Me giré por última vez y me acerqué a Dante con la mirada clavada en el suelo y a paso lento. —¡T-te voy a-a echar m-mucho de m-menos!—exclamé antes de tirarme a sus brazos y hundir mi cara en su pecho mientras soltaba algunas (bastantes) lágrimas—Cuídate, ¿vale?—dije entre hipidos separándome un poco—Y...—tragué en seco pero después moví la cabeza rápidamente, alejando las ideas que se me habían ocurrido—Nada~—me limpié las lágrimas y después miré a Typhlosion con una leve sonrisa—Nos vemos, pequeñín~—tras la despedida me dirigí directamente al avión que ya estaba preparado y me senté en el sitio que estaba escrito en el billete. Suspiré temblorosamente mientras el avión despegaba y miré los alrededores buscando alguna cara conocida.
Había llegado al límite que podía cruzar como ahora un simple visitante del aeropuerto, ya que yo no abordaría el avión que estaba lejos de nosotros, antes de que yo pudiera decir algo sentí un ligero peso, bajé mi mirada y miré a Emily aferrada a mi, claro... no tardé absolutamente nada en corresponder a su abrazo con fuerza (pero no la suficiente para causar una molestia en ella). — Créeme Emi que seré yo el que te extrañará mas de la cuenta — murmuré antes de que comenzara a separarse de mi para intentar completar una frase que jamás llegó a mi. Me acerqué a ella y le di un beso de despedida — Te amo pequeña, cuídate mucho...— finalmente la dejé y ella se despidió de Tyhplosion antes de abordar. Finalmente desapareció de mi vista y limpié mi rostro con rapidez antes de tomar una gran bocanada de aire para evitar que se me escaparan posiblemente bastantes lágrimas a mi esta vez — Suerte...
¿De verdad era, éste hombre, aquel que venció a Arceus con un Gallade y un Lucario? En una de las estanterías más inalcanzables de mi hogar, descansaba un grueso compilado de leyendas, rodeado de polvo y atrofiado por los años. Lo consideraba uno de los libros más preciados de mi familia, pues le di muchas lecturas de niño, maravillándome con sus héroes, estremeciéndome con sus villanos y soñando con sus escenarios diversos. La historia de “GL” era mi favorita. Pero con el paso de los años y la suma de lecturas más científicas, acabé por considerarla una historia de fantasía… O me había equivocado al calificarla como tal, o estábamos por confiarnos a las manos de un loco… Pero el gusto por la aventura es, siempre, más fuerte… Incluso cuando la perspectiva es la muerte. Acepté tanto su boleto de avión como sus numerosos objetos curativos. Subí al avión tras regresar a mis pokémon. Rodeado por las voces de mis amigos, vi la ciudad alejarse.
Había tomado uno de los boletos y regresado a todos menos a Drifloon. Caminaba tras el señor para no perderme ya que era la primera vez que pisaba ese lugar. Subimos al avión y las luces de la ciudad se volvieron borrosas con el despegue, le dije adiós a la región. Espero que todo salga bien.
"Lo difícil será enfrentar a Arceus, y peor: Poder ganarle. Si no lo logran...moriremos." El aeropuerto comenzaba a llenarse de personas que tenían entre sus planes coger el siguiente avión: niños ansiosos por subir agarrando de la mano a sus padres y tirando de ellos a todo correr, parejas llenas de ilusión a punto de pasar la luna de miel en Sinnoh, grupos de amigos dispuestos a irse de excursión a lugares lejanos... El lugar se había vuelto un completo barullo de voces y griteríos, de despedidas y de re-encuentros; la mayoría de dex holders incluso ya se encontraban subiendo al avión. Pero yo me quedé clavada en el sitio, observando el pasaporte en mi mano mecerse por las brisas que daban las personas que pasaban por mi lado, cargadas de equipajes. Era la primera vez que me sentía así: insegura, temerosa, cuando siempre tenía la positividad como una de mis mayores cualidades. ¿Por qué ahora no era así...? Quizás, quizás porque esta aventura iba a ser la más peligrosa que había vivido hasta ahora. Enfrentarse al dios pokémon, qué loco, ¿no? Pues yo había asentido sin dudarlo, ya no era momento de arrepentirse, no sería propio de mí. Observé por última vez el aeropuerto y el inmenso cielo estrellado