Batalla de cadáveres

Agnes Astaroth

Sujetó con delicadeza el blefarostato, posicionándolo en su párpado para que no pudiera cerrarlo y así poder seguir con el procedimiento sin preocupación a arrancarle el párpado por ahí derecho. Le dio la vuelta a la camilla con pasos lentos para proporcionar una vista directa y sin filtros al público presente. Se concentró al deslizar la yema de sus dedos por los instrumentos quirúrgicos, sosteniendo esta vez un retractor con unas pinzas para comenzar a extraer el globo ocular en su totalidad, arrancándolo con leve fuerza para que no fuese a devolverse a su sitio.

La carne hilada con sigo se la llevó, teniendo entre las pinzas y el retractor lo que la máquina de la suerte solicitó. Sonrió con una indescriptible ternura, depositando el ojo en un recipiente rectangular de agua especializada para conservar por mayor tiempo su contenido. Le vendría bien como adorno en su oficina.

Se quitó la bata y los guantes de látex, parando el sangrado las enfermeras que tenían los trajes de osos de peluche, encargándose de los cuidados básicos.

—Espero hayan disfrutado el espectáculo —se peinó el cabello y sacudió su falda—. Los veré de nuevo en mi oficina, en un par de minutos.

Reglas:

• Pueden seguir roleando hasta que les llegue por mensaje privado que están en su oficina. Cuando llegue tal mensaje no podrán volver a postear aqui, por el hecho de que este espacio solo se utilizará cuando haya una batalla de cadáveres.
• Las dos aves que lucharon no lucharan en la siguiente batalla.
• Agnes se ha retirado del lugar con el ojo de Connie como premio.
• Coonie ha sido vendada y le han suministrado antibióticos y pastillas para el dolor muscular, que sanará en unos días.

 

Catherine Whitman

No opuso resistencia alguna cuando la sacaron de la jaula, inclusive se apoyó en ellos para poder dar pasos porque, de lo contrario, tan solo iba a dar al piso de lo ida que estaba, no distinguía muchas cosas a su alrededor y su cuerpo temblaba sin que pudiera evitarlo, por suerte se sintió algo más tranquila cuando vio que la dejaban al lado de Noah, ni siquiera le preocupó que tuviera sus oidos cubiertos, estaba tu lado, ya podría descansar, ya podía simplemente sumirse en el cansancio si sabía que estaba allí con él.

—...N-Noah...—murmuró apenas teniendo fuerza para rozar su mano, dejó caer su cabeza en su hombro, viendo como la Colibrí despertaba, una ola de tranquilidad golpeó su pecho hasta que notó que las cosas se estaban tormando más oscuras de lo normal, se aferró con la fuerza que le quedaba al ropaje del menor y cuando notó que su ojo estaba a punto de ser removido cerró sus ojos.

Ya ni siquiera sabía si temblaba de frio o miedo.

Ella pudo haber sido la que estuviera en esa camilla.

Ella pudo haber perdido un ojo y Noah habría tenido que verlo.

—¿Puedes...Puedes abrazarme? Ya volví...y realmente...tengo mucho frio...

Solo quería sentirse algo más segura luego de haber visto todo eso.

 

Shawn Amery

Su cuerpo no respondía. Laila murmuraba acerca de la inocencia de la otra joven que había sido escogida, incluso la voz de un tipo con máscara se mezcló en sus oídos, lejana, ajeno a su presencia. Pero su cuerpo no respondía. Sus manos aferraban con fuerza el posabrazos, de tal forma que sus nudillos se volvían blancos, pero el dolor que sentía también se sentía irreal.

Sus ojos, abiertos de par en par, no podían distanciarse de las figuras de las dos jóvenes que se debatían la vida encerradas en una jaula como animales. Sentía un sudor frío recorrer su piel, y el estómago revolvérsele al escuchar sus gritos de dolor. La sangre desparramándose por el suelo. La muerte acechando cada unos de sus pasos. Sentía que su corazón iba a estallarle en el pecho de la rabia y de la impotencia, y solo deseaba dar un salto, salir de aquella fila de asientos y encarar a Agnes, a pesar de la repercusión que aquello tendría después. ¡Joder! No podía quedarse mirando como un inútil cuando hacían daño a personas inocentes, aquello no... Aquello no...

Volvió en sí mismo, sintiendo aún el zumbido en su cabeza, al escuchar la respiración agitada de Laila a su lado. Laila... Ella no podía presenciar eso, no debía permitir que tuviese que enfrentarse a aquel cruel y macabro espectáculo. Atrajo su rostro hacia él, las manos colocadas en sus mejillas, y giró con suavidad su cabeza hacia el respaldo de su asiento, en dirección contraria a donde provenian los gritos desgarrados de Connie. Tapó a la joven con su cuerpo, impidiéndole que pudiese ver nada de reojo, pero sin hacer fuerza. No quería agobiarla, simplemente sentía la necesidad de distraerla de lo que estaba pasando.

