Karen Foster Mientras Evangeline leía las reglas del lugar, me centré en inspeccionar cada estantería. No sabía qué era lo que debíamos buscar en sí, pero al menos esperaba descubrir algo interesante entre tantos títulos. Luego de haber dejado el restaurante para comprobar mi corazonada, prefería no molestar a la artista y otorgarle un poco de espacio. Intuía por sus movimientos lo cansada que se encontraba y no era como si yo pudiera culparla. El hambre que había comenzado a sentir continuaba molestándome y el calor tampoco ayudaba. Pero lo que me tenía más preocupada fue el breve cambio en su rostro cuando la llamé tan confianzudamente. ¿Acaso le recordé a alguien de su familia? Contenido oculto Admito que esto me descolocó tremendamente
Evangeline Jones Fruncí el ceño al terminar de leer lo que parecían ser las normas de la biblioteca. Con disimulo dirigí la mirada hacia los alrededores de la biblioteca, encontrando efectivamente en las paredes huecos en donde era muy probable que se encontrasen esas ametralladoras. Un ligero escalofrío recorrió mi cuerpo al imaginarme que alguien, en un despiste, se pudiese llevar sin querer hasta la salida un libro, dándose cuenta demasiado tarde. La presencia constante de esas armas me ponían muy nerviosa. Decidí alejarme de aquel letrero tras comprobar que de ahí no sacaría mucho más, y opté por acercarme al escritorio que se encontraba justo a su lado. ¿Sería del bibliotecario acaso? Esperaba que no apareciese Monokuma en su lugar de nuevo.
Karen se acercó a las estanterías del primer piso. Estaban divididas en múltiples secciones, ordenadas por número… Tras un tiempo de andar, Karen localizó la sección que buscaba: la número 13. La estantería 13-C se encontraba más bien al final de aquel lugar, contra la pared del fondo de la biblioteca, como si estuviese un tanto apartada del resto de las secciones… pero a simple vista, no parecía haber nada particular acerca de esa sección. ¿Debía revisar la Sección 13-C?
Karen Foster Me adentré entre las estanterías de libros, siguiendo la numeración de las secciones hasta alcanzar la decimotercera. Me detuve un momento, nerviosa por lo que sucedería a continuación. Había dejado a Evangeline atrás y ahora echaba en falta su compañía. —¿E... Eva? —musité lo más alto posible y que, por supuesto, no se diferenciaba en nada a un susurro. Pero es que me daba miedo causar un alboroto en aquella biblioteca vacía y terminar castigada por el director. Volví la vista hacia la estantería 13-C—. Echarle un vistazo no te hará daño, Karen. No hay de qué preocuparse. Y con pasos medidos y nerviosos, me acerqué a dicha sección.
Karen se adentró a la Sección 13-C. Examinando el estante, le llamó la atención un libro negro en la parte superior del estante, y lo sacó de su lugar para examinarlo… Click En cuanto retiró aquel libro, la estantería tembló y comenzó a lentamente moverse hacia la izquierda. Cuando se quedó fija en su nueva posición, dejó al descubierto una puerta marrón que estaba oculta hasta entonces; al fin y al cabo, parecía ser que sí había una habitación secreta en la Biblioteca después de todo…
El escritorio no presentaba muchas cosas de interés. Al igual que Rin antes que ella, Evangeline encontró algunos papeles en blanco sobre éste, así como una lámpara de lectura que se encontraba desconectada. Tenía un cajón pero… curiosamente, se encontraba cerrado bajo llave. Aparte de eso, nada más de interés parecía encontrarse allí…
Evangeline Jones Un brusco movimiento captó mi atención de inmediato. Despegué la mirada del escritorio, tratando de encontrar el origen del sonido detrás de un par de estantes. Justo donde había dejado a Karen hacía escasos segundos. Con el inevitable temor de pensar que le podría haber pasado algo, me encaminé hacia el lugar con pasos acelerados. Por suerte, al doblar la esquina de la estantería encontré a Karen de espaldas, haciéndose a un lado mientras parecía contemplar... Una puerta. Esa puerta... No la había notado antes. ¿De ahí provenía el ruido de antes? —¿Karen? —murmuré, caminando hacia ella mientras comprobaba que no había nadie a nuestro alrededor. No me extrañaría que esto se estuviese retransmitiendo a través de una de esas cámaras. Frente a aquella extraña puerta, dudamos un segundo sobre lo que hacer. Suspiré, colocando mi mano en el pomo, dirigiendo la mirada hacia ella—. Si hemos llegado hasta aquí, no podemos echarnos atrás ahora. Creo que, de alguna forma, Monokuma o quien sea quiere que veamos esto. >>Pues bien, veamos de qué se trata. Y empujé la puerta hacia dentro, logrando efectivamente abrirla. ¿Qué clase de misterios ocultaría esta nueva puerta secreta?
