Mazmorra Guarida Gamma

Alpha.

Cuando me encontraba revisando las carpetas una frase saltó a la luz:

—Ya tuve suficiente con los alaridos del detectivucho, ¿y la Honda viene a gritar aquí también? Rayos, amigo, tienes que calmar a esa chica para que cuando sean grandes haya paz en el hogar Xenodis-Honda.

—¿El hogar Xenodis-Honda? Ni que fuésemos pareja.—Miré un tanto desconcertado a mi acompañante, quien había desaparecido del lugar poco después de escuchar los gritos de Mimiko.

Por mi parte, aún quedaba escoger entre las carpetas. Me senté en el suelo para tomar la elección.

—A, B, C, D—Iba contando con mis manos hasta quedarme sin dedos.—... Charizard, ven—Cuando mi pokémon se acercó comencé a usar sus manos para continuar el conteo de letras.—. ¿Por qué tienes que tener solo tres dedos por mano?—Sin poder terminar mi cuenta me levanté y tomé la carpeta de A-D quizá podría encontrar algo de utilidad... Y era una de las con menos letras.

 

Mimi Honda

Tras unos segundos que se hicieron interminables, al fin me sentí con la seguridad suficiente para abrir los ojos. A mi alrededor, todo tenía un aspecto lúgubre y deslucido por el paso de los años, la atmósfera era densa y estaba cargada de un polvillo fino que me hizo estornudar. Se trataba de una habitación solitaria, vacía... un escalofrío me estremeció la espalda cuando descendí del pokémon de Steve.

—Es mucho peor por dentro...— comenté con cierta repulsión, observando las camas polvorientas y apolilladas y el aspecto frío de la habitación. Me inquietaba y me causaba cierto halo de tristeza. Era horrible en todos los sentidos—. ¿Cuánto tiempo llevará abandonado...? Y esas camas... No espera, son camillas de hospital...

Eché un vistazo más elaborado a mi alrededor... y fue entonces cuando vi la máquina de radiofrecuencia, no muy lejos de una de las camillas. Definitivamente, aquello fue alguna vez un hospital. ¿Conocerían los demás este hecho? Yo no había podido ponerme al corriente de nada...

Avancé en silencio, con una expresión determinada pero con el corazón en vilo, seguida de cerca por los pasos pesados y vacilantes de Snorlax. El pasillo era extenso, con puertas a cada lado y carteles sobre estas. El suelo estaba cubierto de colillas y botellas de cerveza vacías, lo que me hicieron contener una mueca de profundo asco. Pasé lo más rápido posible por allí, pero mi pie rozó una botella y resbalé, cayendo de una forma bastante cómica— para cualquiera menos yo—, al suelo.

—¡Ouch, maldita sea!— gruñí, dolorida. El silencio sepulcral de los pasillos hizo que mi voz reverbase en las paredes y se extendiese por todo el edificio.

 

Los archivos parecían contener un interminable registro de nombres de pokémon que estuvieron ingresados allí, y de los entrenadores de los mismos. "Abomasnow, Absol, Claydol, Dunsparce..." Había de todo tipo de pokémon, con una ficha médica de cada uno de ellos. Era demasiado extenso como para leerlo completo. Si al menos supieses qué buscar...

Alpha ha agotado todas sus investigaciones.

 

Me sentí inquieto al ver todas esas cosas quemadas... o habían dos opciones:

1) Hubo violencia de por medio e incendiaron a alguien (Dios, que siniestro)
2) La más probable: Eliminaron algún tipo de evidencia, pero igual es extraño puesto que tenían los planos tan a la vista...

Sorprendido, salí en dirección a los pasillos para hablar con Alpha, cuando entonces escuché que alguien a unos metros detrás se resbaló y pegó un ensordecedor grito... ya sabemos quién es.

Me sobé los oídos con molestia y susurre:

—Voy a tener que ir al otorrino después de esto...

Suspiré, y caminé hacia la rubia y le ayudé a ponerse de pie.

—Bien, Snorlax, hiciste un buen trabajo —le dije al oso dormilón, acariciándole la cabeza—. Mimi, vamos al laboratorio. Ahí quedaron Alpha y mi Luxio. Estoy seguro que aún quedan cosas por investigar.

