Isla Milagro Campamento: Vida diaria

Liza White

Abracé las rodillas contra mi pecho mientras la escuchaba. Poco a poco su tensión parecía haber ido remitiendo y volvía a mostrar esa seguridad tan característica suya. Me hizo sentir más tranquila y parte de mi inquietud se desvaneció por momentos.

—Entonces es un trato —convine. Esbocé una sonrisa y extendí el meñique hacia ella—. Iremos a esa exploración mañana y conseguirás superarlo. Lo haremos juntas.

Durante mucho tiempo luego de la muerte de Bruno había creído que estaba sola pero fueron ellos, los holders, quienes me hicieron abrir los ojos. No lo estaba, ya no. Ninguno de nosotros lo estábamos en verdad. Porque éramos una familia...

...Y las familias se apoyaban en las buenas y en las malas, ¿no?

>>Será mejor que descanses. Mañana será un día muy largo —Mientras hablábamos la noche había caído y apenas se escuchaban ya voces fuera. Abrí la cremallera y la miré por última vez, asegurándome de que podía dejarla sola—. Si necesitas cualquier cosa ya sabes dónde encontrarme. Hasta mañana~.

Con esas abandoné finalmente su tienda y me estiré, sintiéndome algo entumida. Contemplé el cielo estrellado, y tras soltar un bostezo resolví que era momento de irse a la cama.

Mañana sería otro día.

 

Mimi Honda

Espera, ¿qué?

—¿Superarlo ya mañana?—repetí volviéndome rápidamente a mirarla con temor—. ¡N-no me fuerces! ¡Esto va a tomar un tiempo!

No creía que lo dijera en ese sentido pero no pude evitar matizarlo. Cuando aclaró que no era esa su intención suspiré y acerqué mi meñique al suyo para sellar la promesa.

Una promesa hecha está. Quién no la cumpla, cien agujas co-me-rá.

Estaba determinada a hacerlo y no estar sola me daba fuerzas. Pero aún había una pequeña voz insidiosa en mi cabeza repitiéndome que era débil. Recordándome minuto a minuto cada momento de ese infierno.

Alcé la mano para despedirla.

—See ya.

Sería un día muy largo.

No lo dudaba.

Cuando me encontré sola contuve un suspiro y me dejé caer nuevamente sobre el saco de dormir. Dirigí mi mirada a ningún lugar. ¿De verdad... podría superarlo?

 

Mimi Honda

La visita fue breve pero reportó ganancias. Además, me quedé con uno de los Sandile y con Ekans. Tadao necesitaba un tipo siniestro en el equipo para evolucionar y Sandile cumpliría ese papel.

Es más, por lo que pude comprobar poco después parecían llevarse bien. Tadao que era tan agresivo y brusco se comportó con Sandile con extraña camadería. Ekans por su parte... decidió que una de mis piernas era el lugar perfecto donde enroscarse.

Fuera de la carpa-laboratorio de Pine mis ojos se cruzaron con Liz. Mi mirada se movió hasta el curioso nuevo miembro de su equipo. Bonsly Delta como le habían llamado.

¿Era realmente una pista?

—Tú crees a Mia—dije deteniendo mis pasos— ¿no es verdad?

 

Liza White

La persona que se encontraba hablando en ese momento con Pine resultó ser Honda. El día de ayer intenté acercarme para preguntarle cómo había ido todo pero casi pareció que se la había tragado la tierra. Cuando nuestras miradas se encontraron abrí la boca para hablar pero ella se adelantó.

—¿Por qué no iba a hacerlo? —inquirí, ladeando el rostro. El Bonsly se asomó con curiosidad detrás de mis piernas y saludó a Mimi dando un par de saltitos—. Quizás no encontramos el árbol pero es evidente que este pokémon tiene alguna clase de relación. Puede que el pokémon al que se refiere Mia sea un Sudowoodo Delta, o incluso una evolución nunca antes vista.

Las posibilidades eran infinitas, después de todo tenía la forma de un brote. Podía convertirse en cualquier cosa.

>>Solo es cuestión de vigilar su crecimiento para poder sacar conclusiones —Me agaché para acariciar a Naoki, quien escuchaba la conversación sin comprender demasiado, y dejé que se fuese a explorar el campamento sin irse demasiado lejos.

