The Lost Club Angels Of Death

• Tate;Nathan;Caterina;Ranger vs Soldado 1;Soldado 2
• Melani vs Soldado 3; Soldado 4
• Ryshia; Henry vs Soldado 5; Soldado 6
• Brian vs Joseph

• 
  Tate= 37 pv (HERIDA) (4 balas)
  Nathan= 49 pv (HERIDO) (4 balas)
  Caterina= 46 pv
  Ranger= 34 pv
  Soldado 1= 3 pv
  Soldado 2= 4 pv
  
• 
  +10 pv [descanso]
  Melani= 77 pv (6 balas) +10 pv [descanso]
  Soldado 3= -3 pv (HERIDO)
  Soldado 4= 13 pv (2 balas)
  
• 
  Ryshia= 43 pv +10 pv [descanso]
  Henry= 100 pv +10 pv [descanso]
  Ranger= 34 pv
  Soldado 5= 18 pv
  Soldado 6= -4 pv
  
• 
  Brian= 89 pv (2 balas) +10 pv [descanso]
  Joseph= 19 pv (2 balas)
  

 

Tate Nolan

La bala había acertado y ahora aquel hombre estaba muriendo de una forma muy lenta, yo jadeaba y presionaba aun más mi herida para intentar que mi sangre no se escapara tan rápido de mi cuerpo, por otro lado dos de los miembros de Lost habían ayudado a Nathan y eso me tenía bastante tranquila, ya no había probabilidades de que ambos muriésemos, ese era un punto a nuestro favor.

"Quemen el lugar. Le pude sacar al tipo la información sobre dónde está la motocicleta de Billy. No será gran trabajo buscarla y no los necesitaré. Mandemos este lugar al infierno con todos sus integrantes y larguémonos de aquí."

Bueno... tan siquiera él se iba a ir solo por la dichosa motocicleta, pero yo no los iba a quemar sabiendo que seguían vivos, con pocas posibilidades de sobrevivir pero vivos... tal cual como lo había dicho ese chico de Lost, tomé nuevamente mi arma y miré al que era mi oponente, seguía teniendo esos raros espasmos y ver su sangre mezclada con otras cosas me revolvía el estómago — Tengo que matarte... si no, te quemarás vivo. — me expliqué ligeramente, aunque sabía que no era necesario

>> Creo que ambos sabemos que mi oferta es mejor que eso.. así que... respira cuanto puedas, que ya no lo harás en un par de segundos... — murmuré diciendo lo mismo que él me había dicho a mi cuando me apuñalo, y sin más, disparé el arma para que dejara de sufrir por completo.

 

Ryshia

No pudo ni reaccionar al comentario de Ranger contra sus pechos; en verdad estaba contenta de seguir con vida y que ni Ranger o Henry hubieran sufrido grandes daños por su culpa; dejó caer su cabeza unos instantes con una sonrisa.
Pero aquel idílico momento de paz por sentirse viva no duró demasiado cuando se escuchó el nuevo plan a tomar; prenderle fuego a personas aún vivas no iba con sus ideales de vida, la tortura no era algo que aprobaba; por lo que se levantó con esfuerzo y dijo —Yo hubiera preferido no venir a armar tal alboroto por una motocicleta... —dijo sin miedo — si por mi fuera todos estos hombres seguirían con vida, habría una alianza aún. Pero el daño fue hecho y no dije nada antes de actuar; ahora soy responsable de la vida de lo que ahora son mis enemigos. No los torturaré... —dijo sacando la pistola que no había usado en combate— ...deben morir.

 

Melani
La idea de ver arder a aquellos seres humanos despreciables se me antojó bastante interesante en un principio, pero el simple hecho de pensar en que yo podría estar en su mismo lugar si no hubiese tenido tanta suerte, pues me hizo recapacitar. Así que me levanté y fui a rematar a quién pudiese, aquella muerte no se la merecía ni el peor de los mortales.
En mi interior, un sentimiento de alivio, por no ser yo la que estaba corriendo aquella fatal suerte, me embargó.

 

Los novatos se encargaron de rematar a los heridos. El último en morir fue el vicepresidente, Joseph. Éste miró a Melani y cerró los ojos, esperando su final. Nunca sintió el fogonazo. Murió en paz. Ranger, por su parte, regaba el suelo, las paredes y la barra de bebidas con el bidón de gasolina. Ya solo faltaba encender un cerillo y que el lugar ardiera hasta sus cimientos. —Esto es algo tétrico... ¿no creen? —dijo al aire luego de buscar una cajita de cerillos detrás de la barra. Encendió uno con la manga de su chaqueta y se lo quedó mirando. —Será mejor que salgamos antes de que este lugar se vaya al diablo. —todos comenzaron a salir por la puerta de ingreso; Ranger esperó a que todos cruzaran y lanzó el cerillo prendido a los pies de Joseph; el cuerpo se incendió en un parpadeo y pronto las llamas comenzaban a devorarlo todo.

—Ya estaban tardando, niñatas. Es hora de largarnos. Oigo las sirenas acercándose. —informó Brian Jeremy que estaba apostado sobre su motocicleta, con el maletín sobre la misma. Las sirenas de la policía estaban cerca; los transeúntes habían informado sobre los disparos. Una ventana del club explotó de repente y una cortina de humo comenzó a brotar como si fuese una herida. Brian sonrió. —Vamos, nos largamos.