Long-fic Silent Hill IX - A World of Blood

(Aviso: Este Silent Hill no existe en realidad, lo invente en mi mente. Incluye monstruos de las anteriores sagas. Relata la historia de cómo Alessa (de este fic) se encuentra con su hermana perdida, la Alessa del Silent Hill)

Capítulo 1: Bienvenida de vuelta.​

Una chica de cabello dorado, ojos esmeralda, vestida con una remera color crema, campera negra, pantalón y zapatos del mismo color despierta muy asustada en una habitación de un motel, una pipa de hierro oxidado estaba a su lado.

— Demonios —pensaba la chica, muy asustada. Se levanta y escucha varios golpes en la puerta, se acerca a ella, la abre y la cierra rápidamente— ¡Mierda! —ve la pipa de hierro, la recoge y sonríe— Creo que me será útil para matar esas cosas raras—abre la puerta y sale de la habitación, observa su alrededor, varios Straight-Jacket estaban en el segundo piso. Mantiene la pipa en forma desafiante— Creo, que mis estudios con la katana me ayudaran en algo...

Empieza a golpear a cada uno de los enemigos, pero al ver que los golpeas no les causaban mucho daño y que perdía su energía en vano, traspasa el cráneo de cada uno con su arma; dejándolos muertos en el frío suelo de metal oxidado.

— ¿Y esa nota? —se acerca a una nota naranja que estaba en la puerta del ascensor— Dice...

“...usa la cabeza...
...el Verdugo se acerca...
...cuando te vea...
...huye y corre cuanto puedas...”

— ¿El Verdugo? Me es conocido, pero no lo reconozco —se preguntaba la chica, escucho varios ladridos y zumbido de varios insectos, que provocaron que empiece a temblar— Alessa, Alessa, tranquila. No le tengas miedo a los perros ni odio a los insectos —pensaba la chica, abriendo sus ojos rápidamente, enojada.

Corre hacia los monstruos y los deja mal heridos en el suelo rápidamente, su velocidad era increíble.

— Ellos no son nada comparados conmigo —pensaba victoriosa Alessa, manteniendo la ensangrentada pipa de hierro rodeando la parte trasera de su cuello.

Se escucha el sonido de un gran pedazo de hierro arrastrándose por el piso, la chica da media vuelta lentamente, reconociendo al monstruo instantáneamente. Su cabello dorado se eriza del miedo.

— ¡¿El Verdugo?! —

La chica empieza a correr, alejándose del enemigo, este, por más que tuviese tal espada de hierro pesado, corría detrás de ella. Solamente unos centímetros los separaban.

— ¿Cómo puede seguirme con tal pedazo de hojalata en sus manos? —se preguntaba Alessa, perdiendo el aliento con cada pisada.