Al erguirme busqué sus ojos de vuelta.

>>¿Dónde te metiste ayer? Te estaba buscando.

 

Mimi Honda

Puede que fuese cierto. Quizás no habíamos encontrado al árbol pero ese Bonsly Delta bien podría ser una forma pre-evolucionada del mismo.

No era exactamente la pregunta que quería hacerle en cualquier caso. Sí, honestamente me importaba saber si creía o no a Mia porque tenía la certeza de que no estaba mintiendo. Lo afirmaba con tal seguridad... que no podía creer que ni siquiera su propio hermano le diese un voto de confianza.

Ese imbécil.

La pregunta de Liz me sacó de mis cavilaciones.

—Oh, ¿quieres decir después del ridículo que hice?—crucé los brazos— ¿Es eso?

 

Liza White

—¿Ri...dículo?

Mi gesto de confusión le respondió por sí solo. Después de concluir la expedición las cosas surgieron demasiado deprisa. La tormenta, la recogida del campamento, el vuelo en la avioneta y la llegada al hotel. Para cuando fui consciente de ello Mimi se había encerrado en su habitación sin darme tiempo a saber cómo había marchado todo.

Suponía que no demasiado bien.

>>Solo quería saber cómo estabas —le dije. Desvié la mirada—. Y... disculparme por no haber podido cumplir con mi parte.

 

Mimi Honda

Su confusión era evidente. Ella no tenía idea de lo que había pasado. Y además, al parecer, haber decidido ir con Mia en lugar de con ella había sido aún menos fructuoso.

No había podido hacer ningún avance con Nikolah.

Después de todo... mi presencia en la expedición había sido aún más inútil si cabía.

Suspiré al descruzar los brazos y desvié la mirada tensando mis labios en una fina línea. Estaba frustrada pero no con ella. Estaba frustrada conmigo misma.

Me sentía tan inútil.

—Parece que ninguna de las dos cumplió su parte—murmuré—. No eres la única que quiere disculparse.

>>No fue bien, como habrás adivinado. Un Volbeat y un Illumise nos atacaron y... bueno, luchamos contra ellos pero mi equipo aún es débil. Después casi me desmayo otra vez.

>>Luego me equivoqué al elegir un camino y nos metimos en el peor lugar posible. No se veía nada, era angosto, peligroso, tropezamos cada dos por tres... Mia confiaba en mí. No puedo creer que la hiciera pasar por eso.

 

Liza White

Tal y como suponía las cosas no marcharon bien. Los pokémon salvajes atacaron a su equipo de igual forma que nos sucedió a Nikolah y a mí y parecieron tener problemas. Recordaba con claridad la encrucijada.

Perderse era demasiado sencillo en el interior de la Gran Jungla.

Me llevé una mano a la cintura y suspiré.

—También nos atacaron. De hecho nos tendieron una trampa en lo profundo del bosque —le conté. Las cosas podrían haber salido mucho peor. Había sido la suerte la que terminó determinando el desenlace de todo, no la valía o destreza de ningún entrenador—. De no haber sido por ese guardián del bosque...

En determinado momento, cansada de su actitud derrotista le di un toque con mi dedo en su frente a modo de reproche. Enarqué una ceja cuando buscó respuestas.

>>Lo estás volviendo a hacer —me quejé—. Cargar con la culpa de las cosas que están fuera de tu alcance. Mia pudo haber escogido el mismo camino, u oponerse a tu elección. La culpa es compartida, por algo sois un equipo.

>>Además —añadí—, si crees que tu presencia fue nimia estás equivocada. Le diste tu confianza, alguien que creyó en ella desde el principio. Estoy segura de que lo agradecerá.

 

Mimi Honda

Parecía que el paseo por la jungla había sido horrible en muchos sentidos y para ambos grupos. ¿Hubiera sido mejor si no hubiese ido? Quizás debí quedarme en el campamento haciendo Arceus sabría qué. Hubiera sido más productivo.

¿Huh?

Entonces me dio un toquecito en la frente y la miré tratando de entender a qué se había debido eso. ¿Actitud derrotista? ¿Cómo se suponía que actuase? Mia me dio a elegir el camino, confió en mi criterio. Y yo le fallé.

