Ciudad Óleo

Emily se paró delante de la pintada sangrienta. ¿La habría dejado allí la propia Nina? Cuando se paró a leerla, vio que se trataba de un nombre... o, bueno, más bien, de un apellido.

... n-no, eso... ¿qué quería decir eso? La pintada con sangre decía algo que provocó demasiada impresión en Emily. Solo cinco letras lograron hacer que todo se tambalease.

"HONDA". Eso decía.

 

Ian Lockhart

Tres minutos. Bastaron tres minutos para que el caso pasase de ser uno de secuestro, a uno de asesinato. Habíamos recorrido la zona a tanta velocidad, que no había podido observar el camino que habíamos seguido, esperaba no perdernos por ello. También, claro, esperaba que no nos matasen.

Por supuesto, no era la primera vez que enfrentaba ser testigo de una muerte, pero estaba claro que era la más grotesca con la que me había topado hasta ahora. Siendo sinceros, deseaba quedarme allí el menor tiempo posible.

Frederick, por su parte, esperaba que no le denunciaramos por homicidio, a juzgar por las palabras que salieron de su boca en cuanto llegamos. Me acerqué a él, no sin cierto aire de suficiencia, y hablé.

—Supongamos que dice la verdad, señor Frederick. ¿Podría contarnos qué sucedió?

 

Aquel cuerpo era... demasiado horrible. Su aspecto era muy asqueroso, y desde luego no era una visión agradable para nadie. Nina tenía los ojos desencajados, abiertos, enfocados hacia el techo. Y su estómago sangrante estaba vacío. El olor de la sangre penetraba por todas las fosas nasales de los presentes de forma fuerte e intensa.

Pero lo curioso fue que Emily se dio cuenta de una cosa. Estaba sobre una mesa de metal, o eso parecía, porque, ¿tenía ruedas? Sí, la mesa tenía ruedas. Además de eso, había varios grilletes adheridos a la mesa, y los brazos y pies de la chica estaban atados con éstos. Entendió entonces Emily que era una mesa para torturas, o, al menos, una recreación de ella. Al fin y al cabo, estaban en la casa del terror...
Mesa para torturas añadida a las pruebas

Frederick, tembloroso, alzó la mirada y trató de recomponerse. Se levantó con lentitud.

—Yo... me dirigía a la casa del terror para comprobar unas cosas en las instalaciones. No había hecho más que iniciar la ronda, esta no es más que la primera sala. Y, al entrar para comprobarlo todo... me lo encontré. No he tocado nada, todo está tal y como lo vi, lo juro. ¡Y yo no he sido el causante de esto! ¡Por el amor de Arceus, cómo haría algo así...!

 

El charco de sangre no tenía nada de particular. Las vísceras habían sido tiradas al suelo, así que no era extraño que todo se encharcase de aquella sustancia roja tan horripilante. Lo curioso es que, entre todo aquel mar de sangre, había un cuchillo... igualmente ensangrentado.

Obtienes el cuchillo

 

Erwin ya había visto la nota en la pared, y parecía meditar profundamente.

—¿Honda? Mmm, ¿por qué me suena ese nombre?

>> En cualquier caso, esto lo complica todo. Tendremos que volver a empezar desde el principio. No podemos olvidar la desaparición de Ronnie, pero este asesinato, justo en este momento... no cabe duda de que es muy probable que ambos sucesos se relacionen de alguna forma.

Acarició su mentón. Y, cuando hubo pensado, mandó abandonar de la sala a todos los presentes que no fuesen investigadores. Ellie, Leandra y Frederick se marcharon, aún turbados por la imagen.

—Le diré al detective Farrow que regrese cuanto antes, ahora más que nunca le necesitamos. Mientras tanto, os rogaría que reiniciaseis las rondas de preguntas, esta vez en relación con el crimen. Dado que ha sucedido todo en el ala oeste, no vendría mal obtener algo de información sobre la casa del terror; si podéis, examinad el ala oeste de la planta baja en profundidad. Por otro lado, los amigos de Ronnie ya deben haber llegado al vestíbulo, y no podemos desaprovechar la oportunidad de hablar con ellos, necesito que alguien vaya a preguntarles por el chico. Oh, y muy importante, necesitamos ampliar información de las pruebas recolectadas. Todo lo que podamos. Seguro que varios testigos podrán aportar más datos sobre varias pruebas, tanto las de un suceso como las de otro: a veces, una prueba no sirve de nada si no se ha obtenido la información suficiente sobre ella.

