Spin-off This is why we can't have nice things [Gakkou Roleplay]

Did you think I wouldn't hear all the things you said about me?
​

Ginza es uno de los distritos más conocidos de Japón, con sus numerosas boutiques y apartamentos de lujo; miles de personas llenan sus calles, tiendas y casas a diario, completamente inconscientes de lo piensa la persona que tiene a su lado.

Lógico, ¿cierto?

Al fin y al cabo, nadie sabe lo que esconden las lujosas puertas blindadas de cada hogar.

 

Aiden Carter

A ver, a ver, ¿cómo funcionaba aquello? A mí me habían contratado para hacer de chófer... ¿y acababa haciendo horas extras de niñero? Iba a tener que plantearme muy en serio lo de pedirle un aumento de salario a Frank. O quizás le tendría que pedir el dinero a Aria, siendo que era ella la que me estaba pasando aquel marrón. Reprimí un escalofrío que me quiso recorrer la espalda ante la idea. Uf, no sabía yo cuál de los dos me daba más miedo para eso...

Entre una cosa y otra, llegué a Ginza con bastante rapidez, pude aparcar el coche en un buen sitio y encontré el apartamento de Aria sin mucha dificultad. Well, well, si es que era el mejor haciendo todo lo que me pedían, qué remedio~

—Llegas tarde.

La voz de Aria me hizo perder la sonrisa en tiempo récord, y su reclamo acabó por provocarme un puchero de labios algo infantil, lo que a su vez hizo que ella rodara los ojos con obvio hastío. ¿Acaso disfrutaba de romperme el corazón de esa manera cada vez que nos veíamos? Qué fría...

>>Toma las llaves. Cuidado con lo que tocáis, que tengo cosas que valen más de lo que alguna vez podríais pagar los dos juntos. Podéis haceros algo de comer, pero no te pases que tengo todo lo del frigorífico contado. Ah, y como se os ocurra entrar a mi cuarto, no salís con vida de este barrio, ¿entendido?

—¡Sí, señora! —exclamé, haciendo un saludo militar algo exagerado, y ella dejó escapar un suspiro en respuesta.

—He conseguido tranquilizarla, así que no debería darte muchos problemas.

—¿Qué le has hecho...? —cuestioné, bajando el tono de voz y mirando a nuestro alrededor con algo de miedo, claramente impostado.

—Nada de tu incumbencia~

Me dijo eso, pero justo después me dejó un beso en la mejilla y se despidió con una sonrisa encantadora antes de ir hacia el coche que la estaba esperando, como si nada. Dejé salir una risa nasal, negando un par de veces con la cabeza, y esperé a que el vehículo desapareciese de mi vista para finalmente entrar al complejo de apartamentos. A ver, la señorita vivía en el treceavo piso, así que estuve un buen rato en el ascensor, hasta que finalmente llegué a dónde debía y abrí la puerta. Lo que me recibió fue un pequeño hall que daba a un enorme salón, tanto que no pude controlar el silbido de sorpresa que se me escapó de los labios; Sasha estaba ahí, también, sentada en el sofá.

—¡Buenas! Vengo a hacerle compañía a nuestra pobre Rapunzel~ —canturreé, dejándome caer en el sofá como si estuviera en mi casa—. ¿Cómo estás, linda~?

Contenido oculto: Salón

Contenido oculto

omgggggg Gigi Blanche heyo, precious, aquí estamos uwuwu *rueda por todo el lugar*

 

Sasha Pierce

Los canales corrían, corrían y corrían. Un programa de entretenimiento, otro de juegos, un noticiero, comerciales. La tanda televisiva de deportes. Luego, para niños. Y entonces, las películas. De fondo me alcanzó el sonido de la puerta cerrándose y giré el cuello, echando un vistazo alrededor de aquella sala costosísima. Era el primer segundo en todo el día que no tenía a la chica vigilándome como halcón. Eché la cabeza en el sofá con fuerza y resoplé, regresando al aparato. ¿Qué podía hacer? ¿Esconderme, noquear con una sartén al tal Carter, robarle las llaves y pitarme? ¿Para qué, exactamente? ¿Para comerme un problema aún más gordo en el trabajo?

Esto, en parte, era culpa mía.

Las cosas se habían puesto bastante extraoficiales, pero ¿no eran así desde un primer momento? ¿Desde que mi único propósito en el Paraja era tener a Frank contento? Claro que esto... bueno, jamás había esperado pasar el día en el piso de Aria, y aún menos en semejantes condiciones. Al final nos sentamos a hablar como señoritas civilizadas y alcanzamos un acuerdo, eso no significaba que la situación no me tocara los huevos. Había faltado a la escuela y llevaba todo el día sin saber de papá, de los niños, de nadie.

A los pocos minutos la puerta tras mi espalda volvió a hacer ruido y yo seguí pegada a mi intrascendente misión de pasar canales. Luego de las pelis venía la ensalada de programas de cocina, de historia, naturaleza y reconstrucción de casas. Estaba con un pie subido al sofá y el codo descansando en mi rodilla mientras jugueteaba con el arete nuevo. De a ratos me alcanzaban sensaciones fantasma, como una brisa rozándome la piel, y me forcé a ignorarlas por el bien de mi salud mental.

