Bosque Pincel

Regresé a mi pokémon y le agradecí.
— El pokémon sé llama Cottonee, evoluciona a Whimsicott que es este pokémon.— Enseñé mi pokéball hacía ella y suspiré.— Ya estás bien, puedes irte Cottonee.— El tipo Hierba repuso fuerzas y volvió a levitar.— Vete con cuidado.

Terminado el asunto me empecé a mover del lugar.
— Mejor será que te apures, necesito un buen combate rápido.— Pasé un poco mi mano por mi cabello mientras me ponía a buscar en los arboles.— ¿Dónde te encuentras pequeño?

Contenido oculto

-1: Wurmple
-2: Caterpie
-3: Weedle
-4: Sewaddle
-5: Venipede
-6: Nada
-7: Petilil
-8: Cotonee
-9: Burmy
-10: Burmy
-11: Combee
-12: Nada
-13: Skorupi
-14: Nada
-15: Venonat

 

Mimi Honda

Seguí a Cottonee con la vista hasta que desapareció, ocultándose de nuevo en la copa del árbol del que había caído. Fue entonces, cuando oí de nuevo el irritante tono de Alpha. Otra vez, me metía prisa, y hablaba de un combate. Iba listo si creía que iba a volver a enfrentarme a él. No porque sabía que no podía ganarle, sino porque no quería. ¡No tenía porque acceder a sus ridículos caprichos, por todos los cielos! ¡Él debería acceder a los míos!

—¡Deja de meterme prisa!—le grité, molesta. Alpha pasó de mí olímpicamente y yo, con un grácil movimiento, me senté en una roca musgosa cercana —. Hmph, ahora no pienso moverme de aquí hasta que te disculpes por ser un bruto sin cerebro. De rodillas.—añadí. El musgo me mancharía la falda, pero una tenía que hacer sacrificios a veces. Sin embargo, Alpha no dio señales de haberme oído, y parecía nervioso, pues se pasaba repetidamente las manos por el cabello, ignorándome, y buscando algo con la mirada.—No es como si me importara—le dije, frunciendo el ceño—, pero, ¿qué buscas?

 

Mirando por lo frondoso del poco bosque que quedaba debido al incendio que por accidente creamos con Ian. Ahí sé empezaban a cruzar muchos pokémon: Venipede, Venonat, Petilil, Wrumple y Coottonee.
— ¿Qué busco? Skorupi, es la respuesta. Es tipo Bicho/Veneno de la región Sinnoh.— Le dije volteando hacía ella.— Sé parece un poco al pokémon que está sentado a tú lado.— Me reí por lo bajo: Ahí tenía mi carta del triunfo. Me empecé a acercar hacía la chica de los cabellos rubios y me arrodille frente a ella.
— ¿Vienes conmigo? ¿O lo hacemos por las malas amigo?— Skorupi pincho mi mano con su aguijón y yo simplemente me quejé.— Como quieras. ¡Charizard, Golpe Aéreo!—
Skorpi sé alejó de la chica para prepararse para enfrentar a mi dragón. Lástima que Charizard fue más rápido que él y quedó debilitado.
— ¡Pokébola!— Lancé el esférico. 1, 2, 3 ¡Catching! ¡Captura perfecta!

 

Mimi Honda

—Sé lo que es un Skorupi, gracias—le respondí, sarcástica, mientras él detenía su búsqueda para mirarme. Sin embargo, yo estaba tan molesta que no hice contacto visual alguno—. Soy de Sinnoh, por si tu vacío cerebro es tan pequeño que no da para recordarlo.—y entonces, añadió algo que me hizo palidecer de pies a cabeza, un sudor frío me recorrió la mejilla, y, mientras el corazón se me detenía en el pecho una décima de segundo, mi expresión se deformó en una mueca de profundo disgusto y horror. ¿Al... pokémon que está sentado a mi lado? volví lentamente la cabeza, horrorizada, y, justo allí, lo vi, aquella asquerosa criatura que me sonreía, como si estuviese encantado de verme. El terror que se apoderó de mí en ese momento se resolvió fácilmente en un grito histérico que retumbó por todo el bosque.

