—Yo también lo espero, no vine solo por el dinero, sino también por el reto, aunque una cuenta millonaria a mi nombre tampoco me molestaría...— Dijo Rom mientras le daba un sorbo final a la botella y casi tirarla al suelo. —También me gustaría el dinero para ayudar a mis abuelos y mis tios abuelos...— Dijo Rom mencionando su numerosa familia, a pesar de que el es terco y arrogante, le tiene cariño a su familia; el mencionó eso mientras se lanzaba de nuevo al mueble con fuerza con control en mano. —Si, son de cocodrilo, cocodrilo narigudo, uno que se acercó a mi campamento cuando tenía 14 años y me hizo esto...— Dijo Rom señalando la larga cicatriz en su antebrazo. —Luego lo maté con una lanza en su columna y mi abuela lo cocinó para celebrar jaja ... y mi abuelo me hizo este collar en señal de victoria— Dije finalmente mientras miraba al televisor. —Y tu, ¿Que eres? ¿Cazador, rescatador o que?— Preguntó Rom para sacar conversación.
Jeyce -El mejor cazador de cocodrilos en Australia, mi amigo. -enseñó el collar de dientes. -Un diente por cocodrilo y tengo veinte dientes de esos bastardos por aquí. -rió con energía, se acomodó el sombrero y lo miró de reojo. -Pero mis tiempos de matar a estos animales termino; construí una reserva junto a un socio mío en Australia, ahora solo soy un rescatador; mi odio por estos animales desapareció.
—Perfecto, tendré un compañero de Habitación decente entonces...— Dijo Rom soltando algunas carcajadas mientras se acomodaba en el asiento, al girar la mirada, vio a unos sujetos intentando sacar la navaja que clavó en la mesa cerca del detector de metales. —Jajaja Imbéciles...— Dijo Arrogantemente refiriéndose a los sujetos que intentaban inútilmente de sacar la navaja, Dijo eso mientras volvía a mirar hacía el televisor. —Elige, las damas primero, muéstrame lo que tienes— Dijo refiriéndose al videojuego, mientras tomaba el control con firmeza, la verdad estaba siendo engreído en algo que tenía las de perder, pero no le importaba. —¿Reserva? Bien por ti viejo— Dijo dirigiéndose a Jeyce.
Hector Carpazo... algo de viejas rencillas por presas llegaba fresco a mi memoria... —Mucho que no te veo, anciano...Me debes un enorme elefante blanco Hindú...—Me dije a mis mismo y me reí con ganas; luego me quité la gruesa chamarra de pieles y extendí mi espalda; la temperatura ahí era bastante agradable. A lo lejos pude ver a otro competidores pasmados ante un juego de vídeo y la gran cantina que ofrecía tragos.
Jeyce El australiano rió divertido; le hacían gracia las bromas, su buen humor jamás se vería flaqueado. -Sí; rescatamos a cocodrilos atrapados o que están en zonas de caza. El karma, amigo. Hay que cuidar el karma. -y colocó un juego aleatorio. Telius Ignoró por completo al berrinche de Rex y hasta se permitió sonreír con sorna; él era un profesional y estaba allí solo por una cosa. Observó al rubio que ingresó y gruñó por lo bajo, más concursantes quería decir más competencia. Se quedó en un rincón, bebiendo su licor.
Ysgramor Se quedó pasmado por un gran lapso de tiempo mientras Jeyce se dirigía a hablar con otros más. Caminó de nuevo a su dirección, estaba platicando con otro de los hombres con los que había entrado a la isla –Me has preguntado de qué época vengo yo; pero la pregunta indicada sería ¿De qué mundo vienes?– Decía mirando los videojuegos con asombro –Esto es tan diferente a mi pequeño pedazo de hielo al que llamo hogar– Tomó sin reparo el collar de dientes de cocodrilo que llevaba en el cuello, después miró el del hombre de tez obscura a su lado; no lo arrancó pero si lo tomó con torpeza, lo miró a detalle y luego lo soltó –Ustedes tomaron como trofeo los dientes, pero vamos a hablar de lo importante...– Dijo sentándose a su lado– ¿Qué les dejó el animal a ustedes...?– Mencionó señalando la gran cicatriz en su ojo sin vista. Pues para un cazador la mejor manera de contar una historia era por los rastros en sus pieles: las cicatrices.
