[Gladiadores] Rehenes de un imperio

Zaín

Se soltó rápidamente del agarre —¿Saber qué? ¿Qué te habían capturado? ¡Por supuesto que no! ¡Vivíamos en Damascus! ¡Muy alejados de todo esto!

 

Sebastiam
Me habia levanado adolorido,pero mejor, lei mi carta y me alegraba resivir noticias, a pesar de que senti que no habia luchado bien, mi mecenas estava satisfecho y eso me favorecia pues mis objetivo se cumplio, aunque no como queria, puso a mi dispocicion lo que yo quiziera devido a mis victorias, lo he reconsiderado y no tengo la menor idea de que pedirle, ¿mujeres? no me vendria mal o talvez un poco de ese vino tan esquisito que me otorgo en nuestro encuentro anterior, estaba tan conffundido, pero igual no queria abusar de ello. solo me levante y fui al campo de entrenamiento, tome mi espada y me puse a golpear mi muñeco de paja, pude ver a la plisroja hablando con alguien mas.

 

Sí bajar la mirada y furica.

-Tan poco has escuchado, hombres. ¡Mamá murió! O al menos eso creo.

 

Zaín

—¿Aristela también ha muerto?— esto lo dijo un poco para sí mismo, no sabía que más decir. El la había amado, a pesar de que ella no parecía sostener ninguna relación sentimental con él. Era joven y ella era hermosa y salvaje, no podía parar de pensar en ella. En pensar en todo lo que había perdido...

 

-Maldito hombre, tengo tiempo diciendolo y tú no has parado de decir lo mucho que te arruinado la vida.

Él no es con mis hermanos del coliseo, despierta todo lo que me han enseñado de repulsión hacia los hombres.

 

Zaín

—Tu no has escuchado ni un poco de lo que te he dicho si esa es tu conclusión... No eres como tu madre—
Se quedó ahí, mirándola.

 

-No soy una salvaje que puede matar a sus hijos sólo por ser hombres, o juzgar a su hija por no darle nietos. Dime en que otra cosa no me parezco.

Estoy indignada, sólo es un amante de ella, alguien de una temporada con el que nunca pensó en volver por haberle dado un hijo.

 

Zaín

No respondió más, se acercó a una mesa tomó un tarro en el que sirvió vino, lo tomó rápidamente y se retiró a su habitación.

 

Como odio a ese hombre, renueva tanto de la antigua Nixiras, esa mujer cuyo mayor problema había sido no tener hijos, esa que jamás respetó a un hombre o siquiera lo escuchó.

Deseo que los guardias me escolten a el salón, espero poder descargarme pronto con un cuerpo.

 

Brazhan

Andaba por el subterráneo sin nada mejor que hacer, simplemente daba vueltas como cualquier perro vagabundo. Sin más nada que hacer, me dirigí al área de entrenamiento, estaba seguro que no iba a hacer nada en cuanto pisara aquel lugar, pero seguramente habría cosas más interesantes que hacer, más que dar vueltas como un borrico.
Al llegar vi que Sebastian estaba entrenando, simplemente pasé de largo de el y me dirigí a agarrar un arco y la carcaj. Para ponerme a entrenar o por lo menos hacerme de creer que lo hacía.

 

Sebastian

Vi a Brazhan en la misma zona, me daba igusl pues al parecer estabamos solos, segui golpeando tranquilamente el muñeco de paja fuertemente " apuesto a que no puede superar eso" me dije viendolo con ojos de reto

 

Opelius

La última flecha que lanzó atravesó el rostro mal hecho del maniquí y se incrustó en la pared a lo lejos. Vio como llegó aquel muchacho llamado Sebastian y luego otro más, que también usaba arco y flecha. Volvió a mirar al primero y lo midió de pies a cabeza y recordó que el idiota que había llegado nuevo ya se había comprado la confianza del susodicho. Negó lentamente. Al parecer Sebastian era de fácil confianza y aquel bastardo ya la tenía en sus manos. Observó al otro y no tenía pensamientos para él. No recordaba verlo cuando llegaron los nuevos.

Dejó el arco y las flechas y caminó hacia el comedor. El pequeño entrenamiento le revolvió las tripas y rugía por un plato cargado con todo.

 

Brazhan

Sonreí, al parecer Sebastian seguía enfadado conmigo. Pero daba igual, después de todo el había empezado la discusión anterior. Empuñe el arco y apunté la fecha a la diana que más lejos me quedaba y disparé. No estaba entrenando de enserio, pero al menos había logrado rozarle...

 

Sebastian

¿Mis ojos estaban viendo bien? Brazhan estaba sonriendo, eso si que era una sorpresa, vi aquel ataque y rei de burlándome al ver esa flecha caer sin dar en su blanco para despues golpear un par de beses mas el muñeco pero con mas fuerza reandolo de nuevo.

 

Brazhan

Me detuve por un momento al escuchar la maldita risa de Sebastian ¿Cómo se atrevía? El no tenía ni un derecho a burlarse de mi, además, se veía ridículo.
Deje el arco a un lado y me dirigí a él. Empuñé mi mano y le di con todas mis fuerzas en la cara. Tal vez con eso aprendería y dejaría de ser tan tonto.

 

Sebastian

me rei aun mas al sentir sus manos apenas rozandome mi rostro—Ya te lo dije, si no luchas por algo no podres ni moverme— le dije regresandole el empujon un poco mas fuerte que el de el pero no con todas mis fuerzas

 

Brazhan

Sabía que Sebastian me devolvería el golpe y mucho más fuerte, haciendo que tambaleara y cayera. Lo miré desde abajo, con el ceño fruncido y rápidamente me levanté.
Estaba dispuesto a seguir, sin importar que el sea mucho más fuerte que yo. No iba a dejarme intimidar por alguien como él. Nuevamente, lo ataco.

 

Sebastian
Era un buen golpe, debo admitir pero detuve sus manos embrujándolo hacia el frente, no queria golpearlo.

 

Brazhan

No lo odiaba, pero estaba tan enojado, no con el, más bien conmigo mismo. Por ser tan débil, por ser un mal nacido, por perder la fe en mi mismo a l ahora de pelear. Pero, ahora no me podía controlar. Estaba furioso. Así que comencé a dar golpes al azar hacia Sebastian. Quien por cierto, tenía que aguantar todas mis mañas de mocoso.

 

Sebastian

Me habia dado cuenta de la actitud de Brazhan por sus hechos, de alguna manera me hizo recordar todo lo malo que me pasaba, pero a la vez todo eso habia traido una consecuencia buena, asi que solo lo agarre de ambas manos inpidiendo que el me siguiera golpeando.