Mi memoria estaba llena de huecos.

El tal Carter silbó y su peso hundió el sofá del otro lado. Lo miré de reojo y lo reconocí del Paraja, de haberlo visto aquí y allá. Hasta ahora sabía su nombre. Mi expresión se mantuvo inmutable ante su remedo de broma y regresé la vista a la televisión. El documental iba de pandas rojos, eran una cosa adorable.

—Atrapada —respondí, distraída—. ¿Trajiste el cargador?

Contenido oculto

pasaron ochenta y cuatro dos años desde su planeamiento, bUT HERE WE ARE FINALLY

 

Aiden Carter

La muchachita no reaccionó de manera visible a mi maravillosa broma, lo que por supuesto consiguió que se me rompiese el corazón por segunda vez en aquel día. Japón tenía que estar afectando de alguna manera a mis encantos, porque podía jurar que siempre había tenido buena mano con las señoritas hasta ahora. En fin, nada que hacerle, ¿verdad? La vida del galán también tenía sus altibajos, al fin y al cabo.

—Ah, sí. ¡Aquí tienes!

No traía muchas conmigo, así que no me fue demasiado complicado encontrar el cargador dentro de mi bolsillo. Se lo extendí poco después, pues, y en el proceso aproveché para repasarla disimuladamente con la mirada. Eh, pues no estaba nada más la niña, las cosas como eran...

>>Creo que todavía no me he presentado adecuadamente, ¿cierto? Aiden Carter, un placer~ —canturreé, sin pretender perder la sonrisa encantadora en ningún momento—. Imagino que Aria ha sido como la madrastra mala del cuento, pero conmigo puedes estar más tranquila. ¿Has cenado algo, por cierto?

Contenido oculto

y la espera habrá merecido la pena (!!!) i hope

 

Sasha Pierce

Al oír su afirmativa volví a mirarlo de soslayo, él extrajo el cargador de su bolsillo y solté el aire por la nariz, disimulando el alivio. Tomé el cable y busqué sus ojos para concederle una pequeña sonrisa. Podía no gustarme mi situación actual, pero en definitiva esto era lisa y llanamente un favor.

—Gracias —murmuré, incorporándome.

Fui al enchufe junto a la tele y, a la pasada, pillé mi móvil que había quedado sobre la mesita circular del centro. Lo conecté, la pantalla se iluminó y me quedé acuclillada un par de segundos, viendo el logo de la marca y las animaciones consecuentes sin un motivo concreto. Me sabía el número de papá, así que con el móvil de Aria ya le había avisado que estaba donde una amiga y que no se preocupara por mí. Llevaba varias horas incomunicada y dejé el aparato donde me permitía el cable, en una repisa lateral, al darme cuenta que mi expectativa era vana y estúpida. Daba igual, no habría ningún mensaje.

Nada cambiaría en el mundo si desaparecía un día.

Mientras regresaba al sofá recibí su introducción. Me senté en mi posición original y crucé las piernas, relajando la espalda hacia atrás. Su sonrisa, el tono desenfadado y sus vibes en general dejaban a esta criatura en el archivo de tíos que me generaban algo de reparo de primera mano, pero ¿quién era yo para juzgar?

—Ahora sí tienes nombre —dije apenas terminó de pronunciarlo, balanceando la pierna superior con aire distraído—. Paso mucho tiempo en la barra y a Yuuji pareciera que le pagan por cotillear, no por servir tragos. Aunque usa muchos apodos y se me olvidan.

No recordaba que me hubiese dicho el nombre de este chico, y si lo había hecho, pues... En definitiva, me lo había señalado un par de veces cuando estaba junto a la puerta o cuando cruzaba palabra con Frank. Al parecer solía trabajar de chofer y, en palabras de Yuuji, "con otros recados menores". Era el cadete, bah.

—Sasha Pierce, aunque dudo que no supieras el nombre de la secuestrada —bromeé, porque lo pensaba dos segundos y era hasta hilarante toda la situación, y meneé la cabeza. Una sonrisa divertida asomó en mis labios—. No me digas, ¿niñera y cocinero, cielo?

 

Aiden Carter

Su humor pareció mejorar de manera considerable una vez tuvo el cargador en su posesión, y por la manera en la que se quedó esperando junto al móvil, supuse que la pobre chica había estado incomunicada más de lo que le hubiera gustado; quizás también tuviera a alguien que se hubiera preocupado por ella, incluso. Pensé que lo mejor era darle algo de espacio, así que me distraje con el documental que seguía reproduciéndose en la televisión, hasta que la muchachita finalmente dejó su móvil de lado y aproveché para hacer las presentaciones necesarias.

—Es inevitable con los camareros, ¿no crees? Se tiene que enterar uno de tantas cosas en la barra... —opiné, no sin antes haber dejado escapar una carcajada por el comentario que ella hizo al respecto.

