Mazmorra Arrecife de Plata

Finalmente acabe este lugar-- Adios!-- dije mientras pasaba a otro lugar desconocido

 

—Pensándolo mejor, creo que me vas a llevar tú, Sigilyph —dije mientras lo liberaba y me agarraba a él, descendiendo lentamente.

 

(Steve)

—¡Un esfuerzo más! —seguía saltando, en una especie de carrera con Blaziken por ver quién llegaba primero

 

—Así se ve todo más fácil —dije mientras respiraba hondo, relajadamente, bajando con la ayuda de mi amable pokémon volador.

 

(Steve)

Seguía bajando, mientras Blaziken tenía una clara ventaja en la carrera

 

Lo cierto es que olía un poco mal allá abajo. Se notaba la contaminación que tenía el agua de ese mar.

Con una mano me agarraba a Sigilyph, mientras con la otra agarraba a Litwick, que iluminaba levemente la zona.

 

(Steve)

Parecía que el camino no acababa nunca... cansado, paré en un saliente, sentándome en él.

--Dame un minuto de descanso --le dije a Blaziken, jadeando

 

—¿Andas bien, Sigilyph? —le pregunté a mi pokémon, que estaba cargando con Litwick y conmigo.

 

(Steve)

--Uff... espero que quede poco --dije mientras me levantaba, secando el sudor de mi frente. Blaziken me ofreció volver a llevarme, pero rechacé la oferta, podía hacerlo yo solo.

 

Notaba que Sigilyph se tambaleaba un poco.

—Paremos un momento, Sigilyph, si estás cansado —dije, pero antes de que pudiésemos parar, se volvió a tambalear y me solté, cayendo al vacío junto a Litwick.

 

(Steve)

Oí un grito venir desde arriba, y lo reconocí rápidamente.

--¿Ian? --entonces lo vi caer frente a mí--. ¡Oh, dios, recógelo, Blaziken!

 

Vi mi vida pasar frente a mí, como en las películas. Pero entonces noté que dejaba de caer; Blaziken me había agarrado.

—Vaya, me quedé con la intriga por saber cómo continuaba la historia —bromeé, aliviado de no haberme estrellado contra el fondo. Sigilyph llegó al momento, alarmado y muy agotado.

 

--¡Ian! --grité, mientras bajaba apresuradamente. Esperaba que Blaziken hubiese llegado a tiempo saltando. Llegué hasta donde estaba, y vi que se encontraba bien. Suspiré aliviado.

--¿De dónde salías?

 

--De arriba, obvio —le dije a Steve, aún algo alterado por la caída— Suerte que estabas en el lugar adecuado.
A partir de ahora, mejor seguiría bajando a pie.

 

(Steve)

--Ten más cuidado, no sabes el susto que me has dado --contesté--. Bueno, ¿continuamos? -dije mientras seguía bajando, peldaño a peldaño.

 

—Te sigo.

 

(Steve)

Continuábamos bajando... ya podía ver a lo lejos el techo de la torre.

 

Seguía a Steve, que iba demasiado rápido para mi gusto, yendo él un par de rocas por delante de mí.

 

(Steve)

—¡No te quedes atrás, Ian!

 

—Tranquilo, tarde o temprano yo también llegaré —le grité, aún a cierta distancia de él.