Vanika Conchita

Esta es la primera vez que escribo, es algo así como para presentarme a la comunidad de FFL aunque ya llevo aquí algo de tiempo nunca me había animado a escribir, pero al fin he publicado algo, sin mas ni menos que de nuestra gran Vanika Conchita, mi personaje preferido en cuanto a las sagas de Mothy, al ser mi primer escrito si ven errores haganmelos saber, espero les guste. :3​

En el fétido castillo de la Reina Apóstala, como siempre, la última cena está por comenzar, una gran cantidad de platillos repugnantes llenan la enorme mesa de madera negra, con solamente una silla en el centro, para ser exactos un trono, en él se encuentra una mujer sonriendo, lista para devorar cada uno de ellos, sosteniendo esa gran copa llena hasta el tope de su bebida favorita: Tumba de sangre. La copa era balanceada suavemente con sus pálidos y alargados dedos de la mano izquierda, como se era de esperar todos los días cada vez que estaba lista para deleitar su paladar.

Vanika Conchita se hacía llamar, sufría de opsomanía crónica,aquel síndrome que la condujo muy lejos, hasta probar el nivel más inhumano de comida antimoral, sin embargo, eso no le impedía ser soberana de todo aquel reino.

Todos los días, a las mismas horas, se le servía desayuno, comida, cena y entremeses, todos cada vez más fétidos, más irreconocibles y más extravagantes que el anterior. Jamás se debía repetir un platillo, y para lograrlo se traían cocineros de diversos reinos, si alguno de ellos no era capaz de cumplir con los mandatos de su Señora, no se volvía a saber de él.

El nuevo cocinero era joven, su forma de cocinar exquisita, cada vez que Vanika comía sus platillos, se esbozaba una gran sonrisa en sus delgados labios rojos, aunque para el joven significaban semanas enteras sin conciliar el sueño, pues los ingredientes que le traían a diario eran cada vez mas atroces.

-Mi Señora, necesito descansar, mi salud no se encuentra bien- Dijo un día durante el desayuno el Chef.

-Por favor, no haga ese tipo de bromas, sabe que no puedo vivir sin degustar sus exquisitos platillos-Respondió la monarca con seriedad, mientras terminaba de comer de un plato con lo que parecía ser pequeños animales azados, bañados por un líquido color rojo.

-Perdone majestad, pero ayer acudi al médico- Mientras le entregaba con su mano temblorosa la nota que el médico le había dado. –Cómo puede notar, él me ha dicho que necesito descanso- Las piernas le temblaban, como lo hacia siempre que estaba cerca de aquella mujer.

-¡Inútil! ¡Inepto! ¡¿Cómo te atreves?! ¡He dicho que no te iras de aquí! ¡Guardias!- Grito enfadada, inmediatamente apareció una pareja de hombres, cubiertos de una armadura negra. –Ya saben a dónde llevarlo- Dijo de manera mas tranquila mirando fijamente a su cocinero, mientras sonreía.

Esa noche, la cena fue un banquete, aunque solo constara de un platillo: Asado especial de carne al estilo del Chef.

Se contrató a un nuevo cocinero, aunque no era tan bueno como el anterior, “Que lástima” se repetía Vanika una y otra vez cada vez que recordaba sus platillos.

- Oh mayordomo ya sé muy bien que estás ahí, quisiera averiguar tu sabor-

Poco a poco los sirvientes y guardias comenzaron a desaparecer, y las cenas de un solo platillo especial se volvieron más cotidianas, los anuncios donde se requería personal para el castillo inundaban el reino, hasta que las calles se volvieron desiertas, los que iban al castillo de Vanika nunca regresaban y algunos pocos por temor de ella huyeron del reino lo más rápido que pudieron.

En el castillo hasta las plagas habían desaparecido, no se encontraba ningún animal, ni si quiera rastrero, el jardín del castillo estaba en su totalidad sin flores, sin hojas, sin una sola hierba. Vanika se encontraba sentada en su gran comedor, completamente sola, balanceando su copa, pensando en silencio, aún no estaba satisfecha, aún no había probado todos los sabores del mundo.

-¡Aún hay algo para comer!- Exclamó con una sonrisa, mientras miraba su mano derecha.

Para Conchita la más peor de las comidas,exactamente fue su propia carne en vida, ahora cada sabor al fin lo degustó, sin embargo nadie jamás sabrá cuál era su sabor.