Cuando tuve el valor de volver a mirar, (y de dejar de gritar), Alpha sostenía en su mano una pokéball, con un profundo gesto de victoria.

 

— Ya lo tengo ¿Dejas de gritar?— Le pregunté con una pequeña risa.— ¿Tú no quieres algún pokémon de aquí?— Me acerqué hacía ella y me senté a su lado. Tomé aire antes de decir esas palabras:— Lo siento por ser tan bruto...

 

Mimi Honda

Ignoré completamente sus palabras, y mi expresión se mantuvo inalterable hasta que Alpha, sentado ahora a mi lado, no inspiró profundamente, y... ¿se disculpó? ¿Cómo era eso? Alpha... ¿disculpándose?

Mi expresión se suavizó ligeramente, y le dirigí una mirada ladeada, escéptica. Sus palabras parecían sinceras, pero, a pesar de ello, mi orgullo estaba ante todo, mi orgullo ahora herido. Después de lo que había hecho, de las peleas y de los gritos, no podía perdonarle así, sin más... ¿o si podía? en todo caso... ¿yo también debería disculparme?

—¿Lo dices en serio?—le pregunté, con una voz baja, como si estuviera tanteando el terreno—. Si... si me estás mintiendo te pegaré—añadí, volviéndome para mirarle a los ojos con el gesto más serio que pude formar. Pero no había orgullo o enojo en mi expresión. Ni el más mínimo.

 

— ¿No querías que me disculpara?— Le pregunté.— Y no miento.
Me miró a los ojos por un momento, fue algo incomodo por lo cual decidí levantarme.
— ¿Quieres continuar?

 

Mimi Honda

—No quiero una disculpa si no es de verdad—le respondí—. Más te vale no mentir. En todo caso, supongo que a partir de ahora me darás el trato que merezco, ¿no?— le pregunté distraídamente, levantándome tras él y sacudiéndome la ropa con disgusto. Mi pobre falda nueva manchada de musgo, y además mi favorita... que desperdicio.

Suspiré con dramatismo.

— ''¿Quieres continuar?''

—¿Tú que crees?—le respondí a su pregunta con otra pregunta—. No he venido hasta aquí para quedarme a vivir en el bosque. Vamos, Ciudad Témpera no puede quedar ya muy lejos, ¿verdad?

 

— ¿Cómo sería un trato adecuado para ti?

Miré hacía adelante y mucho camino quedaba por recorrer.

— Relativamente está cerca.— Reí.— Si quieres llegar comencemos a caminar.— Lentamente empecé a caminar hacía el norte.— ¿Y qué tal es tú vida en Sinnoh? Me interesaría saber un poco más de ti.

 

Mimi Honda

Pensaba responder la primera pregunta de Alpha, cuando su siguiente cuestión me llamó la atención. ¿Cómo es mi vida en Sinnoh? Una parte de mi persona quería responderle que ''no tenía por qué contestar a eso, que no era asunto suyo'', sin embargo, otra parte quería dejar de fruncir el ceño, y mostrarse más abierta y comunicativa. Él lo estaba haciendo, al menos, incluso parecía una persona normal, no el bruto holgazán y descerebrado que me había acompañado todo el viaje hasta aquí.

—Muy diferente a esta—le dije, finalmente—. Por ejemplo, allí, en mi mansión, no tenía más que chasquear los dedos o hacer sonar una campanita para tener lo que quería al instante. No tenía que preocuparme de donde pasar la noche o que iba a comer, y mucho menos del dinero que llevaba encima, pues podía derrochar y derrochar sin lamentarme de nada. Podía hacer lo que quisiera—añadí—, pues era ''La Señorita Mimi Honda, hija del excelentísimo señor de la Casa''

Llegados a este punto, sentí un súbito halo de tristeza y nostalgia. Echaba de menos todo eso, echaba de menos mi casa, y mis cosas, echaba de menos a mi padre, y a mi mayordomo, incluso a los sirvientes a los que apenas dirigía la palabra.

Bajé la mirada.