Me acomodé algo mejor en el sofá cuando Sasha hizo lo mismo, terminé de escuchar su presentación con una sonrisilla divertida, y poco después algo de orgullo se me coló en el semblante cuando me preguntó si también era cocinero aparte de niñero. Se la veía algo más relajada en general, algo que en definitiva era una buena noticia para los dos, pues hubiera sido una noche muy larga de lo contrario.

>>Lo admito, soy multifacético —reconocí, encogiéndome de hombros, pretendiendo sonar humilde a pesar de que mi expresión indicaba todo lo contrario—. Y más me vale cuidarte bien, ¿no? Entonces... ¿alguna preferencia? Confieso que la comida japonesa todavía se me complica un poco, pero hago el mejor Mac and Cheese de todo Illinois.

 

Sasha Pierce

Alcé las cejas al oírlo referirse a Yuuji como "camarero", pero ladeé apenas la cabeza y esperé a que terminara de hablar, de reírse y todo lo demás, para confirmar que efectivamente pensara así del chico. ¿Cuáles eran las probabilidades de que lo hubiera confundido con alguien más? El otro idiota era bastante payaso y no destacaba por ser la imagen del esfuerzo, pero tenía entendido que era sobrino de Shinoda. Si Aiden se relacionaba con Frank, ¿no tendría ubicado a un familiar directo de otro de los inversionistas?

Pero si no era un simple malentendido, ¿entonces qué?

—Camarero —repetí, junto a una risa floja—. Cuida cómo hablas de Yuu-chan frente a mí, ¿eh? Que me prepara los mejores gin tonic.

El honor de Yuuji me daba bastante igual, pero si tenía que elegir entre él y el grupo de imbéciles reteniéndome aquí... pues las cartas estaban echadas. Además, por llevarle la contra, ¿no? Luego entramos en el terreno de sus muchos talentos y la mención de su especialidad, la forma en que lo proclamó, me arrancó otra risa nasal. Bueno, no debería quejarme tanto. Era preferible esta clase de compañía a... Sugawara, por ejemplo. Además, estaba ofreciendo cocinarme y todo.

Si le daba la vuelta lo suficiente podía hasta verlo como unas mini, mini, mini vacaciones.

—Mac and Cheese is fine —respondí, levantándome del sofá, habilitándome el chip en inglés tras oírlo a él—. Hace mucho no como, de hecho. Aunque no sé si Aria tenga tantos carbohidratos en su casa...

Le eché un vistazo sobre el hombro y me moví hasta la cocina, que compartía espacio con la sala. El piso era estúpidamente moderno y lujoso, imposible que una tía de su edad pudiera costearlo. Las posibilidades se reducían a dos: sus padres o Teruaki-san.

—Ah, ¿me das tu móvil? —dije de repente, girándome para enfrentarlo y recostándome en la isla. Estiré mi mano, muy sonriente, y me mantuve en sus ojos.

Podría haberle dicho el motivo, que de por sí no tenía nada de raro, pero se ve que seguía queriendo probar mis pseudo privilegios.

 

Aiden Carter

No me pasó desapercibido el cómo Sasha pareció sorprenderse por mi respuesta, pero, por mi parte, no reaccioné de manera visible por ello y simplemente continué hablando como si nada. Al final se me escapó una sonrisilla divertida, cuando ella me respondió y pude confirmar que todo había venido de encasillar a Yuuji como un simple camarero, pero decidí no comentar nada al respecto y solo me encogí de hombros, manteniendo la chispa de diversión sobre mi semblante en todo momento.

—Eso es porque todavía no has probado los míos. Ya veremos si opinas lo mismo después de esta noche~ —comenté, ensanchando mi sonrisa de manera considerable, y le guiñé un ojo, en un gesto completamente encantador.

Luego le propuse mi plato estrella y la chica aceptó, por lo que me levanté del sofá segundos después de que ella lo hiciera y la seguí hasta la cocina. La idea de que Aria no tuviera los ingredientes necesarios me sacó una risa nasal, pero no añadí nada hasta que alcanzamos la cocina y me colé en el "interior" para alcanzar la nevera. Sasha me pidió el móvil entonces, lo que me hizo girar la cabeza para mirarla con una ceja alzada; después de un segundo de deliberación, sin embargo, consideré que no había nada de peligro que esta niña pudiera hacer con el aparato, por lo que acabé extendiéndoselo sin mayor complicación.

>>Aria se la pasa metida en restaurantes, por lo que sé... —retomé justo después, volviendo a enfocar mi atención en el frigorífico—. Así que hay dos opciones viables: o no tiene absolutamente nada disponible o tiene toda clase de comida guardada solo para presumir de que puede. Veamos... —Le puse algo de suspense extra al asunto, abriendo la puerta de la nevera muy poco a poco, hasta que finalmente permití que se viese todo el contenido de su interior—. Et voilá! Efectivamente, le encanta presumir...

No había visto tantísima comida de marca en mi vida, para ser honesto. No le dediqué demasiado pensamiento, de todos modos, y solo pasé a sacar los ingredientes y utensilios necesarios, tanto del refrigerador como de los armarios, para empezar con el primer paso de la receta: calentar la mantequilla y empezar a precalentar el horno.

