Estación de tren

Yashiro Isana

Había llegado apurado pero feliz y emocionado a la plataforma en la que indicaba el billete que me habían entregado en la invitación. Traté de ignorar a la gente o al menos a la mayoría, pues me era casi imposible no darles el paso.

Al llegar, parecía que haber dado el paso a medio mundo, me había hecho llegar entre los últimos o eso creía. Entregué tan pronto como pude el billete y dejé mi valija donde todos los demás lo habían hecho; y sin más, vi que mis compañeros ya iban subiendo al tren. ¿Tan pronto? ¿Tan tarde había llegado? Suspiré fuerte agachando la cabeza. Caminé rápido hacia el interior de éste tomando con fuerza mi pequeña mochila y mi parasol.

Me sentía nervioso... Inclusive mal. Suponía que era normal tras haber hecho lo que había hecho, y todo por mi sueño... Mi anhelo. Ojalá y algún día me perdonaran...

Me senté en el primer asiento vacío que encontré y me quedé pensativo observado el suelo del tren. Mi personalidad no era así, pero pensar en aquello, me ponía así. Seguro era cuestión de ese rato, porque de ese momento en adelante, ¡mi vida sería increíble!

Luego de un rato, decidí poner atención a los demás. Quizás podría encontrarme rápidamente a alguien con quien hablar.

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¿por qué postean tanto, compañeros? (?)

 

Aki Chigusa

Sí, aquellos chocolates sabían deliciosos y llevaba horas sin comer nada decente, así que para Aki, en particular, eran espacialmente buenos incluso si no lo eran realmente.

Se llevó otro distraídamente a la boca mientras escuchaba la pequeña historia de Andy. Hablaba con cierta emoción, nostalgia más que tristeza. Incluso se permitió una pequeña sonrisa. El corazón le dio un vuelco en el pecho. ¿Le gustaba el anime también? Y aunque el brillo de sus ojos pareció aumentar de pura emoción, lo único que Aki dijo en respuesta fue un corto, trastabillado y mal disimulado: "¿A-ah, sí? C-creo que eso es lo único que los extranjeros conocen de nuestra cultura... Yo... yo pienso que es un poco tonto..."

Y volvió a mentir, por supuesto. Fue visible por el ligero temblor de su voz y manos.

En ese momento Andy añadió algo que no alcanzó a oír y se levantó del asiento, estirándose en toda su extensión. Incluso su espalda llegó a crujir. El movimiento y el oscuro aspecto del chico le recordó brevemente a "Kuro" el gato negro que tenían sus vecinos. La cara de este también tenía cierta semejanza.

"Andy, el gato negro"— pensó un momento, y no pudo evitar reír discretamente.

Y con esas, "Andy, el gato negro" caminó hasta el pasillo. De alguna manera se veía más animado después de aquella conversación, como si le hubiera dado energías, como si se sintiese más feliz y esperanzado. Aki no pudo evitar preguntarse si tení algo que ver con ella.

— ¿Te apetecería ir a buscar a alguien que esté solo en alguno de esos vagones?—preguntó entonces, mirando por la puerta del vagón—, son tres horas de viaje, más de alguno podría desesperarse ahí afuera ¿no crees?

—Oye, no... ¿no te parece que estás tomando muchas confianzas con alguien que acabas de conocer?—le preguntó de nuevo, volviendo a hacer ese típico gesto de rascar su mejilla con la uña de su dedo índice—. Además, si buscas a alguien que está solo...

Señaló con un ligero movimiento de cabeza a su izquierda, a los asientos que quedaban del otro lado del vagón. Ahí, una muchacha de cabello rosado— aunque era difícil discernir claramente por la capucha que le cubría parte de la cabeza— observaba a través de la ventana con aspecto aburrido.

—Esa chica está sola, ¿no?

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Amane Momochi, ven pa' ca ;u; (?)

 

Andy Wheller

Aki trastabilló sospechosamente cuando habló del tema del anime, cosa a la cual no le tomé mucha importancia — Quizá odie el anime — pensé.

—Oye, no... ¿No te parece que estás tomando muchas confianzas con alguien que acabas de conocer? Además, si buscas a alguien que está solo... Esa chica está sola, ¿no? — Respondió Aki señalando el extremo opuesto del vagon con un leve movimiento de cabeza.

Yo dirigí la mirada hacia allá y vi a una chica de cabello rosado sentada en soledad y algo aburrida.


Las comisuras de mis labios cayeron formando un gesto despreocupado, voltee y mire a Aki al tiempo que me encogía de hombros.

— No lo sé ¿tú crees que soy un confianzudo?, ¿crees que esa chica piense lo mismo si me acerco a conversar con ella?

