Bosque Pincel

Entre al bosque junto Ponyta y Drifloon, habían pokémon que correteaban juntos y se burlaban de mi al verme tan manchada, claro que no le daba mucha importancia, lo importante era cruzar el bosque rápido para ir a a darme un baño de burbujas y quitarme el molesto fango del cabello.

 

Muchos tipo insecto y planta, muchos durmiendo, pero ninguno que llamara mi atención, así que seguí sin detenerme y tratando de no enfadar a ningún pokémon.

 

Entre tanto pokémon vi una pequeña Petilil, era muy adorable y linda, saqué la pokédex y espere la información respecto a aquella criatura.

" Petilil, el Pokémon polvo. Los Petilil prefieren vivir en un suelo rico y fértil donde todo tipo de plantas crecen en abundancia."

—Bien Ponyta, vamos a atrapar a esa lindura —no nos fue muy difícil lograr capturarla, quizá porque era débil ante el tipo fuego.

Drifloon que levitaba cerca de nosotros había chocado con un Cotonee y con mi suerte sabia que esto no terminaría bien, así que en un impulso le pedí a Ponyta que Ascuas derrotara al pokémon, luego de eso tome a Drifloon y acelere el paso, esperaba llegar a la salida pronto.

 

No sentía que avanzáramos en el trayecto, el final del bosque estaba muy lejos. Ponyta caminaba muy cerca mío, estaba helando un poco y yo seguía enlodada.
Drifloon se posaba en mi cabeza a retirar parte del lodo de mi cabello, pero nunca terminaría a ese paso.

 

Y mientras caminaba una idea vino a mi cabeza, hace un tiempo mis padres me habían enviado una de esas bicicletas plegables, claro que nunca había tenido la necesidad de usarla, o al menos no hasta ahora.

No me demore mucho en tenerla lista para continuar. Guardé a Ponyta y Drifloon se quedo en el canasto de la bici junto a mi bolsa, ya todo en orden sentí que ahora avanzaríamos más rápido.

 

Para ir en bicicleta no estaba yendo tan rápido como uno esperaba, claro que avanzaba a mayor velocidad, pero nada de otro mundo.
En el camino veía a muchos pokémon, algunos realmente adorables y otros que no llamaban mi atención, Drifloon en la cesta saludaba a todas y cada una de las criaturas que veíamos, esta chica si que era amigable con todos.

 

Y continuaba mi feliz recorrido al final del bosque, eso hasta que mi estomago hizo un sonido extraño. Al instante pare la bicicleta y coloque mi mano sobre este, era claro que tenía hambre. Drifloon desde su lugar me miraba curiosa, como siempre tratando de descubrir en que estaba pensando le dedique una sonrisa y acomode mi bolso en mi regazo.

Entre tantas cosas que guardaba encontré una bolsa de galletas, volví a acomodar todo en su lugar y le entregue la bolsa a la fantasma para que la sostuviera por mi, claro que antes había colocado una de las galletas en mi boca. Ya todo en orden volví a andar tranquila hasta el final del bosque.

 

Manejar con una mano no era tan difícil como pensé, así que la sonrisa continuaba en mis labios mientras mantenía la galleta en mis manos. Estaba entre dejar que la galleta cayera de mi boca al morderla o yo caer al usar una sola mano para manejar la bicicleta.

Termine mi galleta y mire a la fantasma, ella comía tan tranquila las galletas... a todo esto, ¿donde se encontraba la boca de mi pokémon?, osea, yo la oía "hablar" y le daba comida, pero nunca había notado una apertura o algo por lo cal entrase la comida y saliese el sonido.

 

Y ya veía el final del bosque, estaba tan feliz, y parecía que mi felicidad se contagio a la fantasma, ya que ella comenzó a exclamar mientras apuntaba al cartel del fondo con una galleta.

Solté una pequeña risa, no estaba segura de cuanto tiempo había permanecido "atrapada" en el bosque, me hubiera ido volando, pero el follaje era tan espeso que corría riesgo de dañar a mi Altaria, así que guardaba las esperanzas de que en la salida del bosque se me hiciera menos peligroso escapar del lugar.

 

Y por fin había llegado al cartel que marcaba el final del bosque, bajé de la bicicleta con una gran sonrisa adornando mi rostro.
Con ayuda de Drifloon guardamos la bicicleta en mi bolsa, claro que antes la habíamos reducido a un tamaño más aceptable. Luego mire al cielo, podía ver el sol, lo que significaba que Altaria podía llevarme lejos de este bosque.

Liberé a Altaria y subí con cuidado a ella, Difloon se colocó en mi cabeza y se afirmó fuerte, dejando caer un poco de lodo, forme una mueca, había olvidado que tenía el cabello arruinado. Bueno, llegare a Tempera y me daré una ducha. Le hice una caricia en la cabeza a Altaria y esta emprendió vuelo a la ciudad.

