Ciudad Óleo

Al momento llegó otro chico...el que había estado con Liza en la Isla Caballete. Bajó de su Staraptor, y no tardó en saludar a Liza, y luego a nosotros.

—Ugh, hola—saludé—...tu nombre era...¿Diantres?—pregunté. Mi memoria era para llorar.

 

Así que Drake y Rojo ya se conocían, vaya, y yo aquí presentando en vano. Les escuché hablar, y asentí ante lo dicho sobre nuestro combate. Había estado bien, s... Espera, ¿el último que había sabido de él por un año? ¿Asustarse? ¿Qué estaba pasando aquí?

Iba a preguntar, pero algo o alguien pareció tomar mi gorra a mis espaldas. No fue difícil averiguar de quién se trataba, sonreí por lo bajo y con cierta rapidez, di media vuelta y me subí a caballito a la espalda del intruso. Dante, en este caso. Le abracé con una mano por el cuello y con la otra traté de tomar de vuelta mi gorra.

—Parece ser que me encontraste más rápido que yo a ti, ya iba a volver a Caballete —comenté subida aún a sus espaldas, escuchando así el extraño saludo de Drake. ¿Diantres había dicho? ¿Qué nombre era ese?

 

¿Diantres? ¿Ese podía llegar a ser un nombre?, sacudí levemente mi cabeza [claro, tratando de no hacer caer la gorra] y luego solté una pequeña risa, tal vez dirigida hacia Liza cuando la noté sobre mi espalda y tuve que colocar una de mis manos detrás de mi para evitar que ella cayera si llegara a pasar algo, pero aun así inclinandome ligeramente hacia el frente para que su tarea fuera más dificil.

— Hm, Diantres estoy seguro que no es mi nombre, pero... supongo que estuviste cerca — sonreí — Mi nombre es Dante, y si no es mucha molestia...¿podrías decirme el tuyo?, no quiero arriesgarme a nombrarte de otra forma.

Después me concentré en Liza para responder a su comentario — Sabes que hay mas posibilidades de que yo te encuentre a ti primero, pero.. Emily esta entrenando con los demás y... no creí que encajara allí. Vengo de paseo

 

Me reí un poco, me resultaba gracioso el ver a Liza luchar por su gorra y a Drake sufrir los efectos de la amnesia de una manera un tanto... ¿Extraña? Pero vale, al menos no me aburría tan rápido, pues solía ser "Peligroso" cuando lo estaba, y por eso mi mamá siempre solía reprenderme por eso

—Bueno, al menos no me aburro

Blastoise asintió, pues sabia lo que podía llegar a hacer cuando estaba aburrido, esa vez me subí a los árboles y empecé a tirarle manzanas a los incautos que pasaban

 

—Mi nombre es Drake —le dije a Dante. Rayos, esa equivocación en el nombre había sido vergonzosa.

Miré a los tres —Bueno, no quiero despedirme tan pronto, pero tres de mis mejores pokemon estan echos polvo, y va a anochecer—expliqué—y le debo una cena a cierto Emperador—supuse que Liza entendería.

Me despedí de Rojo con el habitual choque de nudillos, registré en el videoemisor a Liza, y luego de despedirme de todos, me dirigí al Centro Pokémon.

 

—Hasta luego Drake, trata de no quedarte en bancarrota con la cena de Emperador, los Empoleon comen mucho —me despedí del chico entre risas imaginándome la escena, el inicial de Sinnoh le iba a salir caro al final. Mientras y casi sin mirar por dónde se fue el chico, continué estirando mi brazo con el forcejeo, seguía sin recuperar mi gorra—. ¿Sabes Dante? Creo que para navidades te voy a comprar una gorra igualita, así ya no te puedes quejar de que no tienes una.

Me causaba gracia imaginarme a Dante por ahí con mi gorra rosa, no es que le pegase mucho con su atuendo a decir verdad, pero sería divertido. Cansada de que cada vez que se la iba a quitar moviese su cabeza, decidí dejárselo todo al factor sorpresa, y recosté mi cabeza en su espalda simulando haberme rendido. Así cuando no se diese cuenta... ¡Pum, el robo perfecto! ¿No creen?

—Está bien, está bien, me rindo. Tooda tuya —suspiré, y miré a Rojo y a su Blastoise junto a nosotros—. ¿Has estado entrenando a tu equipo, Rojo? Blastoise parecía con ganas de combatir mientras veía el combate.