 

Lucas Diamond

Mientras hablábamos con Erwin, justo cuando nos iba a presentar a los amigos de Ronnei, se oyó un potente grito procedente del ala oeste, donde se encontraba la casa del terror. Corrimos a ver qué había pasado y cuando allí llegamos la escena fue aterradora.

Nina yacía en una especie de camilla de hierro, probablemente de torturas, destripada. La sangre estaba desparramada a su alrededor en enormes charcos y había un pestilente olor a muerto. Me entraron náuseas al ver la imagen.

En un rincón se encontraba Fredercik, altamente impactado por lo sucedido. Sin embargo, no parecía haber visto nada; había llegado tiempo después de que el asesinato se cometiera. La escena era de lo más preocupante; ¡como para no serlo! Yo había estado hablando antes con esa mujer, yo... ¿habría sido culpa mía? ¡No, no podía ser! ¡Esto no era cosa mía; alguien había acabado con la vida de la pobre Nina! Ahora sí que había que vengarse, ¡encontraríamos al responsable de cualquier modo!

—¡Erwin, yo iré a examinar la planta baja, el ala oeste! —no dije más y me lancé a explorar; tenía que conseguir la máxima información posible.

 

El ala oeste tenía un decorado excéntrico, probablemente como parte de la ambientación para la casa del terror. Aparte de la sala de torturas, que era la escena del crimen, había un largo pasillo decorado con telarañas falsas y lleno de polvo. Se podían entrever en las esquinas del techo pequeños altavoces, probablemente colocados ahí para los efectos de sonido.

Había tres salas principales durante el recorrido, además de la sala de tortura. Estaba la cámara de los fantasmas, colindante a la anterior, la cámara de los monstruos y la cámara de la muerte; al menos, esos eran los horripilantes y destartalados letreros que había sobre cada una de ellas.

¿H-Honda? ¿L-Los H-Honda? ¡Hmpf! ¡Maldita cría, no tengo por qué contarte mi vida! Si quieres que te diga ese tipo de cosas, tendrás que interrogarme, ¡estúpida niña con alardes de detective!

 

Lucas Diamond

En el ala oeste de la planta baja se encontraban principalmente tres salas aún inexploradas. Todas parecían aterradoras; no por nada esto era una casa del terror. Los nombres invitaban al miedo: "cámara de los fantasmas", "cámara de los monstruos" y "cámara de la muerte". Vaya, ¿por cuál debería empezar a investigar... solo?

—Hm... empezaré por la cámara de la muerte; debe ser la más relacionada con el crimen.

 

La señora McRoy alzó las cejas, sobresaltada.

La cámara de la muerte era bastante amplia, y tenía muchos ataúdes por todas partes. Uno de ellos estaba abierto y dentro tenía una momia... otro, mostraba lo que parecía ser un vampiro... pero eran mero decorado... ¿no?

Además de eso, había un gran armario que por algún motivo le daba malas vibraciones a Lucas...
—Hijos de Nina, ¿no? Está bien... puedo declarar, si así lo quieres, lo que sé sobre el tema.

 

Lucas Diamond

El lugar era ciertamente siniestro, así como grande; había ataudes, de los cuales solo dos estaban abiertos: contenían una momia y un vampiro respectivamente. Me recordaron al Cofagrigus de Liza, por alguna razón que no llegué a comprender...

Oh, sí. Porque también era un ataud.

—Veamos que guadra este armario, lleva tiempo inquietándome.

 

—De acuerdo...

Interrogatorio:
Sobre Nina...

Sí, es cierto, lo recuerdo perfectamente.

Nina tenía un hijo. Creo que era un año mayor que mi Ronnie, más o menos.

En todo caso, sé poco sobre el tema. Cuando vino aquí, al hotel, vino sola.

Y hace mucho que no veo al niño, desde que era muy pequeñito.

 

Al abrir el armario, fue como si algo se activase. Un zombi que había dentro de éste agarró con sus manos a Lucas, y el chico pudo observar cómo todos los ataúdes se abrían de pronto. Los vampiros y momias se alzaban y miraban, entre gritos y bufidos, a su próxima presa.

Mecanismos de la Casa del Terror descubiertos: 1/5