>>¿Y bien? —dije a medio camino de mis tareas, alzando la voz lo suficiente como para que Sasha me escuchara con claridad—. Vas a registrar tu número en mi agenda de contactos, ¿cierto? Podías haberlo dicho sin problema, no me molesta para nada~

Contenido oculto: Cocina

 

Sasha Pierce

Este tipo exudaba tanta self confidence que no dudaba que formara parte del grupo tan extraño conformado, hasta donde sabía, por Frank, Aria y Sugawara. No me refería a que trabajaran juntos de ninguna manera particular, pero claramente tenían un negocio entre manos relacionado a esas condenadas pastillas y Carter estaba al tanto de la situación. Los demás detalles no me interesaban y, por mi propio bien, mejor lo mantenía así. Ya Haru me lo había aconsejado en su momento y pretendía obedecerlo; si me interesaba que la mierda de las joyas tuviera éxito, necesitaba juntar mi porquería y pasar lo más desapercibida posible.

Sin errores.

Su réplica absolutamente encantadora me arrancó una risa nasal e insistí en mirarlo con un leve dejo de incredulidad hasta que le respondí, un par de segundos después.

—Mister Babysitter, haven't you heard? Nada de sustancias.

Todo este lío provenía precisamente de haber mezclado alcohol con la droga, así que Aria me había prohibido terminantemente consumir ni una gota de cerveza hasta... no estaba segura hasta cuándo. ¿Mañana, suponía? Ya me sentía bien, si acaso algo cansada. No correría una maratón nacional, pero podría sobrevivir.

Mi pedido lo pilló en frío, me miró con una ceja alzada y yo moví los dedos de la mano que mantenía extendida, en una mezcla de "apresúrate" y "confía en mí". Cedió, me entregó el aparato y se lo puse frente a la cara un instante para activar el reconocimiento facial. No husmeé en ninguna dirección particular, busqué alguna aplicación de música y continué mi misión mientras Carter metía la cabeza en el refrigerador. Su exclamación me hizo ir detrás suyo, volver a recostarme en la isla y desde allí inclinarme hasta poder husmear.

En mi vida creía haber contemplado un refrigerador tan lleno de tantas cosas... bueno, se veían costosas. Y tenía todo tan organizado y prolijo que ni siquiera parecía que lo usara. Quizá fuese el caso. Mientras Aiden se hacía con los ingredientes, conecté su móvil al asistente del piso y comencé a reproducir música. Era tecnología que me excedía, pero había tenido toda la tarde para investigarla y desentrañar su funcionamiento. Ahora era toda una experta.

Acababa de finalizar mi tarea cuando su voz volvió a captar mi atención. Lo miré con las cejas apenas alzadas y la estupidez de turno me hizo sonreír, divertida. Me dejé el móvil en las manos, jugueteando en un gesto distraído.

—Necesitarás algo más de mérito que unos Mac and Cheese para eso —repliqué, sin concederle mucho pensamiento, y me acerqué al refrigerador para poder analizarlo a consciencia—. This is nearly an obscenity...

Aria no me había dejado tocar casi nada en su presencia, así que ahora iba a concederme una o dos libertades. Pensé en los problemas que me resolvería tener un refrigerador así en casa y lo cerré con un suspiro ligero. Ni modo, la vida del rico.

—Illinois, entonces —retomé, yendo donde Carter—. Pregunta predecible: ¿cómo llegaste aquí desde allá?

 

Aiden Carter

Una obvia expresión de decepción se me plantó en el rostro cuando la chica dijo que no iba a poder tomar nada, hasta el punto de sacarme una mohín de labios y todo. Igual no había nada que hacerle, ¿verdad? Órdenes de arriba eran órdenes de arriba. Después de eso nos fuimos a la cocina, donde mi exclamación de victoria hizo que ella también se acercara a husmear los contenidos de la nevera, y finalmente, tras haber satisfecho su curiosidad, descubrí para qué me había pedido en realidad el móvil. La melodía de una canción suave nos rodeó a través del sistema musical del apartamento y me sonreí, segundos antes de recibir su réplica por mi (para nada descabellada) idea de que me anotase su número.

—No puedo enamorarte con mis maravillosos cócteles, así que ya parto con desventaja... —me quejé, girando apenas la cabeza para poder seguir con la mirada sus movimientos—. Quizás debas darme alguna pista sobre cómo conquistarte... para que vuelva a ser justo, ya sabes~

Sea como fuere, ella volvió a chismorrear la cantidad de comida que Aria tenía en el frigorífico y yo retomé mi tarea de hacer la bechamel con total concentración. Eso fue, claro, hasta que la chica volvió a hablar en mi dirección, haciendo que la mirase de nuevo con algo de diversión reflejada en el rostro.

