Microrrelato Sonríe...

Sonríe...​

Recuerdo salir de casa y azotar la puerta, corriendo hasta la esquina para cruzar la calle y luego escucharte gritar mi nombre: "Sara".

Luego de unos segundos, todo se volvió oscuro, no escuche más nada, no sentía nada, ni si quiera mi corazón latir. Vi una luz brillar y me le acerque, al llegar volví a casa... ¿Cómo?

Después entraste, llorando junto a papá, no entendía porqué estabas llorando, tampoco sabía porqué estabas vestida de negro.

Te llamé mil veces mamá, pero no contestabas, intenté abrazarte, pero me caí. ¿Por qué no puedo tocarte? Te vi sentarte en el sofá, me senté a tu lado, luego sacaste el álbum de fotos y las miraste, acariciando mi cara a los llantos.

Papá se te acercó, y trataba de calmarte con palmadas en la espalda, lloraste más y más, pronunciando mi nombre y diciendo: "Fue mi culpa". Mi padre te decía "no" con la cabeza, luego te abrazó. Fue así como comprendí que algo me había pasado, por eso no podía tocarte y tú no podías escucharme.

Pasó el tiempo, días, meses, hasta 10 años después... Y no dejabas de culparte a ti misma.
Intenté decirte más de mil veces que no era tu culpa, sino mía, pero no me escuchabas.

Recuerdo la muerte de papá por esa enfermedad en el corazón y, aunque no pudieras verme, fui contigo al funeral, y no dejabas de llorar... Yo solo repetía: "Sonríe...".

Llegamos a casa, estabas toda mojada por la lluvia en el funeral de papá, te sentaste en ese viejo sofá a mirar las fotos como lo hiciste desde mi muerte.

Me dolía mucho verte así, y haciendo caso omiso, te repetía una y otra vez, "sonríe...".
Pasaron los meses, inviernos y veranos, otoños y primaveras... Pero no dejabas de culparte.

Al final, recuerdo tus ojos llorando, nunca podré olvidarlos... Recuerdo cada cosa después de aquel accidente, el cual no se cómo sucedió.

Llorabas y llorabas, tus ojos estaban muy ojerosos, tu pintura te llegaba a los cachetes y tu cara más y más se arrugaba, y yo como siempre... Haciendo caso omiso te repetía: "Sonríe...".

Recuerdo esa mañana, viéndote desayunar, y ya no dabas más... Querías irte de ahí, y yo sin responderte acepté. Lograste vender nuestra casa, en tan solo un fin de semana, arreglaste todas tus maletas y diste una última vuelta por la casa.

Subiste a mi habitación y comenzaste a llorar, tapándote la cara con mis almohadas. Yo me acerqué, y a caso omiso volví a repetir "sonríe...".

Agarraste tus maletas y sin mirar atrás te subiste al taxi, y yo... como última esperanza te volví a repetir "sonríe...".

Pero esta vez, desde la ventana del auto, pude verte sonreír.

Fin.

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Bueno, no sé como quedó n.n... Pero bue, ¡Bye bye! /u\