Long-fic Pokémon: Final Countdown

Prólogo

A su máxima capacidad este estadio pude albergar cerca de cien mil espectadores, los asientos están dispuesto de tal forma de que puedas observar con claridad lo que ocurre en la arena desde cualquier asiento. En el centro se encuentra un octágono de treinta metros de diámetro de color blanco y en medio la figura de una pokébola con una corona dorada encima. Esta arena es el sitio donde se desarrollan los más grandes eventos de lucha Pokémon de la región de Teselia.

Fue en este mismo lugar que un sueño —mi sueño—, que parecía difícil de alcanzar comenzó hace cuatro años, cuando apenas era un estudiante de octavo grado. Hoy el estadio está a reventar, no entra ni un alma más; a pesar de la multitud y los gritos ensordecedores mis sentidos perciben todo en la lejanía, a duras penas logro escuchar mi respiración, débilmente escucho una voz mientras la vista se me nubla junto a mis sentidos.

— 1… 2… 3… 4…​

Mi nombre es Vincent Nordstrom; mis amigos me dicen ‘Vince’, y esta es mi historia.

​

Capítulo I

(Ciudad Porcelana, hace 4 años)

— Apresúrate, Karen. Nos vamos a perder el combate.
— Los asientos no se irán a ninguna parte, Vince. La verdad no sé por qué debo acompañarte, Papá debería estar aquí contigo y no Yo.
— Allí está nuestros asientos, ¡vamos!​

Las personas poco a poco estaban ocupando sus asientos, el combate principal estaba a punto de comenzar. Mi padre al no poderme acompañar me consiguió los mejores asientos del lugar, pero a cambio tendría que venir con mi hermana mayor: Karen. No era una idea que me agradara tanto, pero era mi oportunidad de estar presente en un combate por el campeonato. Un hombre de mediana edad vestido elegantemente de negro caminaba lentamente hacia el centro y con micrófono a mano realizó un anuncio:

— ¡Damas y Caballeros! —realizó una pequeña pausa antes de proseguir—. El Teselia Palace les da la bienvenida y les agradece por estar presentes en el ¡Trigésimo séptimo Campeonato Mundial del Pokémon Ultimate!​

En ese momento la multitud comenzó a gritar de forma eufórica, lo que iba a ocurrir en ese momento era algo jamás visto. El anunciador esperó pacientemente a que las voces fueran disminuyendo en intensidad antes de seguir.

— Esta noche se erigirá un nuevo súper campeón, por primera vez en la historia se ponen en juego dos cinturones de campeón ¡¿Están listos para el combate?!​

Las cien mil personas se pusieron de pie y las gradas retumbaron en una gran ovación, daba la impresión de que toda la estructura se derrumbaría de un momento a otro.

— ¡Comencemos! Desde la lejana región de Kanto un luchador de un metro sesenta de estatura y ciento cincuenta kilos de peso, con una marca de veintitrés victorias sin derrotas y veintidós nockouts recibamos al actual campeón del Grand Prix P-1 ¡Crush, el Machamp!​

Desde una de las entradas a la arena salió un imponente Machamp que llevaba entre sus manos un gran cinturón dorado que lo acreditaba como el campeón del P-1, es encontraba escoltado por seis Machop que se veían diminutos a su lado. Los abucheos por parte del público no se hicieron esperar, era lo normal debido a que se trataba de un retador extranjero. Los Pokémon subieron al octágono y de inmediato los Machop rodearon al Machamp y asumieron una pose al mejor estilo ‘gánster’.

Las luces de todo el estadio se apagaron y unos reflectores apuntaron a la entrada contraria. El anunciador prosiguió.