Los dos fuimos caminando y entonces fui contextualizando a la chica con el asunto:

>>Encontré unos planos que contenían instrucciones para derramar el veneno en el mar, y también una horrorosa grabación donde un sujeto decía que iba a hacer eso "siguiendo órdenes de arriba" y donde una mujer parecía estar en contra, pero... no se sabe qué pasó con ella. Al final de la grabación se oía un golpe súper fuerte y a ella gritando, así que... bueno, las posibilidades son tétricas.

>Ah, y por último, pillé unos objetos calcinados. Quizá querían eliminar alguna evidencia, o pudo haber ocurrido algún hecho nefasto, si es que me entiendes...

 

Mimi Honda

Fue Steve quien me ayudó a incorporarme. Sacudí mi falda— bastantes cosas malas le habían pasado ya— y suspiré con dramatismo. De esta no se recuperaba mi prenda favorita... El entrenador agradeció el trabajo de su pokémon y después comenzó a caminar, por lo que me vi obligada a seguirle. A pesar de que el nombre de Alpha no me pasó desapercibido en lo absoluto.

Y mientras caminábamos, Steve se tomó su tiempo en ponerme al corriente de todo, cosa que sinceramente agradecí.

>>Encontré unos planos que contenían instrucciones para derramar el veneno en el mar—empezó—, y también una horrorosa grabación donde un sujeto decía que iba a hacer eso "siguiendo órdenes de arriba" y donde una mujer parecía estar en contra, pero... no se sabe qué pasó con ella. Al final de la grabación se oía un golpe súper fuerte y a ella gritando, así que... bueno, las posibilidades son tétricas.

¿Las posibilidades son tétricas? Un fuerte golpe y un grito... Pero eso... Pero entonces... Abrí los ojos por la impresión. ¿La grabación de un asesinato? Sentí estremecerme de pies a cabeza, una mano helada pareció aferrarme por unos segundos el corazón. ¿A-asesinato? ¿Qué demonios? ¿la víctima podría haber sido ''silenciada'' por saber demasiado? ¿Por oponerse? ¿Quién sería el asesino, entonces? Y a parte de eso... ¿Qué clase de bastardo planeaba contaminar el mar? ¿Y con qué propósito? No sólo las cosas se ponían macabras y siniestras, sino que se enrevesaban más y más cada vez... Me sentía intrigada y contrariada al mismo tiempo. En cierto modo me causaba espanto, pero quería saber más. Mucho más. Me había prometido llegar hasta el fondo del asunto y estaba dispuesta a lograrlo.

Porque un Honda siempre cumplía su palabra.

>Ah, y por último, pillé unos objetos calcinados—finalizó, cuando nos hallábamos a tan sólo un par de metros del laboratorio—. Quizá querían eliminar alguna evidencia, o pudo haber ocurrido algún hecho nefasto, si es que me entiendes...

Detuve nuestra caminata, deteniéndome unos segundos a pensar.

—Creo que lo más seguro es que intentaran eliminar las pruebas...—opiné de forma objetiva—. Pero no podemos descartar nada hasta que no sepamos más. Steve, en esta novela policiaca en la que nos hemos metido sin saberlo todo es posible...—añadí con un suspiro dramático, poniendo los brazos en jarras—. ¿Qué más queda por investigar?

 

—Bueno, hay una estantería de archivos que al menos yo no he tocado, Alpha la iba a revisar pero no sé si encontró algo —le expliqué—. La verdad a mí no se me ocurre más que hacer, por eso necesitamos tu ayuda. ¡Ah! y aparte de eso, hay un ordenador, pero una de las carpetas está con clave... La otra, no la revisé. Quizá puedas revisarla tú.

>>Eso sí, antes de hacer cualquier cosa creo que es necesario hablar con Alpha, para reunir todas las pistas y así realizar un movimiento más certero, ¿te parece?

Aspirando que iba a estar de acuerdo —y la verdad dudo que tuviera otra opción, digo... no tenía como salir de este edificio sin nuestra ayuda—, seguí caminando junto a Snorlax.

 

Ingresé de un salto por la ventana una vez Steelix estuvo lo suficientemente cerca como para que pudiera entrar. Ya dentro, me puse de pie y miré por la ventana, donde aún se encontraba mi pokémon.

—Has hecho un buen trabajo, Steelix, será mejor que regreses ahora —dije, sacando su pokebola y regresándolo.

Tras guardar el esférico en mi cinturón con el resto, comencé a caminar para descubrir que me encontraba en los pasillos del hospital abandonado. Pasillos de un tétrico hospital abandonado en el medio de la noche… estaba segura de que el 50% de las películas de terror comenzaba así.