Jeyce Le tomó por sorpresa la voz del gigante con pinta de vikingo; le dejó alterar su collar de dientes y le sonrió al escuchar sus palabras: observó el ojo dañado de él y se lo señaló: -¿Un león, quizá? -indagó no del todo convencido, los felinos grandes solían desgarrar con las tres garras perpendiculares y él sólo tenía una cicatriz perfecta. -A mí me dejaron esto; pero fue más descuido que otra cosa. -mostró su mano izquierda; el dedo meñique y anular estaban cortados, cercenados por completo, movió los otros tres dedos y lanzó una risa. -Tuve suerte; podría haber perdido la mano.
Ysgramor –Oh no; un oso, enorme e impresionante oso albino– Dijo rozando su cicatriz –También lo mío fue un descuido, uno muy grande. Nunca había visto un oso albino y me quedé parado por valiosos segundos, los cuales me costaron la vista...– Quedó en silencio después de ello, pues ese incidente le había provocado perder más que la vista. –Pero aquí hay criaturas que jamás he visto, el oso me enseñó que no debo distraerme; ya no lo haré más–
—Yo si no tuve descuido, el maldito cocodrilo se acercó a mi tienda, por culpa de ese animal tengo esto...— Dijo Rom mientras mostraba la gran cicatriz de su antebrazo derecho. —Si no me hubiera movido a tiempo, ahora me faltaría un brazo— Dijo fríamente mientras tomaba otra botella y repetía el proceso, le arrancaba la tapa con los dientes y el primer sorbo se llevaba la mitad del liquido. —Sas en toda la boca imbécil...— Dijo riendo al ver que le había destrozado el rostro de un personaje del videojuego de un disparo en la cara, le costaba, poco a poco se iba acostumbrando. —Regalito de navidad adelantado...— Dijo burlonamente mientras le aventaba una granada a un grupo de enemigos del juego.
Hector Reí bajo mientras escuchaba las anécdotas de estos cazadores... —Ciertamente, hay animales fieros...—me hice oír desde la barra—Pero las heridas mas grandes las haces los humanos... esto—señale la cicatriz de mi rostro—no me la hicieron ni garras ni colmillos... ninguna bestia volverá o se atreverá a hacerme daño...—con pesadez me senté en un banquillo...
Rosendo Juárez Rosendo Juárez todavía no revelaba su voz. Desde que fueron recibidos por Reynolds, hasta el instante en que les enseñaron el edificio principal, se mostró atento pero no dispuesto a hablar, quizá porque no tenía algo relevante para aportar a las conversaciones. Nunca se había dedicado a la caza de animales y desconocía el manejo de muchas armas… ¡Pero él era el más intrépido de los hombres! Amaba vivir en medio del peligro, y agradables sentimientos le provocaba la idea de que se enfrentaría a las bestias de la isla con apenas conocimientos de cómo manejarse ante ellas. Si por algo lo reconocían en su barrio, era por adaptarse a las circunstancias con admirable rapidez, sacando provecho de ellas en consecuencia. Si en estas circunstancias su vida corría peligro, mejor para él. Gustaba de hacer valer el coraje ante el mundo. Su primer movimiento dentro de la isla fue servirse un vino en la barra. Se sentó, apoyando firmemente los codos sobre la madera. Dio la espalda a los restantes concursantes al tiempo que su garganta era refrescada por el líquido. Parecía que se encontraba encerrado en su mundo, pero prestaba atención… Mucha atención… Cuando se produjo la treta entre Telius y Rex, no se sobresaltó siquiera; permaneció con los ojos cerrados, degustando el vino. Con movimientos suaves de sus manos, hacían danzar el alcohol en el interior de la copa. Escuchó la conversación que respondía al interrogante de: ¿Qué dejaban las presas en uno? Recordó otra vez la circunstancia de que no tenía experiencia alguna en cuanto a cazar animales… Había tenido muchos duelos de cuchillo contra los corajudos de otros barrios, muchos de los cuales perecieron ante el filo de la navaja que ocultaba en su manga izquierda… Pero ninguno de aquellos infelices le había dejado algo. Rosendo sintió envidia. Le hubiera gustado tener una cicatriz que mostrar a aquellos hombres.
