One-shot Regla de amor [InuYasha&SCC] [SessKag/SyaoranSakura]

Aquí tienes el escrito, no pude entregarlo antes por la falta de tiempo por la universidad.

Disclaimer: Ninguna serie me pertenece :C lastima.

Advertencia de InuYasha: Pareja no cannon, osea, SessKag.

Advertencia de SCC: Spoiler del final del manga.

Regla de amor​

—¡Abajo!

Miroku alzó la vista unos segundos antes de volver a lo que hacía sin tomar gran importancia a lo que acontecía unos metros de él.

—¿Ahora que hizo? —preguntó una castaña que acaba de llegar con varias botellas de agua recién llenadas del río, Shippō sonreía ante la escena de un InuYasha comiendo, literalmente, el polvo.

—Debió romper algo de las cosas de la época de Kagome-sama, últimamente InuYasha ha estado haciendo eso.

Sango suspiró mientras le pasaba una botella para que bebiera.

—Es un bruto, se ve que no controla su fuerza, los objetos de Kagome son bastantes delicados.

Kagome tenía en jarras mirando a su amigo estampando en el suelo, bufó con molestia y vio los dos fragmentos de lo que antes era una regla, tendría que ir a comprar otra si quería acabar con su tarea de dibujo técnico, maldita hora en que se inscribió a esa optativa; levantó su vista para ver a sus amigos sonreírle.

—¡Muchachos regresaré a mi época unos días! —anunció recibiendo asentimientos.

—¡¿Qué?! —Esas palabras despertaron de su letargo al hanyō, quien se levantó de un salto—. Hace una semana volviste.

La morena le fulminó con la mirada.

—¡Mira que es tu culpa, InuYasha! —reclamó blandiendo los pedazos de su regla—. Si no fueras tan bruto no tendría que regresar a comprar otra regla.

El ambarino se cruzó de brazos ofendido.

—¡Feh! Todo lo que traes es inútil —murmuró pero no lo bastante bajo para pasar desapercibido por Kagome.

—¡Abajo!

Sus amigos suspiraron resignados ante la escena, en verdad InuYasha era un cabeza hueca.

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—Tenga cuidado, Kagome-sama —deseó Miroku.

—Claro, no tardaré mucho —se despidió—. Mantengan alejado a InuYasha del pozo.

Eso fue lo último que escucharon antes de verla saltar y perderse en la luz violeta, tanto como Sango y Miroku suspiraron, tenían la ligera impresión que no podrían detener a su amigo pero lo intentarían.

Kagome salió del pozo con ayuda de las escaleras que su abuelo mandó a poder hace unos meses, al abrir las puertas de manera que resguardaban el pozo su madre le sonrió deteniendo la escoba.

—Cariño, no te esperaba tan pronto —le saludó acercándose para tocar su rostro—. Bienvenida.

—Estoy en casa —respondió con una sonrisa—. Mamá, ¿tenemos más reglas?

Naomi parpadeó intentando recordar.

—No, Kagome, tú te llevaste la última —le recordó.

—Lo que me temía —se quejó antes de sonreír—, saldré a comprar más entonces.

—Ten cuidado, cariño, ¿quieres que preparé algo en especial para la cena?

Los ojos celestes se iluminaron.

—Tonkatsu —respondió emocionada—, ¿podrías preparar para que pueda llevar mañana a la época antigua igual? A Sesshōmaru le encanta.

Naomi rió.

—Por supuesto, ¿cómo está el joven Sesshōmaru? —preguntó antes de que su hija se marchara.

—Pues ya te imaginaras, enojado —decía con una mueca de inconformidad—, quiere que dejé a los muchachos y viaje con él, aunque he logrado convencerlo por el momento dejarme estar con los demás.

—Ya veo, bueno ve a comprar que no tarda en anochecer.

—Claro, no tardó y si por alguna razón InuYasha llega, échalo al pozo —bromeó guiñándole el ojo a su madre antes de salir corriendo hacia las escaleras.