de Galeia y comencé a subir al avión, apretando el pasaporte en el bolsillo tratando de calmar así los nervios. Traté de abrirme paso por el estrecho pasillo del interior, buscando con la mirada mi asiento correspondiente. Logré divisarlo justo detrás del asiento de Emily y cuando pasé a su lado le sonreí, tratando de relajar los nervios que sabía que debía sentir ella también. Abroché el cinturón de seguridad y miré por la ventana, vislumbrando, quizás por última vez, la enorme Ciudad Óleo. Suspiré, dejando el vaho marcado en la ventana, y decidí cerrar los ojos para así alejar todo pensamiento de mi cabeza. Dejar que el viaje pasara rápidamente... así en nada volveríamos a estar aquí. De un momento a otro, el avión comenzó a despegar, y sin nadie darse cuenta, una sombra erguida sobre la envergadura de un gran pokémon se acercaba a toda velocidad hacia el aeropuerto. Tan rápido como vino, se fue, pero un pequeño escalofrío hizo que abriera los ojos y mirara por la ventana. En el vaho había algo, algo escrito desde fuera... ¿pero cómo...? Antes de que la frase se borrara la leí en un susurro, y una sonrisa se escapó de mis labios. Miré hacia el horizonte, vislumbrando un pequeño punto azul en la lejanía, y volví a cerrar los ojos, ahora con los ánimos de nuevo al 100% al saber que él estuvo aquí, que me cuidaba desde donde estaba. No me rendiría hasta el final, volveríamos a vernos pase lo que pase. Recuerda cumplir tu promesa, nos vemos en la cima.
Finalmente ya no había nada que hacer en Aerosol, miré a Typhlosion y acaricié su cabeza, tendría que estar solo un largo tiempo pensando en que ella probablemente se divertiría en su nuevo reto, aunque ahora que lo pensaba no tenía ni una pequeña idea de lo que harían en Sinnoh, tan siquiera yo no me había enterado de mucho, el anciano estaba muy lejos de mi como para haber escuchado algo, eso sí... lo único que había escuchado era la palabra "Arceus",aunque para que mentir... no quería imaginar que podrían hacer con Arceus, solo quería que estuviera a salvo. — Bueno Typhlosion... tenemos que irnos de aquí... podemos ir a casa..— Typhlosion me miró y se cruzó de brazos mientras el fuego de su cuello se encendía — Se muy bien que no es un lugar interesante, pero ya no tenemos algo que hacer así que allí podría ser un buen destino ¿no crees? Finalmente, accedió, ya no habría nada que hacer así que ir a "casa" tampoco estaría tan mal..regresé a Typhlosion a su pokebola y junto con Staraptor nos dirigimos a Lienzo
—Ya veo… conque eso sucedió… —musité, bajando mi taza de té y acariciando al Herdier más cercano con suavidad. Mi llegada a Ciudad Aerosol me encontró en soledad; si bien habíamos partido al mismo tiempo, dejé atrás a Mitsuki pues estaba apresurada por alcanzar a los demás. Sin embargo, no fui lo suficientemente veloz, y para cuando llegué a Ciudad Aerosol no encontré a ninguno de mis amigos en el pequeño pueblo. Ni Emily, ni Dante, ni Chad, ni Hubert… nadie. Pero en eso, una mujer se cruzó en mi camino; la Oficial Jenny de Aerosol. Me reconoció debido a mis participaciones en los torneos de Acrílica y Témpera (segunda edición), y me invitó (bueno, más bien obligó) a tomar el té con ella y una conocida suya, había algo que debíamos discutir. Era conocida suya resultó ser nada más ni nada menos que Stephanie Stone, madre de Steve, en cuya casa nos encontrábamos ahora. Me llevé la mano a la frente, intentando terminar de procesar toda la nueva información. —Y por eso fueron a Sinnoh, ¿verdad? ¿Para poder poner fin a este tal Arceus? —Arceus oscuro, así es —confirmó Jenny, cruzándose de brazos—. He seguido a este anciano durante semanas, se me hacía sospechoso, pero siempre manteniendo mi distancia… un subordinado mío cometió el error de acercarse demasiado y terminó en el hospital de recibir tantos bastonazos. Pero mantuve una distancia prudente y logré oír todo esto cuando se lo contaba a estos jóvenes portadores de la pokedex. >> Me puse en contacto con mi prima segunda en Ciudad Pirita… está lista para actuar si los holders llegan a fallar, pero por ahora todo lo que podemos hacer es