One-shot Un año más

Su búsqueda llevaba ya dos largos años y sin ningún resultado. Tanto Ed como Al se aferraban deseosos a cada nueva pista, pero para su creciente tristeza el camino que ellos debían de recorrer era muy largo y sinuoso. En todo ese tiempo no habían regresado a Resembool ni habían tenido noticia alguna sobre Winry y la abuela, pero no tenían otra opción más que continuar con su viaje. Continuar hasta el día en que ambos retornaran a sus cuerpos.

Las leyendas sobre la Piedra Filosofal, aquel mágico artilugio que de encontrarlo los libraría de la Equivalencia de Intercambio, eran infinitas y cada una más incierta que la anterior. Y siempre debían comenzar desde cero tras descubrir con grandes lamentos que todo se trataba de una farsa. Para este punto ya cualquier otro hubiera abandonado semejante empresa, pero ellos se habían hecho una promesa: recuperar todo lo que habían perdido aquel día. Es por ello que ambos continuaban luchando, incluso en esa fecha tan particular.

Las últimas personas que viajaban aquel treinta y uno de diciembre se habían bajado en la estación anterior. Edward, aprovechando la absoluta privacidad que se les había presentado, se estiró a sus anchas en el asiento sin reprimir un sonoro bostezo antes de engullir los pocos víveres que ya les quedaban. Sentado a su lado, Al se limitó a reír mientras volvía su atención al paisaje que estaban dejando atrás.

El viaje se extendió hasta el atardecer, pero finalmente los Elric llegaron a su destino. Bajaron en silencio y sin prisas, contemplando maravillados aquel pequeño pueblo adornado hasta el último rincón de acuerdo con las fechas. Se podía adivinar a simple vista cuán grande era el espíritu de los habitantes por tales fiestas.

Caminaron en silencio un largo trecho hasta llegar a una posado en donde pasar la noche. Los encargados fueron muy amables con ellos, buscándoles un cómodo espacio donde quedarse (a pesar de que todas las habitaciones ya estaban ocupadas) y también agasajándolos con un abundante festín, aunque quien más lo disfrutó fue Ed dado que su hermano se encontraba bajo un “estricto entrenamiento alquímico”. Sin embargo, la atenta posadera se las ingenió para convencer al chico armadura de al menos probar su aclamado pastel de cerezas.

La medianoche se acercaba y ya todos se encontraban festejando, tan absortos en sus propios asuntos que nadie notó la ausencia de los Elric.

—¡Ah! —suspiró Edward, tirándose sobre la cama con una sonrisa de satisfacción—. Esa cena sí que estuvo deliciosa.

—Fueron muy amables al dejarnos quedar, ¿verdad? —comentó Al, abriendo la compuerta de su armadura—. Sólo desearía que esa señora no hubiera insistido tanto.

—Ven. Déjame ayudarte.

El tiempo continuó avanzando con ellos dos en silencio mientras Ed limpiaba aquella crema que se había esparcido dentro del cuerpo de acero de su hermano. El mayor no pudo evitar soltar un suspiro de frustración ante la verdad que peleaba por aceptar. Había desperdiciado un año más.

—Hermano, ¿crees que sea cierto? —lo interrumpió la voz metálica de Alphonse, sacando al mayor de sus tristes pensamientos—. ¿Qué en Lior halla una piedra filosofal y que esté bajo el poder de la Iglesia?

—Es el rumor que corre por Central —respondió Ed, cruzándose de brazos—. Puede que todo sea mentira, pero no te preocupes, Al. Hallaré la forma de devolverte tu cuerpo. Sólo necesito que me tengas un poco más de paciencia —prometió, recobrando parte de su usual espíritu.

—Claro que sí, hermano. Y no sólo recuperaremos mi cuerpo, si no que tu brazo y tu pierna también.

—Sí, lo haremos.

Las campanadas de alguna iglesia cercana llegaron junto con el comienzo del nuevo año, uno lleno de posibilidades y oportunidades para ellos. Por eso, tanto Ed como Al no podían darse el lujo de perder las esperanzas.

—Feliz año nuevo, hermano.

—Feliz año nuevo, Al.