Naomi sonrió a ver a su hija tan energética estar enamorada de ese joven llamado Sesshōmaru le hacía bien, podía notar el cariño y amor que le profesaba su niña, recordaba el día que se lo anunció sus ojos destellaron fuertemente aunque lo que más gracia le causó fue la mueca nada feliz de InuYasha.

—Perdiste tu oportunidad, joven InuYasha —mencionó divertida.

Kagome le había contado la gran escena que se armó cuando anunció sus sentimientos, si su memoria no le fallaba InuYasha y Sesshōmaru se habían enfrascado en una pelea hasta que Kagome les paró bastante enfadad; rió, su hija tenía el mismo carácter que su amado esposo.

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La joven sacerdotisa iba caminando por las calles de la cuidad mirando los escaparates de las tiendas, no limitándose a buscar su tan ansiosa regla sino igual viendo si encontraba algo que pudiera regalarles a sus amigos.

Ya habían pasado varias horas, su reloj marcaba las 8 de la noche, tenía varias bolsas con ella pero ninguna con el objeto que se supone fue a comprar.

—Rayos —murmuró, sus ojos captaron una tienda que vendían diversas cosas de escuela—. Vamos a por esa regla.

El establecimiento era amplio, una campanilla sonó al ingresar, sus ojos comenzaron a repasar el lugar hasta llegar a la sección de reglas, sonrió triunfante, se acercó notando una gran variedad, sus ojos fueron atrapados por una regla bastante hermosa debía admitir, era de madera y en el centro se encontraba tallado, un hermoso dibujo de un ¿perro?, ¿lobo? No lo sabía bien pero tenía la forma de un canino, comprobó que era la única que quedaba al estirar su mano para tomarla otra lo hizo igual.

—¡Ah! Discúlpeme.

Kagome giró su cabeza para encontrar a una hermosa niña de unos 14 años, tal vez, apenada al haber agarrado la misma regla, la morena quedó asombrada al ver esos dos ojos tan verdes, le recordaban a Shippō.

—No te preocupes —contestó mientras le sonreía.

El ambiente se quedó algo incomodo al seguir, ambas, agarrando la regla.

—Er, al parecer tenemos un problema —musitó la mayor—, sólo queda una de esta regla.

La menor se sonrojó, Kagome sonrió ella quería esa regla porque le recordaba a la forma verdadera de Sesshōmaru, ¿por qué la querría esa niña?

—Yo quisiera poder tomarla —pidió—, esto de…

—¡Ah! Me llamo Kagome, Higurashi Kagome —se presentó soltando la regla.

—Yo soy Sakura, Kinomoto Sakura. Perdone, ¿podría quedarme con la regla?

Vio sus ojos tan verdes que pedían que cediera, miró de reojo la regla que se había quedado en su lugar.

—¿Por qué la quieres tanto? —No es que no quisiera dejársela, era curiosidad.

Pero antes de que pudiera contestarle el dependiente de la tienda se acercó a ellas anunciando que pronto cerrarían.

—¿Y…?

—Agárrala tú —le animó—, yo tomaré otra.

Terminaron de pagar y salieron a la calle fría.

—Muchas gracias —hizo una reverencia.

—No, no tienes que agradecer —murmuró divertida—. Sólo me da curiosidad el por qué querías tanto esa regla.

La castaña se sonrojó un poco.

—Hace poco alguien muy importante para mí me prestó una regla igual a ésta, pero sin querer la rompí y según supe sólo aquí en Tokio se vendían, así que vine a comprar una.

Kagome miró sorprendida a la muchacha que tenía a su lado, su mirada se dulcifico.

—¿Es tu persona especial? —La niña sonrió mientras se sonrojaba.

—Sí, hace unos meses regresó a Tomoeda—mencionó—, él no es de aquí pero volvió para quedarse… eso me hizo muy feliz.

La morena acarició la cabeza de la menor con cariño pero luego reparó en sus palabras.

—¿Eres de Tomoeda? —preguntó—. Eso está algo lejos y es algo tarde, venga te acompaño a la estación.

—Pero-

—Pero nada, vamos, así me seguirás contando de esa persona especial.

Así es como empezaron a caminar hacia la estación con la muchacha relatándole como se conocieron hasta su despedida.