>>En avión —contesté con simpleza, cogiendo el bol con queso rallado para empezar a echar el mismo dentro de la mezcla—. Pensé en hacer un crucero, pero no me alcanzaba el dinero... —añadí, junto a un suspiro decepcionado, y negué un par de veces con la cabeza para reafirmar el sentimiento—. Tú tampoco eres de aquí, ¿cierto? Las japonesas son monas, pero no son tan guapas como tú~

 

Sasha Pierce

La insistencia de este tío sólo podía obedecer a un impulso silencioso por tocarme los ovarios o una tendencia natural de regodearse en sus supuestos encantos. Quería decir, físicamente no era un ogro ni mucho menos, pero sus formas y sonrisitas empezaban a recordarme a Joey, el Joey de primer año, y no me gustaba nada. Por un juego similar a este habíamos acabado como acabamos, por él dárselas de casanova y yo querer tantear los límites de su paciencia.

—¿Por qué querrías conquistar a la secuestrada, en un primer lugar? —repliqué, sentándome frente a él—. ¿Quieres que me agarre Estocolmo o algo? ¿Así de cruel eres?

Observé los ingredientes que había seleccionado y cómo estaba procediendo, de forma automática y puede que hasta instintiva. No planeaba meter el hocico, al menos mientras no cometiera una locura como calentar la olla con los fideos sin agua; sólo era el hábito. Su respuesta fue tan literal que me hizo volver a sus ojos y enarcar una ceja. Ja, ja, qué gracioso.

Con todo, podía llegar a discernir que esta broma pretendía ocultar una respuesta que no podía (o no quería) dar. Pilló el queso, lo dejé estar y eché el torso sobre la isla, recargando la barbilla en mi mano. De veras que soltaba los cumplidos como si le quemaran en la lengua.

—Australia —murmuré, mirando sus manos, y subí a sus ojos; una sonrisa bailó en mis labios—. Vine en avión, también, ¿te lo puedes creer?

 

Aiden Carter

—La del Estocolmo sería Aria... Quiero aprovechar para aclarar que yo no he tenido que ver con el secuestro, solo cumplo órdenes de vigilarte —me excusé, levantando las manos en un claro gesto de inocencia, y aproveché que el movimiento me hizo mirarla para pasear la vista por sus facciones—. Lo mío es por amor al arte, really. No podría dormir por la noche sabiendo que he estado a solas con una chica bonita y no he sacado todos mis encantos...

Noté que su atención se centraba en los pasos que iba haciendo de la receta, y aunque no me intimidaba especialmente tener cualquier tipo de audiencia, sí que es cierto que decidí centrarme por completo en lo que estaba cocinando. Así pues, una vez la bechamel estuvo prácticamente preparada con el queso, puse a hervir los macarrones el tiempo indicado y, dado que ahora debíamos esperar, pillé el bol con el queso había sobrado para llevarme unas cuantas tiras a la boca.

>>No me digas, qué casualidad —comenté, sin pretender esconder la diversión que sentí al escucharla seguir mi broma, y extendí el bol en su dirección, en una clara propuesta tácita—. ¿Estás aquí con tu familia? Yo vine solo. Aunque... hay una persona que conozco de hace tiempo y que vive aquí, pasa que nuestra relación... es algo complicada ahora.

Acabé por ceder y darle algo de información más personal, incluso si no era algo que acostumbrara a hacer en otras situaciones similares. Me di cuenta de que no tenía mucho sentido exigirle respuestas a ella si yo evitaba dárselas y, de todos modos, ¿qué amenaza podría llegar a imponerme aquella chica? Era prácticamente inofensiva.

 

Sasha Pierce

Carter se lavó las manos como un campeón y yo me limité a soltar una risa nasal, encogiéndome de hombros. No tenía forma de comprobar su inocencia, no con lo poco que recordaba claramente de la noche anterior, así que, en lo que a mí respectaba, poseía el mismo nivel de responsabilidad que sus amiguitos por el simple hecho de haberse aparecido aquí.

—¿Te suele funcionar esto de la insistencia? —busqué saber, sin sonar particularmente irónica ni hostil—. Bueno, aunque me digas que sí, sigue siendo un poco triste...

Tras acabar con la salsa, dejó los macarrones hirviendo y se puso a picotear del queso sobrante. Acomodé el bol frente a mí una vez me lo hubo ofrecido y asentí con la cabeza a su pregunta de si estaba aquí con mi familia, mientras masticaba. No esperé que siguiera hablando, quería decir, no para soltarme información relativamente personal, pero ya que sonaba a chusmerío no vi por qué quejarme.

—Uy, ¿y eso? —murmuré, claramente interesada, empujando el bol de regreso hacia él—. Suena a drama y llevo aburrida toooodo el día.

 

Aiden Carter

Estaba más que dispuesto a contestar la pregunta que me lanzó en un principio, pero el comentario que añadió después me pilló tan desprevenido, y me hizo tanta gracia, que no pude hacer nada para reprimir la carcajada que se me escapó y, en consecuencia, interrumpió todas mis intenciones. ¿Acaso insinuaba que me estaba comportando como un desesperado? Hombre, esa era completamente nueva... hasta iba a tener que ofenderme y todo.

—No sé qué decirte, normalmente no necesito insistir demasiado... —contesté encogiéndome de hombros, sin pretender sonar pretencioso a pesar de todo—. Aunque eso de dar pena nunca había estado entre mis planes. So I take everything back! —añadí, levantando las manos en un gesto de inocencia y una sonrisa divertida en mis labios.

