Yair se fue. Preocupada, decidí quedarme para cuidar de Rojo, dado que éste necesitaba una operación. Dejé a las enfermeras haciendo su trabajo en la habitación y caminé hasta la sala de espera. Cansada y rendida, me tiré en una de las sillas y cerré los ojos, esperando dormir un poco; había tenido un día muy largo.
Me encontraba en una pradera, el viento soplaba y me alborotaba el pelo. A mi alrededor se encontraban Elekid, Grovyle y Magby, mirándome. Quise hablarles, pero no pude. Traté de moverme pero parecía que mis pies estaban pegados al suelo; entonces, comencé a asustarme. Mis pokémon se alejaban lentamente de mí, y poco a poco iban desapareciendo. ¿Por qué?, ¿por qué se iban? Trataba desesperadamente de ir por ellos, pero algo en mi cuerpo me inmovilizó. El miedo se apoderaba de mí y algo me estaba asfixiando... Lancé un grito y desperté. Miré a mi alrededor, asustada, y me di cuenta de que estaba en la sala de espera del hospital. Miré en mi bolso y allí estaban las pokéball, todo había sido una pesadilla. Me levanté y fui a ver cómo estaba Rojo.
Yair entró a la habitación y preguntó por Rojo; lo observé y asentí. Ahora que Yair estaba allí yo podría largarme. Me levanté y tomé mi bolsó; observé a los chicos y dije:—Oigan, debo continuar mi viaje. Iré a Ciudad Barniz y de allí al Volcán; si necesitan algo, pueden buscarme. Gracias por todo, chicos. Abracé a Yair en modo de despedida y besé al pobre Rojo en la mejilla antes de decir adiós. Me dirigí hasta la puerta y me fui.
Terminando todo, saqué a mi fiel Samurott y caminamos un rato por la ciudad. Lo miré bien. Era impresionante el cambio que había pegado mi inicial en unos meses. Mi pokémon sonrió y le acaricié. —Aún recuerdo aquella vez en que estàbamos en la escuela y la liaste con Squirtle. —reí al igual que Samurott. —Me hiciste pasar mucha verguenza, pero aún eras un orgulloso pero adorable Osawhott. Aunque no has cambiado nada de eso. Sonreí y seguimos paseando por allí aprovechando el buen tiempo que hacía.
(Alpha ya está en el Arrecife de Plata; yo llevaré ahora a Steve -que me dio permiso para manejarlo utilizando mi cuenta- y a Ian para allá; solo faltaría @Liza White para estar todos los necesarios, sin que eso quiera decir, claro, que podáis venir cualquier otro a hacer la actividad). [Steve] Miré de nuevo mi holomisor, y ese mensaje que me mandaron. Medité un momento, y luego, decidido, le dije a Blaziken: —Vamos, Blaziken; tenemos que parar a esos del equipo Gamam sea como sea. Y con esas palabras, emprendí el vuelo hacia la ruta 310.
Miré mi videomisor. Me informaba de que el equipo Ganma había comenzado a hacer otra de las suyas. Esta vez parecia grave. —Rojo mira esto. —le mostré la información de todo esto.
Le expliqué todo el asunto del equipo Ganma a Rojo y de que ahora tenían a Lugia, y que debíamos acabar con ellos de una vez por todas. —¿Te apuntas? —le sonreí decidida.
—Esta bien, ve a por Yair mientras yo voy a Ciudad Barniz un segundo. Hasta ahora, no tardes. —le dije en el aire junto a Sigiliph y salimos de allí.