Simplemente voltee de nuevo y encaminé mis pasos hacia la chica de cabello rosado.

— ¿Qué sería de la comunicación sin los confianzudos? — dije en tono neutro mientras le hacía señas a Aki para que me siguiera.


Llegué hasta donde estaba la chica de cabello rosado, sin percatarme si Aki me había seguido o no.


— Hola, ¿Qué tal?, ¿me preguntaba si te molestaría conversar un poco?, mi nombre es Andy.

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Noir Amane

 

Connor Miller

Los jóvenes volvieron a sus asientos,esta vez con su nueva compañera.
El joven pudo notar una especie de acento de su nueva acompañante,pero no tenía claro de que clase de acento se trataba ¿Quizas italiano? El chico comenzaba a sentir un poco de frío en el lugar,decidió cerrar completamente su chaqueta y sacar de su bolsillo unos guantes grises que colocó inmediatamente en sus manos,tal vez no estaba muy acostumbrado a las temperaturas del sitio.

—¿Y bien? ¿Nerviosos por llegar? Preguntó Akane,parecía estar un poco inquieta.

—¿E-eh? Bueno...para ser sincero,la ultima vez que iba a un sitio desconocido,con personas des conocidas,intentaron asaltarme,he he...así que sí,estoy un poco nervioso ha ha ha.— Exclamó un poco inseguro el joven,pero con su típica risa de fondo. —¿Les cuanto algo? hacía años que no me subía a un tren,no recordaba que fuera tan sofisticados...ni tan fríos.— Dijo el joven mientras frotaba sus manos para conseguir un poco de calor.

—¡Oh! Por cierto ¿Ustedes de donde son? Yo lo verdad es que no soy de por aquí y no tengo muy en claro a donde vamos exactamente. — Preguntó el joven algo curioso mientras revisaba aquella invitación que había recibido hacía tiempo,en ella no se encontraba demasiada información sobre este "proyecto secreto" así que no estaría demás tratar de enterarse un poco más sobre la situación.

 

Akane Yuzuki

"Van a ser tres horas larguísimas".

Esa voz, definitivamente, no había venido de ninguno de los presentes. De hecho, juraría que era la primera vez que la escuchaba. Dio media vuelta con las rodillas hincadas sobre su cómodo asiento, y asomó sus ojos sobre el respaldo disimuladamente, buscando el origen de la voz. Se encontró con la mirada de un chico que la observaba, quizás, interesado en unirse a la conversación.

Akane le sonrió, colocando sus codos sobre el respaldo para mayor comodidad, y balanceó su mano de un lado al otro.

—Anda, hola. No te había visto llegar —le saludó, risueña, recorriendo con la mirada a su vez aquella nueva perspectiva del propio tren. Regresó la atención sobre él, recordando sus palabras—. Es cierto que el viaje es un poco largo, pero creo que podremos intentar amenizarlo un poco, ¿te apuntas?

Y ladeó la cabeza suavemente, esperando una respuesta de su parte. Sí, aquella había sido, en palabras de Akane, una invitación directa para unirse a la conversación. Quería darle un pequeño empujoncito a su manera para acercarse y quizás, de esa forma, lo había conseguido.

Aún con sus rodillas hincadas en el asiento observó atentamente a Connor mientras hablaba, contándoles que aquella era la primera vez en mucho tiempo que se subía a un tren. La joven guardó silencio, avergonzada. No se atrevería a decir que nunca antes había subido a un tren. Mas sus ojos parecieron brillar cuando el joven reveló que, tal y como pensaba, él no era de aquí. Y era probable que Karou tampoco.

La curiosidad por saber los orígenes de cada uno la obligó a ser la primera en hablar, dejando lo mejor para el final.

—Yo sí soy de Japón, como podréis entrever por mi nombre. Soy de Kioto, más concretamente. Es una ciudad bonita... pero muy condensada —aseguró, permitiéndose soltar una pequeña risa nerviosa. Alzó la cabeza, alternando miradas con los tres chicos, llena de curiosidad, y cuando hubo mirado a Connor y Karou volvió a girarse hacia el chico misterioso—. ¿Y vosotros? ¿De dónde sois? Aún no sabemos tu nombre tampoco, aunque creo que los nuestros ya los habrás escuchado~.

 

Por lo visto, había conseguido no parecer impertinente, y fui invitado amablemente a la conversación. Bien, al menos las siguientes horas no iban a consistir en simplemente observar el paisaje moviéndose al paso del tren. Veía a Akane algo incómoda teniendo que mirar hacia atrás constantemente, pero no le di mucha más importancia y simplemente sonreí ligeramente

—Yo sí soy de Japón, como podréis entrever por mi nombre. Soy de Kioto, más concretamente. Es una ciudad bonita... pero muy condensada.