Aceptó el queso que le extendí y asintió con la cabeza cuando le pregunté por su familia. El dato que yo le solté pareció llamar su atención, eso sí, y volví a encogerme de hombros mientras le echaba un vistazo a la pasta, para comprobar cómo iba la cocción. No creía que fuera tan interesante de contar (no sin entrar en demasiado detalles personales, quería decir), pero suponía que cualquier historia podía resultar atractiva si, como bien había dicho, llevaba todo el día aquí encerrada sin mucho más que hacer.

>>Es una chica con la que tuve una relación... o algo así. Se tuvo que venir aquí hace unos años atrás y... en fin, es demasiada distancia para mantener el contacto, ¿sabes? Tampoco cortamos lo que teníamos del todo, en realidad, so it's been quite messy. Ahora dice que no quiere verme, pero yo no la creo ni un poquito, y en esas estamos~

Mientras le contaba el chismecito, me había alejado hacia la nevera para sacarnos algo de beber: una cerveza para mí y un refresco para ella. Le extendí su bebida al volver a mi posición anterior, le di un sorbo a la mía y le sonreí una vez más, antes de parar el fuego y empezar a juntar la pasta con la salsa y el resto del queso; ya solo quedaba meterlo en el horno otro par de minutos y listo.

>>Te toca. Cuéntame algo tuyo que califique de "drama" —pedí, señalándola con el botellín de cerveza y alzando las cejas, en una invitación clara.

 

Sasha Pierce

La pobre criatura había estado totalmente preparada para responderme y al final mi segundo comentario pareció enviar sus planes por la borda. Fue gracioso, debía admitirlo, su carcajada rebotó en el espacio y yo sonreí, divertida. Quizá fuera algo ambiguo considerando cómo me estaba comportando, pero no era mi intención tocarle los huevos o colmarle la paciencia, así que me alegraba ver que no era el caso.

—¿Has considerado el pequeño detalle de que no sueles conocer chicas en situación de cautiverio? —destaqué, y de repente alcé las cejas—. I mean, quiero creer...

Luego vino la mejor parte: el chismecito. Me contó de una relación algo turbulenta que tenía con alguien que ahora vivía aquí, que ni siquiera habían dejado los límites claros, y dijo que no le creía que no quisiera verlo.

—No es como que la conozca ni nada, pero ¿consejo de otra chica? —comencé a decir, aceptando el refresco en el proceso—. A diferencia de lo que ustedes intentan convencerse, cuando una tía dice no, suele significar no.

Abrí la bebida, le di un sorbo y me quedé jugueteando con la botella entre mis manos mientras lo veía sacar la pasta, mezclarla y todo lo demás. Aprovechando que estaba enfocado en eso lo repasé con la mirada, también. ¿Un drama propio? Mi vida era un drama enorme ahora mismo, pero la mayoría de eso Carter no podía saberlo. Tampoco me apetecía contarle lo de Joey, era demasiado reciente. Si lo contrastaba con su historia, suponía que...

—I had a boyfriend, kinda. Nunca lo oficializamos pero aún así teníamos una relación bastante sólida, y al menos yo no estuve con otros tíos entre tanto. The thing is... Un día, hace un par de meses, he just vanished. —Moví las manos frente a mi rostro e hice un sonido como de "whooosh"—. Habían pasado unas cosas, yo me estaba haciendo amiga de un chico en la escuela y él... no sé, creo que se puso celoso y me dijo de repente de volvernos novios, pero eso no funciona así, ¿verdad? No estaba segura, le pedí un tiempo para pensarlo, y luego de eso desapareció.

De recordarlo me daba rabia, vaya. Volví a beber del refresco mientras meneaba la cabeza en silencio, y al final boté el aire de golpe.

—Su padre se lo llevó de regreso a su país natal o no sé qué mierda, lo supe gracias a un random dude con el cual hablaba desde hace una semana mientras que ¿a mí? Nada. Ni un mísero mensaje. Y eso fue todo.

 

Aiden Carter

Su nueva aclaración ante mi pseudo queja hizo que me diera un golpecito de nada en la frente, para justo después negar con la cabeza en un gesto que claramente decía "oh, right, silly me". Mi expresión se suavizó hasta formar una sonrisilla divertida y me encogí de hombros, sin pretender responder nada concreto a su insinuación; en su lugar, le conté la anécdota de turno, y aunque en ningún momento pretendí o esperé recibir consejo de ella, no desestimé en absoluto la ayuda y la escuché con toda mi atención puesta en sus palabras.

—Interesante concepto... —murmuré, llevándome la mano a la barbilla mientras asentía con la cabeza, en un gesto de compresión que, por otro lado, estaba bastante claro su tinte irónico—. Te diría que nuestro caso es un poco más complicado que eso... pero gracias por tus sabias palabras. ¡Voy a hacerte caso! O voy a intentarlo, al menos...