Evangeline abrió la puerta y accedió a la habitación oculta. Y lo que vio dentro… fue un paso más hacia la desesperación. Aquella habitación estaba repleta, del techo a suelo, de armas. Armas de todo tipo: cuchillos, machetes, ballestas, hachas, espadas, lanzas, todo tipo de objeto peligroso y afilado podía ser encontrado en aquel arsenal… aunque, a simple vista, no parecía haber ningún arma de fuego a la vista. Pero lo que era cierto… era que aquella habitación estaba abastecida de armas sumamente peligrosas. —Oh no, ¡parece que mi arsenal secreto ha sido descubierto! —dijo una voz burlona a sus espaldas. Ambas chicas se dieron vuelta para ver a Monokuma a sus pies. ¿En qué momento había llegado el oso? Nadieo lo sabía. Aunque, para ser alguien cuyo "arsenal secreto" había sido descubierto, no parecía enojado en lo más mínimo… de hecho, estaba sonriendo. Era un poco espeluznante… pero bueno, ¿cuándo no lo era aquel oso parlanchín? Quizás esta fuese su oportunidad de preguntar acerca de aquella habitación secreta…
Adam El eco de mis botas se oyó con cierta intensidad en el inmenso silencio de la biblioteca. Ajusté el cinturón con el que aseguraba el subfusil a mi espalda y, tras detenerme, observé con detenimiento cada rincón del lugar. Lo único que me pareció ver fueron las señales de que alguien más había pasado por aquí, además de que el sitio estaba extrañamente en buen estado. ¿Por qué había sitios así en este archipiélago? Había visto un restaurante de carretera a la distancia, lo cual escapaba a la lógica de una institución estudiantil… Entonces, ¿qué fueron estas islas anteriormente? Pues tenía serias dudas de que se tratara de la instalaciones de la Academia Pico de la Esperanza. Más bien… parecía una pequeña comunidad que, en el algún momento, fue usurpada por Monokuma y su hermana. ¿Dónde estaban, pues, sus anteriores habitantes? Gocé de minutos de soledad para inspeccionar los libros más cercanos a la entrada, con inútiles resultados. Sin embargo, cuando apenas llevaba no más de cinco minutos en el lugar, sintiendo voces lejanas que ignoré, se produjo un murmullo bastante importante, que provenía del primer piso. Como si algo estuviese desplazando un gran objeto. Alcé la vista del libro que tenía entre las manos. Efectivamente, el escándalo provino de la sección antes mencionada. Dejé el volumen sobre una mesa y me dirigí al lugar con pasos calmados. En la sección 13-C se encontraban Jones y Foster. Para hacer más interesante, el Director también estaba allí, dirigiéndoles unas palabras referentes a un “arsenal secreto”, al tiempo que las chicas miraban algo que había al otro lado de una puerta. Pasé junto a Monokuma, Jones y Foster sin prestarles atención y miré hacia el interior de la habitación, tan sólo para encontrarme con una infinidad de armas blancas que, en su mayoría, servían para luchar cuerpo a cuerpo. Un lugar como este… al que podía acceder cualquier estudiante… Era peligroso. —Interesante —dije. Luego me volteé hacia el extraño oso de felpa. >>¿Para qué necesitas todas estas armas?