—Mi motivo para estar en la expedición no era siquiera encontrar ese árbol y lo sabes—repliqué—. Se supone que iba a hacer progresos con mi entomofobia y no he logrado nada. ¿Casi me desmayo de nuevo por un par de bichos molestos? ¡Por favor!

Apreté los puños profundamente irritada. Aunque traté de controlarlo mis emociones estaban demasiado a flor de piel y demasiado turbulentas y alcé la voz más de la cuenta sin ser consciente. Mi tono estaba cargado de frustración.

>>¡Hice una promesa Liz! ¡Sabes lo que eso significa para mí y no logré nada!

 

Liza White

No tenía caso. Ni siquiera parecía estar escuchándome. Presa de la frustración continuó dando vueltas a lo mismo, alzando la voz de tal forma que todo el campamento iba a terminar por enterarse.

Le dirigí una mirada de circunstancias. ¿De verdad se pensaba que iba a hacer avances significativos de la noche a la mañana? Había atravesado una jungla plagada de bichos sin desmayarse. Eso era un avance. Pero no iba a escucharme, de modo que ni siquiera lo intenté.

En su lugar y como toda respuesta la tomé de la muñeca sin hacer fuerza. Aún quedaban un par de horas de sol.

—Ven —la insté a seguirme. No era una sugerencia y lo reflejé en la mirada que le dirigí entonces—. Es evidente que necesitas tomar el aire.

La playa se encontraba prácticamente desierta a esas horas de la tarde. Bien explorando o bien continuando las investigaciones pertinentes en el campamento aquel no era un destino concurrido. No estábamos allí de vacaciones después de todo. Pero a veces era necesario hacer una pausa para poder seguir avanzando; no éramos máquinas.

La solté cuando llegamos allí. El oceáno se encontraba en aparente calma y el cielo comenzaba a teñirse de tonalidades cálidas en el horizonte.

En un movimiento que no esperó le quité las gafas con cuidado de su cabello y me tumbé sobre mi chaqueta, colocándomelas yo misma.

Ni siquiera eran necesarias ya pero hey, me quedaban bien.

>>Cuando te hayas tranquilizado y todo eso te las devolveré —comenté al aire tras un rato en silencio. Bajé ligeramente las gafas para mirarla desde abajo—. O no. Ya lo veremos.

 

Mimi Honda

Fui sacada de mis pensamientos bruscamente. Liz me tomó de la muñeca y empezó a caminar.

—¡O-oye!—exclamé— ¿Qué estás...?

Estaba preparada para una reacción por su parte pero no ese tipo de reacción. ¿Qué diablos estaba haciendo?

Me llevó hasta la playa. No estaba lejos del campamento así que no andamos demasiado. El rumor de las olas resultaba soporífero. Aunque en mi situación actual ni siquiera podía dormir. Si llevaba las gafas de sol era solo por ocultar las ojeras que el maquillaje no había podido.

Pero pronto mi protección desapareció en sus manos.

¡¿Huh?! ¿Ella también? Ya había perdido las otras gafas gracias a Goro y su manía de robarlas. No estaba dispuesta a perder ninguna más.

Además, así seguro que se me veían las ojeras.

Se había tumbado sobre la arena usando su chaqueta como una suerte de toalla para tomar el sol. Aunque con la caída de este suponía que iba a recibir poco pero eso era lo de menos. Detestaba que me tratase como un bebé y solo actué en consecuencia.

>>Hmph. Estoy tranquila, no sé de qué me hablas—le dije y me senté sobre su estómago flexionando las rodillas. Cuando me miró me erguí y la miré, ceñuda. ¿No iba a darme mis gafas de sol? Pues yo no iba a moverme de ahí—. Deja de actuar como una niña.

¿Quién estaba actuando como una niña en realidad?

 

Liza White

Cerré los ojos y me dispuse a disfrutar de la tranquilidad de la playa. Total, aquello iba para largo. Más me valía ponerme cómoda en el caso de que se extendiese más de la cuenta.