Mi agradecimiento fue sincero, a pesar de la posible burla inicial o la ligereza que busqué con el comentario final, y le dediqué una sonrisa serena mientras escuchaba el relato de su propio chisme. No pude evitar las cejas en algunas partes de su historia, sorprendido ante la idea de que alguien pudiera perder a una chica así de manera tan estúpida. Bueno, suponía que seguían siendo un críos que no sabían cómo actuar, pero...

>>Los tíos nos ponemos un poco imbéciles cuando nos gusta alguien, ¿eh? No es que excusa su comportamiento, claro... —comenté, en cuanto ella terminó de hablar, y ladeé ligeramente la cabeza, antes de extender el brazo y darle un golpecito amistoso en el suyo—. Hey, parece que te libraste de acabar con un chico bastante inseguro que no sabía lo que quería... Al final fue para mejor, ¿no crees?

Giré el cuerpo para comprobar la comida dentro del horno, echándole solo un vistazo rápido antes de volver a centrarme en ella y darle otro trago a la cerveza.

>>Espero que no le hayas guardado mucho luto, Sashie, habría sido todo un desperdicio. Además, estoy convencido de que pretendientes no te deben haber faltado, am I right~?

 

Sasha Pierce

El tío se pasó mi consejo por el culo, pero tampoco había esperado nada diferente. Sería muy iluso de mi parte considerando que se trataba de un amigo de Frank que, curiosamente, había recorrido el mundo de punta a punta y acabado en la misma ciudad que su novia, ex-novia, no-novia, o lo que fuera. Era de romántico a acosador sin escalas, pero claro, no era mi problema. Alcé las manos, encogiéndome de hombros, en un gesto silencioso de "luego no digas que no te avisé", y lo dejé estar.

La justificación de los tipos poniéndose imbéciles me daba exactamente igual, en especial porque ya no creía que le hubiese gustado tanto a Daute como creí en un principio. Por ridículo que sonara, si me apuraban dos segundos diría que incluso se había colado más por Aaron en diez días, pero eso ya no importaba. Lo miré en cuanto dijo su conclusión y volví a encogerme de hombros. Lo cierto era que tampoco había tenido el más mínimo poder de decisión sobre el conflicto, ni su causa, ni su desenlace.

Y aceptar las cosas y ya era difícil.

—Sí, supongo... —murmuré, de forma vaga.

Estiré el cuello cuando él revisó la comida, aún si desde mi posición no lograba ver mayor cosa, y estaba por preguntarle algo pero Aiden siguió con la tontería; pensé que lo dejaría morir. Se me aflojó una risa nasal y me deslicé fuera del taburete, yendo hacia los gabinetes. Bueno, tendría que revisarlos uno a uno.

—Por cómo me comporté mucha gente diría que el asunto me dio exactamente igual —respondí, buscando la vajilla—. Es un mal hábito que tengo; o bueno, según cómo lo veas. La mierda sí me afectó, aunque supongo que nada me afecta demasiado en general, no para dejarme inútil. Otro mal hábito... o bueno, según cómo lo veas.

Repetir la frase me hizo esbozar una pequeña sonrisa, entre irónica y amarga. Encontré los benditos platos, los vasos también, y comencé a bajarlos de la alacena.

—¿De casualidad sabes dónde guarda los individuales o tendremos que poner la cocina patas para arriba?

 

Aiden Carter

Las reacciones de Sasha fueron... bueno, ¿normales? No pareció querer indagar mucho más en el tema y eso tenía sentido, especialmente considerando lo que me dijo después de que todo el asunto le había afectado más de lo que mostró en realidad. Hice una ligera mueca con los labios mientras me encogía un poco de hombros, queriendo indicarle que, bueno, entendía que era un palo enorme, pero también era lo que había. No era muy bueno dando consejos, y por lo general tampoco lo era tomándome las cosas en serio, así que la pobre chica no iba a encontrar demasiado apoyo real o ayuda útil de este lado.

—Mejor que no te afecte tanto —comenté aun así, siguiendo con la mirada el recorrido que empezó a hacer por la cocina—. O que no se te note, al menos. La gente se puede aprovechar con mucha facilidad de tus debilidades si saben cuáles son.

No era del tipo de persona que viera alguna clase de fuerza en la vulnerabilidad, eso desde luego.

>>También es mi primera vez en casa de Aria, ¿eh? —di como toda respuesta, renovando con facilidad la sonrisilla que había mantenido desde que entré al apartamento—. Pero si mis conocimientos sobre la chica son correctos... ¡seguro que puedo encontrarlos con facilidad! ¿Puedes ir sacando la pasta en lo que busco?

Me mostré completamente confiado en mis supuestas capacidades de deducción, claro, pues aquella muchachita estaba siendo bastante más difícil de impresionar de lo que había anticipado. La cuestión fue que... bueno, al parecer Aria no era tan predecible o mis capacidades no eran tan buenas, lo que viene a traducirse en que tardé un montón en encontrar los benditos individuales de las narices. Para cuando finalmente los tuve entre mis manos, acabé convencido de que había abierto todos los cajones existentes de la habitación y que, además, la comida se había enfriado hasta ser prácticamente incomestible.

