Calle Victoria

Para cuando llegamos a la cima, estábamos empapados. La corriente de agua iba con tanta velocidad que fue inevitable que nos salpicara durante el ascenso. Bajamos de Samurott y no pude evitar estornudar, capaz y cogía un resfriado pronto.

Me acerqué a Lucas y observamos maravillados la sede, pero como ya sabíamos, teníamos las puertas cerradas por ahora. Aún así quedaba mucha calle Victoria por delante, y aquella cavidad que habíamos visto me causaba mucha intriga.

—¿Podríamos ver una cueva que me pareció encontrar antes? Quizás haya algo interesante por ahí, ¿no crees? —propuse, buscando con la mirada el lugar donde la vi por última vez. Sorpresivamente, aún se encontraba lejos, en lo alto de un gran muro de piedra.

Un imponente Golett caminaba en lo alto de aquel muro, imaginé que para él subir esa pendiente era algo muy sencillo. Qué suerte tenían algunos, vaya.

 

—¿Una cueva? ¡Por supuesto que sí! Debe de ser muy interesante... ¿Dónde estaba, por allí —señalé al este—, o por allí? —ahora al sur—. Bah, da igual, ve tú delante y así no nos perderemos, ¿vale?

Ahora nos tocaba bajar la cascada, pero para eso le pedí ayuda a Archeops, no quería volver a mojarme. Cuando aterrizamos pude ver a un Tyrogue dando patadas al aire. Qué feliz era...

 

—Uhm, eh... era por... por... ¿por ahí? —señalé hacia el fondo, el sur. Juraría que por ahí debía estar. Togekiss decidió revelar a Samurott para que pudiese descansar, y me bajó con gran facilidad, casi sin cansarse. Volvió a su pokéball enseguida—. ¡Gracias, Togekiss! Bien, a seguir.

Liderando la caminata, escudriñé de nuevo la vista, tratando de situarme. ¿Podía ser ese el desfiladero? ¿O era ese? ¡No, era ese, el del punto negro!

—¡Lucas, lo encontré, ahí está! —exclamé emocionada, y eché a correr hacia donde se encontraba, chocando con un Mienfoo en pleno entrenamiento. Me disculpé y continué la carrera hacia nuestro nuevo destino. ¡Estábamos ya muy cerca!

 

—¡Esta bien, yo te sigo! —grité corriendo tras la chica para seguirle el ritmo y no perderme—. ¡Pero ve un poco más despacio, que no puedo!

Liza no parecía oírme, así que de nuevo monté en Archeops y, volando a baja altura y esquivando a los pokémon que se ponían en medio, como un Nosepass que no nos vio venir, me adelante a la entrenadora.

—Hala, ya puedes correr todo lo que quieras.

 

Lucas me alcanzó volando en Archeops, y me limité a rodar los ojos con clara decepción, esquivando a un Koffing y su nauseabudndo olor sin detenerme en ningún momento.

—Qué vago eres. Yo que tu le dejaba que caminase solo, Archeops. Es solo una sugerencia —sacándole la lengua al chico, bromeando, volví a centrarme en ver por dónde iba. El punto negro cada vez se iba haciendo más y más grande, y con él mis esperanzas de que en verdad fuese una cueva explorable.

 

—¡Eh, ¿por qué iba a hacer eso Archeops?! No, ni se te ocurra, ehh —miré al pokémon previendo lo que iba a hacer, su mirada le delataba—. ¡No lo hagaaaaas!

El pájaro dio un giro sobre sí mismo, poniéndose boca abajo... Y la gravedad hizo el resto, me di un fuerte golpe contra el suelo. Juraría que hasta vi a un Croagunk pasar reírse, pero seguro que solo eran imaginaciones mías, el golpe había sido grande.

—Ay... Maldito... ¡A ver si me vuelves a pedir pokochos!

 

Cerré los ojos con fuerza ante el golpe y detuve la marcha; ¡no pensé que se lo iba a tomar tan literal!

—Ouch, ¿estás bien? —caminé hacia su lado y le ayudé a erguirse, comprobando si se había hecho algún daño grave.

De repente y justo a nuestro lado, un Bagon cayó desde un peñasco muy alto de cabeza, logrando hacer una grieta en el suelo. Asustada, me eché hacia un lado. ¿A qué había venido eso, por qué saltaba de cabeza?

Pero entonces la pokédex me informó que estos pokémon soñaban con poder volar, y se lanzaban tratando de lograrlo. Por suerte su cabeza dura lograba que no se hicieran daño alguno. Qué curioso.

 

—S-sí, estoy bien. ¡Hala, ¿estás ya contenta?! ¡C-cuidado! —justo cuando dije esto, una enorme figura cayó del cielo. ¡¿Qué era eso?! Según la pokédex un Bagon intentando volar... Pobre, el golpe fue tan fuerte que se abrió una grieta en el suelo, por la que salieron dos Ekans... ¿Qué? ¿Ekans bajo tierra? Y si estaban enfadados por molestarlos y nos atacaban?

>>Vale, hagamos como que aquí no ha pasado nada y aligeremos la marcha.

 

—E-eh... Te sigo —miré por última vez a aquellas dos serpientes venenosas y aceleramos la caminata.

Llegamos a un punto en el que estaban colgados del techo multitud de Golbat que, a la mínima, podrían ser despertados y saltarían a por nosotros. Con toda la precaución posible, habría que pasar sin hacer el menor ruido.