Asentí con una sonrisa ante ello. Recordaba haber estado en Kioto en unas vacaciones de verano, antes de encerrarme en mi habitación, y la recordaba tal y como la estaba describiendo

— ¿Y vosotros? ¿De dónde sois? Aún no sabemos tu nombre tampoco, aunque creo que los nuestros ya los habrás escuchado~.

Rayos, ¿por qué no me había presentado hasta ese momento? Me maldije por ello antes de responder:

— Me llamo Hiroshi —dije—. Hiroshi Usui. Y soy de Osaka —en ese momento sentí que tal vez podría hablar un poco más. Tratar de conseguir un tema de conversación que me distrajera de lo que estaba por venir. Y lo encontré—. Aunque mis padres nacieron en la Zona

Tragué saliva por lo que había dicho, quizás con algo de arrepentimiento. A mis padres les oía decir que tuvieron suerte de irse de la Zona antes de que ocurriera lo peor. Pero no sabía qué opinión iba a suscitar en los otros interlocutores

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Nota: "La Zona" a la que se refiere Hiroshi es la zona de exclusión alrededor de la central nuclear de Fukushima, que en el tiempo en el que transcurre el rol debe estar más o menos como Chernóbil actualmente IRL. No lo añadí a la ficha porque no es determinante en el propio personaje; sus padres se mudaron a Osaka poco antes del tsunami, por lo que no sufrieron radiación alguna y por tanto pudieron ser una familia normal

 

Aki Chigusa

— No lo sé ¿tú crees que soy un confianzudo?— preguntó él, encogiéndose vagamente de hombros—, ¿crees que esa chica piense lo mismo si me acerco a conversar con ella?

—Creo que todos en este vagón ya lo piensan— respondió Aki, rodando los ojos con pesadez—. Pero bueno, eres extranjero, es natural que no sepas nada de las normas de transporte japonesas... En primer lugar yo ni siquiera debería estar comiendo chocolate. ¡En los trenes se viaja en silencio!

Se reprochó a sí misma, levántandose de su asiento con presteza y depositando la bolsita de m&m's en la mano de Andy. Se dio cuenta entonces de que se hallaba demasiado cerca de la otra pasajera, esa chica callada de cabello rosado; aunque en principio esta no parecía estar prestando atención a su alrededor. ¿Quizás era sorda?

Aki suspiró con pesadez, colocó sus brazos en jarras y le dirigió al muchacho una mirada reprobatoria.

—Regresa a tu asiento. Es evidente que esta chica no quiere ser molestada por un chico de aspecto siniestro con excesiva confianza.

 

Andy Wheller.

Aun me estaba presentando cuando escuché la respuesta de Aki quien al parecer no se había de movido de su asiento —Creo que todos en este vagón ya lo piensan. Pero bueno, eres extranjero, es natural que no sepas nada de las normas de transporte japonesas... En primer lugar yo ni siquiera debería estar comiendo chocolate. ¡En los trenes se viaja en silencio! — al tiempo que decía esto se levantó de golpe y me regresó la bolsita de m&m´s.

Creo que la chica de cabello rosado no se dio cuenta de mi saludo ni del jaleo que estaba armando Aki, la peliblanco me miró con el ceño fruncido — Regresa a tu asiento. Es evidente que esa chica no quiere ser molestada por un chico de aspecto siniestro con excesiva confianza. — Dijo ella con un leve tono de molestia .

Regresé los pasos al camino y volví a mi lugar de siempre, eché una larga mirada a mi reflejo en la ventana reparando en mi aspecto. —Es evidente que esa chica no quiere ser molestada por un chico de aspecto siniestro con excesiva confianza — esas palabras hicieron eco en mi mente .

 

Karou Bright.

—Encantada de conocerte, Karou. Es la primera vez que escucho ese nombre, es muy bonito. Yo soy Akane, y este chico de aquí es Connor. Espero que nos llevemos bien~.

Mis ojos se iluminaron al hablar con las primeras personas del instituto. Había estado demasiado impaciente por este momento y por fin había llegado. Miré un poco alrededor, dándome cuenta de que se habían formado ya varios grupitos de personas. Todos tenían un aspecto muy interesante y me llamaban mucho la atención. Tomaba nota de las conversaciones que ellos llevaban, hasta que la pelirroja volvió a hablar.

—¿Y bien? ¿Nerviosos por llegar? —dijo, mientras desviaba su mirada hacia la ventana ansiosa.