tener fe en ellos y en sus habilidades pokémon. —Mi Steve está con ellos, Jenny, querida, no tienes nada de que preocuparte —le aseguró Stephanie a la oficial. Asentí a las palabras de Stephanie; tanto Steve como todos los demás eran entrenadores muy hábiles, y no quedaba otra que confiar que eran lo suficientemente hábiles. Puse como excusa el cansancio y partí hacia el centro pokémon, donde renté una habitación y me encerré en la misma. Una vez allí, saqué mi Holomisor… rara vez lo usaba, pero sabía que podría enviar un mensaje a través de grandes distancias, y me puse de inmediato a escribir el mensaje que quería enviar. Sólo tenía unos pocos contactos: Hubert, Emily, Alpha, Ian, Liza, Steve, Mitsuki, Joy, Elisa, Chad y Mizuki componían la corta lista de contactos que poseía mi Holomisor. Decidí enviar el mensaje a Hubert, mi compañero de aventuras, sólo esperaba que llegara a Sinnoh sin problemas... "Hubert , ¿Cómo estás? ¿Bien? ¡Pues yo no! Me encuentro aquí en Galeia, atascada en Ciudad Aerosol por no ser lo suficientemente rápida… ¡y me vengo a enterar que allí andan en la aventura del siglo! Se todo lo de Arceus, me he enterado aquí y… no tengo más que decir que… No, no diré suerte. La suerte es para los mediocres, y ustedes no son mediocres. No la necesitan. Lo que necesitan es tener confianza en ustedes mismos, y en sus habilidades como entrenadores pokémon. Tienen que lograrlo. Sé que tú eres fuerte. Sé que Alpha puede ser la persona más competitiva y egocéntrica del planeta, pero también sé que su poder es sin igual y que es una buena persona en el fondo… sé que Mimi puede ser una consentida, que Brendan puede ser un idiota a veces, que todos pueden tener sus fallas… pero no hay personas que confiaría más una misión que ustedes. Y estoy segura que lo lograrán. Estoy segura que regresarás a Galeia sano y salvo, Hubert… estoy segura de que todos lo harán... Liza. Emily. Steve. Alpha. Mimi. Rojo. Brendan. Chad.. Hubert. Sé que trinfuarán. Patéenle el culo a ese tal Arceus, Effy." Contenido oculto @Bruno EVF @Liza White @Steve Yops @Arno Dorian @EliLover @Hey Miguel @Miss Phantomhive @Gold-Kun @Noir @Rojo FireRed
Estiré los brazos a la vez que me reincoporaba en la cama y me sentaba sobre las sábanas, mientras los rayos de sol se filtraban por la ventana de la pequeña habitación del centro pokémon en Ciudad Aerosol. Había pasado los últimos días allí, a la espera de que pudiera conseguir algún boleto para ir a Sinnoh a apoyar a mis amigos; a pesar de que tenía plena confianza en ellos, yo simplemente no era de las que se pierden un épico combate contra un pokémon legendario maligno. Pero parecía que éste me lo perdería, pues por motivo de las festividades de año nuevo no había boletos, ni a Sinnoh ni a ninguna otra región, ya estaba todo vendido con anticipación y era imposible conseguir un boleto tan sobre la hora. De modo que pasé los días allí, en Aerosol, sin nada más que hacer que entrenar y pasar el tiempo con mis pokémon. También pasé a tomar el té una o dos veces con la madre de Steve, Stephanie; era una mujer muy agradable, y tan amable como su hijo. Intenté enviarle mensajes de año nuevo a Ian, Mitsuki, Dante y Mizuki, quienes yo sabía a ciencia cierta no habían partido hacia Sinnoh, pero no tuve éxito; mi Holomisor murió la noche antes de Año Nuevo. ¿El culpable? Una Hidrobomba de Blastoise, dirigida a Dragonite como una suerte de broma, que el dragón esquivó con facilidad, pero el Holomisor que estaba tirado en el césped detrás de Dragonite no fue tan ágil. Tendría que conseguir uno nuevo en algún momento. —Ya he pasado demasiado tiempo en este pueblo —musité, mirando por la ventana. Era la misma vista que venía viendo hace varios días ya; hermosa, sí, pero ya me la sabía de memoria—. Es hora de partir. Empaqué todo lo que debía llevarme, me puse mis vestimentas usuales, y tras calzarme las sandalias abandoné el centro pokémon por la puerta principal, bolso en mano y acompañada únicamente por Skarmory. Dejamos finalmente la paz que habíamos hallado en Ciudad Aerosol; era aburrida, y nosotros necesitabamos un nuevo desafío.