— Ahora, proveniente de Ciudad Caolín, lugar donde nacen las leyendas, con una estatura de un metro cuarenta y cinco, ochenta kilos de peso, con una marca perfecta de veinticinco victorias e igual número de nockouts, recibamos al chico de la casa, el hasta ahora invicto ¡Hammer Head, el Throh!​

Una canción de rap bastante fuerte se comenzó a escuchar por todo el estadio, luces de todos colores iluminaban las gradas; desde la entrada apareció un Pokémon luchador con un kimono dorado acompañado de otros Throh algo más pequeños. Las personas comenzaron a corear el nombre del campeón local, incluyéndome. El Pokémon caminaba con paso firme y decidido al centro del octágono hasta quedar frente a frente a su rival, desde esta distancia se podía sentir la tensión que había entre esos dos sujetos.

[…]​

— ¡Que alucinante! Hammer Head prácticamente le pateó el trasero a ese Machamp invasor.
— Lo que tú digas, hermanito. No sé qué hice de malo para merecerme el castigo de tener que acompañarte a ver éste espectáculo sin sentido.
— Algún día seré el campeón, ya lo verás.
— Tú y tus sueños locos, Vince. Más bien vamos a darnos prisa que no esperan en casa para la cena. Además, necesitas tener un Pokémon para siquiera intentarlo, ¿no te parece?​

[…]​

Como ya les había dicho, mi nombre es Vince. Al momento en que se desarrolla esta parte de la historia contaba con catorce años, era un chico ‘del montón’ que cursaba el octavo grado en la Escuela Elemental de Pueblo Loza. Mi hermana Karen es dos años mayor que yo, y por si no se dieron cuenta no comparte mi afición por los combates Pokémon. Mi vida social no era de lo más prospera; mi desempeño aceptable y mis altas calificaciones me hicieron ganar el calificativo de ‘Nerd’. Lo más cercano que tenía a un amigo era un chico de mi clase llamado Alexandre McPherson, a pesar de que a veces me molestaba, pero la mayoría de las veces me defendía de mis atacantes de turno.

Retomando un poco la historia y dejando a un lado mi patética vida personal; es bien sabido y documentado que en la región de Teselia muchos chicos al cumplir los diez años se embarcan en una aventura para enfrentarse en unos lugares llamados ‘gimnasios’ que existen a lo largo y ancho de la región, si obtienen victorias se hacen con ‘medallas’, las cuales coleccionan para enfrentarse a otro grupo de entrenadores llamados ‘Alto Mando’ y por último a un campeón. En cambio existe otro grupo de jóvenes con una pasión diferentes por los Pokémon, particularmente por los tipo Lucha; de allí que se les conoce como ‘Luchadores Pokémon’.

Estos luchadores tienen combates a lo largo y ancho de la región, algunas veces se aventuran a tierras lejanas, con el firme propósito de entrar a la Liga Profesional, subir a lo más alto del ranking y tener un combate por el título de campeón. Ese ha sido mi sueño desde que tenía nueve años cuando mi padre me llevó a ver un torneo en Ciudad Porcelana, donde quedé maravillado por este arte de combate.

Lo único que se interpone entre conseguir hacer realidad mi sueño y Yo es que no tengo un Pokémon; mis padres no me han permitido tener uno debido a la responsabilidad que esto conlleva. Desde el combate de Hammer Head fui más insistente pero mi padre no daba su brazo a torcer. El tiempo pasaba y ya estaba perdiendo las esperanzas de hacer mi sueño realidad.

Comenzaba el último año de la preparatoria, con dieciséis años veía lo cerca que se encontraba la universidad y la entrada al mundo ‘adulto’. Caminaba cabizbajo por los pasillos como de costumbre cuando observé como quien dice ‘la luz al final del túnel’. Era un aviso donde anunciaban que se daba apertura a las inscripciones al equipo escolar de lucha Pokémon. Alex era parte de ese equipo, hace un año que tenía su Pokémon y ya era el capitán del equipo. Era la oportunidad que estaba esperando y no tenía intenciones de desperdiciarla.

Los días siguientes acosaba a mi padre día y noche con que me dejara adoptar un Pokémon para poder entrar al equipo con la esperanza de lograr mi objetivo. Tal vez lo logre ¿o no?

