Explícito The Fool [Gakkou Roleplay | JezxJoey]

Also, ocupo un género que diga: porno sin plot.
Empezó pareciendo que iba a terminar como en 700 palabras y cuando me di cuenta eran 1600, nada nuevo.
Gigi Blanche hubo un plot twist raro aquí (????) pero hey, aquí tienes lo que te pasé spoileando toda la noche JAJAJSAS gracias por chillar conmigo we. Sé el cariño que le tenemos a estos idiotas y lo mucho que queremos una relación decente para ellos... bueno, ese día no es hoy :D porque Jez está fucking loca como todas mis niñas. Te repito que se me descontroló aquí.
Amo tanto el rage mode de esta criatura, que se ponga a maldecir internamente todo is my jam.
No sé por qué de repente se me vino a la mente ese título pero shit, siento que encaja un huevo con esta mierda y con estos dos y *c muere*

Yo: sí, sería interesante esperar al develop de Jez con este puto Joey fuckboy.
Also yo: *me aviento este pinche fic*

Contenido oculto: Arcanos

I. The Magician.
II. The Popess.
III. The Empress.
IIII. The Emperor.
V. The Pope.
VI. The Lover.
VII. The Chariot.
VIII. The Justice.
VIIII. The Hermit.
X. The Wheel of Fortune.
XI. The Strength.
XII. The Hanged Man.
XIII. Nameless.
XIIII. The Temperance.
XV. The Devil.
XVI. The Tower.
XVII. The Star.
XVIII. The Moon.
XVIIII. The Sun.
XX. The Judgement.
XXI. The World.
Ø. The Fool.

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I hope that you are having the time of your life,
but think twice, that's my only advice.
Come on now, who do you think you are?
Bless your soul.
You really think that you're in control?​

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¿Qué se supone que hacía allí con él? Tenían clases la mañana siguiente, no eran horas de estar en el parque haciendo el imbécil, pero siempre accedía a los inventos de Joey, como la estúpida que era.

Apretó la lata de cerveza entre sus manos, sintiendo las gotas frías deslizarse por el aluminio y caminó despacio hasta acercarse a uno de los cerezos. A la luz de los focos amarillentos, del mismo tono ámbar que sus ojos, los pétalos parecían sucios.

Al voltearse lo vio, sentado a sus anchas en una de las bancas con su propia lata en una mano, con la mirada clavada en ella.
Sus ojos oscuros y su cabello revuelto.

Blanco y negro.

Eran abismalmente distintos.

Puto cliché asqueroso.

Lo cierto es que una parte de sí se odiaba por querer meterse con un cabrón como Joey Wickham, pero quizás se odiaba más por no saber qué mierda era lo que quería realmente.

¿Cuántas cervezas llevaba ya? ¿Dos? ¿Era la tercera?
Ah, tenía calor, el mundo empezaba a nublarse un poco y aún así dio otro trago, acabando con lo quedaba en la lata.
Lo vio sonreír, una de sus sonrisas torcidas, y ella apartó la vista hacia un lado al sentir que el color se le había subido al rostro.

Sentía el cabello, completamente suelto, hacerle cosquillas en los hombros y la parte descubierta de la espalda, al ritmo de la brisa que agitaba su falda también. Quizás debió abrigarse mejor, ¿pero qué más daba?

¿Qué demonios se supone que quieres de mí?

Arrugó la lata en su mano, incapaz de pensar correctamente a través de la bruma del alcohol y lo que todavía no sabía reconocer como ira.

¿Por qué mierda no preguntas qué quiero yo?

Dejó que la lata se resbalara de su mano, cayendo entre el césped, y caminó hasta él. Despacio, en silencio, con pasos amortiguados.

—¿Jez?

Bastó con que dijese su nombre para que se le erizara la piel.
Lo odiaba pero también lo deseaba. Lo quería de una forma extraña y posesiva.

Maldito cabrón, deja de ser tan incomprensible.

Sentía el corazón latirle desbocado en el pecho, deseando salir por su boca, pero estaba… malditamente harta. Harta de actuar y ser tratada como una muñeca de porcelana, como si todos temieran romperla. Si iba a romperse iba a ser porque le daba la gana.

Trepó a su regazo sin decir absolutamente nada, apoyando las manos en sus hombros y clavó sus ojos dorados en él. Lo sintió tensarse apenas un instante.