—Ahora aquí... siento como si hubiera perdido una parte importante de mí misma—continúe, con un tono bajo, débil—. No sé exactamente quién soy ahora. ¿Una entrenadora más? Allí... era una princesa, la gran Mimi Honda... aquí... no soy más que la chica del Oshawott, ¿verdad?

 

Escuché cada una de sus palabras y las analicé. Supongo que ella estaría triste, es un gran cambio pasar de ser una chica la cual no tiene un dedo que mover a una entrenadora pokémon.
—No es un mal cambio ¿Sabes?— Le respondí ante su duda de si "Ahora no era más qué la chica del Oshawott".— Pasar de una mediocre que le daban poco menos que la comida en la boca a una chiquilla que se entrenará en otra región. Una persona normal elijé su propia región para iniciar, yo lo hice en mi momento— Le levantar la frente con la mano tomando su cabeza del mentón.—. Mirada siempre en alto, así debe mantenerse una princesa, o lo que queda de ella.

 

Mimi Honda

¿No era un mal cambio? ¿Y él que sabía? ¡No había conocido otra cosa, lo único que el tenía era su vida como entrenador pokémon! Y a parte, ¿cómo se tomaba tantas libertades para hacerme alzar la mirada así? ¿Y... y quién le había dado permiso para acercarse tanto? Lo empujé, apartándolo de mí, pero no le di lo suficientemente fuerte como para que perdiese el equilibrio y cayese al suelo. De alguna manera, conseguí medir mi fuerza.

—Tú... ¡tú no lo entiendes!—le espeté, apretando los puños—. ¡Allí no era una mediocre, era alguien importante, a la que la gente conocía y que se hacía respetar! ¡A la que invitaban a eventos e inauguraciones y tenía una vida llena de comodidades y lujos! ¡Aquí sólo soy una chica más, una entrenadora más! ¡Yo soy más que eso! ¡Desde que he salido de Sinnoh no me han ocurrido más que desgracias! ¡Gasté todo mi dinero en ropa, me la robaron, el Spritzee de Hubert me echó a perder el peinado, me queman el cabello mientras duermo y por la mañana el Raichu de Liza me electrocuta sin razón alguna! ¡Pierdo contra Effy por segunda vez! Acabo como una idiota delante de todo el mundo y... después... tú y tu pokémon... —hice una breve pausa—da igual—. sacudí la cabeza, restándole importancia, y volví a cruzarme de brazos, apartando el rostro para que Alpha no viese las lágrimas que pugnaban por salir—. Tú nunca lo entenderías, no conoces otra cosa, no sé ni para que me esfuerzo en explicártelo...

 

—Sí comprendo.— Respondí con simpleza.—Estuve una semana en una mansión lujosa. La familia Inashu de Kalos, no sé si los conozcas.
Sin esperar respuestas empecé a contar a Mimi como era la cosa allá: Lleno de mayordomos, cocineros, guardias (Los cuales me tenían más que vigilado..) y muchas otras cosas. Para mi personalmente no era una vida agradable. Lo único preocupante en esa semana fueron las cuentas y miles de cosas que Destiny tenía que arreglar sólita.
—También he vivido como un rey, pero a fin de cuentas este siempre será mi estilo de vida: Vivir para entrenar y entrenar para vivir.

 

Mimi Honda

—¿Ah? ¿La familia Inashu?—pregunté, sorprendida, volviéndome hacia él con los ojos como platos—. ¿Conoces a Destiny Inashu? ¿Cómo es eso posible? ¡Su padre fue campeón de tres Ligas consecutivas! Mi padre tuvo la oportunidad de conocerlo en una convención, creo que ya estaba enfermo por áquel entonces, si no me equivoco...

Escuché atentamente las palabras de Alpha, pues, sin apenas darme tiempo a responder, comenzó a contarme sobre su estadía en la mansión Inashu y de todo lo que había visto allí. Habló sobre los mayordomos, los cocineros, los guardias, y, por supuesto, Alpha tenía su propia opinión al respecto. No le gustaba la vida lujosa que teníamos ni Destiny ni yo. Debía estar mal de la cabeza, sin duda. ¿A quién no le gustaba que lo mimasen y vivir a cuerpo de rey?