 

• JoJoBaoh

• JoJoBaoh muy agradecido por tomarte la molestia de leer y comentar mi fiction; es una idea algo novedosa y un poco ambisiosa. La historia tiene su ritmo el cual es un poco lento al comienzo. El primer capítulo tiene la particularidad de ser algo sencillo, es por eso que no muestra más, los luchadores del comienzo me parece que no tienen mayor relevancia, por eso me enfoque en el personaje principal y en su sueño. Un sueño que es bastante cuesta arriba, y quizás pasen un par de capítulo más antes de saber que rumbo va a tomar. La espera valdrá la pena.
  En cuanto a la vestimenta del Throh la podría justificar diciendo que es el actual campeón, además de ser la representación de un judoka y el kimono va sobre el traje que originalmente tiene; debe causar ese impacto visual al público y en especial a su rival, es por eso el tipo de música elegida. No creo que hubiese tenido el mismo efecto con una música tradicional japonesa, el factor psicológico es muy importante cuando eres 'el chico del patio'.

Capítulo II

La primera semana de clases había concluido y había logrado sobrevivir a ella con honores. Me encontraba disfrutando de mi religioso sueño de quince horas de los fines de semana pero el mismo fue interrumpido de forma abrupta; en casa había un inusual ajetreo matutino para ser sábado. No me quedó de otra opción que levantarme y averiguar que pasaba. Cuando bajé a la cocina todos estaban despiertos y vestidos como si fuesen a salir, por un momento pensé que era un día de clases normal y me había quedado dormido, pero no era así.

La razón por la que nuestro hogar se encontrara en tan efervescente actividad a horas tempranas es que mi padre había tomado la decisión de permitirme tener al fin a mi Pokémon e iríamos a la guardería en una especie de ‘paseo familiar’. Apenas me enteré corrí a vestirme, me lavé la cara y los dientes de forma ‘express’ y de la emoción hasta me olvidé de desayunar.

Nos subimos al auto e iniciamos marcha rumbo a la Guardería Pokémon de la Ruta 3. El trayecto de Pueblo Loza hasta la Ruta 3 nos llevaría cerca de una hora; no era un viaje de lo más divertido aunque si algo entretenido para la vista, los cambios de paisaje entre una ciudad y otra eran interesante. Fayenza, una ciudad industrial donde el hormigón y el acero se funden con el paisaje rocoso, una zona en continua edificación; una estructura de acero naranja se observa a las afueras, es la mina de Fayenza; dentro de esa mina se encuentra uno de los gimnasios de Teselia, de los que les había comentado antes. Su líder es un acaudalado magnate de la minería y los hoteles —una extraña combinación a mi parecer—. Cuando circulamos por la vía principal apenas si se ve el cielo debido a los edificios que parecen tocar las nubes. Saliendo de la ciudad nos encontramos con otro gigante de acero: el Puente Fayenza, o Puente Charizard como lo llama la gente, un puente levadizo que comunica con el centro de la región.

Luego llegamos a Ciudad Mayólica, una ciudad que eclipsaría por las noches a Ciudad Porcelana que es la ciudad más importante de la región. Las luces de neón iluminan las fachadas de los grandes estadios y la estación central de trenes, donde se siente el glamour y la elegancia de sus habitantes; esta ciudad es el hogar de la mundialmente famosa top model, Camila; una hermosa chica que divide su tiempo entre las pasarelas y el gimnasio Pokémon que tiene a su cargo. Después de pasar la Galería Unión nos encontramos con un paisaje totalmente diferente, es como si nos transportara a otro lugar. La Ruta 4 es una zona desértica en su mayoría, no es un lugar muy agradable, y el calor que allí hace tampoco lo hace muy atractivo; se encuentra justo en medio de Teselia y está lleno de hallazgos arqueológicos.