—¿Se puede saber qué haces, Jez? —Lo sintió sujetarla por la cintura y pudo jurar que iba a quitársela de encima, había clavado la vista en alguna parte tras ella.

Apoyó la mano en su pecho.

—No.

Fue un negativa plana, apagada y sin gracia, pero había detenido su movimiento un momento.

>>Joey, mírame de una vez.

Demandante.

—No creo que entiendas lo que haces —respondió, suave y áspero a la vez, distante, pero alzó su mirada a ella.

No, tú dejaste de entender lo que haces. Así que cállate.

El calor que le corría por el cuerpo no daba tregua, era insistente, como un jodido parásito y ella estaba cansada de esperar que se lo sacaran de encima.

Antes de que pudiese volver a abrir la boca, estampó sus labios contra los de Joey, torpe, sin cuidado alguno y él enredo los dedos en su cabello, atrayéndola aún más hacia sí.
Sintió su pecho apretarse contra él y para cuando se había dado cuenta, se había colado dentro de su boca, consumiéndola.

Sus delgados dedos se deslizaron en el cabello ajeno, mientras las hebras blancas se revolvían con las negras. Olía a colonia y tabaco, y su boca sabía a cerveza también.

Gris.

Los cálidos dedos de Joey se deslizaron por su espalda, ágiles, y volvió a aferrarse a su cintura.
Se le aflojaron las piernas de inmediato, desapareciendo la distancia entre ambos y un suspiro murió en la boca del moreno.

Se separó de ella y estuvo por volver a buscar sus labios cuando sintió la boca de Joey recorrer su cuello, despacio, torturándola, y luego lo escuchó hablarle por primera vez en aquel tono grave.
La mezcla de excitación y alcohol que le corría por el cuerpo la hizo sentir que iba a derretirse allí mismo, sobre su regazo.

—Joder, Jez, te dije que no sabías lo que hacías.

—¿Puedes cerrar la boca una vez en tu vida, Joey?

Fusionó sus alientos de nuevo, con necesidad, y las manos del moreno se deslizaron bajo su blusa, recorriendo las curvas de su cuerpo. Jugando con la tela del sostén, tentándola.

Sus caderas reaccionaron y una suerte de gemido ronco brotó de él, a la vez que sus manos se deslizaban a sus muslos desnudos.
Se le erizó la piel, podía sentirlo contra ella, incluso a través de la tela de los vaqueros, duro y caliente.

Quemaba.

La furia y el deseo quemaban de una forma horriblemente parecida.

Y a pesar de que era ella quien lo había mandado a callar, habló después de haberse separado de él, cerca de su oído.
Queja, solicitud, demanda, no sabía bien qué era.

—Tócame.

Lo sintió tensarse de nuevo.

¿De qué coño vas, inglés?

Se separó un poco más de él y deslizó los tirantes del sostén por sus hombros, casi hasta sus codos. La mirada del moreno se deslizó a su busto un breve momento a pesar de que seguía cubierta por la ropa, apenas liberado de algo de su soporte, antes de posarse en los ojos dorados de la albina. Opacos, turbulentos.

¿De qué coño iba ella, en el maldito parque?

—¿Qué-

—Que me toques. —Era una exigencia, algo que nunca creyó escuchar de los labios de Jez y mucho menos que fuese algo que se le tuviese que pedir a él—. Por favor, Joey.

Lo besó una vez más y aunque dudó un instante, las manos del moreno volvieron a colarse bajo su ropa, reiniciando su recorrido.
Delineó su espalda, sus costados, sus caderas, hasta que deslizó la mano dentro del sostén por fin, rodeando uno de sus tibios y suaves pechos.

Un delicado gemido murió en la boca ajena y causó que el agarre del moreno adquiriera algo de fuerza. Sintió el cuerpo de Jez reaccionar en su mano y movió la que tenía libre a sus muslos de nuevo, bajo su falda. Rozó su piel, casi haciéndole cosquillas y cuando estuvo por alcanzar su intimidad, Jez se detuvo en seco, pegando su frente a la de él.

La mano que mantenía en su pecho, bajo la ropa, subía y bajaba al ritmo acelerado de su respiración. Tenía los ojos cerrados.