Entonces y sin venir a cuento sentí que me arrancaban el aire de golpe. Solté una exclamación ahogada, indignada de que se hubiese atrevido a usarme de cojín. Ella me miró, ceñuda, y yo le devolví el mismo gesto con las gafas aún sobre el puente de mi nariz, retándola con la mirada.

Ah, no. Ni de coña.

—Si esta... Si es tu forma de recuperar tus gafas deja mucho que desear, ¿sabes?—le dije con cierta dificultad, a pesar de fingir que aquello no era la gran cosa. Era demasiado orgullosa para eso—. Si tanto te molesta que te trate como una niña deja de comportarte como tal.

Lo decía pero en ese momento no estaba dando el ejemplo. Nos miramos por unos segundos que se hicieron eternos, desafiantes. Ninguna de las dos iba a dar el brazo a torcer, eso era evidente.

De repente, en determinado momento y sin que Mimi lo notase, alcé las manos, extendiendo los índices... y le piqué los costados.

¿Tendría cosquillas? Bueno, era momento de descubrirlo.

 

Mimi Honda

—Di lo que quieras pero es una estrategia perfecta y sin huecos—repliqué incluso si sabía de sobra que no lo era. Si no estuviera molesta conmigo misma probablemente hubiera mostrado una de esas típicas sonrisas victoriosas. Era nuestro tira y afloja particular—. Eres tú la que se está comportando como una. ¿Qué tienes, cinco años? Debería darte vergüenza que payaso número dos sea maduro a tu lado.

Éramos un par de crías idiotas con mucho tiempo libre. Cruzamos miradas desafiantes, que parecían echar chispas.

El contraataque fue totalmente inesperado; no estaba lista. Levantó las manos y me picó los costados con el índice.

—¡Hyah!

¿Pero cómo se atrevía? ¡Qué rastrero por su parte!

Me encogí sin poder evitarlo tratando de escapar del toque de sus dedos. No... mis costados no. ¡Tenía demasiadas cosquillas ahí!

 

Nikolah Cruz

Después de la batalla contra aquel extraño pokémon, que parecía la evolución de un Kricketune, el color rojo de sus ojos desapareció. Antes de que pudiéramos hacer nada más, nos acarreó en su espalda a mí y a Liza, y nos llevó a un secreto campo de flores perdido dentro de la jungla, en donde asomaba un pequeño brote. Ese brote resultó ser nada más y nada menos que un Bonsly, aunque parecía ser una forma propia de esta isla. Liza fue la que se acercó, mientras yo mantenía una atenta mirada por los alrededores y a los pokémon que nos rodeaban. El pequeño pareció estar bastante lleno de energía, y también alegre por la visión de la castaña. Sin embargo, no pudimos hacer mucho más, ya que prontamente comenzó a levantarse una tormenta, y decidimos volver. Nos encontramos con el resto de la expedición, y prontamente pudimos ver al Wyveon del profesor. Volvimos rápidamente al campamento, que ya se estaba desarmando, y nos apeamos al avión de Maeve. Era hora de volver a Entrerríos.

La noche había sido reparadora, aunque varias cosas a las que no podía dejar de dar vueltas en mi cabeza. ¿El Bonsly tenía relación con el árbol que había visto Mia? ¿Por qué esos pokémon lo estaban protegiendo? ¿Qué era ese color rojo que habían tenido en los ojos? ¿Qué le había pasado a Mimi en la exploración? Muchas incógnitas, y ninguna respuesta. Nos presentamos ante el profesor lo antes posible, y soltó varias conclusiones, o al menos, hipótesis, bastante interesantes. Así que este Bonsly era algo que íbamos a llamar "Delta", ¿eh? Me sonaba de algún lado, aunque no sabía de donde. Como fuera, no solo teníamos ahora ese nuevo misterio entre manos, si no también el nuevo bioma de la isla. Ahora no solo había un desierto (lo cual significaba más calor, carajo; al menos no había humedad), si no también había ruinas. Ruinas humanas. ¿Qué podía significar eso? ¿Qué antes había humanos que habitaban la isla? Si eso fuera así, quizás había manera de mantenerse en el lugar. O tal vez eso quería decir que nada de lo que aparecía en la isla era propio de ella. Ah, demasiadas preguntas. Me hacían doler la cabeza.