Ciudad Porcelana es una ciudad que crece hacia el mar; después de salir de la Ruta 4 llegas a ver pequeñas edificaciones, algunos edificios residenciales que bordean la vía principal hasta llegar a la gran plaza, un lugar lleno de una vegetación exuberante, donde los habitantes de Porcelana disfrutan de un momento diferente lejos del estress que esa ciudad ocasiona. Después de la plaza la calle se divide en cuatro calles, todas flaqueadas por imponentes rascacielos, calles donde uno se puede perder fácilmente si no tiene la certeza de a dónde se dirige. Su gran puerto siempre bulle en actividad debido a que es la entrada principal a la región, donde llegan cruceros provenientes de otras partes del mundo. Es una ciudad cosmopolita, donde las más grandes empresas tienen sus sedes y por supuesto, la ciudad donde se encuentra el majestuoso Teselia Palace. Sus rascacielos y su cercanía al mar dan la impresión de que estamos en Manhattan, en el lejano Estados Unidos, pero con menos contaminación.

El Puente Saeta comunica con el extremo este de la región donde somos recibidos por la calma y tranquilidad del Bosque Azulejo; justo al lado se encuentra Ciudad Esmalte, aunque más que ciudad es una especie de pueblo más urbanizado; se puede decir que es la contraparte de Mayólica ya que es un lugar bastante bohemio, donde artistas acuden en búsqueda de inspiración para sus obras. Las afueras de Ciudad Esmalte son un lugar de paz y tranquilidad, es una ruta muy agradable que bordea un lago cristalino que refleja el firmamento, más adelante se encontraba la Ruta 3 y nuestro destino: la Guardería Pokémon.

Apenas nos detuvimos bajé del auto directo a los corrales, la emoción y ansiedad que tenía a lo largo del viaje desapareció en un segundo cuando vi el corral lleno de Pidove, Lilliput, Minccino, Sewaddle y otros parecidos; no había ni un Pokémon tipo Lucha que pudiese adoptar. Un segundo bastó para sentirme el ser más desdichado del mundo; me encontraba dispuesto a subirme al auto, regresar a mi casa y olvidarme de todo, cuando de pronto un ruido llamó mi atención. De una esquina del corral, debajo de una especie de manta apareció una nariz redonda que hacia ruidos muy divertidos; me acerqué un poco para descubrir de qué se trataba, grande fue mi sorpresa cuando al levantar la manta encontré a un tímido Tepig.

No era el Pokémon que tenía en mente, era consciente de que llevaría mucho esfuerzo y tiempo su entrenamiento, pero de algo si estaba seguro, era el Pokémon que deseaba tener y así se lo hice saber a mi padre.

— Papá, me llevaré a ese Tepig—le dije señalándolo.
— ¿Estás seguro?
— Muy seguro—le respondí con firmeza.
— Está bien. Creo que no es necesario recordarte nuevamente la responsabilidad que implica el criar a un Pokémon. Vayamos con el administrador.​

El administrador de la guardería era el señor Octavio, un hombre ya entrado en años, él y su esposa abrieron la guardería hace algunas décadas, fue la manera que encontraron para demostrar su amor por los Pokémon. Lo conocíamos de hace tiempo, no sólo porque es uno de los personajes más emblemáticos de Teselia sino que en más de una oportunidad llegamos a visitar la guardería por diferentes motivos. El señor Octavio es una persona agradable, su cabello se encuentra casi completamente blanco, posee una mirada gentil y siempre anda con una sonrisa. Doña Marta tiene casi su misma edad y su cabello igualmente se encuentra platinado por los años; muchas personas visitan la guardería no sólo para adoptar un Pokémon, muchos la visitan por el simple hecho de observar lo bien que son cuidados y el amor que reciben.