—Yo estoy muy nerviosa. No salgo de mi casa hace mucho tiempo —le mencioné, dándome cuenta muy tarde de que eso puede que suene raro. Por suerte, luego escuché la voz de Connor, el cual pudo llamar más la atención. Se había colocado unos guantes grises muy elegantes.

—¿E-eh? Bueno... para ser sincero, la ultima vez que iba a un sitio desconocido, con personas desconocidas, intentaron asaltarme, he he... así que sí, estoy un poco nervioso ha ha ha —exclamó el joven—. ¿Les cuento algo? hacía años que no me subía a un tren,no recordaba que fuera tan sofisticados...ni tan fríos —dijo.

Tenía mucha razón en todo lo que dijo. Aún no podíamos descartar la posibilidad de sufrir ciertos peligros alrededor. Siempre tenemos que ir muy atentos a todos lados.

De repente, Akane se dio media vuelta con las rodillas apoyada en su asiento y luego le habló a alguien, invitándolo a unirse a la conversación. Yo me encogí un poco. ¿Alguien había estado escuchando sin darme cuenta?

«¿Qué parte de "hay que estar atenta" no entiendes, Karou?», me recriminé. Oh no, pero espera. Eso significa que otra persona se iba a acercar. Es decir... ¡Le tendré que hablar también a otra persona!

«Todo va a estar bien, todo va a estar bien. Te convertirás en una buena conversadora», me dije según mi mantra. Respiré hondo.

—¡Oh! Por cierto ¿Ustedes de donde son? Yo lo verdad es que no soy de por aquí y no tengo muy en claro a donde vamos exactamente —preguntó el joven algo curioso mientras revisaba aquella invitación que había recibido hacía tiempo.

—Yo sí soy de Japón, como podréis entrever por mi nombre. Soy de Kioto, más concretamente. Es una ciudad bonita... pero muy condensada —mencionó Akane—. ¿Y vosotros? ¿De dónde sois? Aún no sabemos tu nombre tampoco, aunque creo que los nuestros ya los habrás escuchado~.

—B-bueno, yo soy de la ciudad de Florencia, Italia. Quizás ya se dieron cuenta por mi acento molesto. ¡Ah! Y-y Connor... Yo tampoco subo a un tren desde hacía años. C-creo que la actitud que mantienen en este lugar es muy sospechosa, así que tendremos que ir con cuidado.

Esperé muy pacientemente con mis orejas bien despiertas, hasta que escuché una voz masculina en el asiento de atrás.

—Me llamo Hiroshi. Hiroshi Usui. Y soy de Osaka. Aunque mis padres nacieron en la Zona.

¿La Zona? Eso me sonaba conocido. Creo haberlo oído en la televisión. ¡Oh! ¿No era ese lugar que se encontraba alrededor de la central nuclear de Fukushima? Se trataba del accidente.

Pensé muy bien en qué decir para no sonar descortés ni muy entrometida.

—Y-y... ¿Tu familia está bien? —dije con un leve temblor en mi voz preocupada.

 

Yashiro Isana

Observé a una chica y un chico los cuales estaban, en cierta forma... Discutiendo por hablarle a otra chica, la de cabello rosado que estaba cerca a ellos 2.

¿Debía hablarles a ellos? ¿O mejor al otro grupo que hablaba de los orígenes de cada quién? Hm... Me parecía mejor a este pequeño grupo que estaba más cerca a mí. Me puse de pie y comencé a reír mientras caminaba.

—¿No creen que deberían primero dejar que hable la chica? —reí de nuevo y coloqué mi mano sobre el hombro de la joven de cabello blanco con una gran sonrisa en mis labios, aquella con la que siempre encantaba a los demás.

Con esta actitud, esperaba que sus reacciones fueran positivas, pues normalmente con las personas que por primera vez veo, siempre era así.

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Noir

 

Andy Wheller

Yo estaba inmerso en aquella palabras que Aki me había dicho, comencé a verme en la ventana. Con mis dos dedos índices levanté mis mejillas haciendo una mueca graciosa frente a mi reflejo. Tomé mi enmarañado cabello y me lo retiré de la cara. Miré mi rostro pálido y pensé — ¿De verdad me miro tan mal?

— Qué vergüenza — atiné a decir con poca emoción.


—Quizá si dejo de usar ropa tan oscura y recorto un poco mi cabello podría lucir más confiable, y... y... una sonrisa, sí, eso siempre ayuda a dar más confianza, una gran sonrisa —Pensaba al tiempo que practicaba dicha sonrisa en la ventana, sin mucho éxito he de decir, ya que las comisuras de mis labios temblaban al tratar de mantener ese gesto. — Es inútil — Pensé escondiendo el cuello en los hombros. Aún estaba inmerso en mis pensamientos cuando una voz ajena a la de Aki llamó mi atención.