Tras avanzar un poco más, vislumbré la silueta de dos personas y un pokémon… fui con cautela, tomando una pokebola como si fuera un arma, para luego descubrir que se trataba de dos personas conocidas; apuré el paso entonces para poder alcanzarlos rápidamente.

—¡Steve, Mimi! —exclamé una vez los alcancé—. Vaya que hace tiempo no los veo a ustedes dos… de hecho, ¡ni siquiera sabía que ustedes dos eran amigos! ¿Están ayudando con la investigación también? ¿Han descubierto algo interesante?

 

Mimi, Snorlax y yo seguimos caminando, cuando de repente empecé escuchar unos pasos veloces y a una conocida voz... ¡Era Effy! Hacía meeeses que no la veía.

"¡Steve, Mimi! Vaya que hace tiempo no los veo a ustedes dos… de hecho, ¡ni siquiera sabía que ustedes dos eran amigos! ¿Están ayudando con la investigación también? ¿Han descubierto algo interesante?"

—¡Oh! De hecho somos amigos de hace poco... nos conocíamos de antes pero no nos llevábamos bien, hasta hace unos meses... laaarga historia —respondí—. ¡Tanto tiempo, Effy! Y sí, Alpha y yo estábamos desde hace rato. Y creo... creo haber escuchado la voz de Hubert en algún momento pero no lo he visto. Mimi llegó hace poquito y le estaba explicando la situación.

>>Con respecto a lo que hemos descubierto... yo he encontrado tres pistas.

Entonces, le empecé a relatar los mismos sucesos a Effy que le había narrado a Mimi hace un rato atrás. Le expliqué que ahora íbamos camino al laboratorio a revisar los objetos restantes.

—Hablaremos con Alpha para hacer un re-cuento de todo lo que hemos reunido, para que el siguiente movimiento sea más certero. Sin embargo ni él ni yo podemos hacer nada más, así que le estaba pidiendo ayuda a Mimi, y ahora que apareciste en buen momento, creo que pueden colaborarse mutuamente.

Contenido oculto

Mencioné a Hubert a propósito sólo para imponer Goodairshipping en la situación (?)

 

Mimi Honda

>>Eso sí, antes de hacer cualquier cosa creo que es necesario hablar con Alpha, para reunir todas las pistas y así realizar un movimiento más certero, ¿te parece?

Mi rostro no pudo evitar enrojecer levemente en el instante preciso en que mi corazón retumbó contra mis costillas. ¿Hablar con Alpha...? Pero... Yo no... Eso... ¿Por qué? Desvié la mirada, cohibida, sopesando si era o no buena idea. Había venido hasta aquí para enfrentar las cosas y superarle en su mismo terreno, pero la perspectiva de tener que hablarle de nuevo y recibir desprecio y cobardía por su parte me aterraba y entristecía. No quería molestarme y empeorar aún más las cosas.

Sin embargo... estaba mi férreo orgullo. Y como había dicho, los problemas había que enfrentarlos. Y cuanto antes, mejor.

—Bien— fue lo único que dije, asintiendo con determinación. Si huía ahora lo mataría. ¡De verdad! Con mis propias manos incluso. Contuve la respiración un instante eterno, acercando la mano a la perilla de la puerta... Sin embargo, no llegué a entrar en el laboratorio.

Una voz extrañamente familiar nos interpeló a Steve y a mí, acercándose corriendo hasta nosotros. Mi expresión palideció ligeramente al reconocer aquella figura y aquel cabello corto. ¡¿Effy?! ¿Qué hacía Effy aquí? ¿Y por qué actuaba tan casual? ¿Es que había olvidado ya que éramos rivales? ¡Con todos los lugares que había para investigar! ¿Por qué precisamente había venido a este?

Steve fue el primero en pronunciar palabra, procediendo a contarle los avances de la investigación. Yo me mantenía con los brazos cruzados, apenas prestando atención a la conversación y centrándome en mis propias ideas. Hasta que Steve acabó de hablar.

—Ya, si me disculpáis— dije, apoyándome contra la puerta y girando la manilla—. Aún quedan cosas por revisar.

 

Magmortar y yo encontramos, dentro de uno de los cajones de la mesita, un colgante de plata. Lo tomé de la cadenita para examinarlo más de cerca, y pude ver que se trataba de uno de esos collares hechos para guardar fotografías. La particularidad del objeto, era que no contenía fotografía alguna.

—¿Habrá pertenecido a un paciente? —me pregunté.

