El Bosque Pincel era uno de mis grandes asuntos pendientes en Galeia, ya que no me tomé el tiempo de visitarlo. Pero bastó con que la suela de mis zapatos hiciera contacto entre sus árboles para que le deuda quedara zanjada; ante la mirada de muchos pokémon bicho, entré a la zona boscosa. Serperior y Maractus ya se encontraban al lado mío, tan veloces eran para escaparse de sus pokébolas. Pidgeotto, por su parte, desapareció en el follaje de un gran árbol, quizás para ir en busca de unas deliciosas bayas.
Un Wurmple salvaje nos hizo frente, deseoso por luchar contra los que habían tenido la osadía de irrumpir en sus dominios. Me encogí de hombros y envié a Maractus a pelear; emocionado por la inminente lucha, el pequeño nopal saludó al tipo bicho con una efusivo abrazo. Wurmple se fue llorando a causa de las espinas clavadas en su cuerpo.
Miraba entre los árboles y observaba con suma atención el movimiento de los arbustos. En el aire se escuchaba el batir de decenas de alas. La mayoría de las criaturas que me devolvían miradas curiosas eran tipo bicho. Pinsir, gustoso de verse rodeado por sus congéneres, correteaba entre los árboles, esbozando un gesto alegre en su boca vertical.
Nos echamos a descansar un poco bajo la sombra de un frondoso árbol que olía a miel. La razón de la fragancia se me reveló casi al instante cuando una Combee salvaje se acercó volando a nosotros. Saludó alegremente a mis pokémon y me miró sonriente. Me tranquilizó que fuese así de amable, ya que no quería verme en la molesta obligación de mandar a volar pokémon hostiles. Le ofrecí un poco de comida a la Combee, quien aceptó con un brillo en los seis ojos.
Repentinamente, Serperior me dijo con su mirada que había otra presencia en el lado opuesto del tronco sobre el que descansábamos. Maractus y Pinsir fueron a mirar de qué pokémon se trataba.
Se escuchó un grito fugaz que espantó a Combee. Una Burmy hecha de hojas se alejó volando de nuestra ubicación, mientras Maractus y Pinsir regresaban riéndose ¿Acaso le habían jugado algún tipo de bromas? Ambos pokémon se hicieron los desentendidos.
Alancé a ver un Weedle desplazándose aburrido en una rama de más allá, pero al no ser el pokémon que me interesaba tener en el equipo, dejé que siguiera su camino.
Súbitamente, una pequeña cabeza se asomó desde unos arbustos cercanos... —¡Otra vez tú! —mascullé, mirando al Wurmple. Con las espinas de Maractus todavía incrustadas en su cuerpo, despertaba la imagen de Sandslash.
Serperior, molesto por la prepotencia del gusanito, lo mandó a volar con un LLuevehojas. Será de tipo bicho, pero mi inicial lo superaba exageradamente en fuerza.
Cottonee, sin embargo, no se dignaba a aparecer. El bosque era azotado por un viento suave: ojalá trajera consigo al tipo planta/hada de algodón.
Nada. Me incorporé y, junto con Serperior, nos pusimos a recorrer todo el bosque: si deseaba tanto a ese pokémon, debía moverme yo y no esperar a que el viento lo trajera consigo. Maractus y Pinsir realizaban la misma tarea, pero separados, para peinar más terreno al mismo tiempo.
Curiosa por lo poco casual de nuestra caminata, la misma Combee de antes se posó sobre mi hombro, para mirar de cerca qué era lo que estaba haciendo. Su atrevimiento me hizo sonreír; además de simpático, era un pokémon bastante confianzudo. Sus tres caritas me dirigieron una mirada de no entender lo que estaba pasando. Expliqué que buscábamos un Cottonee y las razones por la que era de nuestro interés tenerlo con nosotros. Combee asentía sin parar, pidiendo que siguiera hablando. Cuando terminé de hablar, mostró una sonrisa repentinamente entusiasta. Interpreté que se había acordado de algo o de alguien, ya que, volando a baja altura, se alejó sin previo aviso de nosotros. Dio la vuelta para llamarnos y siguió volando. Serperior y yo nos miramos… Y la seguimos. tanto Pinsir como Maractus nos imitaron.
Un Venonat que caminaba tranquilamente por un sendero del bosque tuvo que apartarse rodando, al ver que se le venía encima aquel grupo que corría corriendo detrás de una Combee.
Me empezaba a preguntar cuán lejos quería llevarnos Combee. Al menos, nos aproximábamos a la salida del Bosque, aunque no me pensaba irme de aquí sin antes capturar a Cottonee.
Vi un Verlipede de párpados caídos a un costado de nuestro camino. Habrá dormido largamente, porque ni se inmutó ante nuestro pasar. Simplemente nos miró, alejado de toda impresión.
Combee aminoró su avance después de varios minutos. Se había detenido junto a un arbusto en cuyas hojas se encontraban enredadas bolas de algodón. El tipo bicho nos miró con su imperturbable sonrisa y se introdujo en el interior del arbusto, llamando a alguien en su idioma. Serperior, Maractus, Pinsir y yo nos aproximamos. Intercambiamos muchas miradas de intriga.
Una grandiosa Cottonee salió de entre los arbustos con extrema timidez. Al ver a Serperior y Pinsir, trató de refugiarse otra vez en la seguridad del arbusto, pero Combee surgió de entre las hojas cortándole el paso. Aunque el tipo Planta/Hada se resistió a seguir frente a nosotros, pude ver cómo las palabras de Combee ablandaban lentamente su estado de ánimo. Al principio escuchó con resignación pero sus ojos reflejaron curiosidad poco a poco. Imaginé que le contaba de nuestro encuentro en el árbol, donde amablemente le ofrecí comida.
Se acercó entonces mí. Flotó muy cerca de mi rostro, revoloteó alrededor, estudiándome en detalle. Hizo lo mismo con Serperior, quien se mantuvo impasible. Pinsir no se movió cuando le tocó su turno, por temor a asustarla. Finalmente Cottonee se acercó a Maractus, quien tocó suavemente sus maracas antes de abrazarla con la misma emoción que al desafortunado Wurmple (a diferencia de lo que sucedió con este, las espinas de Maractus fueron amortiguadas por esa especie de algodón que rodeaba a la tipo Planta/Hada). Cottonee se apartó ruborizada, aunque supe que ese gesto no la había molestado, sino sorprendido. Me reí. Combee empezó a explicar algo. Obviamente, ni entendí ni media palabra, por lo que miré a Serperior una vez terminó la charla del tipo bicho. En la mirada del inicial pude leer parte de la historia: Cottonee era extremadamente tímida e insegura, por lo que no solía alejarse mucho de su arbusto. Cuando lo hacía, era molestada por un Wurmple (de seguro, el que enfrentamos como tres veces), razón a partir de la cual crecía su inseguridad en sí misma. La única amiga que tenía en el bosque era aquella Combee, a la que dijo que quería volverse una Whimsicott muy fuerte... Sin embargo, jamás se animó a acercarse a los entrenadores que pasaban por el Bosque Pincel, por timidez o porque el Wurmple se lo impedía... —Nosotros te ayudaremos a lograr tu objetivo —le dije a Cottonee, tomándola en mis manos para que no se alejara. La tranquilicé con una sonrisa— En nuestro grupo encontrarás muchos amigos que te protegerán, y a los que tú podrás proteger también...