Microrrelato Una carta inesperada

Una Carta para aquel joven que al principio llegó sólo con la misión más demente que pueda verse a simple vista, pero una muy noble y dulce acción para un corazón tan loco como el de ella.

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Una joven pelinegra se encontraba pensativa, había observado en aquel estado y lugar en que podría encontrar al encapuchado, y se llevó una sorpresa que la inundó de una felicidad tan pues pero a la vez la confundió en su máximo esplendor. Por lo que decidió escribirle una carta para serle mandado a llegar a él, con la esperanza que la responda sus curiosidades a pesar de quizás desilusionarse en el trayecto.


Querido Encapuchado:

Existen tantas cosas de las cuales quiero preguntarte, cosas tontas, locas e inesperadas. Pero por lo que mas me llevaré en él día de hoy es: ¿Por qué no crees en lo encuentras?¿Qué es lo que crees haber encontrado? Es bastante y te puedo asegurar que me bastó dos días para comprender aquel fragmento de tu pensamiento. He de decir que hay muchas veces que tu vocabulario tan extenso hace carburar bastante mi cerebro, ocasionando que salga humo y busque respuestas de otros diccionarios andantes.

Aunque he de decirte una cosa realmente inquietante, al menos para mi, nunca vuelvas a dejarme con una frase que puede llegar a pensarse muchos finales tristes. Pensé muchas cosas, desmedidas y un segundo me ahogué en él vaso de agua. Dejadme decirte que incluso Koala me decía que no era lo que mi mente divagaba y lastimaba a diestra y siniestra. El queso me dijo que volverías, pero la parte grumosa de mi cabeza, la que suele agriarse me jugó un mal sabor. Estoy tan acostumbrada que desaparezcan de mi vida por ser efusiva o por mostrar mi personalidad y forma de ser tal cual que lo soy en la vida tras estas palabras, que soy quizás capaz de "asustar" a las personas. Y me temo que no me gustaría ese mismo final con usted.

He observado él día que decidí tomarme un tiempo para mi y descubrí que tu aura llegó de una manera tan igual a como llegó mi Muffin a mi vida. Y creo que con decir que mis estrellas fugaces están llegando tan rápido que ya siento que pronto descenderé al cielo, dándome la oportunidad de vivir un sueño irreal ante de una inminente partida. A pesar que deseo con todo mi corazón compartir con usted y su misterio mi recordatorio en que fui concebida ante la luz de las tres Marías.

También me he dado cuenta que a pesar que mis pensamientos me jueguen en contra, usted los hace esfumar con un pequeño gesto, nunca pensé que te fuera a gustar ese apodo vago que pude concederte ante todo lo que he sentido. Me hace feliz ese pequeño detalle.

Muchas gracias, Diccnero.

Atentamente, La damisela.​