De pronto, sentimos un sonido a nuestras espaldas. Alarmado, regresé a Magmortar a su pokébola, pues su flameante cuerpo podría revelar nuestra ubicación; así, permanecí oculto en las sombras, atento a los movimientos de la silueta bajita que en ese momento ingresaba por la abertura del edificio…

Sólo cuando la extraña persona habló, me di cuenta de que se trataba de Mimi Honda. Lo que no reducía la peligrosidad de la situación… ¿Qué iba a hacer si se llegaba a topar conmigo y le daba un susto de muerte? Cavilé la idea de hablar para revelar que estaba allí, pero me mordí el labio… Aquello sería como meterse en la boca del lobo. Por suerte, Mimi se retiró de la habitación, en dirección a un pasillo; desde mi posición, puede escuchar que mantenía una reveladora conversación con… ¡Steve también estaba aquí! Hablaban de un plan de contaminación, una grabación, un posible asesinato y, al parecer, Alpha también se encontraba en el Edificio; preferí obviar la parte en que Mimi se resbalaba con algo y caía profiriendo gritos.

Casi al instante, otra persona entró montada en la cabeza de un Steelix. Ella era inconfundible para mí, tanto en la luz como en la oscuridad: Effy.

Pero antes de que pudiera saludar a la chica a la que me había prometido vencer en batalla, se retiró de la habitación en la misma dirección que Mimi. Allí volví a escuchar otro interesante intercambio de palabras con Steve y, para mi alivio, él sí había advertido mi presencia. Supongo que ahora podía salir sin espantar a nadie.

Antes de seguir con la investigación, decidí pasar a saludar… Me asomé desde la habitación, y allí los vi a los tres: a Mimi, a Steve y a Effy. Al que no veía era a Alpha.

—¡Hola, chicos! —saludé desde el umbral de la puerta con una mano en alto. Sonreía— ¡Tiempo sin verlos! ¿Así que también los llamaron para esta investigación?

 

—¡Hubert! —exclamé alegre. Esto había pasado a ser de una sesión de gritos, a una exploración terrorífica, a finalmente... una instancia de re-encuentros. Lo anti-climático era el terrible lugar donde ocurrían hechos tan buenos—. Estamos desde hace un rato, Alpha y yo fuimos los primeros en llegar. ¡Ven con nosotros! Reuniremos todas las pistas para ver que es lo que queda por buscar.

Le hice una seña con la mano a él y a Effy para que nos siguieran, y entré después de Mimi al laboratorio.

—Bien, ¿encontraste algo, chico ex-Gamma? —le pregunté a Alpha.

 

Mimi Honda

Y entonces Hubert se unió a nosotros. Estaba por abrir la boca y corroborar que sí, que efictivamente estábamos allí por la conspiración de vertidos de la ruta 310, cuando Steve se interpuso con energía y respondió a todas las preguntas pertinentes. Oh, vaya... Simplemente me limité a asentir en silencio, nada más, antes de abrir por fin la puerta del laboratorio y pasar dentro.

Un espacio extenso, desordenado y poco luminoso nos recibió nada más pasar la puerta. Ese mismo polvillo denso flotaba en el ambiente, húmedo, viejo. Se podía sentir el paso del tiempo en cada rincón. En las paredes carcomidas, en el aspecto mugroso y deslucido de los muebles. En serio... ¿Cuanto tiempo llevaba en desuso ese lugar? Daba la apariencia de ser siglos...

Con lo primero que se toparon mis curiosos ojos fue con una enome mesa en el centro de la habitación. Estaba cubierta de planos y extraños dibujos con fórmulas matemáticas que sólo una persona con el coeficiente de Einstein sabría descrifrar. Las palabras de Steve aparecieron en mi mente como un repentino flashback: ''Encontré unos planos que contenían instrucciones para derramar el veneno en el mar.''

¿Podían ser aquellos esos planos? ¿La prueba fehaciente de una trama de corrupción de la más baja calaña?

Tsk.

Apreté la mandíbula, molesta. Realmente no podía explicarme que beneficios podía tener algo tan rastrero. ¿Contaminar el mar a propósito? ¿En serio? ¿Es que no sabían de conciencia ecológica? ¿O sencillamente carecían de conciencia a secas? No cabía en mente sana semejante barbarie. ¿Y todo por qué? ¿Por dinero? El torrente de mis pensamientos fue detenido de inmediato por el tono jovial de Steve.

—Bien, ¿encontraste algo, chico ex-Gamma?— dijo.