—… entonces mi hermano me llevó hasta la parada de autobús para que pudiera entregarle el osito de felpa a Syaoran, ahí fue cuando le dije que él era mi persona especial y me pidió que le esperara, acepté, es más a los ositos les pusimos el nombre de cada uno, el mío como Syaoran y el de él como Sakura.

—Al final cumplieron esa promesa —terminó encantada la sacerdotisa, amaba las historias con un final feliz.

—Sí… aunque siento que los años pudieron distanciarnos —suspiró—, ¿cree qué se molesté cuando sepa que rompí su regla?

—Lo dudo. Además, hasta viajaste hasta aquí para conseguirle otra igual y… ¿Sakura?

La castaña se había quedado paralizada, dirigió su vista hacia al frente para ver lo mismo, se encontró ante las puertas de la estación pero lo que destacaba era un muchacho de la edad de Sakura que corrí hacia ellas, no necesitó que la de ojos esmeralda dijera algo era bastante obvio, ese muchacho era su persona especial.

—¡Sakura!

—Syaoran.

—Tomoyo me lo contó —explicó al llegar hasta la muchacha—. Eres una tonta, ¿qué tal si te pasara algo por venir sola a Tokio? Tōya me mataría y con mucha razón.

—Pero rompí tu regla, sólo quería reponerla —dijo extendiéndole la bolsa—, dijiste que fue un regalo de tu madre en honor a tu nombre y-

—Sakura —interrumpió tomando su rostro—, es una regla me importa más tu bienestar, ahora vamos, Tōya aún no se entera de esto pero ten por seguro que lo hará y me prohibirá acercarme a ti por varias semanas.

—Espera —repuso, se giró para mirar a Kagome—, muchas gracias por acompañarme hasta aquí.

—Sin problemas —susurró con una sonrisa—, por cierto es muy guapo —le guiñó.

Sakura rió avergonzada.

—Gracias por cuidar de Sakura —Syaoran hizo una reverencia, la cual fue correspondida.

El muchacho tomó la mano de la castaña para retirarse pero cuando ya iban bajando las escaleras Sakura se detuvo y corrió de regreso bajo la atenta mirada de Kagome.

—Al final creo que no la necesitaré —le tendió la regla—, ahora sé que siempre seré su persona especial, ¿usted para qué quería la regla?

Kagome embozó una sonrisa.

—Me recuerda a mi persona especial.

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—¡Uff! Creo que necesito poner unas escaleras en esté lado del pozo —murmuró agitada al alcanzar la cima del pozo.

Pero cuando se iba a impulsar para salir completamente alguien le tomó de la cintura, soltó un grito de sorpresa hasta que le reconoció.

—Sesshōmaru —jadeó sorprendida.

—InuYasha dijo que te marchaste.

La morena distinguió reproche en sus palabras, le sonrió algo culpable.

—Tuve que irme de improvisto —explicó—, era importante reponer mis cosas.

Él gruñó, no le gustaba no sentir su presencia o su olor.

—Espera —mencionó al caer en cuenta—, ¿InuYasha te dijo?

Su pregunta estaba cargada con cierta sospecha, Sesshōmaru no se dio por aludido, no le iba a decir que tuvo que quebrar unos cuantos huesos a su medio hermano para que le dijera donde se había ido.

—Sí.

Kagome sentía que no era completamente sincero pero recordó el regalo que le tenía, sonrió, se soltó del agarre para revisar su mochila amarilla, Sesshōmaru le observó sin moverse.

—Mi mamá te manda esto —le dio la caja con tonkatsu—, y esto es de mi parte.

Sesshōmaru encaró una ceja al ver el artículo de madera que le entregó.

—¿Qué es esto?

Ella le dio una radiante sonrisa.

—Una regla —respondió—, una regla de amor.

Tal vez Sesshōmaru no entendiera el significado en sí de sus palabras pero por esa regla había visto la escena más bonita de amor, sí, esperaba que, al igual que Sakura, su historia terminara bien.

Con un final feliz.

Asdfg. Realmente no me resistí a poner SessKag por aquí :C lo siento, mi debilidad.

FiraLili