[Gladiadores] Rehenes de un imperio

Sextius

Sentí como mi estómago pedía comida, así que me dirigí al comedor lo más raído posible, ya uqe había horario de entrada. Observé a Tertius y Alethia conversando y a Kedoku platicando con alguien. Tomé asiento en una banca solo. Comencé a comer de la comida que ofrecían, era mucho mejor que le pan duro de aquella vez.Con la mirada estaba buscando a Ambrosius. "¿Donde estara?"

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O.o help me. Ando perdida con tanto dialogo, lo siento pero comencé en el comedor, me da hueva leer tanto xD

 

Cornelia

¿Acaso no tienen que hacer más que llegar a tiempo a golpear paja? Realmente no me importaba pero era la última en atacar, espero dar un buen golpe, o me quedaré de sirvienta de nuevo. Me acerqué al muñeco y tiré con las únicas fuerzas que tenía en ese momento, no sabía si tendría suerte o no, pero aún así ataque.

 

Brazhan; Priscus; Sebastian y Cornelia

Algunos mecenas se levantaron de sus asientos no podían creer lo que veían; la daga perforó brutalmente al muñeco de paja, una daga sin filo. Aún así, nadie en las gradas decir ni una palabra
–Yo Titania, en nombre de Numerius doy los beneficios a Cornelia– Dijo una mujer muy bien vestida; en las gradas se murmuraba mucho –Y por último yo, Venator cuidaré del esclavo Sebastian... si es que ha superado la prueba general; al menos aquí me demostró que es capaz–
Gallio no estaba de acuerdo con ninguno de los dos que acababa de hablar aún así continuó –Muy bien; ya demostraron aquí lo que tenía; los guardias los volverán a llevar al subterráneo; descan por hoy y supliquen que sean elegidos– Concluyó.

Los guardias los llevaron de nuevo a la celda donde todo esto inició; les dejaron unos platos que contenían un tazón con una especie de engrudo, un tarro con agua mugrosa y un pan duro; de hecho, a uno de ustedes les tocaría un par mordido, probablemente por una rata.
Pero aún estaba la esperanza de ser nombrados Gladiadores y ya no tener que sufrir esas condiciones.

 

Cornelia

Los guardias nos llevaron de nuevo a la celda donde todo inició. Era tan repugnante y pequeña, no tenía ni interés por tocar aquél pan, el tarro con agua, ni mucho menos el engrudo, que tenía por seguro que podía cocinar algo mejor, sin duda.
—Supongamos que en muy poco saldremos de esto, pero aún así no cambiaría el hecho de que hayamos sido esclavos, todo por aquéllas arrogantes personas, que solo se atragantan como animales y aún así se creen superiores—dije con rencor mientras le daba vueltas a mi daga.

 

Contenido oculto: Cornelia

Tu no tienes armas... te las quitaron al terminar las pruebas...

 

Contenido oculto

Oh... Bueno, digamos que dibujaba en el piso entonces.. XD

 

Brazhan



Mi impacto fue grande cuando escuché a alguien de entre las gradas, llamarme y señalarme; diciendo que mi nombre estaría entre sus gladiadores. No podía dar precio a aquellas palabras, sin duda esa persona me había elegido como su gladiador. Me sentí triunfal, esperaba no decepcionarlo, ahora sabía que debía dar mi mejor esfuerzo.
Luego de eso los guardias nos llevaron nuevamente a la celda, nos dejaron un tarro de algo que parecía ser todo menos comestible; agua y pan duro. Me acerqué a tomar un pan, tenía hambre; hacía ya varios días que no comía ya que desde que me habían revendido nadie me había tirado un trozo de nada.
Tomé un tarro de agua, y me fui a un rincón a comer mi porción. El pan sabía a humedad y el agua ¿De dónde la habrán sacado? Pero daba igual. No me podía quejar, al menos allí comería más seguido que con mis anteriores ''dueños''.
Escuché a Cornelia, o al menos así la había llamado la mecenas, quejarse de la comida que nos dejaron. — Yo no me quejaría tanto… — Dije utilizando una voz neutral. Seguramente aquella chica debió ser de una familia adinerada, pero bueno, me da igual su vida pasada y todo lo que salga de su boca. Esa chica jamás entendería que es ser un esclavo de verdad.

Seguí comiendo mi pan.