—Aquí no. —La escuchó murmurar, en un tono de voz que no le había oído nunca—. Mañana.

La palabra hizo que los ojos oscuros de Joey se abrieran más, como si no pudiese procesar lo que ella estaba diciéndole.

>>Tú sabes dónde.

.

.

. ​

Ojalá pudiera excusarse con que estaba pasada de alcohol como la noche anterior, pero era mentira, sin embargo, lo que seguía sintiendo era un dejo de aquella extraña ira.

Al menos así era hasta que sintió a Joey en medio de sus piernas, adentrándose en ella lentamente.

Joder.

Le rodeó el cuello con los brazos, pegándolo a su cuerpo y cuando el moreno inició su movimiento, un gemido fue a terminar junto a su oído.
La intrusión era extraña y ciertamente algo dolorosa, pero su cuerpo lo había pedido a gritos. Lo seguía pidiendo.

Por eso había terminado en el armario del gimnasio con él.

Y le importaba una mierda.

El peso de su cuerpo, el calor infernal que la recorría, el sudor que perlaba sus cuerpos. Volvió a gemir al sentir que él aumentaba el ritmo, dejando salir un ronco gruñido también.

Blanco.

Negro.

Gris.

Buscó sus labios y él la devoró de inmediato, callándola al mismo tiempo.
La despegó de la colchoneta, haciendo que lo rodeara con las piernas, a la vez que se abría paso aún más profundamente dentro de ella.

Se sentía increíblemente pequeña allí, sujeta entre sus brazos, a su total y completo merced.

Maldita sea, no se arrepentía pero ni por asomo.

Joey enredó los dedos en la melena nívea a la vez que enterraba la cabeza en el hueco entre su cuello y su hombro, donde repartió besos húmedos, mordidas, roces.
Apretó a Jez contra su cuerpo, sintiendo cada centímetro de su piel desnuda contra él, deleitándose con los suaves y jodidamente excitantes gemidos que escapaban de sus labios.

La albina se aferró a sus hombros con las uñas a la vez que su cuerpo reaccionaba, instintivo, haciendo que sus caderas se pegaran a él, a su ritmo.
El nombre del moreno, tembloroso, brotó de sus labios cuando se deshizo a su alrededor al alcanzar el cénit del placer.

La calló con sus labios de nuevo, en realidad, se calló a sí mismo también al desbordarse por fin con el último movimiento del menudo cuerpo de Jez sobre él.

Al separarse un poco de ella, apenas para mirarla, notó los rayos anaranjados que se colaban por la ventana y la bañaban, haciendo que su cabello blanco pareciera brillar como un halo.

Soltó una risa floja, resignada.

—¿Qué demonios has hecho, Bellabel?

.

.

.​

No tenía muy claro por qué estaba haciendo lo que hacía, pero estaba ceñido en su tarea, como cuando había intentado leer en la biblioteca el día que la conoció.
Jez, en silencio, seguía los movimientos de sus dedos al abotonarle la camisa del uniforme y ajustarle la chaqueta, aunque su propio uniforme estaba a medio hacer. No podía separar la vista del pecho expuesto de Joey.

—¿Qué haces? —preguntó por fin, cuando estaba por terminar.

—¿Qué parece que hago?

—Ser un raro, eso parece que haces. —Le ardía el rostro. Con cuidado hizo a un lado las manos ajenas y se dispuso a anudar el lazo en el cuello de la camisa—. Puedo hacerlo yo sola, además, ¿desde cuándo se supone que Joey Wickham hace estas cosas?

Lo escuchó reír con la misma resignación de momentos atrás, mientras se retiraba el cabello de la frente. No se atrevió a mirarla mientras se centraba en terminar de vestirse.

—Es bueno ver que ya no eres tan lenta, Jez.

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Contenido oculto

Siempre se me coló algo del Joey soft de Fate, pero siento que es like un poco cómo sería este rollo y cómo será siempre (?) Dudo mucho que este hombre sea plenamente consciente de lo soft que lo pone esta niña, creo que ni en Fate fue tan consciente de ello como al final y bruh, that's heavy. Además es gracioso porque al final del día siempre terminan tomando cosas del otro, Jez alguna capacidad de decisión y Joey algo de la suavidad del carácter de ella.
*inserte la imagen de "cuando le rompes el corazón a un fuckboy absorbes sus poderes"*