Ysgramor –Una fuerte promesa, una muy difícil de cumplir– Afirmó ante la idea de no volver a ser lastimado– Yo por mi parte creo firmemente en que moriré en las garras o fauces de algún animal. La naturaleza deja matar hasta el momento en que eres útil, cuando ya no vales nada para la naturaleza, es ella quien se encarga de ti. No sólo somos cazadores, también somos presas– Lo dijo con tranquilidad, no había temor en sus palabras, tampoco resignación. Probablemente su edad era la que hablaba en su lugar, en Ysgramor se veían aún más líneas que las de las cicatrices; algunas arrugas ya marcaban el contorno de sus ojos y el centro de su frente.
Vince Reynolds Ingresó a la sala de recreo y aplaudió para llamar la atención de los presentes del lugar. Detrás de él había dos mujeres con un pequeño bolso en sus manos. Contenido oculto Nombre: AnaBelt "Nicte" Apellido: Cherry Edad: 24 años. Sexo: Femenino Apariencia física: Es una chica joven que ha pasado por mucho, eso se evidencia en su maduro y seductor rostro complementado por un cuerpo de gran estatura pero bien formado: caderas anchas, senos suficientemente grandes, brazos formados y piernas torneadas aunque fuertes además de flexibles; por más que está llena de musculo no se ve masculina en ningún instante. Tiene una tez blanca que se sonroja con una facilidad grandiosa, esta es exquisita y sin imperfecciones hasta donde alcanza la vista aunque en varias zonas, escondidas cuidadosamente, se encuentren marcas de dientes y garras de cachorros, en su mayoría. Su cabello negro como la noche sin luna junto a sus ojos de varias tonalidades de azules claros le han ganado su puesto en las mejores revistas del mundo sin embargo esa belleza vestida apropiadamente es reconocida como una de las mentes empresariales más brillantes. Su vestimenta “no apropiada” que es la que prefiere usar en especial en su hobbie favorito consta de unas botas de cuero al ras del piso, camisetas ligeras y obscuras con estampados y detalles singulares que no la hacen visible en sus instantes de concentración, todo junto con un pantalón tan ajustado como una segunda piel o una fina media, pero que se mueve con la misma facilidad o comodidad que la primera capa y unos guantes negros hasta los codos, terminados en encaje. Contenido oculto Nombre: Cassandra Edad: 25 Sexo: Femenino Apariencia física: Una joven de largos cabellos dorados y profundos ojos verde esmeralda, de contextura delgada pero atlética, suele parecer indefensa pero es fuerte y veloz. Su vestimenta consta de un pequeño short de color negro que llega hasta ¼ de sus muslos que se unen a unas botas de soldado del mismo color a través de una cinta del mismo material del short, estas cintas sirven también como soporte para una navaja que se mantiene oculta en un compartimiento en la pierna izquierda y un revolver en la pierna derecha. Sobre su torso, trae una remera blanca sin mangas y una chaqueta de cuero negra que suele guardar en un bolso cruzado en la que guarda medicamentos y objetos de primera necesidad. -Señores, vengo a anunciar que dos nuevas participantes se unieron a la competencia; la señorita Cherry. -le hizo un ademán para que pase por la puerta al tiempo que volvía a exclamar: -Compartirá habitación con la señorita Cassandra. -aplaudió nuevamente, con su sonrisa blanca de publicista. -Los veré para la cena. -y se retiró del lugar.