— Buenos días, señor Octavio. —saludé cuando entramos a la pequeña cabaña.
— Buenos días, jovencito. ¿En qué podemos ayudarte?
— Quiero adoptar el Tepig que está en el corral. —me apresuré a decir.
— Me parece bien, es una buena elección. Puedes llevarlo a casa después de llenar el formulario ¿te parece?
— ¡Genial!​

El formulario de adopción era un trámite necesario —y muy aburrido— que contiene algunas preguntas simples para formalizar el proceso de adopción; después de algunas preguntas y consejos por parte del señor Octavio con respecto al cuidado y crianza de un Pokémon ya faltaba menos para tener a mi Pokémon.

— Y para finalizar ¿Qué nombre le pondrás a tu Pokémon?
— Creo que lo llamaré… Blaze. ¡Sí! Se llamará Blaze, me parece que le queda perfecto.
— Perfecto. Por favor firmen aquí y habremos terminado.

— Ahora bien, como obsequio puedes escoger entre algunas de estas pokébolas para llevar a tu Pokémon—dijo el encargado mostrando un estuche con pokébolas de diferentes colores.
— Muy amable señor Octavio, pero los luchadores no necesitamos pokébolas. —dicho esto tomé a mi Pokémon en brazos y salí de guardería caminando orgullosamente.​

Mi sueño de tantos años por fin estaba tomando forma. En el trayecto de regreso lleve a Tepig sobre mis piernas, ir en auto era una novedad para él, trataba de calmarlo con unas suaves caricias cada vez que caíamos en algún bache.

Al llegar a casa fui directamente a mi habitación con Blaze; a partir de ahora sería mi amigo y compañero, y tendría que tratarlo como tal, por ningún motivo habría pokébolas y mucho menos dormir fuera de la casa. Fui al ático por una vieja cesta de mimbre de mi madre, busque un cojín y una manta; ya estaba listo, ahora Blaze tendría su cama junto a la mía.

No podría describir con palabras lo que llegué a sentir en ese momento, dentro de mi fluía una energía que amenazaba con desbordarse. No perdí tiempo y tomando la portátil de mi hermana comencé a buscar toda información referente a Tepig. Estaba tan sumido en mí investigación que no me percaté de que ya era domingo, al día siguiente debía asistir a clases, por primera vez en muchos años me encontraba ansioso por asistir, la razón: Blaze.

La noche se me hizo eterna, me desperté en varias oportunidades pensando que me había quedado dormido. Cuando por fin sonó la alarma me levante y tome una revitalizante ducha y bajamos a desayunar. Mi madre estaba sorprendida con la velocidad con la que prácticamente estaba devorando la comida.

No me demoré más de lo necesario para salir de casa, caminaba orgulloso con mi Pokémon al lado; me disponía a entrar al instituto cuando escuché una voz detrás de mí.

 

• JoJoBoah
• Thranduil

• Gracias de nuevo JoJoBaoh ya hice algunas correcciones menores en cuanto a la ortografía, que por más que leas siempre se te escapa algo. Esta es la primera edición que le hago al fic, y espero que sea la única. Por lo que he agregado más cosas y posiblemente esa sea la razón del porqué a veces no encajan del todo. Antes tenía el problema con las descripciones, que prácticamente eran nulas. Y no permitía al lector hacerse una idea general. Espero poco a poco ir mejorando mis debilidades y reforzando mis fortalezas.
• Saludos, Thranduil . Creo que con lo de Bruno si te voy a decepcionar, pero si habrán algunos cameos. ¿Qué serían de mis fics sin esos emotivos cameos? sabes que me encanta jugar con los sentimientos de las personas y es algo que puedes ver en Dai Boken. En cuanto a lo del Tepig, si debo trabajar en eso; quizás esta semana me tome un tiempo y corrija esa parte, por ahora no tendrá modificación. En cuanto a la personalidad de Vince, es un chico sencillo, algo nerd, pero sin la apariencia de uno. Más adelante conocerás un poco más de él, quizás en este capítulo que comienza... ¡YA!

