Mini-rol Samurai Yoru [Togashi & Akari | AU]

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Plaza Jardín de Ebisu, Tokio. Año 2023

En la entrada del jardín se encendieron las luces que vestían los árboles, señal de que se avecinaba la noche. Los troncos y las ramas deshojadas por el invierno resplandecieron, con una iluminación dorada que se derramó sobre el camino que conducía al corazón de la plaza, dándole así un aire de misterio y divinidad. Togashi alzó la mirada hacia aquel sendero que parecía recibirlo, pensativo.

Contenido oculto: Togashi

Nunca había visitado la Plaza Jardín de Ebisu, pero Kojiro una vez le mencionó lo inspirador de las luces de invierno, cuando el celeste del cielo se tornaba más oscuro. La manera en que ese instante era una pequeña poesía en medio de la gran ciudad. Togashi recordó esa conversación al momento de elegir el sitio donde tendría lugar su encuentro. Ahora, apreciaba con sus propios ojos la razón que había en aquellas palabras: era un sitio inspirador, un buen comienzo para una cita.

Miró su teléfono móvil. Faltaban pocos minutos para la hora que habían pactado, lo que no impedía que cada tanto lanzara miradas furtivas sobre la gente que se acercaba al lugar. Pero no distinguió ningún sombrero negro entre el gentío, ni los cabellos oscuros que parecían brillar con magia propia. Se acomodó un poco la prenda que lo protegía del frío, un abrigo bastante informal para aquella ocasión, o algo así intentó hacerle entender Kanade, su hermana. Desde que le contó sobre su cita, la joven no pudo contener su emoción y le insistió, durante toda la semana, en que debía ir lo más presentable posible. Propuso diversas prendas, una más formal que la otra, todas rechazadas con tranquilidad por Togashi.

—Quiero mostrar mi auténtica esencia en estas vestimentas que llevaré puestas, sin pretender ser otra cosa porque sería lo mismo que esconderme —fue su respuesta a las reprimendas de Kanade, a la que movía la ilusión de que todo saliera bien—. Siento un gran respeto hacia ella, mi deseo es ser honesto incluso en un detalle como el vestir. Expresándome como quien realmente soy.

Aquello lo libró de usar el saco con pañuelo y polera que Kanade intentaba ponerle a la fuerza. Así las cosas, en la entrada del jardín, Togashi vestía unos jeans azul marino ligeramente rasgados en las rodillas y un calzado deportivo blanco, bien cuidado; su abrigo consistía en una campera de cuero negro con diversos cierres plateados, bajo la cual se apreciaba una sencilla camiseta. Era poco para el frío que hacía, pero tenía buena resistencia a las bajas temperaturas.

Contenido oculto: outfit de Togashi (?)

Las chicas que pasaban cerca de él se volteaban paraa apreciarlo algunos segundos de más, y a eso además contribuía lo llamativo de los tatuajes de su cuello, brazos y los diversos accesorios en su oreja izquierda. Pero Togashi en ese momento tenía los ojos cerrados, concentrado en el aire a su alrededor. Buscaba entre los sonidos de Tokio, se sumergía en la breve orquesta de voces, exploraba el murmullo de muchos pasos y se dejaba llevar por el viento que soplaba desde el barrio de Shibuya.

Esperando encontrar la voz de Akari.

Contenido oculto

Amelie Yáahl

 

Akari tardó un poco en salir; no quería dejar a sus hijas sin un buen desayuno antes de salir. Tuvo que encargarle a su hija mayor que cuidara de las gemelas; con ellas aun no había hablado de Togashi, eran pequeñas y no quería alebrestarlas; pero Yuzuki era diferente.

Habían perdido a Shiro ya hace varios años; y Akari seguía guardando un luto que le costaba con demasía ignorar, por ello; cuando empezó a sentir algo por su compañero lo negó por mucho tiempo. Fue Yuzuki quién la obligó a entender lo que estaba pasando con sus sentimientos; y si bien, buscaba ayudar a su madre; aun no quería que algo o alguien sustituyera a su padre. Aun así, le deseó lo mejor a su madre mientras ella salía de su casa para ingresar al metro; tomó la línea Hibiya.

En el camino iba pensando de todo, estaba nerviosa y también preocupada. Por ello llegó con mucho tiempo de anticipación; esperando en uno de los parques más cercanos; fue allí que se dio cuenta que se le había olvidado su sombrero; el sol comenzaba a molestarla, así que decidió esperar debajo de un árbol. Allí a lo lejos podía ver si Togashi se aparecía, lo podía reconocer de inmediato, su andar le era muy característico.

