Harry Potter Un merecido descanso

Contenido oculto

Este relato forma parte de una tabla en la que hay otros dos relatos relacionados. Podéis leer los demás si queréis, tienen relación pero no es imprescindible leerlos todos para comprenderlos.

Contenido oculto

Estos son los otros relatos relacionados:
Drabble - Fanfic - El dichoso Duende de Cornualles
Drabble - Fanfic - Alohomora

Un merecido descanso​

Pomona cerró la puerta con gran alivio, había recibido la odiosa visita de Rita Skeeter, a la cual había recibido pensando que hablarían de su vida como profesora en Hogwarts y que terminó preguntándole acerca de la vida personal de sus alumnos. El periodismo sensacionalista que le gustaba hacer a aquella pomposa mujer, le ponía de los nervios.

Se apresuró a sentarse en su mecedora al lado de la chimenea, que avivó un poco con un hechizo porque empezaba a querer apagarse.

—Quién se creerá esa periodista de pacotilla para preguntarme por Neville Longbottom y su familia, él es libre de hacer lo que quiera con su familia. Ya mismo le enviaré una carta notificándole esto y para saber qué tal se encuentra.

Entonces la antigua profesora de herbología se dio cuenta de lo absurdo que era decir eso en alto cuando ni si quiera nadie podía escucharla. Pero eso había sido decisión de ella. Había pasado por muchas cosas en Hogwarts, tantas, que si hubiese permanecido mucho más tiempo en aquel mundo, no lograría superarlo nunca.

Pero ahora tenía su casita retirada, de vez en cuando viejos amigos como Fillius le visitaban y tenía una huerta bastante grande en la que poner todo su empeño y amor.

Cogió el vaso de hidromiel que tenía en una mesita al lado de la mecedora y tomó un sorbo. Era un sabor que le gustaba bastante, siempre había disfrutado de las pequeñas cosas y esa era una de ellas.

Entonces, pensó en que quizás estaría bien dormir un rato, estaba tan calentita que le apetecía.

Cuando acababa de conciliar el sueño, empezó a escuchar el estruendoso sonido de cosas rompiéndose, ¿Qué demonios estaba pasando?

—¡¿Qué?!

Era un Duende de Cornualles, que lo estaba poniendo todo patas arriba. Seguramente había dejado alguna ventana abierta.

Cogió su varita, la cual reposaba sobre la mesita donde habia dejado la hidromiel y empezó a lanzar los hechizos que se le ocurrían a diestro y siniestro, lo cual hizo que alguna taza explotara y finalmente, le dio al Duende, el cual desapareció al instante. De alguna forma aún con su cerebro medio dormido, había teletransportado al Duende, aunque aquello no había sido muy inteligente, porque ahora sería el problema de otro. Pero a ella le daba igual, ya no era tiempo para problemas, así que se volvió a sentar en la mecedora, mientras ejercía un hechizo de reparación sobre las cosas que había tirado aquel duende.

Ya no era momento para correr miles de aventuras, para andar persiguiendo Duendes malvados, ahora era momento para descansar.

Aquel incidente le recordó a Neville y entonces, también se percató, de que debía escribirle una carta, así que cogió pluma y papel y se dispuso a ello.

“Querido Neville Longbottom, un Duende de Cornualles me acaba de recordar que quería escribirte...” empezó.