 

El bosque se veía infinito y eso que apenas me encontraba en la entrada. Según lo que veo en el mapa es un buen atajo para llegar a un lugar llamado Ciudad Témpera y yo... realmente no se a dónde quiero llegar. Será una travesía larga.

Me pregunto si en este lugar encontraré lo que busco. Dicen que en bosque nunca hay silencio...

 

Hubert

Nuestra última parada sería el Bosque Pincel, donde esperaba encontrar al pokémon con el que completaría el equipo que exploraría las famosas Gruta, las cuales se hallaban en el interior del acantilado sobre el que se alzaba Ciudad Acuarela. Le vendrían bien a Ralts para aprender a defenderse de los atacantes y ganar más confianza en sí misma. Por su parte, Ferroseed se había comportado bastante agresivo conmigo e intimidaba, por lo que, imaginaba, no iba a tener problemas en aquellos misteriosos páramos.

 

Hubert

No hallamos Sewaddle a la altura del suelo. Seguramente se hallarían en lo alto de los árboles. Liberé a Serperior; mi inicial, tras una indicación mía, trepó ágilmente un árbol y pronto lo sentí moverse de rama en rama.

 

Hubert

Al cabo de un rato, Serperior bajó de uno de los árboles del bosque. Sobre su cabeza su hallaba el que sería nuestro nuevo amigo: un Sewaddle pequeño que me saludó con simpatía. No tardó en abandonar la cabeza de Serperior para posicionarse sobre uno de mis hombros, donde se puso cómodo.

Como era de esperarse, no se resistió a ser capturado. Hecha la debida incorporación al equipo, me fui volando en dirección a Ciudad Acuarela.

 

Enormes árboles ante mí y cantidad de pokémon bicho, nada más entrar. Vaya, qué buen recibimiento... ¿Donde andaría la entrenadora? ¿¡Todavía no había llegado!? ¡Pero si le había advertido de que era un asunto muy importante! Menuda tipa...

—Mejor me voy adelantando yo mientras, ya aparecerá.

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Contenido oculto

@Liza White

 

Mientras caminada vi un hilo caer ante mí, y a él sujeto un Wrumple. Me miró extrañado, como si hubiese visto una persona por primera vez. ¿Sería acaso un bebé? O quizás simplemente era un poco bobo... Según tenía entendido, así eran estos pokémon.

Pasé de él echándome a un lado y continué la caminata. Si no me daba prisa, no llegaría en la vida.

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El siguiente tramo de bosque estuvo despejado de pokémon, quién me lo hubiera dicho. Con todos los que había por aquí, me sorprendió mucho no cruzarme a ninguno. Aunque árboles... De eso había para aburrir. ¡Y que rollo tener que ir solo! Ojalá Liza llegase pronto..

—Ay, solo espero que no sea muy largo el bosque...

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Y seguían sin aparecer pokémon, esto empezaba a ser muy aburrido. ¡Algo de acción, por favor! Quién sabe si quizá capturase a alguno...

—A ver si es que me estoy perdiendo entre tanto verde. Ya no sé ni de dónde he venido. —Eché un vistazo a mi alrededor y no encontré ni una mísera seña distintiva del camino que debía seguir. ¿Tanto costaba poner un letrerito?

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—¡Guau, ese árbol es enorme! Sus hojas llegan casi hasta el suelo de lo largas que son las ramas.

Justo cuando iba a apartarlas para poder seguir avanzando, estas se agitaron al notar el contacto de mi mano. Estaban frías... Las hojas rotaron, dejando ver la cara del Burmy que utilizaba estas para camuflarse. ¡Qué susto me dio el pokémon! Aunque siempre era mejor eso que aburrirse.

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Liza White

Si hubiese recibido el mensaje un par de horas antes, en medio de la oscuridad, me hubiese costado encontrarle. Pero por suerte el sol comenzaba a salir ya por el horizonte, y los primeros rayos de sol de la mañana me alumbraban el camino, facilitándome la búsqueda.

Togekiss sobrepasó los árboles a toda velocidad, manteniendo una distancia prudencial sobre las ramas. Mantuve la vista fija en el camino que se abria entre los árboles, hasta hallar una gorra roja en alguna parte.

... ¡Bingo!

—Ahí abajo, Togekiss. Aterriza justo en frente —y nada más asentir con la cabeza, descendimos ante el entrenador procedente de Sinnoh. Bajé con cuidado hasta tocar tierra firme y le saludé con una pequeña sonrisa, alzando una mano—. Y bien, ¿cuál es la emergencia?