Capítulo III

— ¡Oye, Vince! Parece que el almuerzo te ha seguido al colegio —dijo la voz en tono burlón.
— Se nota que no has pedido tu toque de ‘gracia’, Alex —respondí de forma cortante—. Perdona sino me río, me duele una muela; y en cuanto a tu comentario no es mi ‘almuerzo’, es mi Po-ké-mon. —respondí resaltando las últimas sílabas de mi frase.
— Esa es tú opinión, a mí me parece un jam…
— Ni se te ocurra terminar esa frase, Alex —corté el comentario colocando mi mano frente a su rostro en el momento que Tepig se ocultada entre mis piernas—. Es un Tepig y su nombre es Blaze.
— Pero no es para que te molestes colega, era sólo una broma entre amigos.
— No recuerdo que seamos tan ‘amigos’.
— Pues bienvenido amiguito —Alex agitaba su mano en forma de saludo agachado frente a Tepig que seguía oculto— ¡Scratch, ven acá para que conozcas a un nuevo amigo!​

Detrás de Alex apareció un Pokémon que sostenía la parte baja de su cuerpo como si fuese un pantalón, era el Scraggy de Alex. Se acercó a saludar a Tepig el cual por un momento pareció sonreír. Tal parece que el sentido de amistad de los Pokémon es muy diferente al de los humanos; desde el primer momento parecieron congenial lo que hacía que mi Tepig fuese menos tímido ante los estímulos que lo rodeaban.

Mientras conversábamos sonó el timbre de entrada y nos dirigimos a nuestra clase. El tiempo parecía transcurrir lentamente o yo estaba tan impaciente porque las clases terminaran. Quería hablar con el entrenador del equipo de lucha Pokémon para formalizar mi prueba para el equipo.

— Vince, esto es un equipo de lucha. Y a menos que tu Tepig evolucione en un Pignite antes de que terminen las pruebas no podrás tomarla, lo siento.​

Mi alegría no duró mucho, las palabras del entrenador retumbaron en mis oídos por el resto de la tarde. Decepcionado me fui a mi casa con Blaze en brazos, esporádicamente le acariciaba la cabeza como tratando de decirle que no tenía la culpa. No sabía si me entendía o sin entendía mi frustración, pero se quedó quieto entre mis brazos haciendo ese ruidito gracioso con su nariz.

Al entrar en casa me fui directo a mi habitación, mis padres comprendieron que algo me pasaba y decidieron dejarme tranquilo. Cerré la puerta y me acosté boca abajo; dejé a Blaze estar conmigo en la cama, comencé a hacerle caricias en la panza que le causaban al parecer cosquillas por como agitaba sus patitas y los ruidos en su nariz. Así seguimos un rato hasta que ambos caímos en una especie de letargo. No sentí apetito por lo que no bajé a la hora de la cena, podía sentir como avanzaba el día por como los rayos del sol que entraban por mi ventana cambiaban. Me encontraba con los ojos cerrados aún en mi cama cuando escuche que alguien llamaba a la puerta, era extraño a esas horas, generalmente no recibimos visitas en las tardes.

— Buenas tardes, señora Carla. ¿Se encuentra Vince? —preguntó el inoportuno visitante.
— Hola, Alex. Está encerrado en su habitación, no quiere hablar con nadie.
— ¿Es mucha molestia si paso a hablar con él? —preguntó Alex.
— No, para nada. Ya sabes dónde está su habitación.​

Sentí la puerta de mi habitación abrirse y luego reconocí una voz familiar.