Contenido oculto: Akari

Togashi había sido puntual; siempre lo era, algo en su pecho se comprimía mientras veía que él ya la esperaba. Comenzó a avanzar hacia él, era más su sentido de disciplina antes que sus deseos de avanzar. No quería ser impuntual por lo que se dejó llevar por sus pasos; pero estaba aterrada, no sabía que esperar. Y sin darse cuenta comenzó a ruborizarse cada vez que estaba más cerca.

Hasta que sus miradas se cruzaron.

Ella levantó su mano para reafirmar que la persona que veía era la correcta; sonrió al verlo y se detuvo en seco. No supo por qué, simplemente se paralizó dónde se encontraba, con la mano levantada; haciendo que las personas a su alrededor la miraran extrañados.

"Baja la mano"

Bajó la mano rápidamente para después avanzar hacia él. Esta vez, guiada por sus emociones.

 

Tras ese largo instante donde se embargaba de los sonidos presentes en la ciudad, algo lo llevó a abrir los ojos. Tal vez el instinto, algo de intuición, o quizá su deseo de hallarla entre la gente. Akari le devolvió la mirada desde la distancia. Encontrarse con sus ojos hizo que la ciudad repentinamente callara, porque todos sus sentidos se enfocaron en ella. Togashi tomó una ligera bocanada de aire, que mantuvo retenida en su pecho ante la magnitud de la mujer que alzaba la mano para reafirmar su presencia, para mostrar que era ella la persona que estuvo esperando todo ese tiempo. Desde mucho antes de aquel día, frente a las puertas de la Plaza Jardín de Ebisu.

Se conocieron en un dojo de kendo. Togashi llevaba largo tiempo entrenando en este arte marcial. En el dojo donde había desarrollado sus habilidades, era quien mejor dominaba la filosofía y las técnicas que rodeaban al shinai, la espada de bambú. No tenía rival en la zona, pero eso no lo volvió arrogante, lo que le valió gran respeto y reconocimiento por parte de otros practicantes de kendo. Y un día que regresaba de su entrenamiento habitual, en la calle se cruzó con una mujer de sombrero negro que iba en sentido contrario: Akari. Ella había alzado el rostro, curiosa por la forma en que Togashi la miraba, y desde entonces quedó presente en los pensamientos de un hombre que parecía impasible. Aparecía ocasionalmente en su mente cuando realizaba sus actividades diarias, pero sobre todo al empuñar la espada. Porque no fue sólo su belleza, él captó en los ojos de aquella mujer una fuerza que ansiaba conocer y, también, una melancolía que lo conmovía. A los pocos días, Akari se presentó como la nueva discípula del dojo al que asistía, mostrando gran habilidad con el shinai, que estaba a la altura de las técnicas de Togashi. El maestro del dojo decidió enfrentarlos a un duelo, que quedó para siempre grabada en la memoria de quienes presenciaron ese legendario encuentro. Desde entonces, Togashi y Akari entrenaron juntos y se conocieron más con el tiempo, hasta que finalmente él la invitó a salir. Por un tiempo dudó en hacerlo, debido al luto que Akari guardaba y que él conocía. Pero de la misma forma que quería ser honesto con ella, debía serlo con su propio sentir…

Togashi alzó la mano para devolver el saludo que Akari le hacía desde la calle. De pronto la mujer se detuvo, como si algo invisible la retuviera. El hombre permaneció de pie observándola, notando cómo la mano de su compañera no descendía; dubitativo, él mantuvo en alto la suya para acompañar el gesto, sin comprender la repentina detención. Sólo bajó la mano cuando Akari se aproximó a él.

Sus ojos solían perderse en su cabello por un segundo, pues de cerca brillaban con más intensidad. Y además, Akari estaba realmente elegante, sin perder su toque de urbanidad.

—Agradezco que hayas venido —dijo con una leve inclinación, tras la cual se irguió para observarla. Sus ojos de espadachín dictaban que había algo de tensión en la postura de Akari, pero en su pecho brotaban palabras en torno a su apariencia cautivante. Optó por retenerlas por temor a incomodarla—. Espero que el viaje hasta aquí haya sido tranquilo. ¿Cómo están tus hijas?

Era una pregunta habitual con la que iniciaban sus conversaciones. Togashi sabía sobre las hijas de Akari y ésta, a su vez, conocía a Kanade a través de las anécdotas que su compañero de kendo le compartió todo ese tiempo.

 

Akari sonrió, escuchar su voz la tranquilizó ligeramente; ver a Togashi fuera del dojo la había tomado más desprevenida de lo que le gustaría admitir. En el dojo se sentía segura, había rutinas que hacer, técnicas que ya dominaba, incluso palabras que ya conocía; aquí todo era nuevo, no había algo en lo que detenerse, no había shinai el cual apretar al estar nerviosa.

