Promesas

N° de palabras: 467
Dedicado a: Benihime, porque tú querías una historia así. Aquí te la traigo my lady malvada. <3

Promesas​

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Él la observó, ella se encontraba detrás de la ventana. El tiempo no había cambiado nada…, bajó la mirada para mirar el bosque obscuro mientras la brisa movía su brillante cabellera.

La calidez de su boca empañó la ventana, lentamente con la palma de su mano la limpió y dejó al descubierto sus hermosos ojos; abrió las ventanas para salir al balcón sin perder de vista su objetivo. Las hojas de los árboles cayeron al compás de de la brisa ante sus pies, una hermosa noche en la cual la Luna parecía tener un brillo diferente ante sus ojos.

Se sintió observado y levantó la mirada para toparse con aquellas esmeraldas que en toda su vida siempre había adorado y poseía como ojos; su cabello sedosamente rubio estaba suelto y al parecer el viento se aprovechaba de eso para jugar con él, lentamente creando ondas amarillentas. Sin embargo, su expresión seguía siendo igual que todos los días: seriedad absoluta.

No importa el cómo se comportarse, ella siempre sería la persona más importante en su vida; el sólo imaginarse una vida sin aquella mujer era como decir que un vampiro podría sobrevivir toda su vida sin la prueba alguna de sangre o las soluciones que se les otorgaban para calmarla.

Shiki no lo pudo evitar y sonrió torcidamente.
Desde lo alto del balcón, Rima, correspondió a tal acto con uno igual.

¿Podría esto considerarse algo parecido a una situación entre Romeo y Julieta?, ¿una en la cual nuestro protagonistas no necesitaban el vocabulario mientras las miradas hablasen por ellos? Verdaderamente algo imposible de saber, aunque sería interesante el conocer cómo sería una historia en dónde se narrase aquel amor vampírezco que poseen estos individuos.

Shiki volteó una vez más su mirada al bosque. Kaname no volvería esta noche, así que él suspiró e ingresó a la mansión; subió lentamente las escaleras con las manos en los bolsillos, caminó por el pasillo hasta ese cuarto. Abrió la puerta de la habitación y allí, en el balcón, con la mirada perdida y un oso entre sus brazos se encontraba ella, su Rima. Aunque la joven se había dado ya cuenta de su presencia no interrumpió ni por un minuto su concentración; él llegó lentamente y la abrazó, acunándola entre sus brazos.

Entre tantas promesas, que habían hecho ellos, existía una en especial que sobrepasaba a las demás, con un color tan intenso como cuando cae un rayo y tan fuerte como la unión sangrienta de un amor, era la de nunca separarse sin importar el qué sucediese. Siempre estar juntos ante cualquier adversidad, porque sabían que sin el otro ellos no podrían vivir.

Así eran y nunca los cambiarían…

Porque él necesitaba de ella; porque Shiki necesitaba de Rima: porque ambos formaban un rayo sangriento repleto de ilusiones, de promesas.


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