— ¿Te vas a quedar allí toda la vida hasta que te salgan raíces como un Tangela?
— ¿Qué haces aquí, Alex? —pregunté girándome en la cama.
— Vine a ver cómo viven los perdedores —respondió con sarcasmo— ¿Qué crees que hago acá? Vine a ayudarte a entrenar, tienes dos semanas antes de que finalicen las pruebas para el equipo.
— No pedí tu ayuda. —respondí para luego girarme nuevamente en la cama para darle la espalda.
— ¡Por el amor a Arceus, Vince! Levántate de esa cama, ponte algo apropiado y trae al ‘almuerzo’ contigo.
— Ya te pedí que no le dijeras así. —reclamé.
— Está bien. Vale, vale. Sólo fue una broma. Ahora levántate que vamos a entrenar.
— ¿Ahora?
— Si, ahora.​

Pasaron unos minutos antes de que aceptara la propuesta de Alex, la verdad no tenía muchos ánimos y había aceptado que mi meta no se cumpliría. Al final terminé cediendo; me puse un conjunto deportivo y bajé de mi habitación junto a Tepig. Afuera de la casa, en nuestro pequeño patio frontal, acostados sobre el césped mirando el firmamento se encontraban Alex y su Pokémon. Al vernos se pusieron de pie.

— Te llevaré al mejor lugar para entrenar. —dijo Alex— Y la mejor forma de llegar es trotando, así que levanta esos pies y sígueme.
— ¿Estás de broma, no?
— Para nada ¡Vamos Scratch!​

Tepig y yo nos vimos la cara, y antes de darnos cuenta Alex y Scraggy ya estaba corriendo. No nos quedó más remedio que seguirlos. No sé si recuerdan, pero les comenté que los deportes no son mi especialidad por lo que me costaba mantener el paso. No podría decir lo mismo de Blaze que se encontraba muy contento moviendo sus pequeñas cuatro patas al lado de su nuevo amigo Pokémon. Unas cuantas calles más adelante ya me estaba fallando la respiración y necesitaba tomar un descanso, como pude me acerque a Alex para hacerle una consulta.

— ¿Falta mucho, Alex? —pregunté apenas pudiendo respirar.
— ¿Ya te estás quejando en la primera media hora? —respondió deteniendo su marcha—. No sé si lo comprendas, Vince. Pero esto no es un juego de niños. En la lucha Pokémon no son sólo ellos quienes hacen todo el trabajo. No es lo mismo ser un entrenador flojo que pone a combatir a su Pokémon una y otra vez por unas simples y mugrosas medallas ¿comprendes? Debemos ser uno con nuestro Pokémon; si ellos ganan nosotros ganamos, si ellos pierden nosotros perdemos, si ellos sufren nosotros también sufrimos.
— Lo siento, no fue mi intención. —fueron las únicas palabras que pudieron salir de mi boca mientras agachaba la cabeza.
— Lo que quiero que comprendas es que para ser un luchador Pokémon tienes que crear un vínculo, mientras más fuerte sea ese vínculo más confiará tu Pokémon en ti, y serán mejores luchadores. ¡Así que deja de quejarte y vamos!​

En ese momento me di cuenta de que aún tenía mucho que aprender, que lo que yo consideraba un sueño no era más que un simple capricho si no hacía caso a esas palabras. Continuamos la marcha por unos minutos más, en todo el resto del camino no dejé de pensar en las palabras de Alex; tendría que hacerme más fuerte si quería conseguir algo. Nos encontramos de pronto en los límites de la ciudad, subiendo por una de las colinas que la bordean. Era la primera vez que iba a ese lugar y me asombró la cantidad de enormes árboles que había.

— Aquí es donde vamos a entrenar ¿Qué te parece?
— No conocía este lugar ¿Qué son estas marcas? —pregunté señalando uno de los árboles cercanos.
— Estaban allí la primera vez que vine, al parecer fueron hechas por Pokémon que entrenaron acá antes, es por eso que la llamo 'la colina del luchador’
— Si los árboles no fuesen tan gruesos los hubiesen derribado, mira nada más el impacto de esas marcas. ¿Y qué clase de entrenamiento vamos a hacer hoy?
— Por hoy, ninguno. Primero tienen que ponerse en forma, en especial tú. Puedo ver una ‘pancita’ asomándose.
— ¡Alex! ¿Ni ayudándome dejas de burlarte de mí?
— No aguantas una simple broma entre amigos.
— Ya te dije, no recuerdo que fuésemos tan ‘amigos’.​

El sol comenzó a ocultarse entre las montañas mientras estábamos en la colina, un día más estaba llegando a su fin.