 

Cornelia

Escuché la respuesta de aquél chico que se notaba que estaba hambriento.
—Toma mi comida—dije acercándole mi ración.—No es que me queje, simplemente es la realidad, personas "felices", afuera, malgastando su dinero y en sí no lo aprovechan, no tengo apetito, es todo... —dije sin expresión alguna.—Por cierto... te llamabas algo así como Braman o tal vez era Braznius, no soy buena para los nombres, pero no es de importancia eso

 

Sebastian

Creí que un solo ataque demostraría mis habilidades y así sucedió, fui señalado –Y por último yo, Venator cuidaré del esclavo Sebastian... si es que ha superado la prueba general; al menos aquí me demostró que es capaz– al escuchar aquellas palabras un escalofrió invadió mi cuerpo de felicidad—lo logre— grite con las manos en alto pensando en aquel hombre que me salvo la vida, después de eso nos llevaron de vuelta a aquel lugar sucio y descuidado, nos "alimentaron" por así decirlo, todos miraron con cara rara la ¿comida? mientras la chica se quejaba demasiado y yo sin remedio tome el ultimo trozo de pan mordido ¿Pero que rayos?, no era de esperarse mas en ese cuchitril, pero mientras sea comestible, el hambre es el hambre, después de tomarlo decidí centrarme cerca de Brazhan, si, ese era su nombre me pareció, salude—¡Hey! te haré compañía— le dije saludándolo como siempre lo hacia llevando dos dedos de mi frente hacia el aire y me senté a su lado sin esperar respuesta alguna para por ultimo intentar comer sin quitarle la mirada a Cornelia, ¿Debo hablar con ella? pensaba todavía.

 

Brazhan


Escuché con atención la respuesta de Cornelia, su realismo me pareció muy tonto, pero estaba bien después de todo ¿No? Era su modo de ver el mundo.
Sentí la presencia de alguien acercándose a mí, lo vi por un momento y era aquel chico, llamado Sebastian. Dijo que me haría compañía, no le respondí, sin embargo el chico se sentó de todos modos a mi lado. No lo miré.
Toda mi vida había evitado el contacto visual de la gente y esa no iba a ser la excepción. Desaté mi pelo y dejé que cubriera mi cara nuevamente, no me gustaba que las personas me miraran. — Has lo que tu quieras — dije, después de que el rubio se acomodara junto a mí.

 

Sebastian

— Has lo que tu quieras —Escuche de la boca de aquel chico quien dejo caer su cabello sobre su rostro solo sonreí levemente, por primera vez no me habían echado de una patada del lugar como era de costumbre—Te Asienta bien ese estilo—Le dije con el bocado en la boca todavía sin intentar entablar una conversación aun con el, realmente estaba tan acostumbrado a que me ignoraran por lo que no estaba acostumbrado a charlar, realmente no sabia como hacerlo.

 

Brazhan



‘’Te sienta bien ese estilo’’ Dijo el otro tipo. Si tener el pelo mugriento y apestoso era mi estilo, pues… Auch. — Hmm, ja — reí, o al menos eso intenté, aun trataba de no sonar sarcástico. Pero era algo que no se podía despegar de mí.
Miré a chico por un momento ¿Por qué alguien como el querría estar con alguien como yo? ¿Era masoquista? ¿Le gustaba que lo torturaran; golpeándolo, insultándolo o incluso ignorarlo?
Yo no era la especie de persona sociable, no era como él. Si ese tipo tendría que morir en frente de mis ojos, estaba seguro que ni siquiera me inmutaría. Pero quien sabe… ¿Podía cambiar?

 

Cornelia

No tenía nada más que hacer, solamente escuchaba la conversación de aquellos chicos, en una esquina de nuestra celda.

 

Sebastian

¿El se acaba de reír de algo que yo dije? normalmente me hubiera corrido pero no lo hizo bueno daba igual, ¿o no? , nah no podía de sacar de mi mente la escena en la que por poco mi vida se termina, ¿que hubiera sido si Ambrosius no hubiese estado ahí? luego me vivo aquella escena de el se apoyo en mi hombro diciéndome —Pelea bien, con eso saldarás la deuda que tienes conmigo — su rostro era tan indescriptible pero ¿porque me salvo? cualquiera mi hubiese dejado morir, hasta seria un favor para la sociedad—Tengo que salar mi deuda— dije pensando en voz alta y di otra mordida a mi "pan", por otra parte algo me intrigaba sobre Cornelia, ¿que debería hacer?, pero antes que eso, ¿porque sentía esto? habitualmente no me importaría los sentimientos de una mujer, de una manera solo las utilizaba para divertirme, ¡Arg! Con que esto es la culpa, pensé y alce la mirada para verla. "Nunca debes jugar con el corazón de una mujer" recordé aquellas palabras de aquel sabio amigo sin aun quitarle la mirada a la niña, y sin dejar de comer claro.