—De verdad, no te entiendo—dije, apartándome el cabello de los hombros con aires de diva y comenzando a caminar por delante de él.

 

—¿Tan importante era su padre?—Pregunté con una pequeña sonrisa.—Lastima que la hija no se logra comparar en el campo de batalla. Pero de todas formas la conozco, es mi novia.—Con un leve rubor en mi rostro me raque la cabeza.

Cuando ella empezó a caminar la seguí.
—Es fácil entenderme, creo que ese es mi mayor punto débil.

 

Mimi Honda

—Por supuesto que era importante—dije, dirigiéndole una mirada ladeada—. No todos los días se conoce a alguien que ha ganado la Liga Pokémon no una, ni dos, sino tres veces, y además consecutivas. Yo era pequeña aún, pero mi padre sí tuvo la suerte de coincidir con él.

Me detuve de súbito en mitad del camino. ¿Qué había dicho? ¿Cómo que era su novia? ¿Cómo alguien como él podía salir con alguien como ella? ¿Y por qué? Decidí no decir nada, pues mi mente aún lidiaba con la idea. Y ésa era otra... él con novia, y rica además, y yo soltera, pues nadie lograba cumplir con mis exigentes expectativas. ¡Oh, que terrible desgracia que los chicos me considerasen una diosa inalcanzable! Porque, por supuesto, yo no era en absoluto egoísta, como ellos decían..., ni caprichosa, déspota, ni egocéntrica. Menuda sarta de estupideces.

—¿Y tú?—le pregunté, cambiando de tema—. ¿Cómo era tu vida en...? ¿De dónde decías que eras?

 

—Johto—Dije—, vengo de Johto. Originalmente de Pueblo Primavera, luego cambiamos a Ciudad Olivo. Allá la cosa es tranquila, actualmente en casa sólo está Mamá junto a algunos de los pokémon que logré atrapar allí. Mamá tiene una escuela para entrenadores novatos, aunque antes fue cordinadora. Papá era criador hasta que falleció.—Conté un poco de mi vida en mi región natal con una sonrisa en mi rostro.

 

Mimi Honda

Escuché atentamente lo que decía, se le veía feliz mientras hablaba. Era como si no extrañase su tierra natal, o como si disimulase demasiado bien. O sencillamente lo recordaba con alegría y una sonrisa.

—Siento lo de tu padre—le dije entonces, con la misma mirada ladeada. No lo conocía de nada, pero sentí que debía decirlo, por respeto, o por simple educación—. Jhoto está lejos de Galeia—comenté entonces—. ¿Qué te impulsó a venir y entrenar aquí? Por lo que he podido comprobar, los pokémon que hay en todo el continente no son más que pokémon de otras regiones, es como sí la región entera no tuviese personalidad. A simple vista, no parece un lugar más interesante que cualquier otro.

 

—Mi hermano dijo que tendría que estar en otra región para mejorar—Me expliqué.—, yo le hice caso y hace casi dos años que estoy acá. Claro que me empecé a entrenar desde cero hace un año, pensar que llegue con un Typhlosion y Torterra para acabar con un pequeño y débil Charmander.—Me reí.—Ahora me toca preguntar ¿Tú por qué te viniste a Galeia?

 

Mimi Honda

—¿Eh? —casi me daba vergüenza responder esa pregunta. Alpha había venido a entrenar, a hacerse más fuerte. Yo por simple capricho. Ahora me resultaba ridículo. Podría haber ido a parar a cualquier otra región, pero Galeia no era demasiado conocida, y ese aire de misterio me atraía poderosamente. A parte, Matt decía que sería una experiencia interesante, aunque el muy idiota no tenía fe alguna en mí.
Desvíe la mirada, con pena—. E-eso... —murmuré—. Quería ser como los entrenadores errantes tan famosos de los que tanto había oído hablar. De los que iban de un lugar a otro ganando medallas y capturando pokémon. Pero está resultando más difícil de lo que pensé—suspiré profundamente, recordando todo lo que me había pasado a lo largo del viaje—. Desde luego, nunca esperé verme a mí misma sin dinero, con el cabello quemado y cruzando un bosque lleno de bichos. Es deprimente, si te paras a pensarlo.