Bueno, más valía no seguir preguntando y mandarse a explorar, ¿no? Pero no iba a salir con este calor. Me quedé refugiado a las sombras hasta que la temperatura comenzó a bajar, drásticamente como hacía en cualquier desierto, y ahí salí a recorrer el nuevo bioma. Tal vez... tal vez tenía suerte, y podía encontrar un Cubone o un Marowak, ¿eh? Así podía completar el encargo del profesor.

 

Liza White

Bingo.

Mimi soltó un gritito, tomada por sorpresa, y se encogió como un resorte ante mi toque. Me sonreí, victoriosa. Con que sí tenía, eh...

No tardé ni cinco segundos en redoblar mi ataque.

Comenzó a retorcerse entre risas sin ser capaz de contenerse. El hecho de que siguiese sobre mí era un arma de doble filo porque me aplastaba aún más con cada movimiento, pero merecía la pena hacer el intento. Si hasta su perpetuo ceño fruncido había desaparecido por un breve lapso de tiempo.

Terminó por perder agarre y no fue muy difícil quitármela de encima. Aprovechando que ahora ella se encontraba sentada sobre la arena me apresuré y me senté sobre sus piernas, aprisionándola.

Le saqué la lengua, como la niña que se suponía que era.

—I guess I win this time, hah~?

 

Mimi Honda

Mierda. Sabía que no tardaría ni dos segundos en aprovecharse de eso. Mis labios que se habían mantenido tensos todo el tiempo temblaron mientras trataba en vano de contener la risa. Al final fue inútil y estallé en carcajadas sonoras retorciéndome y estremeciéndome cada tanto.

Aquello no era justo. ¡Ese tipo de ataques estaban fuera de cuestión!

—¡P-para~!—dije entre risas, casi sin aliento—. ¡Para ya idiota...!

Lógicamente no pude mantener mucho más el agarre y fue muy fácil para ella quitarme de encima. Me senté sobre la arena aún entre risas, tratando de recuperar la compostura como podía. Se... se suponía que estaba molesta, ¿qué demonios?

Entonces las tornas volvieron a girar y me vi aprisionada bajo su peso. Yo no estaba tumbada así que tenía mucho más rango de movimiento del que había tenido ella antes.

Enarqué una ceja.

¿Ganarme?

"Que te has creído tú eso".

—Subestimar al rival es un error fatal, White. Me costó la Liga—le dije con dificultad y maniobré como pude hasta quitármela de encima. Entonces acerqué la mano y recuperé mis gafas de sol incorporándome antes de que pudiera contraatacar de alguna forma. Con las gafas sobre el puente de la nariz la miré por encima y esbocé una media sonrisa victoriosa—. Ah, I win~

>>Better luck next time.

 

Liza White

Sin permitir que disfrutase demasiado tiempo de mi nueva posición me hizo a un lado, sentándome sobre la arena tibia. Tomó las gafas y se las recolocó, irguiéndose de vuelta. Sonriéndome con la misma satisfacción con la que le sonreí segundos antes.

Éramos el mismo tipo de idiota después de todo.

Suspiré, satisfecha, y recliné mi cuerpo sobre las palmas de mis manos.

—Supongo que puedes quedártelas —resolví, contemplando la inmensidad del océano desde allí—. La condición era que estuvieses más tranquila, después de todo.

Le dirigí una mirada breve de soslayo antes de regresarla al frente. La brisa marina me acarició las mejillas.

>>Al menos estás sonriendo ahora.

 

Mimi Honda

Su falta de respuesta me hizo entender que todo había sido una estratagema para que olvidase lo sucedido en la expedición y me relajase. Ese había sido su objetivo desde el principio y aunque no me gustase admitirlo había funcionado.

Ser consciente de ello me hizo darme cuenta de quién había ganado lo que... quiera que fuera eso en realidad. Y solo suspiré con condescendencia sintiendo mi cuerpo más relajado. Ya fuese por el derroche de adrenalina o el cansancio, lo cierto es que me sentía mejor.

Solté una risa sin gracia al escucharla y rodeé mis piernas con mis brazos cuando me senté a su lado.

—Eres una tonta...—murmuré. Mi mirada se perdió en el horizonte, más allá del vasto cielo que empezaba a oscurecerse.

