Arena Olimpia/Ejecuciones

Scato había eliminado al primer león; volteó rápidamente para ver como estab su compañero y fue entonces cuando lo vio lanzar esa última flecha que había dañado considerablemente a una de las bestias; pero algo no estaba bien, el arco de kedoku salió volando de sus manos, y las bestias se le fueron encima con un feroz ataque.

Había caído el Gladiador que había sobrepasado espectativas en las gradas, de los novatos más brillantes vistos en la Arena; un joven que había llamado la atención de un mecenas que sólo elige a los más fuertes. Su campeón había caído desafiando sus órdenes; peleo hasta el final con gran fuerza y valentía; jamás rogó por su vida y nunca le dio el placer de dominar su existencia a Naevius, su mecenas. Había muerto con gran honor, peleando por una causa propia y no impuesta; defendió sus ideales al final...

¿Quién podría decir que este Gladiador no había muerto libre?
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–¡¡¡¡¡¡AHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!– Gritó Scato abalanzándose sobre la bestia que había arrancado la vida de su hermano –¡MALDITOS! ¡TODOS USTEDES MORIRAN!– Siguió gritando en dirección a las fieras; pero estas palabras no era dirigidas a ellas....

 

Scato
Ataque: 22 +11(armamento)= 33
Defensa: 7 +4(armamento)= 11
Desgarre:
Pv: -13 pv (-22 del ataque de los leones -5 desgarre)

Kedoku
Pv: -21pv


León 1
Ataque: 15
Defensa: 4
Desgarre:
Pv: 46 pv (-5 sufre de desgarre

León 2
Ataque: 5
Defensa:
Desgarre:
Pv: -26 pv (-5 sufre desgarro -38 del ataque de Scato )

León 3
Pv: -10 pv

León 4
Ataque: 15
Defensa:
Desgarre:
Pv: 100 pv

León 5
Ataque: 10
Defensa:
Desgarre:
Pv: 100 pv

León 6
Ataque: 12
Defensa:
Desgarre:
Pv: 100 pv

León 7
Ataque: 10
Defensa:
Desgarre:
Pv: 100 pv

León 8
Ataque: 20
Defensa:
Desgarre:
Pv: 100 pv

León 9
Ataque: 15
Defensa:
Desgarre:
Pv: 74 pv

León 10
Ataque: 9
Defensa:
Desgarre:
Pv: 100 pv

 

Scato soltó ambas mazos en la cabeza de aquel último objetivo de Kedoku; esto provocó la muerte del león; aún así Scato estaba descubierto después de este ataque, los ocho leones restantes rugieron y comenzaron a devorar su carne; mordisco a mordisco, saciando sus estómagos vacíos de casi todo un día. Pero los leones sólo actuaban por instinto; las verdaderas bestias eran aquellas que aplaudían ante tal espectáculo.

Scato y Kedoku habían muerto, algunos mecenas no aplaudían; entre ellos Naevius quien había perdido dos Gladiadores en una ejección. El Emperador y su séquito celebraban chocando sus copas de vino rebosante, aquel líquido caía como lo hizo la sangre de estos Gladiadores. Los cuales, no iban a ser simplemente olvidados...

​

 

​

Los tres Gladiadotes fueron llevados a la Arena Olimpia, ahí en la Arena ya se encontraban dos personas encadenadas; pudieron reconocer mabos rostros; uno era el de Laenas, el más reciente organizador de combates en el Coliseo, mecenas de Opelius; y a un lado suyo estaba Gallio, ex mecenas de Priscus y organizador de combates antes que Laenas; Gallio se veía bastante demacrado.
En el Palco del Emperador no se encontraba nadie; en las gradas estaban los miembros del Senado y los mecenas del Coliseo junto con el consejero del Emperador.
Los guardias colocaron y encadenaro a los tres Gladiadores; Alethia; Gaius y Opelius; después de unos segundos en la Arena estaba caminando Naevius, sin ninguún soldado acompañándolo más que su firme espada en su cinturón; como siempre su mano estaba encima del pomo de la espada.

–Alethia; primera Gladiadora del Coliseo...– Dijo Naevius – Has sido condenada por Titania y Naevius, has hecho que su inversión en ti fuera desperdiciada; le he sugerido a ambos que sean tus verdugos en esta ejecución; pero ambos cobardes no pueden sostener ni una sola daga. Así que yo seré quien arranque tu vida– Desenfundó su espada; en verdad era una arma bastante fina y bien afilada, a pesar de ello podía notarse que había sido usada, aún tenía unos cuantos rayones en sus filos; pero no muy profundos para que afectaran el corte. Naevius era alguien que sabía pelear, era de esperarse que su vieja espada lo estuviera acompañando como única compañera – Tu asesinaste a uno de mis hombres; un viejo soldado imperial que en sus momentos de servicio destacó por su fuerza y valentía; por ello no me impresionó que fueras nombrada Gladiador, pero después de esa acción no me has sorprendido– Hizo una seña a los guardias los cuales golpearon a Alethia en la parte de atrás de las rodillas para hacerlca caer; después la obligaron a inclinarse. Naevius levantó con ambas manos su espada y la bajó con gran velocidad para cruzar el delgado cuello de Alethia; su cabeza rodó en la Arena. El corte fue de un tajo, ni una guillotina pudo haber hecho mejor trabajo.
Esclavos aparecieron y se llevaron aquel cuerpo mientras Naevius limpiaba su espada con un paño.