—¿Necesitar? Hmm… supongo que realmente no las necesito —comentó Monokuma misteriosamente—. ¡Quizás ustedes sí las necesiten! Al fin y al cabo, nunca se sabe qué será lo que pueda ser usado como arma asesina… he visto cosas que no se imaginan como armas asesinas, ¡hasta un oso de felpa puede ser un arma si se usa correctamente! Aunque ciertamente preferiría no ser usado como un arma yo mismo, claro… >> ¡Lo he decidido! El arsenal secreto es de libre acceso para todos los estudiantes; cualquiera de ustedes puede accederlo, ¡así que aprovechenlo al máximo en este viaje escolar de asesinato! Upupupupu… >> ¿Hm? ¿Acaso había algo más que querían preguntarme? ¡Aprovechad, que hoy me siento generoso!
Jackson Mervin —Yo tengo una pregunta—mi voz resuena desde atrás del grupo. Con tanto jaleo en la biblioteca, seguir leyendo fue imposible. Decido adelantarme unos pasos más, dejando atrás a Evangeline y a la Súper Fotógrafa, para quedar casi al lado de Adam. Luego de dar una mirada furtiva a la gran cantidad de armas, solo puedo sacudir la cabeza y encarar al oso de felpa. —¿Es posible prenderle fuego a todas estas armas sin quebrantar alguna regla? Si todos podemos usarlas, no es una propiedad privada. Y si luego de incinerarlas lanzamos los restos a una papelera, no estaremos tirando basura. Pero me niego a dejar estas cosas pululando por la isla.
—Vaya, ¿tenemos a un pirómano entre nosotros y nunca lo supimos? Upupupupu… —comentó Monokuma, soltando una pequeña risa—. Como dijiste, las armas no son propiedad privada de la Academia, claro, así que podrían destruirlas… sin embargo, deberían saber que yo repondré el arsenal todos los días sin falta. Si algo es destruido, no os preocupéis, ¡pues luego será repuesto por un arma idéntica! Siempre es bueno estar bien preparado, ¿verdad?
Jackson Mervin Aprieto mis manos con fuerza ante esa nueva información.—Es decir, que no podemos hacer nada para evitar que esto nos afecte. Si le ponemos un candado a la puerta, crearemos coartadas. Si le prohibimos a todos entrar a la biblioteca, no solo sera una desgracia para los que quisieramos distraernos con la lectura sino que además esa regla podrá ser violada con facilidad y sin consecuencias. Lo único que podemos hacer es esperar que nadie haga una locura. Miro a los presentes entonces. Solo somos cuatro personas, debería haber algún control que pudiéramos colocar.—Evitemos contarle algo de esto a los demás, ¿de acuerdo? Ya es demasiado peligroso que nosotros lo sepamos, como para que se vuelva noticia pública. >>Y supongo que tú no les podrás contar nada a los demás, por esa regla de que no puedes interferir, ¿verdad?—le pregunto entonces a Monokuma.
—Upupupu… ¿qué comes que adivinas? —rió suavemente Monokuma, su boca torciéndose en una media sonrisa que mostraba una afilada hilera de dientes—. En efecto, las reglas aclaran que el director no puede interferir, y por supuesto que no incumpliría mis propias reglas… ¡eso sería inpensable! >> Meh, ya me aburrí de sus preguntas… reúnanse todos en la Iglesa, ¡tengo algo divertido que anunciar! Y con aquellas palabras, el director se retiró de vista. ¿La Iglesia? ¿Qué podría estar tramando aquel osito en aquel edificio?