—¿Recuerdas ese pequeño gato que nos seguía todas las mañanas al cruzar la misma calle? —intentó alzar la voz por sobre los alaridos de dolor, intentando mantener la compostura. A Connie le estaban extrayendo un órgano, pero él no podía permitirse mirar. Porque si lo hacía, sabría que no sería consciente de aus actos, y debía mantenerse sereno por Laila—. Ese pequeño felino que siempre quería arañarme pero tú querías llevarte a casa. Cuando salgamos de aquí, te prometo que iremos a buscarle, ¿sí? Te lo prometo.

A pesar de la firmeza en su voz, a pesar de intentar alejar los pensamientos de Laila de lo que sucedía a sus espaldas, sentía que en algún momento su voz acabaría por quebrarse. Pero siguió hablando, sacando temas de conversación, distrayéndola con su voz.

Y continuó repitiéndose como un manta que todo estaría bien, que volverían a encontrarse con aquel gatito. Pero después de lo que sus ojos habían visto aquella noche, una gran parte de su esperanza sr había hecho pedazos.

 

Noah Briggs ~

¿Qué se suponía que tenía que decirle? ¿Qué linda te ves cuando estás pálida porque te drenaron la sangre a base de cortes? ¿Qué bien que peleaste aunque no tuve huevos para siquiera escuchar qué estaba pasando? ¿Hiciste exactamente lo que tenías que hacer así que no importa si hay alguien con un ojo menos mientras que no seas tú?

No había palabras que decirle.

Al principio se sintió aterrado de siquiera tocarla. No cabía un corte más en su ropa y por cualquiera de ellos la sangre parecía no terminar de cuagular jamás. ¿Cómo se suponía que debía abrazarla sin desarmarla en el proceso?

Pasó ambos de sus brazos, aún unidos por esas mugrosas cadenas, por encima de su cabeza, atrayéndola hacia su cuerpo como pudiera. Estaba helada como aquellos días en los que se quedaban a jugar en los charcos después de las lluvias de otoño cuando eran niños, pero la diferencia estaba en que la señora Withman no vendría a traerles chocolate caliente mientras ellos se secaban los pies mojados al fuego de la chimenea.

Aquel cuerpo entre sus brazos no tenía la calidez de su Cathy, no tenía siquiera el aroma de su Cathy. Lo único que podía sentir era una fragancia entre sangre y tierra a la que, por alguna razón, se acostumbró más rápido de lo que hubiera podido pensar.

Ni siquiera podía ver lo que le estaban haciendo a esa chica, al colibrí, sobre aquella mesada. Enterró el rostro en la curvatura entre el cuello de Cathy, pegando la mejilla en su cuello, y con el rostro escondido detrás de sus cabellos, Noah se largó a llorar. No estaba desesperado, no hacía sonidos violentos, no sufría espasmos cuando trataba de respirar, pero de sus ojos cayeron lágrimas como nunca antes habían caído.

Su Cathy había entrado a esa pelea de cadáveres, y aunque había ganado, ¿por qué sentía que le habían devuelto un cuerpo sin vida en vez de aquella chica que lo hacía sentir vivo a él?

—Volviste —susurró bajo su oído, aferrándose más a ella con los brazos temblorosos, sintiendo una horrible mezcla entre temor por hacerle más daño y temor por estar sosteniendo algo que jamás volvería a ser su Cathy—. Gracias, Cathy...

 

Catherine Whitman

Ahogó una queja cuando sintió que era abrazada pero casi al instante se acunó en él, tratando de sentir todo aquel calor que viniera de él, y por suerte lo sintió casi de inmediato, sus manos aun libres se aferraban al abdomen de Noah y estaba prácticamente acostada en él para sentir su cercanía, su aroma, todos esos factores que lograban consolarla siempre y quería que la hicieran olvidar todo eso.

Quería tan solo pretender que todo estaba bien y que en esos momentos no se sentía como un cadaver humano de toda la sangre que, aunque debían dejar un rastro caliente en su cuerpo, solo podía sentir frio que estaba siendo lentamente combatido.

Sus manos intentaron acariciar un poco su pecho para consolarlo cuando sintió que se escondía en ella y comenzaba a llorar, no tenía muchas energías para hacer otra cosa y se sentía algo bastante culpable por no ser mas de ayuda, pero agradecia tan siquiera estar pudiendo hacer algo. —Te lo prometí...—hablaba bajo —, así que...no me agradezcas, ya todo esta bien... así que desahogate... —Llorar no era en lo absoluto malo en aquella situación.