— ¿No creen que deberían primero dejar que hable la chica? — dijo un chico de cabello algo blanco que de vez en cuando tenía tonalidades que lo hacía lucir como la plata.

Noté que había posado su mano en el hombro de Aki. :V — ¡Oh chico eso no puede ir a buen puerto, si ella piensa que soy un confianzudo por querer hablar con los demás, imagínate lo que pensará del contacto físico prematuro!

Pero también noté algo muy peculiar en él, una enorme y blanca sonrisa, — ¡Eso, Eso es lo que necesito, una sonrisa como esa! — pensé bastante emocionado, en mis adentros claro.

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Noir Rein

 

—Y-y... ¿Tu familia está bien?

El fino hilo de voz que había dicho eso parecía estar preocupado. A aquella chica italiana se le notaba además una fuerte timidez. No entendía del todo aquella preocupación; después de todo, le restaba importancia al hecho de tener sangre de la Zona.

— Al menos no les han detectado nada —dije entre risas—. Mis padres siempre están dando las gracias por haberse mudado a Osaka antes del terremoto.

Iba a dejarlo ahí, pero me sentía culpable porque mi respuesta pudo haber sonado sarcástica. Así que añadí con un tono suave y una sonrisa que no estaba seguro de que fuera a verla:

— No te preocupes, están todos bien.

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Liza White Rider

 

Aki Chigusa

Y Andy hizo bien en pensar lo desastroso de aquel nimio gesto. En cuanto la joven Chigusa sintió esa mano cálida pero desconocida posarse en su hombro dejó escapar un agudo gritito de sorpresa y se volteó con rápidez, golpeando el rostro de aquel desconocido con su misteriosa y preciada cartera. El golpe contundente—quizás por la cantidad de volúmenes que portaba en su interior— fue suficente para lanzar contra el suelo al joven de cabello plateado.

Aki tardó un breve segundo en reaccionar. Su rostro enrojeció ligeramente.

—¡Oh, por Madokami, lo siento!— dijo atropelladamente, pero enseguida, por algún motivo que escapaba al control de los pasajeros, añadió—. Qu-quiero decir... ¡te lo mereces por asaltarme por la espalda de esa forma! Y ahora, si me disculpáis me vuelvo a mi asiento a leer mis mang— digo, a ver el paisaje por la ventana. Sí, eso.

Y eso dijo, con un tono de ligera altenería y orgullo y dignamente se dio la vuelta para tomar su asiento. estaba por alcanzar su asiento al otro lado del vagón, cuando una voz femenina, dulce y tímida la hizo voltearse. Era la chica de la capucha. Y no era sorda, precisamente.

—Bien—dijo inclinándose hacia el pequeño grupo concurrido. El chico de cabello plateado aún tenía una fea marca rojiza en el rostro—. Me llamo Chiaki Momoko. Será un placer para mí entablar una conversación con vosotros para hacer este viaje más ameno . No considero una molestia la presencia del chico, de hecho me parece curiosa su forma de ser, así que no te preocupes, no tenías que haberle gritado. Oh, y gracias por permitirme más tiempo para pensar en un respuesta. Será mejor que estemos sentados para más seguridad, no será difícil comunicarnos debido a la poca distancia entre los asientos. ¿Algún tema del que hablar?

Aki se quedó sin palabras. No, por su parte ella no tenía ningún tema del que hablar... al menos no uno que fuese a compartir en voz alta.

—A-ah...— aquello fue lo único que alcanzó a procesar su cerebro. Se sintió más estúpida que nunca.

 

Andy Wheller

Yo aún estaba admirando la sonrisa de aquel chico cuando de repente ¡Pum!

Tal como lo predije, ¡el boxeador besó la lona!

Sabía que ese contacto sorpresivo y prematuro no llevaría a nada bueno. Yo por mi parte estaba agazapado como gato asustado en mi lado del asiento, aun en shock por la reacción de Aki quien había noqueado al simpático muchacho de un bolsazo justo en la cara.

Estiré mi cuello para ver a aquel bulto de cabellera plateada tirado en el suelo, me levanté lentamente y me acerqué a él.

— ¿Oye sonrisas? ¿Estás bien? — le pregunté al chico mientras lo tanteaba con la punta de mi zapato, como si se tratase de un bulto nada más.

El pánico me invadió al no recibir respuestas. Me embargó una sensación de emociones que hicieron que me despojara en unos segundos de aquella neutralidad que me caracterizaba, en pocas palabras, perdí el control.

— ¡Por Dios Aki!, ¡lo mataste carajo!, ¡Oh Dios mío! ¿Qué haremos?, esa cartera tuya no tendrá explosivos pero es un arma contundente y letal.