>>Parece que no estoy en mi mejor día... —me lamenté, dejando salir un suspiro teatral mientras acomodaba los utensilios sobre la isleta—. Espero que la comida sí que esté a la altura o me voy a deprimir. Y quiero que conste que tu opinión al respecto va a ser decisiva en cuanto a mi humor para lo que queda de noche...

Contenido oculto

I'M FINALLY BACK

 

Sasha Pierce

En líneas generales prefería esta clase de reacciones, la verdad, considerando que yo misma tendía a brindarlas. Sobredimensionar las cosas o preocuparse en exceso sólo derivaba en resultados desfavorables, aún si acababa pareciendo indiferente o insensible. La compasión era una cosa peligrosa, la gente se sentía demasiado cómoda en ella y sin el debido cuidado podías acabar consintiendo conductas ajenas que eran tristes, inútiles y hasta dañinas. Había pocas cosas que me molestaran tanto como ver a alguien revolcarse en la desgracia propia, una y otra vez. Era sinónimo de debilidad. De ahí encontraba reflejada la sombra de mamá.

¿Hasta dónde llevaba razón y a partir de dónde sí era una insensible de mierda?

—That's some fair advice from a shady person like you, blondie —bromeé, y me encogí de hombros—. Tienes razón, igual. Nada que objetar.

Se autoimpuso la tarea de encontrar los individuales y obedecí a su pedido, deslizándome frente al horno para encargarme de sacar la cena. Era una tarea cotidiana para mí, de modo que pude delegar mi cerebro a la tarea de husmear su misión, ya que parecía estar costándole un poco y la escena me divertía. Con el guante puesto me hice de la fuente y la apoyé sobre la mesada, esbozando una sonrisa al recibir el aroma tan rico que tenía. Todo eso mientras él fallaba, claro. De hecho, estuve a punto de regresar la pasta al horno cuando finalmente los encontró.

Aguardé a que los acomodara con una sonrisa ligera plantada en los labios, entonces dispuse la fuente en el centro y, habiéndome quitado el guante, le di unas palmaditas sobre la cabeza.

—There, there, ¡seguro están tan ricos como huelen!

Tras analizar mi propia reacción me pregunté si el cabrón sería lo suficientemente ágil para pillar esa pequeña porción de mis tendencias, pero en definitiva ya no había nada que hacerle. Me encargué de servirnos comida a ambos y me senté en el taburete de hoy, agradeciendo en voz baja antes de empezar. La costumbre se me había pegado, bueno, de los japoneses en sí. Me llevé un par de macarrones a la boca luego de soplarlos un poco y pasados unos segundos sonreí, alzando el pulgar. Fuera cual fuera el resultado ya había decidido decirle que estaban ricos, claro que no conté con que los hubiera... salado tanto.

—Well, it's a good thing we won't starve! —exclamé luego de tragar, enfatizando mi entusiasmo.

Pobre criatura, aún siendo el amigo sospechoso de Aria y todo... me daba pena decirle la verdad.

 

Aiden Carter

Me sonreí con orgullo tras recibir la aprobación de Sasha ante mi consejo, llegando incluso a hacer una reverencia algo teatral en agradecimiento por ello. En un principio no creí que fuera a estar de acuerdo con la lógica que le presentaba, pero si me paraba a pensarlo un poco... bueno, sí, no había mostrado especial desagrado por su aparente impasividad o por el hecho de que el asunto no le hubiera afectado tanto cómo otros esperarían, así que había estado a salvo desde el principio.

Después de eso vino mi misión casi fallida de encontrar los individuales de las narices. Podría ser una cobarde y decir que tener la atención de Sasha encima me había puesto algo nervioso, pero no era mi estilo; iba a admitir como un hombre que me había costado encontrarlos por una racha de mala suerte, nada más y nada menos. El único punto a favor era que, al parecer, Sasha bajaba bastante la guardia cuando veía a alguien en un apuro.

Esperé pacientemente a que la chica sirviera la comida y probara el primer bocado, sin poder esconder la ligera cuota de expectación que se me había implantado en el cuerpo. Quizás pudiera pecar de paranoico, pero hubo algo en su reacción que me resultó bastante sospechoso; tanto así que acabé frunciendo el ceño, desconcertado, antes de llevarme algo de pasta a la boca.

—Oh, dear God... —murmuré, haciendo una mueca de disgusto tras terminar de tragar—. Me he pasado con la sal, qué asco. Pero no lo entiendo, los he hecho igual que en casa... —me quejé, más para mí que otra cosa, y removí un poco la comida con el tenedor antes de mirar a la chica con una expresión de completa derrota—. Te he fallado, Sasha, lo siento. I'm a disgrace...

Me levanté del taburete con la cabeza gacha y me dirigí de vuelta a la sala de estar, arrastrando los pies hasta alcanzar el sofá. Una vez alcancé el mueble, me dejé caer sobre él de frente, con toda la teatralidad que había estado utilizando hasta el momento.

>>I've lost all my charm! I'm doomed! —seguí quejándome, con la cabeza hundida en los cojines.