--El truco es concentrarse amigo, siente la evolución, disfruta la evolución, sé la evolución. -- Trataba de ayudar a Natu, pero este no tenía ningún interés en evolucionar. De pronto me sentí algo solo, no es que no disfrutara tiempo con mis queridos pokemon, pero una respuesta en mi idioma humana me vendría bien después de tanto. --Me pregunto dónde estará Dante--suspiré, luego se me ocurrió visitar nuestro pueblo natal, quizás había visitado el lugar. Tomé a mi Pokémon y emprendí vuelo.
Finalmente habíamos llegado a Aerosol, cuando aterrizamos ni siquiera di tiempo a Staraptor de que revisara como me encontraba le detuve extendiendo mi mano hacia su pico para evitar que se siguiera acercando — Estoy bien...— murmuré acariciando su cabeza un poco antes de regresarlo a su pokebola — ¿Ahora que quieres hacer Ukita ?
Llegamos. Miré a todos lados, alguien en esta maldita ciudad debía saber algo. --Natu, quédate con Dante, no dejes que se mate-- El pajarito voló hacia Dante y se quedó en su cabeza, este se sentó en una de las sillas, desganado. No permitiría verlo así fe nuevo por más tiempo. --Debo encontrar a alguien...--susurré para mí al darme cuenta que no tenía ni idea de qué hacer ahora. Saqué a Entei y me monté en su lomo para buscar en toda la ciudad algunamm pista.
"No dejes que se mate" Fue el último comentario que alcancé a escuchar antes de sentarme en una silla cercana, en mi estado normal me hubiera quejado, hubiera hecho alguna muestra de que no era cierto pero ahora mismo no me importaba mucho que digamos. Estiré uno de mis brazos hacia mi cabeza para que Natu se posara sobre mis dedos y lo miré antes de dejarlo en el respaldo de la silla — Bueno... supongo que debe ser extraño para ti que tu entrenador tenga un amigo con complejos suicidas, ¿no crees? — suspiré antes de cubrir mi rostro con mis manos por leves segundos, que patético. Miré el cielo tétrico, ¿tendríamos que ir por allí para verificar algo?, ¿podría ver a todos otra vez tan siquiera para despedirme de ellos?, ¿podría disculparme con Emily por dejarla sola?...¿habría alguien que haya salido con bien? Muchas dudas y ninguna respuesta. — Debí de haber ido...
Busqué y busqué todo el día, la gente se sorprendía al ver a un niño sobre un Entei pero eso no era motivo paea que alguien me respondiese o dara razón. --Rayos, alguien debe saber algo de ese viaje a Sinnoh, de aquí partieron...
Tomé a Natu con mis manos y cuando logré levantarme de mi asiento estiré mis brazos y le pedí que se fuera con Ukita y me dejara en paz, no soportaba su mirada que escaneaba cada movimiento que hacía temiendo que hiciera lo que su entrenador había dicho. Cuando se fue volando miré el cielo nuevamente, probablemente Effy o Ian ya estarían dentro de esa cosa, combatiendo, avanzando, etc, etc, etc. Pero bueno, ellos eran ellos y luego me encontraba yo, ya había niveles de entrenadores y podía decirse que me encontraba entre los últimos, aparté mi mirada de allí y la dirigí por el camino donde se fue Ukita, no parecía que fuera a volver en un par de horas así que sin más, comencé a caminar alejándome del centro en el que estábamos, ¿qué mas daba si decepcionaba a alguien más otra vez?
No había quién me ayudaba, creo que tendría que subir yo mismo hasta donde estaba ocurriendo todo, entre las calles me topé con Natu. —Maldición Dante...—tomé a mi pequeño pokémon volador, entendí que Dante ya no quería seguir .—Como quieras hermano, arreglaré las cosas, no te preocupes— Me bajé de Entei y miré a Natu, quien me llevaría, la idea era loca, pero de por sí este ya era un mundo loco. Miré la ciudad mientras Natu me elevaba con sus poderes psíquicos, por ahí estaba Dante, pero no importaba, él había elegido no hacer nada por los que supuestamente quería, me causó una sensación amarga, pero esa era la realidad.