Cerró sus ojos por unos segundos, su respiración ya era bastante lenta y no sabía si eso era bueno o malo, pero tan siquiera se sentía algo mas "tranquila" —Y...lamento manchar tu ropa...p-pero realmente quería estar cerca...

 

Laila Meyer.

Los gritos le martillaban los oídos con insistencia. El corazón se le aceleró en el pecho y pronto dejó de tener control sobre su respiración, sentía que iba a desmayarse en cualquier momento.
Las chicas peleaban aunque no lo quisiera porque debían sobrevivir, porque tenían a alguien a quien regresar. Aquella jaula pronto estuvo cubierta de sangre.

Cuando Shawn la obligó a mirarlo se dejó hacer, sin siquiera ser capaz de intentar regresar la mirada, sin atreverse a corroborar lo que ya sabía, que aquellos terribles gritos provenían de su compañera de asiento.
No se había dado cuenta de que el cuerpo le temblaba.

Esos podían haber sido ellos.

Esos serían ellos.

Sintió náuseas.

Cuando el muchacho comenzó a hablar, intentado apagar los terribles gritos, la imagen del pequeño felino apareció en su mente. Un diminuto gato atigrado, que había comenzado a seguirlos solo porque ella lo había acariciado en una ocasión, pero que parecía odiar al albino. Asintió débilmente con la cabeza, aún con el corazón golpeando el pecho hasta que casi le resultaba doloroso.

¿Ir por él? ¿Acaso Shawn no estaba escuchándose ni escuchando lo que sucedía frente a ellos?

Y aún así, la imagen del pequeño gato la consolaba, porque era una criatura desprotegida que necesitaba un hogar y ella podía dárselo; pero para eso tenía que salir de allí con Shawn y ahora mismo la idea le parecía prácticamente imposible.
La voz del albino empezó a sonarle lejana y dejó caer su peso sobre su cuerpo, incapaz de detener su tren de pensamiento, con la mirada opaca clavada en el jovencito sentado junto a él, que también parecía al borde de un colapso nervioso y no podía culparlo.
Recordó a la niña que estaba sentada junto a ese chico en el autobús y su respiración se detuvo un instante.
Noah y Cathy.
El colibrí.
Aquellos niños.

¿Tendría que pelear con todos ellos con tal de mantener con vida a su Shawn? Sí, tendría que hacerlo.

 

Shade Mcartty.

Crisis total.

No había otra descripción para sus sentimientos en el momento. Por unos segundos había sentido alivio en el momento que el cuerpo de Agnes se acercó a la jaula. Pero comenzó a rebelarse contra los guardias en el momento que la chica comenzó a sacar elementos quirúrgicos.

Luchó con todas sus fuerzas, llevándose a unos cuantos guardias de por medio. Los gritos de Connie le laceraron la poca razón que le quedaba. Asfixió a un guardia y dejó a otro inconciente, haciéndose camino hacia la jaula. Pero siempre aparecían más. Le superaban en número.

Cuando los tacones de Agnes se alejaron de la jaula y los guardias al fin lo soltaron y pudo correr hacia donde el cuerpo de Connie yacía. Empujó con brusquedad a la enfermera que había terminado de colocar la gasa en su ojo lacerado.

Su hermoso rostro estaba completamente inflamado y desfigurado. Agarró su cuerpo con cuidado, inclinándose desesperado hacia ella.

-Corianne... Corianne...-Le acarició el cabello con delicadeza, tratando de obtener una respuesta de ella, algo que le aseguraba que aún estaba viva.

 

Noah Briggs~

Sonrió un poquito contra la piel de su cuello, procurando cubrir su pequeño cuerpo con todo lo que el suyo pudiera darle en esos momentos. Los abrazos entre ellos siempre se habían sentido especiales para Noah por mil y un razones, pero aquella era la primera vez que Cathy se sentía tan pequeña entre sus brazos, como si se hubiera encogido.

Se sentía diminuta e insignificante, y sin embargo, él sabía que, aunque no lo hubiera visto por sí mismo, había peleado con todo lo que tenía en ella.

No tenía derecho a estar llorando, no cuando Cathy había pasado por todo eso

—Tonta —le dijo bajito al oído, apretando fuerte los ojos, tratando de despedir las últimas lágrimas que estaba dispuesto a derramar ese día—. ¿No te dijeron que el rojo está de moda?

Sonrió apenas, acariciando su nuca con una de sus manos. Si tenía que acostumbrarse a todo eso para sobrevivir, entonces ya era maldita hora de ponerse los pantalones y aceptar su realidad. No sabía cuándo sería la próxima vez que Cathy tendría que pelear, o si él mismo llegaría a esas instancias pronto, pero sí sabía que era tiempo de crecer.