Me llego un mensaje, de que el equipo Gamma intentaba hacer de las suyas con Lugia, rapidamente me puse de pie de la banca y me dirigi sobre Ninetales a la Arrecife Plata. --Vamos a darles su merecido...--
Llame a mi novia por el videomisor. --Cariño, me das un aventón a la Arrecife Plata?-- rei y pregunte curioso. (@Liza White)
(@Ashareen, seguimos volando por aquí (?)) Tomé el videomisor mientras volábamos y a lo lejos se veia ya Ciudad Témpera. —Esta bien Bruno, pero espera un poco que lleve a Pauline con Yair. En un momento te llevo. Me debes unas cuantas ya ¿eh? —sonreí y colgué para mirar a Pauline. —Hablando del rey de Roma. —reí.
Liza y yo aterrizamos en Ciudad Témpera, mientras ella hablaba con Bruno, su novio, yo me dediqué a mirar el conocido paisaje del sitio. Sonreí al recordar cuánta gente había conocido aquí y cuántas aventuras había vivido. Miré a Liza y dije: —Hey, tengo que ir a buscar a Yair, nos vemos en el C.P dentro de quince minutos, ¿bien?—Le guiñé un ojo y comencé a caminar por la calle, preguntándome dónde estaría el dueño de Cyndaquil.
Comencé a silbar para entretenerme, observé los edificios distraída mientras pensaba. Mi viaje estaba siendo más divertido de lo que alguna vez pudiese haber imaginado; me sentía feliz. Sonreí y levanté la vista. A lo lejos, pude verdos figuras caminando junto con sus pokémon. Abrí los ojos sorprendida al ver quiénes eran. —¡Yair, Rojo; por aquí!—Grité felizmente mientras corría hacia ellos.
Yair pareció escucharme pero no se dio la vuelta. Enojada, corrí hacia él y a una distancia prudente le grité: —¡Oye, tonto! No me ignores—. Y le tiré la pokéball de Cyndaquil en la cabeza. Justo en ese momento Rojo pronunció mi nombre.
—Esta bien, hasta ahora. —me despedí de ella y fui caminando al C.P tranquilamente para hacer tiempo, aunque empezaba s tener prisa. Debia ir al arrecife plata...
(Salseoooooo) —¡Te he estado gritando para que me prestases atención y tú te haces el tonto!—Le espeté furiosa. Me agaché y recogí la pokéball de Cyndaquil, me acerqué a Yair y se la di con enojo—. Aquí tienes tu pokémon. Me di media vuelta y salí corriendo por donde vine; ¿por qué me ignoraba así? Gruñí y despejé mi mente de esos malos pensamientos.
Me senté en un banco frente el centro pokemon junto a Raichu, quien salió alegremente a hacerme compañía y le acaricié mientras este sonreía. —Creo que me voy a empezar a concentrar en tí también. Necesito un pokémon eléctrico bien fuerte para mi equipo. —le dije y este asintió decidido. —Eso significa que vamos a intentar que megaevoluciones. El pokémon parecía de acuerdo con lo que decía y eso me agradó.
Hecha una furia corrí por la calle hasta quedarme sin aire. Paré un momento para descansar y me recosté contra una pared, cansada. Observé el piso, mientras pensaba: ¿qué demonios le pasaba a Yair?, ¿por qué me ignoraba de esa forma? Suspiré resignada. Yo también había actuado mal, tirarle a su pokémon en la cabeza no fue buena idea. Reí ante el pensamiento de lo que había hecho con anterioridad. Abrí mi bolso y saqué de él una pokéball. Me levanté decidida y dije:—Adelante, Smoochum—. El pokémon salió y saltó alegremente a mi alrededor. Reí ante sus maniobras, me agaché y lo acaricié mientras le decía:—Hey, vamos a ir al centro pokémon, Smoo. Y nos encaminamos los dos juntos.
—Quizás me esté esperando Pauline dentro. —dije en voz alta y me levanté del banco junto a Ray para entrar al centro pokémon. Me acerqué a Pauline, quien se encontraba al final del lugar, en una silla junto a su pokémon. —Tengo que hablar contigo sobre algo Pau. —le comenté al llegar a donde ella cambiando mi sonrisa natural por una mirada más seria. Esto del equipo Ganma era grave.