 

—Últimamente no, pero retomaré el entrenamiento, por ahora no tengo ánimos de combatir, estoy agotado del viaje de regreso —solté un pequeño bostezo— Pero me quedaré, no he socializado mucho y de verdad extraño a unas cuantas personas, así que con lo del combate mas tarde, aunque si este mismo día

Blastoise igual se veía interesado, no le importaba la espera, igual iba a recibir su ansiado combate

 

Y después de una muy pequeña charla Drake se había marchado con su pokemon y después de que Liza se despidió de él no tardó en hacer un comentario con respecto a su gorra, y yo me limité a reir en voz baja, sería un regalo bastante extraño y curioso. — Sabes que no es necesario darme nada, pero imagina que me das una, ya no sería divertido encontrarte y arrebatarte tu gorra, es una tradición desde el inicio de los tiempos... no puedes cambiarla.

Después de eso, finalmente sentí que Liza se daba por vencido y me permitía pararme adecuadamente y estar mas atento a la conversación que estar esquivando sus manos para evitar que tomara su gorra — Entonces.. ¿no te has encontrado aun con tu anterior grupo? — pregunté ladeando un poco mi cabeza, me sonaba algo extraño

 

-Actualmente... Si —asentí bajando un poco la mirada, no había tenido contacto con mucha gente en este tiempo, así como con cierta señorita, pero no quería ahondar en eso— Gracias por preocuparte, pero actualmente... Puedo

Intenté calmarme como pude, lográndolo con cierto éxito pero igual me sentía desanimado, no me gustaba estar aislado

Luego, Blastoise se me quedó viendo con cierta preocupación, no lo culpaba, últimamente no parecía ser el mismo, pero solo era cuestión de tiempo para recomponerme... ¿O al fin estaba madurando?

 

Luego del Centro Pokémon, se hizo de noche, por lo que tuve que llevar a Emperador a esa cena. Liza no mentía: los Empoleon, cuando sienten que lo merecen, pueden comer mucho. Por suerte era la típica comida normal, que no daba ningun beneficio mas que llenar su hambre, por lo que no me salió demasiado caro, pero...rayos.

Por si fuera poco, Emperador es tan orgulloso que es imposible que nada pase cuando su orgullo flaquea. Así, luego de que se le cayera una pieza de sushi de las garras (cosa que yo entendía, pues sus garras estan unidas a sus alas de manera incomoda), no tardó en hacer aparecer su ira, y tuvimos que salir de allí luego de que Emperador hubiera lanzado por los aires unas cuantas mesas.

Luego de esto, decidí que ya había pasado mucho tiempo en Ciudad Óleo, y debía de seguir adelante.

Contenido oculto

(?

 

Blastoise hizo una seña mientras me miraba, preocupado por mi súbito bajón de ánimo, a ver si lograba captar mi atención, aunque no sabia el porqué de tan súbito cambio de actitud

—T-tranquilo, estoy bien —tartamudeé, luego aclaré la garganta y logré hablar mas claro— No te preocupes, solo es temporal

Hice un buen esfuerzo para dar una sonrisa convincente, liberando al cañonero de toda sospechas por ahora, y la verdad, no pasaba mucho, solo había algo que no quería tratar por ahora

 

"Sabes que no es necesario darme nada, pero imagina que me das una, ya no sería divertido encontrarte y arrebatarte tu gorra, es una tradición desde el inicio de los tiempos... no puedes cambiarla."

—Hum, hum, supongo que ahí tienes razón, dejaría de ser divertido —no pude evitar darle la razón, asintiendo varias veces con la cabeza aún apoyada en su espalda. Oye, no podía quejarme, se estaba cómoda allí arriba y encima me hacía sentir alta. Por unos instantes pareció que se colocaba más recto al ver que me había rendido, y vi ahí mi oportunidad de recuperar mi gorra.

Mientras Dante hablaba con Rojo de algo a lo que no llegué a prestar mucha atención llevé a cabo mi plan con éxito, y bajé de su espalda con la gorra ya en mi posesión. Le sonreí, orgullosa de mi logro.

—¡Listo, la recuperé! Ahora sí prestaré más atención, a saber cuándo lo volverás hacer —y le señalé con un dedo acusatorio, pero sin dejar la broma de lado. No perdí la sonrisa en el proceso—. Bueeno, ¿qué tal si...?

¡Click, click!

¿Eh, y eso? El sonidito pareció repetirse un par de veces, y para cuando fui a revisar noté que se trataba de mi videomisor. Me señalaba la función del mapa de Galeia, y un par de rutas señaladas que juraría no haber explorado antes. Cerca, parecía haberse abierto al fin la sede del gran torneo de esta edición, y la curiosidad por ver la calle Victoria y todos sus escondrijos me pudo. Con energías renovadas, me coloqué de nuevo la gorra rosa y miré a los presentes antes de sacar a la dulce Togekiss.

—Lo siento por irme así, pero necesito explorar unas rutas nuevas, ¡me da mucha curiosidad! Prometo venir cuanto antes —y de un saltito subí a lomos de la pokémon hada, y antes de despegar por completo, les despedí con la mano—. ¡Hasta luego!