Karen Foster Me sentía mareada. Poco después de haber encontrado la dichosa Sección 13-C y su macabro secreto, dejé que Evangeline y los demás se hicieran cargo de interrogar a Monokuma. El libro negro que había tomado, ese que había ocasionado todo esto, continuaba en mis manos temblorosas. Ni siquiera me atrevía a echarle un vistazo a sus hojas, a saber qué más atrocidades podríamos llegar a encontrar. —Yo... En el restaurante encontré este menú. Fue por esto que llegamos hasta aquí. ¿Ven lo que dice aquí? —comencé mientras exponía la carta ante los chicos—. Creo que lo mejor sería destruirla. Para que nadie busque y eso... Realmente esperaba que alguno de ellos supiera qué paso a tomar sería el más acertado para la situación en la que nos encontrábamos. Sin embargo, no teníamos mucho tiempo para decidir antes de dirigirnos hacia la Iglesia. Contenido oculto Lo siento, ya había comenzado el post cuando me llegaron las alertas de Nami...
Adam La respuesta de Monokuma a mi interrogante había sido predecible. Preguntarle por qué quería poseer tantas armas en la Academia, bien analizado, resultó ser una acción superflua. Dado que se trataba del ser que nos instaba a matarnos entre nosotros con tal de cumplir el objetivo de reducirnos a la desesperación… Resultaba más que evidente que el habernos encontrado con estas armas no era casualidad. Para nada. Todo era parte del mismo plan. Por fortuna, Jackson Mervin hizo preguntas más inteligentes, como el destruir las armas sin romper las reglas. Las respuestas del oso de felpa tuvieron el mismo tono sarcástico y fúnebre. Al final, lo único que pudimos concluir de la situación era el hecho de que no teníamos forma de evitar que otra muerte tuviera lugar. —Guardaré silencio —fue mi respuesta al de Jackson Mervin. Sin embargo, tenía el presentimiento de que sería inútil callar la existencia del arsenal. Tarde o temprano… otra muerte se produciría. Sin decir nada más, sin mirar hacia atrás, me retiré de la Biblioteca para asistir a la reunión de la Iglesia.
Evangeline Jones Agradecí en mi fuero interno que tanto Jackson como aquel tipo del fusil se aparecieran en la escena justo en el momento en el que Monokuma nos mostró su arsenal de armas. La impresión fue tal, rememorando los frescos antecedentes de la muerte de Aika, que una mezcla de emociones negativas me revolvieron el estómago. Como era de esperarse, me abstuve de realizar ninguna clase de comentario, pero eso no quitaba que me mantuviese atenta a la conversación que trajo consigo aquella revelación sorpresiva. Cualquier persona podía asesinar fácilmente en aquella isla, Rei ya nos lo había demostrado para nuestra desgracia. Pero ahora, Monokuma nos facilitaba el material necesario como para quitarte la vida en cuestión de segundos, sin necesidad de planes más complejos. El riesgo de morir en aquel juego fatal se incrementó en cuestión de segundos, y el simple hecho de pensarlo hizo decaer mis fuerzas en aquel mismo instante. "Evitemos contarle algo de esto a los demás, ¿de acuerdo? Ya es demasiado peligroso que nosotros lo sepamos, como para que se vuelva noticia pública." Poco después, justo cuando Mervin comenzó a abandonar la estancia, aquel chico le respondió, imitando sus pasos. "Guardaré silencio" Y en cuestión de segundos, Karen y yo volvíamos a ser las únicas personas en la biblioteca, perdiendo a su vez el rastro de Monokuma por completo. Se nos había citado urgentemente en la Iglesia, pero mi cabeza ahora mismo estaba demasiado saturada como para dejar aflorar la curiosidad sobre aquel nuevo tema. Aquella había sido una revelación importante, pero a raíz de la situación, no dejaba de formularme la misma pregunta en mi cabeza. ¿Podía confiar en ellos? Solté un suspiro como toda respuesta, llevando una mano a mi cabello, y me giré hacia Karen sin demasiado ánimo, al igual que ella. Apreté los labios, dubitativa, pero símplemente di media vuelta y la invité a abandonar la estancia. No quedaba mucho más por hacer allí. —Creo... que nos estarán esperando ya. Habrá que darse prisa. Lo cierto era que, en el fondo, aquella pregunta se focalizaba más en otro punto. ¿Verdaderamente... podía estar segura de confiar en alguien? ¿De confiar en ella?