Mientras yo estaba en pánico la chica de cabello rosado se había acercado y había dicho algo que no acababa de comprender debido a mi estado.

— Y ahora para colmo de males la chica de pelo rosado se nos ha acercado ¿Qué pensará de nosotros? la hemos hecho cómplice — dije bastante preocupado.


— ¿Andy?, estás exagerando — me dije a mi mismo, o bueno mi lado más neutral lo dijo.


Traté de recobrar el control al tiempo que el chico noqueado emitía leves quejidos, me apresuré a levantarlo y lo acomodé en el asiento.

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Noir Amane Rein

 

Karou Bright.

El joven llamado Hiroshi contestó que no les detectaron nada a sus padres, a pesar de venir de La Zona. Mis hombros tensos se soltaron inmediatamente luego de oír su respuesta. Inclusive, lo escuché reír despreocupadamente acerca del asunto, así que deduje que realmente no había pasado nada grave. Eso me hizo sentir mejor, como si yo misma me hubiese salvado de aquel desastre. Puede que la empatía me esté tocando muy profundo al comenzar a socializar de nuevo.

Con mucha nostalgia, miré hacia abajo mientras alzaba la estrella blanca de mi collar. Podía sonar muy estúpido, pero sentía que con ese objeto, mi tía me protegía y me transmitía todo el apoyo que no había recibido desde lo que sucedió en la sala del hospital. Yo también quisiera poder decir que ella se había salvado de lo que podría haberle sucedido.

Mis pensamientos se interrumpieron al escuchar que Hiroshi hablaba de nuevo.

—No te preocupes, están todos bien.

Noté que había suavizado su tono y me dedicaba una pequeña sonrisa, que yo correspondí.

—Me alegro mucho por ello —le dije, más tranquila—. Entonces... Tengo curiosidad por saber... Si todos ustedes están aquí, significa que todos somos gamers. Así que, si me permiten preguntar... ¿Cómo descubrieron su gusto por los videojuegos? —Me mordí el labio, un poco nerviosa por cómo podrían reaccionar. Estaba indagando en la vida de los demás, por lo que no sabía si me iban a contar lo que pensaban o, por otro lado, preferían no hablar sobre esos temas.

Miraba expectante a mis tres acompañantes, cuando me sorprendí levemente al escuchar unas exclamaciones que venían de unos asientos más allá. Al curiosear un poco con la mirada, visualicé a un chico de cabellos blancos tirado en el suelo y siendo ayudado por otro joven que no dejaba de regañar a la chica loca por su cartera.

«Las personas que me rodean son más extrañas de lo que pensé».

 

Connor Miller

Los jóvenes notaron que había alguien que alguien se encontraba cerca,escuchando su conversación,se traba de otro jeven sentado detrás de ellos. —¡Hey! ¡Hola ahí atrás! — Exclamó el chico con un gran entusiasmo y una amplia sonrisa al ver a aquel otro joven,se trataba de un chico de cabello castaño y ojos azules,parecía ser que ya llevaba un rato detrás de ellos,se veía bastante tranquilo,probablemente era una persona simpática.

—Es cierto que el viaje es un poco largo, pero creo que podremos intentar amenizarlo un poco, ¿te apuntas? — Preguntó Akane a aquel chico que se encontraba en los asientos de atrás.

—¡Pero eh! No te quedes ahí atrás,ven,siéntate aquí con nosotros.— Exclamó Connor con su gran sonrisa mientras extendía su mano a aquel nuevo chico,invitándolo a sentarse con ellos.Parecía ser que su grupo iba creciendo lentamente,el joven jamas había tenido demasiados amigos precisamente,así que le daba mucha ilusión conocer más gente nueva.

—Yo sí soy de Japón, como podréis entrever por mi nombre. Soy de Kioto, más concretamente. Es una ciudad bonita... pero muy condensada — Dijo Akane.Vaya,parecía ser que Karou y Connor eran los únicos extranjeros en ese vagón.El abuelo de Connor era un piloto militar y él le había contado unas cuantas historias sobre sus viajes por Japón.

—¿Y vosotros? ¿De dónde sois? Aún no sabemos tu nombre tampoco, aunque creo que los nuestros ya los habrás escuchado~. Preguntó la chica de cabello rojo

— Me llamo Hiroshi —dije—. Hiroshi Usui. Y soy de Osaka. Dijo aquel chico de ojos azules.Su abuelo le había contado varías historias sobre Osaka...pero ninguna de ellas era muy reconfortante.Lo mejor para Connor sería evitar el tema para evitar decir algo inapropiado. —¡Mucho gusto Hiroshi! Mi nombre es Connor y...Bueno,yo soy de San Francisco,California,ahí literalmente he vivido desde que tengo memoria.— Dijo el joven con una sonrisa un poco nervioso,estaba confirmado,él y Karou era los únicos extranjeros en esos asientos.