Mire a todos con un sonrisa ladina, estabamos en una especie de sala de juegos pero ¿quién venia aquí a jugar? No importa, lo disfrutare mientras pueda. Vi a mi alrededor, solo una mujer con la que creo que compartiria cuarto, mucho mejor. Hay algunas conversaciones que apenas se detuvieron por mí, continuaron al instante, camine hasta una mesa y me sente sobre ella cruzando las piernas enfundadas en una malla negra y botas vinotinto, sacudi mi camiseta gris con rojo para luego preguntar. —¿De que hablaban chicos?— no sería dulce pero si educada, por ahora.
Ysgramor –¡Cicatrices!– Y volvió a señalar la gran marca que tenía en su rostro –Estas marcas que no nos permiten olvidar a quienes las provocaron; siempre son excelentes para iniciar un tema de conversación–
Maldición, le sonreí al hombre que me habia respondido aunque su respuesta no me encantar como tema. Sobe mi cuello y respondi. —Yo no he tenido ninguna memorable, solo rasguños.
Rosendo —Yo no tengo ninguna cicatriz —finalmente, se hizo oír Rosendo desde la barra—. Cosa que me hace sentir como despojado de algo importante —vació los restos del vino—. Dejé muchas marcas a lo largo de mi vida, pero ninguna me fue otorgada. La cicatriz es como una escritura de la naturaleza y, aun sabiendo desagradable la herida inicial, quiero que mi piel le sirva como papel de sus memorias.
—Solo tendría sentido otorgar tu piel como papel si aquel que va escribir en ella es igual de memorable. El hombre bebía vino, alcohol era lo que necesitaba en este instante por lo que busque una botella de ron en todo el espacio y parada frente a la barra lo mezcle con un poco de gaseosa y limón, exquisito. —Cuando te hagan una cicatriz no querrías que fuese alguien o algo cualquiera, perdería todo el sentido poético que le has dado— inconscientemente me burlaba de él ¿a quién se le ocurría que una marca fuera considerada así? Solo a un loco.
Finalmente el hombre que sería su anfitrión las había presentado; era extraño escuchar a un hombre tan mal encarado siendo tan cortes. Sonriendo, pasó sus vibrantes ojos verdes alrededor de los que serían sus compañeros de juego hasta que volvió su mirada a la que habían nombrado como su compañera de habitación-Un poco de orden en un juego de azar-Pensó antes de empezar a comer lentamente hacia la barra donde todos habían parecido haber montado una reunión-¿Cicatrices?-Interrumpió con voz atenta a los miembros de aquél juego-A mi modo de ver...las cicatrices pueden significar dos cosas...tienen un enemigo formidable o no se es lo suficientemente precavido o audaz-Su voz suave y femenina se escuchó de entre las botellas mientras sacaba una de vodka y se servía un vaso con agua tónica y limón-Cassandra...mucho gusto...pero pueden llamarme Cass-Se presentó elegantemente bajando a penas su cabeza.
Hector Mujeres.... así de melodioso y bello; ya no solo tenia que lidiar con el mar de testosteronas, ahora había un par de bellezas a quien admirar... Reo de mi cavilación y mire a las nuevas damas... —Una cicatriz física es un trofeo de guerra... una muestra que eres humano, que sangras y te hieren pero si viviste a ese peligro y tu único recuerdo de la garra de la muerte fue una perlada marca... entonces estas mas allá de un designio divino...—miré a los que bebían licor... tan dulce pecado era beber para mi.. pero en esta competencia no me vería a perder mi condición por un buen rato a mi garganta...—¡Hey Loke!—le dije al vikingo entre nosotros—te ves eufórico... ¿Cuéntame de las leyendas de tu pueblo...¿ Esperas ver criaturas así de magistrales?