Evangeline Jones Al final la iglesia no me mostró nada fuera de lo normal, e incómoda por la espeluznante presencia de aquella estatua Monokuma, decidí ponerle fin a mi visita allí. Tampoco sabía exáctamente lo que buscaba con aquella exploración, imagino que al menos así conocería mejor aquella nueva área a la que se nos dejaba acceder. Una vez acabé del todo la manzana en mi mano estuve a punto de dejarla caer al suelo, pero me lo detuve al recordar el reglamento de Monokuma y Monomi. Sin más remedio, me acerqué a la papelera más cercana, justo cerca de la entrada de la biblioteca, y decidí adentrarme allí una vez más. Después de lo de la sala de armas, Karen y yo detuvimos la exploración por ese lugar. Quién sabe, quizás se nos había escapado algún detalle. Con esa idea en mente, me encaminé hacia la entrada dispuesta a abrir la puerta.
Alethea Ethans Tras desatar a Nagito, decidimos poner rumbo hacia la biblioteca. Preferí no hacer preguntas al respecto de su poca aparente preocupación por las heridas, pues parecía que había estado bastante tiempo así y no hubo quejas. Insistí en que cogiese algo de la bandeja para comer, aunque fuese por el camino, pues si era cierto que tenía hambre, no podía dejar que caminase así. Y así, finalmente, tras un bastante largo recorrido, acabamos delante de la puerta de aquel enorme edificio. Estaba bastante emocionada, la verdad, porque aun no había entrado dentro y parecía tener una gran variedad de libros. Cierto era que mi agenda no me permitía disfrutar siempre de la lectura pero... me gustaba. Leer me hacía evadirme de la realidad, del estrés y las preocupaciones. Quizás me vendría bien un libro para aquella isla... —Oh, hola Evangeline —dije, con cierta sorpresa, al ver a la joven apunto de entrar en la biblioteca—. Que casualidad, será mejor que entremos cuanto antes —dije, rápidamente, intentando evitar preguntas al respecto del joven de pelo blanco. Qué oportuno... Sea como fuere, abrí la puerta de la biblioteca y decidimos entrar. Contenido oculto Nami Roronoa DÁMELO TODO
Alethea abrió las puertas de la biblioteca… y estuvo a punto de chocarse con Daniela Vilches, quien salía a toda prisa del lugar. La súper actriz lucía ciertamente atemorizada; sus manos temblaban, y su semblante era pálido, como si hubiese visto algo de lo más aterrador. —¡A-ah! ¿Alethea? ¿Evangeline? ¡¿Pero qué hacen aq… ¡¿Nagito?! ¿Qué no se supone que estaba encerrado? —balbuceó la muchacha rápidamente—. Oh bueno, eso no importa ahora; estaba por ir a buscar a todos de todas formas… ¡rápido, síganme, rápido! Daniela dio media vuelta y volvió a ingresar a la biblioteca. Algo confundidos, los otros tres estudiantes la siguieron hacia el interior del edificio. Daniela los guió, con pasos temblorosos pero apresurados, hacia el final de la planta baja. Concretamente, hacia la Sección 13-C. Y allí… una vez que llegaron allí, de inmediato, toda esperanza pareció desvanecerse en el acto. A la derecha de la estantería, sentado contra la pared del lugar, se encontraba uno de los estudiantes… pero a medida que sus ojos avanzaban examinándolo, pudieron notar la sangre que se deslizaba desde su pecho hacia el suelo. Notaron entonces el puñal que atravesaba su pecho, la causa de aquella pérdida de sangre, y al ver su rostro… apagado… sin un rastro de vida… no hubo duda… Estaba muerto. Adam Valenti, el Súper Mercenario de Preparatoria, se encontraba muerto en la Biblioteca.