Las olas suaves rompían en la orilla deshaciéndose en retazos de espuma blanca. Mirar el mar solía relajarme. En comparación a su inmensidad mis problemas no eran nada.

Mis miedos, mis inseguridades... todo era pequeño en comparación.

Habíamos hecho bastante el imbécil por un día. Pero le estaba agradecida.

Necesitaba algo como eso.

 

Mimi Honda

Spritzee levitó a mi alrededor llevando consigo esa dulce fragancia. Tenía entendido que las antiguas damas nobles solían llevarlos consigo por esa misma razón y así no se veían en la necesidad de usar colonias o perfumes. Era un aroma que resultaba dulce pero no empalagoso; sofisticado, pero no presuntuoso.

Ah~ era fantástico.

Con la caída de la tarde regresé a mi tienda de campaña. No tenía gran cosa que hacer salvo esperar el paso de la noche así que me tumbé de frente sobre el saco de dormir y me entretuve con las funciones de Dex, elevando las piernas en el aire.

—Debería poner algunos cebos mañana.

Mientras me encontraba distraída con eso mi bolso se movió. Fue un movimiento breve al que le siguió otro y lo noté por el rabillo del ojo.

—¿Huh?

Llevaba ahí las pokeballs de mi equipo así que suponía que debía tratarse de alguno. ¿Mozukai y Tadao tratando de pelear otra vez? ¿Quizás querían salir un rato a estirar las piernas, patas, alas o lo que fuese?

Entonces una luz intensa me cegó y me vi forzada a cerrar los ojos. Eso era... ¿una evolución? ¿Tan pronto? No creía que ninguno de mis Pokémon estuviese aún listo para evolucionar.

Me equivoqué.

Había pasado por alto que los Pokémon bicho eran conocidos por tener un crecimiento rápido.

Maldita sea.

Combee.

Oí un zumbido y una sombra alta empezó a materializarse frente a mí. Era casi tan alta como yo, de un color vívidamente amarillo, con unas aterradoras mandíbulas que se abrían y cerraban de forma grotesca. Sus ojos rojos se clavaron en mí y ladeó la cabeza.

Repentinamente aquellas cuevas húmedas parecían un mejor lugar que la tienda.

Mi grito debió de oírse en todo el campamento.

 

Liza White

Cerré la cremallera de la entrada y me dejé caer sobre el saco con un quejido, irritada. Mis músculos resentidos agradecerieron un descanso pero no estaba por la labor de hacer lo mismo. Aquella situación era insostenible; no podía excusar el fracaso de aquel día por estar enferma porque los anteriores no habían sido muy distintos.

Necesitaba hacer algo. No podía simplemente echarme a dormir por mucho que me doliese la cabeza en ese instante. La culpabilidad no me dejaría conciliar el sueño. De modo que encendí mi videomisor y comencé a navegar por los encargos, los datos registrados hasta el momento y los recursos de los que disponía.

Dejar hecho un plan de acción sostenible para los próximos días al menos me haría sentir que había hecho algo de provecho.

El caso es que no me concentraba. ¿Cómo hacerlo en ese estado? Las mejillas me ardían y el cuerpo me pesaba. Cyra me dirigió una mirada de circunstancias, acurrucada no muy lejos de mí.

—No me mires así —le espeté, sin alzar la mirada de la pantalla—. Estoy bien. Descansaré cuando termine.

Me preguntaba si eso sería en un futuro próximo.

No tenía pretensiones de ver a nadie más el resto del día y fue por ello que la voz de Niko me tomó por sorpresa. Detuve mi tarea y por un instante dudé. Pretendí hacer como que no estaba pero eso era absurdo, y tampoco se merecía que cargase con él de esa forma cuando la culpa era solo mía.

De modo que opté por alzar la voz desde dentro.

—Estoy bien —le aseguré. Quizás si lo repetía varias veces terminaría por creérmelo. Mi voz sonó algo gangosa—. Las capturas no fueron del todo bien, eso es todo. Nada que dormir no soluc...

>>¡...Ah-choo!

Mi estornudo fue tan alto que estaba segura de que alcanzó a escucharlo.

Mierda.