''¿Chico ex-Gamma?''

Con curiosidad seguí la dirección de su mirada. ¿Qué habría querido decir? ¿Gamma? ¿No era un tipo de radiación electromagnética constituida por fotones?

Allí, con las manos repletas de archivos y documentos se hallaba mi ex-compañero. El chico cobarde que huía de los problemas en lugar de enfrentarlos. Sí, allí estaba Alpha. Sentí mis mejillas enrojecer de forma repentina, pero tosí en un intento por disimularlo... o tal vez porque el ambiente cargado me irritaba la garganta. O quizás para llamar su atención sin importunarle... Estaba tan centrado en su tarea que ni siquiera pareció haber reparado en nuestra presencia.

 

Alpha.

Abomasnow, Arbok, Altaria, Bibarel, Bellossom, Basculin, Claydol, Conkeldurr, Cloyster, Dratini, Dunsparce, Diglet y más eran los que iban apareciendo a medida que revisaba una por una las hojas de la carpeta. Yo que pensaba encontrar algo sobre las aguas, pero no: Solo paciente.

—Bien, ¿encontraste algo, chico ex-Gamma?—Justo cuando me comenzaba a marear apareció una apertura en mi investigación, logrando distraerme.

—Solo nombres de pokémon alojados aquí—Tomé una de las carpetas y la arrojé a ellos."N-S", decía con respecto a su contenido.—. Busquen los nombres con "P", yo me mareé con tantos pokémon.—Tumbé mi cabeza en la mesa sin siquiera fijarme mucho en quienes venían con Steve.

 

Mimi Honda

Alpha se veía cansado, pálido. Parecía un pokémon a punto de debilitarse. No pude evitar preguntarme cuanto tiempo habría estado allí, revisando informes. ¡P-por supuesto que no sentía lástima por él!

La carpeta que lanzó a continuación después de una breve respuesta al chico del Snorlax fue a caer a mis manos. Sin más. Al principio me sorprendió, pero logré atraparla a tiempo.

¿Ah?

—Busquen los nombres con "P", yo me mareé con tantos pokémon— dijo pues, dejando caer la cabeza sobre la mesa. ¡¿B-buscar los nombres con ''P''?! ¡¿Qué demonios?! ¿Quién se creía para darme órdenes así y de la nada? ¡Ni se había dado cuenta que estaba allí! Fruncí el ceño antes de tensar la mandíbula con molestia, apretando fuertemente los puños. ¡Oh vamos! ¿En serio iba a seguir ignorándome?

—¡Oye!— le espeté, estampando las palmas de mis manos sobre la mesa—. ¡No me ignores, Alpha! ¿Cuánto tiempo piensas seguir así? ¡Esto es estúpido!

No tuvo el más mínimo caso. El entrenador parecía haberse quedado dormido, exhausto. O sencillamente pasaba de mí. Flame a unos metros estaba exactamente igual que él. Agh... Suspiré profundamente, resignada, antes de decidir que lo mejor ahora era echar un vistazo al informe. Si mi ex-compañero pretendía seguir haciendo el idiota, yo no iba a entrar en su juego. ¿Quién se creía que era? Sencillamente le ignoraría también. Definitivamente estaba a años luz de que volviera a dirigirle la palabra.

Le dirigí una última mirada ceñuda antes de abrir el archivo por las primeras páginas... parecían ser datos clínicos sobre pokémon... ¿Pacientes del centro, tal vez?

 

Me uní al grupo de entrenadores y nos encaminamos hacia el laboratorio. En este sitio del edificio nos encontramos con Alpha, cuyos signos de cansancio me confirmaban lo dicho por Steve, que llevaban aquí bastante tiempo. Pensé que había sido excelente idea en sortear la Isla Caballete (donde seguramente no me encontraría con nadie) para empezar por el lugar más importante de la investigación de aquel detective desconocido.

Por supuesto, la reacción que tuvo Mimi cuando nos encontramos con Alpha, no me pasó desapercibida. Pero a continuación, luego de que el entrenador explicara sus descubrimientos referentes a unas carpetas, Mimi golpeó el escritorio con la palma de sus manos y dijo algo que me llamó la atención: “¡No me ignores, Alpha! ¿Cuánto tiempo piensas seguir así? ¡Esto es estúpido!” La notaba molesta, realmente molesta.

—Si me disculpan —empecé, girando sobre mis talones—Retornaré a la habitación. Allí también noté elementos extraños. Volveré en breves.