Finalmente, Togekiss desplegó sus alas y emprendió el vuelo, desapareciendo entre las nubes.

 

Logrando convencer a Blastoise de mi buen estado de animo, me puse a pensar, solo estaba agotado y necesitaba descansar... ¿O una bebida energética? No, eso no, recuerdo los efectos de la Bebida Energética Vigoroth que me había dado Hubert durante la expedición en busca del Arceus Oscuro y casi me muero [¿O fui revivido?]. Lo único que sabía cualquier cosa que llevara el nombre de Vigoroth era sinónimo de hiperactividad, así que por prudencia decidí que una buena siesta en casa tendría los mismos efectos, si acaso mejores, así que me puse a caminar a casa, menos mal que no estaba lejos, pues sentía como si un vampiro drenara mi energía vital, aunque no iba a sucumbir a la flojera, no aún.

—Falta poco... —bostecé, caminando flojamente y apenas viendo al frente—

Pero tanto nadar para morir ahogado en la orilla, me quedé dormido en la entrada de casa, avergonzando tremendamente a Blastoise, que se llevó una mano a la cara, mirándome dormir como si hubiese hecho un esfuerzo físico monumental... Lo que pasa cuando ataca la flojera, aunque al menos, en mi caso

 

Dante

Y de pronto mientras hablaba con rojo, Liza aprovechó para quitarme la gorra al mismo tiempo que bajó de mi espalda ante eso solo me limité a soltar un par de risas al respecto pero no mucho después, tuvo que irse a explorar unas rutas nuevas, no me sorprendía mucho al respecto así que me despedí bastante tranquilo.

Y luego Rojo se fue a... bueno, realmente no sabía, solo que de un momento a otro él había desaparecido de mi vista y no tenía ni una pequeña pizca de idea, suspiré y luego volví a llamar a Staraptor para que me llevara a otro lugar, la estadía en óleo había terminado más rapido de lo que creía al final.

 

Desearía mucho no haberme desplomado frente a la casa, pero como mucho, estaba dormido en el suave césped del jardín, me encantaba lo suave que era, pasadas unas cuantas horas, pude despertar

—Uy... Casi lo logro

Así que por lo menos, pude reponerme y entrar a casa, para ser recibido cálidamente por mamá y mis hermanos, cosa que casi me hace llorar, no los había visto desde hacia mucho..,

 

Tras ya haber pasado bastante en casa, decidí levantarme y salir, había pasado casi dos semanas en casa ya, así que me despedí y salí de la casa, para luego revisar un mapa junto con Aerodactyl

—Llevame a la Pradera Arte

Me subí a su lomo y salimos sin esperar mas

 

Tierra firme nuevamente. Aprisa bajé del pokémon, y sin apenas inmutarme por las agujetas de la última carrera con el pájaro corrí a la sede de la compañía.

—¡Vamos, no te quedes atrás, que tengo prisa! —le dije a mi pokémon, que se había quedado parado donde aterrizó.

>>Por cierto, si sabes donde está la compañía te agradecería que me guiases, porque yo no tengo ni idea.

 

Pronto llegamos a Ciudad Óleo, aunque a juzgar por el cielo despejado, er claro que había llegado después de aquel chico. Si quería alcanzarle tenía que darme prisa, aunque por suerte ya había estado en la compañía Óleo hacía ya un tiempo, por lo que no se me complicaría demasiado dar con ella.

—¡Bueno, regresa Salamance! —exclamé, mientras este era absorbido por su pokeball.

 

Al fin había comprado las cerillas, ahora solo tocaba ir al bosque. Y ese chico que me seguía... ¿Quién sería? Desde luego no iba a dejar que se interpusiese en mi camino en la captura del legendario, ¡le estaba haciendo todo el trabajo sucio! Quizá no me vendría mal pedir algo de ayuda.

—¡Archeops, sal! Vamos a la ruta 302 de nuevo, esta vez a por Celebi. Creo que voy mandarle un mensaje a alguien para que me ayude con esto, no se me puede escapar esta vez.

 

Paramos esta vez en la ciudad. Archeops hizo un ligero gesto con el ala cuando pisó tierra, con lo que me acordé de que habían sufrido grandes daños en los combates. Anduve hacia el centro pokémon y los dejé reposar un rato, mientras yo me recostaba sobre uno de los sofás de la sala de espera. Al cabo de media hora al fin dejamos el recinto, Archeops caminando a mi lado.

—En fin, a la sede de la compañía Óleo. No sé si me darán la información que quiero, pero... bueno, que por intentarlo no quede, ¿no? ¡Y si no tú los asustas un poquito por mí, ¿eh?! —bromeé con el pájaro durante el trayecto.