En mi travesía del centro pokemon pude notar a Ukita alejarse de Aerosol junto con Natu a esa cosa del cielo que probablemente me ayudaría a hacer lo que nunca pude cuando estaba de esta forma: a morir, si lograba morir allí sabía perfectamente que no me reuniría ni con mi hermana, ni con mi madre, ni mis amigos ni siquiera con Emily, había hecho tantas cosas que impedirían que yo me reuniera con alguien en otra vida. Llegué al centro y antes de entrar tomé una bocanada de aire para sonreír y entrar tranquilamente al centro pokemon con el huevo en mis manos — Enfermera Joy he encontrado este huevo no muy lejos, me preguntaba si usted se podría hacer cargo de el... ya que no creo poder criarlo bien.. usted sabe...— dejé al huevo pokemon en sus manos cuando su respuesta fue afirmativa y me retiré de allí a un área alejada saqué a mis pokemon para comenzar a disculparme con cada uno de ellos, por si no podía verlos después de la pelea, ellos eran los que darían la cara por mi y podrían incluso morir antes que yo.... — Creo que se sentirían mas seguros con el entrenador que no tenía memoria ¿verdad? — les pregunté con una suave risa, Chesnaught y la mayoría se limitó a mirarme de mala manera, pero Typhlosion fue la que me dio un golpe en la espalda para reñirme — Lo siento, lo siento..— los acaricié sonriendoles levemente a pesar de que todos supieran realmente que podría matarme, después solamente quedó Staraptor fuera de su pokebola — Que dices amigo.. ¿nuestro posible último viaje? — Staraptor pegó su frente en mi pecho y lo abracé por un rato, desde que era un Starly había estado siempre conmigo incluso mas que Typhlosion — Te ha tocado un entrenador muy malo para ti... — subí a su lomo y poco a poco se fue elevando si moría no importaría demasiado
Acabé sentándome con Liza y, en los detrás nuestra estuvo Dante y Ukita. Fue un viaje tranquilo hasta Galeia, quizás por la sensación de seguridad al saber que no íbamos a morir allí... Aterrizamos cuando ya estaba atardeciendo y bajé impacientemente del avión junto a mi amiga, para, minutos después encontrarnos en la salida con los chicos. —Bueno...—dije estirándome—Primero deberíamos recuperarnos un poco ¿no? Y luego ya vemos lo de la fiesta—propuse con una leve sonrisa y miré a los presentes, curiosa por saber su respuesta.
El viaje había sido algo tranquilo y tenía que admitir que jamás había viajado en avión en toda mi vida ya que nunca tuve la necesidad de viajar en uno o mejor dicho nunca tuve la necesidad de salir de Gaelia. Cuando bajamos del avión salimos tranquilamente del aeropuerto como si no hubiera pasado una catástrofe tiempo atrás. — Creo que deberían primero comer algo y luego descansar.... me imagino que tendrán hambre
El avión llegó a nuestra Galeia, dulce Galeia. No había sido gran cosa viajar en avión, al igual que Dante era la primera vez que lo hacía, me imaginaba algo más alucinante, tal vez unas piruetas en el aire o o, un ataque de piratas voladores, ¡tantas cosas! --Yo quiero comer...-- Fue lo primero que dije una vez que pisamos tierra. Ciudad Aerosol era la misma, y habían ciertas cosas que todavía no visitábamos, sería buena oportunidad ya que cada vez que venía aquí era por entrenamiento o batallas.
Alpha. Ya había aterrizado el avión, finalmente regresábamos a Galeia, claro que antes tuvimos ciertos problemas en la partida del vuelo. Allá en Sinnoh cuando Mimi subió al aeroplano se paró al lado donde la señora y yo estábamos sentados. Pidió que la dejase sentarse conmigo, esta mujer adulta no le respondió irritando a la chica. Aunque por cosas de no hacer el ridículo o escándalo, supongo, no reaccionó mal y volvió a pedir que la dejará sentar ahí. Nuevamente no hubo respuesta, en mi mente pasó la idea de interferir, pero igual recibiría un grito o un tirón de oreja de la mujer. Al parecer aquello se había convertido en un pequeño pleito, Mimi ya comenzaba a enojarse y decidió sacar su "arma secreta" como se me ocurrió nombrarle luego de ver lo ocurrido. Ella dijo quien era y la mujer de inmediato la miró sorprendida, al parecer la conocía y sabía quién era. Bastó con cosa de segundos para que ella se retirase y pidiera disculpas a la rubia por su falta de respeto. "Nada mal eh, al final alguien sí te conoce". Le dije yo, ella simplemente se sentó cruzada de brazos y el vuelo comenzó su rumbo a Galeia. En el aire todo había sido tranquilo, nos habían servido snacks y Mimi se había quedado dormida recostada sobre mi hombro, luego probablemente me diría que yo era un atrevido y que quién me creía para tener el privilegio de que ella se apoyase en mí y el resto de cosas. —Oye, Mimi—Le dije poniendo mi mano en su mejilla y moviendo su rostro un poco.—. Despierta, tenemos que ir a entrenar.