 

—¡Venga, que ya estamos más cerca! —me giré a la chica y murmuré en voz baja para no despertar a los murciélagos, pero para cuando me giré de nuevo el mismo Cofagrigus nos miraba fijamente...—. ¡AAAAH! —grité del susto, despertando a todos los pokémon que no tardaron en aparecer.

Los Golbats empezaron a revolotear alrededor, pero por suerte antes de que ninguno chocase con nosotros me dio tiempo a liberar a Tangrowth y a Swampert para que usasen un doble protección sobre mí y sobre Liza. Al fin los murciélagos cansados se marcharon. Y Cofagrigus desapareció de nuevo.

—Buf, ha estado cerca.

 

¿Es que acaso no iban a dejar de asustarnos en ningún momento? ¿¡Y por qué el mismo Cofagrigus seguía detrás de nosotros!? Menos mal que ya quedaba menos, porque como sigamos así nos iba a dar algún ataque.

Vimos un par de pokémon por los alrededores, pero ni rastro de los que seguramente Lucas quería. Por suerte, el muro de piedra se encontraba ya a menos de un kilómetro de nosotros, estábamos a punto de llegar ya.

 

—Mira, allí está el Magneton de antes, tan pancho. Seguro que fue él quien ganó la pelea... ¡Oh, ¿y cual es ese pokémon de allí? Me recuerda mucho al Hydragon de Brendan, ¿es su preevolución acaso?

El Magneton volvió a cargar su rayo, golpeando al pokémon de nuevo. Debía ser el chungo de la cueva, seguro.

—Intentemos no llamar su atención.

 

—Vaya que le gusta buscar problemas a la gente, yo no quiero tener nada que ver. Corre, corre —y a empujoncitos, nos apartamos del camino del Magneton y su siguiente víctima—. Y sí, es la primera evolución de Hydraigon, Deino.

Ahora fueron Ekans y Koffings los que aparecieron, empezaban a abundar los tipo veneno y eso solo lograba ponerme nerviosa. Me daban miedo, sí, no podía evitarlo. Traté de alejarme lo máximo posible, aumentando la velocidad.

 

Pronto pasamos de los tipos venenos a los tipos acero y psíquico. Un grupo de tres amigos pokémon paseaba, eran un Bisharp, un Beldum y un Elgyem.

—Psst, psst —les llamé por lo bajo, y cuando me vieron les señalé con la cabeza a Magneton. Siendo de tipo acero, si se acercaban mucho no podrían escapar por imán y quedarían a su merced. Estos, asustados, corrieron en dirección opuesta, con una sonrisa de gratitud—. Pobres, de la que se han librado... ¡Venga, que ya queda poco!

 

—Ow, ¿ese es un Spheal? —mientras pasábamos por otro de los múltiples puentes levadizos, descubrí a un pequeño pokémon flotar por el estanque que se encontraba justo debajo, disfrutando del agua a su alrededor. Se veía muy feliz, hasta que un Kling salvaje se acercó a él con cara de pocos amigos. ¡Podría herir al pequeño a este paso!—. ¡Lucas ven, rápido! ¡Hay un Spheal en apuros!

Con una ball ya preparada en la mano, esperé la reacción del chico para poner a salvo al pokémon.

 

—¡Eh, tú, deja al Spheal en paz! ¡Vamos Swampert, usa protección para defenderlo y luego puño hielo para debilitar al Kling! —el engranaje intentó esquivar el golpe, pero no le fue capaz.

Pokémon salvado. El hielo empezó a aplaudir feliz y se acercó a mí. Entonces, aproveché y lo capturé con una ball.

—Nueva incorporación para el equipo, ¡genial!

 

Y al final, Lucas capturó al Spheal y el Kling se fue por donde vino. ¡Genial! Cuando volví a fijarme en el trecho que quedaba, me sorprendí al ver que ya estábamos frente al gran muro de piedra, y solo quedaba escalarlo.

—No puedo creerlo, ¡al fin estamos aquí! Pero... yo no tengo treparrocas, y sin ello el viaje no habrá servido para nada. Dime que tú sí la tienes, por favor... —miré a Lucas deseando que fuera así. Estábamos ya tan cerca...

 

--¿T-treparrocas? Sí, pero creo que ninguno de mis pokémon lo puede aprender... ¡Oh, espera, quizás hay uno que sí! ¡Granbull, sal!

El tipo hada dio un rugido al salir, y al ver la MO la utilizó... No sé cómo, pero al utilizó, porque en seguida me cogió y me subió a la cueva.

--Ve ahora a por Liza, Granbull.

 

¡Qué alivio! Granbull nos subió a cada uno hacia la cima con gran maestría, saltando de peñasco en peñasco y sujetándose con sus afiladas garras a la pared rocosa. De un gran salto, habíamos subido la enorme pared, y nos encontrábamos frente a la cueva.

—Gracias Granbull, bueno, ya hemos llegado... El viaje merecerá la pena, estoy segura —sonreí conteniendo la emoción del momento, y me asomé para ver toda la calle Victoria desde las alturas. Cuantísimos pokémon la habitaban, era increíble.

 

—Venga, entrem... —iba a sugerir cuando un pokémon que no había visto antes llamó mi atención—. ¡¿Eso es un Lucario?! Archeops, toma esta pokéball, debilítalo y luego tírala.

El pájaro obedeció las órdenes, golpeó con vuelo al Lucario y arrojó la ball desde las alturas. Luego, cuando fue capturado, volvió a recoger la ball y me la devolvió. Nuevo pokémon en el equipo.