–Opelius... tu traicionaste a mi Gladiador; preferiste cuidar tus heridas antes que salir a ayudarlo contra los leones. Scato estaba destinado a ser el mejor...– Naevius decía esto sin gritar o perder el control; su rostro seguía impávido. Volteó rápidamente hacia Laenas –Desde ese momento supe que tu no estabas de mi lado; si hubiera sido así hubieras obligado al único buen arquero del Coliseo, a defender a mi mejor Gladiador, de esta manera Scato podía haber sobrevivido y haber vencido a Ambrosius, el estaba listo– Detuvo su discurso un momento, luego prosiguió– Y lo que sucedió en los últimos combates me demostraron tu más fuerte traición; mandar a tu Gladiador –señaló a Opelius– a intentar asesinar a mi único Gladiador por las espaldas. Y por si fuera poco, enviar a tu nueva adquisición a matar al Emperador; mi familia–

–Pero Naevius yo...– Naevius no dejó que Laenas hablara, su espada ya se había deslizado con delicadeza por su tráquea, haciendo que Laenas se desangrara lentamente. Se convulsionó un par de minutos en el suelo sin poder hablar, hasta que por fin su mirada era vacía. Laenas no había cometido ninguno de estos actos por los que se le acusaron; se había mantenido fiel con Naevius por temor a su poder, aún así sus Gladiadores parecían tener las riendas de esa sociedad, pues jamás le permitieron tener la razón, jamás siguieron sus palabras y Laenas sólo lo dejaba pasar. Había muerto por no saber disciplinar a sus Gladiadores. Si no había muerto por traidor, al menos moría por debilidad; algo que tampoco soportaba el nuevo Emperador.

–Gaius; tu fuiste el único que entabló conversación amistosa con Zaín, por lo que escuché de los guardias del subterráneo. Es por ello que quiero que respondas honestamente; si lo haces te daré el honor de pelear por tu vida...– Comenzó a limpiar nuevamente la hoja de su espada – Dime ¿Sabías lo que Zaín planeaba hacer?–

 

–Si, sabía lo que el planeaba hacer– Dijo Gaius, Naevius apretó firmemente el mango de su espada mientras guardaba el paño con sangre –Pero Zaín no quería apuntar al Emperador Cassius, el quería asesinar a Caelus, el consejero– Naevius relajó su mano

–La muerte del Emperador fue un accidente...– Se murmuró en las gradas. Caelus al escuchar esto sólo afirmó lo que ya sospechaba y respiró profundamente.

–Opelius...– Naevius se acercó a el con sus espada recién limpiada – Iulian me ha pedido perdonar tu vida por ejecución; en cambio, mañana lucharás con él a muerte. No tomaré represálias si tu resultas vencedor– Guardó su espada en su funda – Gaius, mañana tu pelearás uno a uno con un Centurión, la pelea será a muerte; tampoco tomaré represálias si tu resultas vencedor– miró hacia Gallio– Y tú, también pelearás; ya no sirves como noble en la corte, por lo que deberás demostrar que al menos sirves en el combate. Tu oponente será un soldado imperial; ve mentalizándote pues yo sé que tu morirás...– Naevius caminó por la Arena para retirarse; pero Caelus interrumpió su salida–Ellos merecen morir Emperador, lo han desafiado...– Naevius lo miró con odio por atreverse a hablarle de ese modo –La única manera de sobrevivir es por medio de la fuerza; el fuerte sobrevive y el débil merece la muerte; ellos demostrarán su fuerza, si son superiores vivirán, si no es así morirán. Así que apártate de mi vista o al igual que Gallio tendrás que pelear con un soldado para demostrar que aaún sirves de algo...–
Caelus se apartó y se inclinó para despedirlo y así evitar su mirada. Naevius se retiró de la Arena y lentamente los demás mecenas lo hicieron.
Los guardias llevaron a los tres de regreso al subterráneo, a Gaius; Opelius y Gallio.

Contenido oculto

@rapuma puedes responder como tu prefieras cuando Naevius te estaba hablando, obviamente no puedes golpearlo porque estás sujeto. Acción que hagas la editaré en el post :3

El dado que tiré fue para definir:
1= decirle la verdad a Naevius
2= rehusarse a hablar

 

Opelius

Mantenía su entrecejo fruncido con rabia mirando la arena sin levantar la vista. Sintió el peso dE la cabeza de la mujer gladiador rodar por la arena. Giró sus ojos para ver la cabeza de costado, rápidamente un charco carmesí teñía la arena.

Cuando Naevius culpó al mudo de traicionar a Scato, sintió realmente un odio gigante incrementarse en su interior. Jamás lo traicionó; estaba desmayado por las heridas, apenas podía ponerse de pie y aún así se ofreció para combatir pero los guardias habían elegido a Kedoku, uno de los nuevos para que pudiera intentar defender el honor de Scato, su hermano...
Ya su plan se había machacado por completo, era inútil intentar hacer buen pie para ser recompensado. Escupió a los pies de Naevius, el nuevo Emperador y frunció los labios con rabia. Movió su cuerpo y las cadenas se movieron con un ruido metálico.

Luego observó la cabeza de Laenas que rodó hasta quedar frente a él; sus ojos tenían una expresión de sorpresa. Opelius rogó porque el tártaro lo reciba

"Iulian me ha pedido perdonar tu vida por ejecución; en cambio, mañana lucharás con él a muerte"

Esas palabras le dieron un nuevo ánimo en su cuerpo maltrecho. Se olvidó por completo de la carta del esclavo; después de todo, él no quería salir de allí sin cobrarse la venganza y ahora tenía la oportunidad de matar a aquel idiota de Iulian... y probar suerte luego de la pelea y lanzar una flecha directo al palco, con la punta dirigida al pecho de Naevius. Sonrió en un gesto sádico, mostrando su lengua cortada mientras los retiraban del lugar.