 

Cornelia

Estaba un tanto concentrada en mis pensamientos, ya que la conversación de aquellos me irritaba, debido a que no decían cosas importantes. Sentía como alguien clavaba su vista en mí, y al voltear, noté que Sebastian estaba actuando un tanto extraño, mirándome desde su lugar; estaba comiendo pero supongo que estaba dentro de sus pensamientos, puesto a que se le caía una que otra cucharada de la especie de engrudo en la ropa indecente que traía.
—Mínimo observa lo que haces ¿no?—dije mientras lo veía comer y ensuciándose un poco.

 

Sebastian


Estaba tan pensativo que no note que estaba ensuciándome de esa dique "sopa" pero Cornelia me saco de mis pensamientos —Mínimo observa lo que haces ¿no?— Me dijo y baje la mirada hacia mis harapos, —jajajajaja no tengo remedio— le conteste rascando mi nuca con esa tediosa risa mía pues se veía que esperaba una respuesta pues no me quito la mirada—He cornelia, quisiera disculparme por lo del otra vez, no fue mi intención gritarte—Le dije mientras desviaba la mirada pues era la primera ves que sentía culpa y no sabia como actuar. esperaba a que me negara la disculpa y no se como reaccionaria pero no seria una actitud negativa.

Contenido oculto: para todos

Sebastian no esta enamorado ni intentando conquistar a cornelia solo quiere estar en paz con su conciencia

 

Cornelia

Sebastian hablaba un poco con voz tenue y supongo que tenía... ¿vergüenza?, sin embargo, no entendía con claridad el porque de estar así.
—No te lo tomes a mal, pero no creo que era algo para disculparte—dije cortante. —No soy tan sentimental si alguien me grita, así que... si lo que quieres oír es un "te perdono", está bien, eres disculpado.—dije mientras me levantaba y buscaba algo para entretenerme, era realmente aburrido estar sin que hacer mucho tiempo en un sitio no muy agradable y sin espacio.

 

Sebastian

Al escuchar esas palabras tan frías no sentí am ¿feo? aparte estaba acostumbrado al rechazo y los gritos, debo admitir que tampoco me dio tanta emoción solo sonreí levemente y me sentí tranquilo, solo me quedaba lo de Ambrosius, no iba permitir que los guardias lo reprendieran por mi culpa, claro que inrvendria por el, en cuanto al sujeto de mi lado solo se quedo callado pero parecía poner atención en lo que sucedía entre ella y yo, pero ¿que rayos esperan que pase? y lo digo por la mayoría que se quedan mirándome con cara rara cada vez que me acercaba a ella.

 

Kedoku.

Observé el brazo de Victrion por unos segundos, maldije a esos perros con tan sólo imaginarme el dolor que debió sentir en aquel momento; también noté su forma de hablar, tenía dificultades en formar oraciones pero no dije nada al respecto y seguí comiendo. Victrion parecía un sujeto amable por lo que me cayó bien a diferencia del ruidoso de Scatto.

— Hmp, oye ¿Así de duros son todos los mecenas?— le pregunté, pues no creo que todos sean así de malditos. Al rato llego Sextius y se sentó solo en una de las sillas.

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@Amelie querida :3

 

Priscus

Cuando lancé el primer golpe con el mazo, un murmullo recorrió las gradas; cuando falle los murmullos se convirtieron en gritos ahogados, presa de mi ira volví a intentarlo y esta vez le arranqué a la audiencia exclamaciones de asombro… nada comparables con el mío al descubrir mi nuevo mecenas…

–Yo, Gallio; te daré el privilegio de ser mi protegido– Dijo él, con una malévola sonrisa.

El mazo resbalo de mis manos, y mi mirada fue directo a Gallio… el desprecio que yo sentía no tenía comparación alguna…


Después de aquello, y la promesa del encantador “sueño” de ser gladiador; nos condujeron de nuevo a los calabozos. La comida, mi acostumbrado “favorito”; engrudo con una pizca de moho y algo de mugre, un pan rancio y agua, que bien podría ser de letrina…

No, no había extrañado aquello. No pude evitar ver a los niños nuevos, ya sentía pena por ellos… quizá ellos también tendrían sueños… ahora ya no tenían nada.


El joven tímido, Brazhan, estaba con el pequeño granuja de Sebastian, y con ellos la ninfa, Cornelia; Sonrei.
—¿Que no se odiaban a morir?— Pregunté —¡ah!, olvídenlo— me dirigí a Brazhan— Quítate la mugre que llamas pelo de la cara… ahora tienes mecenas… deberás dar a conocer tu rostro… aunque no quieras, el tal Aratus, es una mujer… el tipo se la vive bañado en perfumes, y obliga a todo lo suyo a hacerlo también… pronto olerás a burdel… así que acostúmbrate.— Y me reí de su cara de horror; me aleje a comer y a disfrutar los últimos segundos de paz del día.