—Fue un viaje tranquilo, sólo qué...—pausó brevemente mientras notaba lo intenso que estaba el sol, llevando su mano a cubrirse la vista —... salí con algo de prisa y olvidé mi sombrero — esto la hizo tomarlo del brazo para alejarse del sol y poderlo ver sin entrecerrar los ojos.

—Mis hijas están bien. Seguramente hoy no saldrán de casa por la tarde, esperándome —sonrió nerviosa; pues sabía que le preguntarían sobre su cita con Togashi, pensó que tal vez no les debió haber avisado hasta volver —¿Que tal está Kanade?— preguntó con una amplia sonrisa.

 

El sol todavía se resistía a abandonar el cielo pese a que las luces del camino anunciaban la inminente llegada del atardecer. Aún despertaba los colores de la ciudad y hacía que incluso el gris del asfalto tuviese algo de vida, pero sobre todo bañaba el rostro de Akari. Los rayos solares resaltaron la suavidad de su piel al tiempo que le hacían entrecerrar los ojos. La mujer se llevó una mano sobre el semblante y mencionó que se había olvidado su sombrero; sin que se lo esperara, lo tomó del brazo para llevarlo a un sitio donde la amabilidad de las sombras permitía que la conversación siguiera fluyendo. El contacto hizo que Togashi sonriera un poco, pues la suave mano de Akari puso de manifiesto la fuerza de su cuerpo en el momento en que se alejaron del sol. También pudo presentir nervios en tal movimiento, y se reflejó en la sonrisa que ella esbozó cuando le hablaba de cómo estaban Yuzuki y las demás.

—Kanade se encuentra muy bien y no para de sonreír desde que supo de esto —contó. También era habitual que Akari preguntara por su hermana y eso le hacía sentirse complacido—. Tiene muchas ganas de conocerte, ¿sabes? Y casi me hace venir en traje —mencionó a modo de broma, esperando que esa anécdota ayudara a Akari a relajarse un poco—. Tengo entendido que invitó a una amiga a casa, Kawa se llama, así que estará con buena compañía.

Cuando terminó de hablar dirigió otra mirada hacia Akari, más profunda, más sentida, y con mucha sutileza posó una mano sobre el hombro de la mujer. Esperando a que ella le devolviese la mirada, dijo:

—No te preocupes por lo del sombrero, falta poco para que el sol se oculte —dijo—. Y sé que, hoy día… ya puedo reconocer muchas más cosas de ti en la lejanía —mencionó con un tono muy sincero en la voz.

La tentación de recorrer su mejilla con un pulgar era grande. Pero comprendía que le preocupaban sus hijas y que aquello no le estaba resultando del todo fácil. Fue el riesgo que decidió tomar cuando la invitó a salir. Togashi era consciente de muchas cosas por las que podría estar pasando, y esperaba disponer de la sensibilidad suficiente para hacerla sentirse más segura de sí misma. De lo de ellos. Así que abandonó su tentación y, en cambio, revisó su reloj de pulsera. Marcaba las 18:05.

Faltaba poco para que comenzaran a transmitirse las primeras películas del Festival de cine samurái que se celebraba en las salas disponibles en aquel jardín. Togashi fue el que hizo la propuesta, algo que le parecía idóneo para dos practicantes de Kendo, y por suerte a Akari le había parecido bien.

—¿Quieres un café? —preguntó, mientras le hacía un gesto con la cabeza para que le siguiera a través del camino del Jardín— Falta media hora para las primeras películas, contamos con algo de tiempo para disfrutarlo.

 

Soltó una risa cuando mencionó que Kanade le había sugerido venir de traje; y eso bastó para que cualquier atisbo de nervios se disipara, sólo necesitaba recordar que ya se conocían, y que no debía sentirse distinta a otros días con Togashi, a pesar de la carga que la palabra "cita" pudiera tener. La dinámica entre ambos fluía con facilidad, así que no necesitaban ser diferentes para hacer énfasis en que ese día no sería igual que todos los anteriores.

Pero hay una fragilidad en las palabras, como una gota de agua cayendo en un estanque; será pequeña, pero creará un movimiento. Por eso cuando Togashi mencionó que podía reconocerla a distancia, se ruborizó. Akari trató de no darle demasiada importancia, y asintió a la propuesta de café, siguiéndolo.

—Excelente idea; tengo antojo de un latte, no he tomado café en todo el día y me caería muy bien —sonrió — Estoy muy emocionada por las proyecciones, hace tiempo que no salía a ver algo que no fuera Disney por las niñas —soltó una risa sincera —No me desagradan; pero a veces es bueno ver algo distinto — dijo para después tomar a Togashi del brazo, fue un movimiento ligero; frágil, un movimiento que no fue planeado.