Respuesta

Este es un fic desarrollado para la actividad Requiem de @Mary Uchiha
Espero les guste.


Una llamada en el celular, inusual, sorpresiva, predestinada. El ruido de las ruedas recorriendo las vías mientras se acercaban a la estación Atocha y el andar incesante de las personas que iban y venían desde los pilares color guinda desde donde comenzaba hasta el andén del tren. Sus ojos grises y su mirada llena de pecas sonriendo hasta este reflejo, una vocecita le recordaba que gracias a éstas decían que su pequeña se parecía tanto a ella.

Su voz se escuchó desde el otro lado del auricular, Amanda su hija había decidido llamar un instante antes de ir al colegio, balbuceó por unos segundos como si intentara encontrar las palabras correctas, como si fuera muy importante decirlas en ese instante.

— Mamá…Te amo…— susurró.

Ella sintió una calidez única en su cuerpo, respiró y se puso a responder de forma habitual, pero de pronto, todo se consumió.

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Esa era su tercera noche en vela, su cuerpo como su espíritu estaban agotados y aunque la chaqueta de su padre la hacía transpirar, sentía frío, era como si manara de su interior, presionó sus dientes y se arqueó un poco inquieta, los asientos de la estación hechos de plástico eran incómodos, el borde parecía encajársele entre las dos últimas costillas, aunque no le importaba, sintió que el brazos de su padre la acariciaba y pensó en que ese momento no terminara jamás.

—¿Has podido dormir mi niña? — le preguntó a modo de susurro refugiándola en sus brazos.

Ella sin hablar negó con la cabeza y suplicante en la mirada preguntó de nuevo aquello de lo que pendía su vida los últimos días.

—Ya he revisado la lista de los últimos hospitales, no se encontraba allí— explicó el señor con la mirada cabizbaja.

Ella rompió en llanto y sus inocentes signos faciales se contorsionaron con dolor, sollozó en el pecho de su padre mientras dirigía la mirada hacia el otro lado de la estación, esta se había transformado en un anfiteatro, donde los forenses identificaban a las almas inocentes que habían dejado ese mundo ese 11 de marzo. Se preguntó cuál de ellas era su madre.

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Amanda hubiera querido permanecer en la estación toda la vida, parte de ella quería enseñarse creyendo que en cualquier momento su madre cruzaría aquel umbral, herida, pero viva, apurándola para llegar a tiempo para que la acompañara de compras y al final comieran juntas un helado.

Luego de mucho pensarlo, los doctores le habían diagnosticado unas pastillas para dormir pues estaba a punto de superar la semana con insomnio, solo habían producido jaqueca y nada más. Llevaba sus audífonos puestos mientras se asomaba por la ventana desde su habitación y cerró los ojos.

Contenido oculto: Comienza aquí la canción

— Pero mi pequeña, ¿Qué haces despierta? — encontró su voz detrás y la hizo sobresaltarse, abrió los ojos y con energía renovabas se dio media vuelta mientras se lanzaba sobre ella.

La abrazaba nutriéndose de esa calidez que surgía de ella, disfrutó su aroma a flores silvestres de aquella colonia que le regaló papá en navidad y sonrió al sentir sus besos en su cabello.

—Mamá…— le sonrió mirándola y se abrazó de nuevo a ella.

— Ya, ya mi pequeña, sabes que siempre estoy aquí a tu lado— dijo acariciándole la mejilla.

— P-pero ¿Dónde has estado?...

— En un lugar maravilloso mi niña, me encuentro perfecto…— le murmuró mientras tomando su mano la guio hasta su cama. — eso es para otro momento ahora tienes que descansar.

—Extrañaba tanto que me dieras las buenas noches…— dijo la niña en un hilo de voz mientras sus ojos se cristalizaban.

— Vaya, así que te querías hacer la niña grande, pequeña, no llores de nuevo, ¿recuerdas lo que me produce tu sonrisa? — le preguntó mirándola con ternura.

— Siempre dijiste que era como un sol cuando tu día había estado lluvioso…— respondió la niña mientras en sus labios dibujaba una sonrisa.

— Tu papá necesita verte sonreír, haz visto lo gruñón que se pone a veces, ¿verdad que harás un esfuerzo por mí? — le preguntó mientras peinaba con sus dedos su cabello.

— Lo prometo mamá— dijo la jovencita tomando su mano. —estoy cansada…

La mujer sin decir nada se reclinó un poco a su lado y la abrazó.

—Duerme pequeña— Y así instantes después la vio cerrar sus ojos con una sonrisa en los labios.

En su rostro se dibujó una sonrisa nostálgica, mordió su labio inferior, acariciando a su niña, la puerta de la habitación comenzó a abrirse y ella deseó tener más tiempo, por breves instantes observó la mirada que la enamoró perdidamente hace años atrás, antes de que esas pequeñas estrellas que como luciérnagas destellaban a su alrededor, alcanzaron a rozar sus labios, cuando desapareció.

— Te amo mi amor…te amo también a ti mi pequeña Amanda…— respondió a modo de susurro el viento.