendo. Logré ver el balde en la mano de la chica… ¿De dónde había salido eso?

Iba a decir algo pero no me dio tiempo: comenzó a saludar a todos con energía, a avisar que se aproximaba el comienzo del entrenamiento. A mí lado se encontraba Shinx. La pokémon sacudí su pequeño cuerpito con una sonrisa; al terminar, su pelaje se apreció esponjoso. Me miró y, en su idioma, me dio los buenos días. Detrás de ella se alzaba Serperior, que me miraba con su característica seriedad.

—¿Y qué es lo que haremos hoy? —atiné a preguntar a Effy, mientras buscaba en el interior de mi morral algo con lo que pudiera secar mis cabellos.

 

Me había quedado dormida recostada de Arnine ya que su pelaje era muy suave. A la mañana siguiente lo primero que sentí al despertar fue el como agua me caía encima, tanto a mi como a Arcanine; tras despertar de golpe me senté en la arena y mire a todos lados para ver quien me había mojado, Arnine me imitaba mientras se relamía el hocico.

A los pocos segundos divise a Rai y a Poli riéndose a carcajadas, caí en cuenta que los dos tenían ataques de agua así que lo más probable es que fueron ellos.

Me puse de pie y aun mojada me acerque a los dos pokemon, ellos no notaron mi presencia hasta que me puse de cuclillas tras de ellos y les dije...

—¿Divirtiéndose, eh?—Les dije con sarcasmo, los dos pokemon se dieron vuelta y empezaron a reír con nervios; yo acerque mis dos manos hacia ellos y les acaricie la cabeza con una sonrisa, luego me puse recta antes de estirarme un poco. En ese momento escuche la exclamación de Effy y sonreí ampliamente antes de acercarme a ella y a Hubert para saber que hariamos hoy de entrenamiento.