—B-bueno, yo soy de la ciudad de Florencia, Italia. Quizás ya se dieron cuenta por mi acento molesto. ¡Ah! Y-y Connor... Yo tampoco subo a un tren desde hacía años. C-creo que la actitud que mantienen en este lugar es muy sospechosa, así que tendremos que ir con cuidado.— Dijo Karou con esa simpática sonrisa tímida que tiene.

— ¿De Florencia? ¡Ajá! ¡Sabía que tu acento me parecía familiar! — Exclamó el joven con un gran entusiasmo y alegría,tenía recuerdos muy hermosos de esa ciudad. —Yo visite Florencia hace mucho tiempo en uno de mis cumpleaños junto con...con...— La amplia sonrisa de Connor se fue desvaneciendo poco a poco,hablar sobre su abuelo no le resultaba nada sencillo,mucho menos con gente que no conocía del todo. —B-bueno no importa,es una ciudad preciosa...— Dijo el joven con una leve sonrisa,tratando de evitar el tema.

Después,de unos breves momentos de conversación Karou preguntó: —Entonces... Tengo curiosidad por saber... Si todos ustedes están aquí, significa que todos somos gamers. Así que, si me permiten preguntar... ¿Cómo descubrieron su gusto por los videojuegos?—

—¿E-eh? ¡Oh! Sobre eso,bueno...me han fascinado los videojuegos desde que era un niño,sobre todos los juegos clásicos de principios de siglo.Y hace apenas 3 años comencé a trabajar en un Arcade de mi ciudad,así que mi afición por los videojuegos no hizo más que crecer he he...pero,no lo sé,he marcado unos cuantos récords en juegos clásicos,supongo que por eso me llamaron aquí.— Dijo aquel joven con una sonrisa,mirando hacía la ventana mientras recordaba aquellas noches en las que se quedaba despierto hasta altas horas de la noches jugando en el Arcade. — ¿Que hay de ustedes?— Preguntó el chico curioso hacía el resto de sus compañeros.

 

Esera Santos

Se acomodó más en el asiento, sacando nuevamente su teléfono móvil. El brasileño quería hablar, realmente tenía ganas de entablar una pequeña relación con la chica... pero era imposible. Se sintió de pronto un poco frustrado. ¡Qué difícil que resulta comunicarse con alguien del cual no tienes idea de su idioma! Si bien las señas eran lenguajes universales al igual que el inglés; un idioma mundial y primordial para establecer al menos un poco de conexión con la otra persona... pero Esera no tenía idea del inglés.

—Sinto muito. —arrugó los labios. Comenzó a gesticular rápidamente, como si aquello ayudara a su falta de español. —Querer hablar. Español. Malo. —encogió los hombros y alzó las manos, intentando dar a entender que se sentía impotente al no poder hablar como él quisiera.

Unos gritos y ruidos, como si alguien hubiera lanzado algo al suelo, le llamaron la atención. Asomó un poco la cabeza por el pasillo justo para ver como levantaban a un chico del suelo. Arqueó una ceja y rodó los hombros. Él también se sentía fuera de lugar pero tampoco como para desmayarse. Acercó un dedo a su sien y lo movió en círculos, sacando la lengua y emitiendo un leve gruñido como si estuviera loco.

—Pessoas estranhas no trem. —sonrió levemente, moviendo su teléfono de mano a mano.

 

Le había costado un poco, sí, pero a medida que el tiempo transcurría, los vagones de aquel tren fueron llenándose de voces que fueron perdiendo el miedo al primer contacto. Al principio inició en pequeños focos que podían contarse con los dedos de una mano, pero pronto, la mayor parte de los estudiantes se encontraban formando parte de una amena charla. Y con todo tipo de conversaciones, charlas sobre temas banales, sonrisas y algún que otro golpe, el tren se llenaba de vida.

Akane se desperezó vagamente sobre su asiento, sintiendo sus músculos entumecidos por estar tanto tiempo sentada. Había transcurrido aproximadamente una hora y media desde el inicio de su viaje, y el paisaje que se reflejaba frente a su ventana había variado considerablemente. Ya no quedaba rastro de edificaciones propias del paisaje urbano, si no que todo eran árboles y vegetación de considerable tamaño. Su cuerpo, sin embargo, se estiró de inmediato al contemplar una fina línea azul en el horizonte, que cada vez iba haciéndose más y más grande.