Era hora de madurar.

 

Franklin Maxwell

— Oye, Pedro ¿Crees que ese ojo tenga buen sabor? yo digo que nos van a descuartizar poco a poco entre nosotros para platillos gourmet ¿A que suena bien? — le mencionaba al muchacho que se encontraba junto a Galen mientras le apuntaba con los dedos indices como si fuesen pistolas, Maxwell en algún momento durante la batalla se acuquillo encima de su silla mientras usaba sus manos para tapar la boca de la mascara, sorprendido por la belleza de tal escena que presenciaba.

— Tú, Galen, pensé que estabas muerto ahi tirado ¿Te sientes bien, niño? este lugar cada vez se ve mas divertido, es una lastima que aquellas dos jovencitas no hayan sabido explotar el momentum, lo tenian todo, las camaras la veian, el público las observaba sin perder ni un segundo pestañeando, todos sentian dolor y miedo y aún asi, no lograron interpretar sus papeles como era debido.

Franklin Se detuvo para exhalar pesadamente mientras acariciaba su liso cabello mientras lo peinaba hacia atras mientras retorcia el cuello de un lado a otro para que crujiera mientras retiraba las piernas del cojin de la silla y las volvia a colocar pacientemente en el suelo, donde deberian estar, cruzo su pierna izquierda finalmente encima de la derecha, relajo sus hombros y cerro sus dos manos entre sí mientras lentamente volteaba a ver a sus compañeros de fila.

— Entonces... ¿era esto no es verdad? esta era la prerrogativa para aquellos que sean seleccionados, dos aves revoloteando y danzando entre sí demostrando todo su ser, brillando... entiendo porque tanto le interesaba esto a él, aunque no lo comparto... Espero encontrar mis gafas en mi celda, espero que la comida no sea mala... ahora que me fijo a mi alrededor ¿No les parece que para ser una carcel esto esta demasiado limpio? es loable mantener esto tan pulcro, en especial con tanta... ¿sangre?.

—En fin... ya no vemos la hora para ir a dormir ¿No creen? creo que ya fue suficiente por hoy... todos debemos descansar...

 

Shade Mcartty.


Su corazón estaba lleno de odio. Odio por cada maldita persona en aquel lugar. Odio por los guardias, las enfermeras, incluso por la tetona de mierda que se había atrevido a quitarle el ojo a Connie. Tenía tantos pensamientos en su mente que sentía que estaba borracho, un ligero sentimiento de mareo ligado con una furia cegadora. Nunca había tenido tantas ganas de matar a alguien.

Sintió el cuerpo de Connie moverse ligeramente, todo su ser se llenó de alivio. Estaba viva. El ojo no cubierto se abrió con lentitud, enfocándolo. Las palabras que salieron de su boca no fueron las que se esperaba:

—Shade... —murmuró, con la voz ahogada—. Lo siento...

—Sí, deberías disculparte idiota —Le espetó, continiendo las lágrimas secas de ira que intentaban brotar de sus ojos—. Has hecho que me preocupe a morir. Si se me comienza a caer el cabello me haré una peluca con el tuyo, dado que todo esto es tu culpa.

Sus palabras eran rudas, fuertes, pero aún así no la había soltado. Aún estaba allí sobre ella, verificando que realmente estuviese bien, que no moriría. Por muchos años pensó que sabía lo que era estar solo, que no le importaba nadie. Pero ésta estúpida adolescente siempre había estado allí desde hace cinco años, molestándole, presionando sus nervios, fastidiándole y mordiéndole los talones. Nunca ni en sus peores pesadillas se había imaginado estando de una forma tan impotente mientras Connie era literalmente torturada.

—Pero nos la cobraremos, Connie —Le prometió en un susurro—. Aquí nadie tiene compasión así que tampoco debemos tenerla con ellos.

 

Noah Briggs ~

¿Cuánta mala suerte tenía que tener como para que lo sentaran justo en el medio de aquellos dos que se habían peleado en el cuarto de juegos? Suspiró, sintiéndose cansado de antemano, anticipándose a la discusión, y se aproximó a sentarse no bien aquel chico había terminado de dar su monólogo; tampoco quería interrumpliro y que se viera obligado a comenzar de cero.

Solo estaba agradecido de que Cathy no hubiera llegado antes que él, porque la había buscado inconscientemente no bien había entrado a la galería, y ahora podría clavar la mirada en el suelo por toda la batalla y así no tener que verle la cara.

Aún quedaba un asiento libre a su lado derecho, y se sintió capaz de venderle el alma a Satanás con tal que no fuera el asiento designado para Cathy.