Dicho y hecho, me separé del grupo. No tardé mucho en regresar a la habitación hospitalaria.

La máquina extraña me intrigaba, por lo que fue el segundo objeto que me acerqué a revisar.

 

Petilil, Purrloin, Phanpy...
Había cientos de datos clínicos en aquel archivo. Era demasiado tedioso leerlos todos.

Si al menos supierais qué buscar...

 

La máquina aún funcionaba ligeramente... pero parecía guardar únicamente registros de la frecuencia cardíaca del último pokémon ingresado en esa habitación .

Cuando miras el informe, la imagen que te ofrece la máquina es bastante completa: el pulso está extremadamente acelerado, casi como si el pokémon al que medía la frecuencia cardíaca estuviese en un estado de hiperactividad enfermiza. De vez en cuando se veían parones bruscos; como si hubiesen sedado al pokémon, siendo esa la única vía para calmarlo.

Bajo las constantes vitales, se apreciaban datos sobre el pokémon: una medida de altura pequeña, un peso bastante reducido también, y, junto a esos datos, una indicación: "T-02/00". ¿Qué querría decir aquello?

Añadido a las pruebas el Registro de constantes vitales

 

"Mimi, tan simpática como siempre…" musité para mis adentros, sarcasmo bien presente en cada sílaba, viéndola entrar al laboratorio.

Y entonces Hubert se nos unió. Devolví el saludo con una sonrisa; ¿en qué momento había logrado el muchacho escapar del núcleo espejismo? ¿Habría logrado detener a Iota? Empujé esas preguntas al fondo de mi mente; tendría que guardarlas para más tarde, ahora debíamos resolver el dilema ante nosotros. Luego habría tiempo de sobra para hablar del asunto de Iota.

Steve se adelantó y explicó un poco lo que íbamos a hacer, invitando a Hubert a unírsenos. Los tres seguimos a Mimi hacia el interior del laboratorio y nos encontramos finalmente con Alpha.

—Solo nombres de pokémon alojados aquí. Busquen los nombres con "P", yo me mareé con tantos pokémon.

Miré el archivo por encima del hombro de Mimi; había cientos de nombres de pokémon, no había posibilidad de leerlos todos. Y aunque los leyeramos, ¿de qué serviría? No eran más que nombres y nombres, nada más que eso… ¿tal vez había información oculta en ello? Era posible, pero de cualquier manera dejé que Mimi se ocupara de ello, ya que ella había recogido la carpeta.

Ignoré el evidente drama entre Alpha y Mimi, que poco me interesaba sinceramente, y volteé a ver a Hubert cuando éste habló. Se marchó por su cuenta a investigar otra habitación… lógico, éramos demasiadas personas en aquel laboratorio.

Por mi parte, fui directo hacia el ordenador. Steve había dicho cuando me puso al día con lo descubierto por él que había intentado con la carpeta de pacientes, ¿no? Pues había una carpeta más, la cual él no había intentado examinar… sin decir más, fui a intentar examinar la carpeta de archivos titulada "trabajadores".

 

La carpeta no parecía tener ninguna clave. Al acceder a ella, viste numerosos archivos, con la ficha de muchos trabajadores del lugar. Pero llamaba la atención el archivo de una de las trabajadoras... éste no estaba clasificado según su puesto de trabajo, sino que estaba fuera de toda clasificación; el currículum estaba incompleto, y apenas se aportaban datos sobre la trabajadora... solo una foto en la que se la veía muy joven, sonriente y con ojos de un tono marrón amarillento y cabellos de un rubio plateado muy llamativo. Eso, y algunos datos, como su nombre: "Lyanna Glenn"...

Añadida a las pruebas la ficha de Lyanna Glenn

 

Para mi sorpresa, el artefacto todavía funcionaba, aunque a duras penas. En el monitor figuraban los datos de una sola frecuencia cardíaca; presumiblemente, la del último pokémon que se internó en este lugar. Los datos que descubrí eran estremecedores: daban cuenta de la hiperactividad cardíaca enfermiza que había sufrido un pokémon pequeño, y que cada tanto era interrumpida por parones bruscos.

Lo que más llamó mi atención, eran una indicación.

—T-02/00 —musité, frunciendo el ceño.

No podía deducir qué significaba aquello. Pero imaginé que lo averiguaría en cuanto los demás me contaran sus descubrimientos, para hilar las ideas. Me aparté de la máquina.

Acto seguido, me puse a explorar en torno a las camas.