—¡Chicos, mirad esto! ¡Estamos llegando al mar! —exclamó, con sus ojos brillando de la emoción. Con sus manos apoyadas en el cristal, contempló cómo, en efecto, aquel horizonte celeste iba aproximándose cada vez más hacia ellos. Nunca hubiese creído que el tren metropolitano de la ciudad pudiese acercarse tanto al mar como si... Su expresión se paralizó al instante—. ...¿es normal que un tren se acerque tanto?

Pero antes de que ninguno de los presentes pudiese reaccionar, el tren se adentró en un tunel, dejándoles sin luz por unos instantes que se sintieron eternos. Al cabo de unos segundos, el tren activó su sistema de red eléctrica, y todos pudieron percatarse del sonido que produjo uno de los altavoces al encenderse por primera vez en mucho tiempo. Akane, instintivamente, agarró con delicadeza la manga de la chaqueta de Karou, quien se encontraba sentada a su derecha. No la miró en ningún momento, pero pudo notar que se encontraba algo asustada. Ahí fue cuando pudo comprobar que la pelirroja nunca antes había montado en un tren, y por lo tanto, desconocía si aquella situación era normal.

"Estimados pasajeros, les rogamos que guarden la calma. Estamos a punto de cambiar de vía, a continuación el tren tomará rumbo a través del túnel acuático que atravesará parte del océano Pacífico. No se preocupen por nada y permanezcan en sus asientos hasta que la luz del panel lo indique. Una vez se vuelva verde, podrán atravesar el tren a su antojo. El vagón comedor abrirá sus puertas en breve".​

Y en efecto, así fue. Akane, asombrada, permaneció espectante en su asiento, con su corazón golpeando fuerte contra su pecho y sin darse cuenta de que, aún, su mano se encontraba agarrada a la manga de su acompañante. Con una suave sacudida y una pequeña sensación de vértigo al recorrer una leve inclinación del terreno, la oscuridad de las ventanas pasó a iluminarse por un azul eléctrico. El túnel a su alrededor era enorme, y se encontraba iluminado por continuos focos de luz que dejaban contemplar a los pasajeros las profundidades del paisaje marino. En ese instante era tal la emoción, que no llegó a replantearse el hecho de hacia dómde les estaban dirigiendo para tener que recorrer una ruta semejante.

—Oh... D-disculpa —murmuró entonces la pelirroja, dejando la mano sobre su regazo mientras le dirigía una tímida sonrisa a la chica. Se rascó la mejilla con cierto nerviosismo, desviando la mirada hacia la ventana—. Soy algo novata con los viajes en ferrocarril y... Me pilló algo desprevenida todo esto.

Entonces, la luz del panel sobre la puerta que conducía al vagón comedor, justo al fondo del pasillo, se iluminó. La joven sintió aquella oportunidad perfecta para estirar las piernas e ir a por algo de comer, y con cuidado se puso de pie, dirigiéndose a sus acompañantes antes de nada.

—Creo que iré a por algo para picar, me picó un poco el gusanillo, si os soy sincera. En cuanto vuelva respondo a tu pregunta, Karou, no me libraré de soltar prenda —bromeó, guiñándoles un ojo a los presentes, y antes de dar media vuelta, agregó—. Si no tenéis intención de ir os traeré algo, en seguida vuelvo.

Y con cuidado, se abrió paso a través de los asientos, dirigiéndose hacia el pasillo indicado mientras admiraba a lo lejos cómo un pequeño tumulto de estudiantes parecían estar montando algo de jaleo. La curiosidad la instaba a acercarse a ver o ayudar, pero la situación parecía controlada. Además, el tren se encontraba provisto de botiquines, por lo que no habría ningún problema. Así, dio media vuelta, dispuesta a encaminarse de una vez al vagón comedor.

Sin embargo, antes de llegar, la figura de una persona sentada sola le llamó toda la atención. Akane detuvo sus pasos lentamente antes de llegar al asiento de aquel chico de antes, a quien había apodado Hurraca para sí misma, y sintió la necesidad de hacerle algo de compañía. Aunque era probable que él prefiriese estar solo, su ímpetu no le haría echarse atrás, y su curiosidad por él seguía siendo mayor que nada.

—Hey, hola —se aclaró la voz al saludar, pasando por su lado y quedando justo frente a él, con sus manos entrelazadas tras la espalda. Le sonrió, sin verse intimidada en ningún segundo por su mirada—. Es probable que te sentases aquí para evitar tener que entablar conversación, pero me temo que esta personita curiosa te encontró. ¿Tendré el honor al menos de saber tu nombre? —dramatizó, haciendo un ademán con su mano, como si estuviese tratando con alguien de la realeza. Segundos después, no pudo ocultar su risa.

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