Cambios. [Nara&Kago&Sesshô]

Antes que nada, me quiero disculpar con las personas que leyeran esta historia, lamento haberles dejado tanto tiempo sin nada. Es mi cometido, terminar este FF para ir dando paso al cierre de todas aquellas cosas sin concluir.

Espero les agrade, y que si alguien más lo lee, le guste <3

Kikuz-sama kohome Artemisa Ámbar gracias por su apoyo, espero les siga interesando conocer lo que vendrá en esta historia <3


Capítulo 7: Opuesto.


El día tan ansiado llegó por fin, la joven estaba tan nerviosa que no sabía si esperar a que él tocase la puerta, o ir abajo y estar ahí para cuando llegase como la última vez. Todo estaba listo, desde el lienzo, pinturas, pinceles, trapos… en fin, para una hora, no podía desperdiciar un sólo segundo en buscar el material.

No habían acordado una hora ¿sería la misma en que él pasaba cada día por la calle? los nervios no la dejaban en paz, y sólo rogaba que al momento de comenzar con su trabajo, su mano no se portase inoportunamente temblorosa.

Bajó decidida a esperar ahí, el cuarto se estaba volviendo asfixiante para su ansiedad y era mejor estar en un lugar más abierto dónde lo podría ver venir desde lejos.

—Por favor… ayúdame a ser rápida—suplicó mirando al cielo en un intento de adquirir tranquilidad.

El ruído de las llantas de un automóvil negro que se estacionó enfrente de ella, la sacó de su trance para ver salir al hombre de plata de él.

¿Por qué éste cambio? Quizás porque haría algo fuera de lo usual decidió salirse de su modus operandi.

Al estar frente a ella ya completamente fuera del auto, la miró esperando una reacción suya. No hubo saludo, y Kagome pensando en que el tiempo estaba corriendo desde que él llegó, lo invitó a pasar sin esperar más.

Él no volteaba la cabeza, pero su visión era lo suficientemente buena como para analizar todos los detalles. En general, tenía un aspecto seco, muy minimalista y con cierto aire a oficina en varias habitaciones que logró ver en su trayectoria… sin embargo, al llegar al cuarto que la joven había indicado, el golpe visual fue instantáneo.

Pinturas acomodadas en la pared y otras en el suelo apiladas unas tras de otras, una cantidad de material acomodado en un cofre abierto, junto con numerosos botes pinceles de formas y tamaños distintos. A penas y estaba sucio, por lo que podía pensar en ella como un ser ordenado a pesar de practicar ése arte.

Sesshômaru permanecía sentado cómo ella le había indicado. Miraba hacia ella, aunque podía seguir observando el entorno sin mayor dificultad.

Kagome comenzó a trazar una figura rápida de él para guiarse, muy suave para que no interviniera con el color. Tomó su paleta, e inició con todo el proceso.

Había un olor en esa habitación muy peculiar, y no eran las pinturas ni otros materiales, sino que podía distinguir la opresión y el temor encerrados en aquél cuarto.

Su mirada ahora sí se enfocó de lleno en ella, tratando de ver un poco su vida. Lucía concentrada, volteando a mirarlo para al instante seguir en su trabajo.

Él no conocía mucho a Naraku, pero lo que sí sabía, es que no era el tipo de persona que tendría a una mujer como ella en su casa.

¿Sería algún extraño gusto por tener algo diferente a él? Ya que todas sus posesiones lo identificaban, esa chica, era el opuesto a todo lo que se pudiera llamar suyo.

Sesshômaru sonrió a penas. Quizás, debería tener un retrato para su oficina.