 

Hoy es lunes y significa que es día de actualizaciones, pero antes vamos con los comentarios.

• Thranduil

• Thranduil la verdad si salió un capítulo corto pero es más por ir organizando las situaciones y nada quede a medias. En cuanto al entrenamiento, ya lo verás en este capítulo, tarde o temprano las cosas llegan. ¿Por qué siempre la desconfianza con aquellos que quieren ayudar? Alex tiene sus motivos, quizás aparezcan en los próximos capítulo.

Capítulo IV

Durante la siguiente semana estuvimos haciendo el mismo recorrido desde mi casa hasta la colina de entrenamiento en las tardes después de clases; aunque a simple vista no se notaba estaba rindiendo sus frutos, cada vez me sentía con más fuerzas y ánimos, ya no me cansaba tan fácilmente y hasta Blaze se encontraba entusiasmado.

Después de llegar al final del recorrido nos sentábamos a ver el paisaje y admirar como el sol se ponía detrás de las montañas. Además de un entrenamiento físico parecía un entrenamiento espiritual. Comenzaba la segunda y última semana, pensé que la rutina iba a continuar, pero Alex tenía otros planes.

— Vince, creo que ya es hora de comenzar con el verdadero entrenamiento ¿qué opinas?
— Después de todo lo que hemos pasado esta semana me siento preparado para cualquier cosa. —le respondí.
— Entonces, no perdamos más el tiempo. —dijo Alex poniéndose de pie— ¿Qué movimientos sabe tu Tepig?
— Según lo que he revisado sólo ha aprendido Ascuas y Placaje.
— Tenemos que mejorar eso si quieren llegar a alguna parte. —Alex tomó una postura pensativa después de esas palabras— De ahora en adelante éste será su árbol. —dijo señalando uno de los árboles de la colina que no tenía marca alguna.
— ¿Qué es lo que tienes en mente? —alcancé a preguntar un poco extrañado.​

El plan de Alex era que Tepig usara ataques físicos contra el árbol para que así fuese ganando fuerza y resistencia; por dos horas mi Pokémon estuvo usando Placaje contra aquel árbol hasta que cayó rendido del cansancio. En su cuerpo se podían observar algunos rasguños producto del impacto contra la gruesa corteza del árbol. Tomando a mi Pokémon dimos por terminado el entrenamiento de ese día.

La tarde iba cayendo en Pueblo Loza cuando iniciamos nuestra marcha; Alex como siempre acompañado de su Scraggy y yo con Tepig en brazos dormitando agotado. Caminado por las calles del pueblo observamos como algunas tiendas comenzaban a cerrar y los faroles uno a uno se iban encendiendo.

Alex nos acompañó hasta el frente de mi casa para luego seguir a la suya. Al entrar subí directo a mi habitación para curar las heridas de Tepig; tenía muchos raspones y algunos sangraban levemente. Alex tenía razón, ‘si tu Pokémon sufre, tú también sufres’. No me gustaba ver a mi compañero así, pero teníamos que volvernos más fuertes.

— Siento mucho hacerte pasar por esto, amigo. —le decía al cerdito mientras le limpiaba las heridas.
— ¿Tep? —respondió viéndome como extrañado.
— Ojalá pudieses hablar, así nos entenderíamos más y me dirías cuando algo te moleste. Creo que con esto será suficiente. —le dije mientras lo colocaba en su cama— Voy por tu comida y luego a dormir, mañana será otro dia.​

Blaze no tardó en acomodarse entre su manta haciendo esos ruiditos con la nariz que tanto me gustaban; después de que ambos cenamos nos fuimos a dormir, pensando en que no esperaría al día siguiente.

Con el amanecer nada cambió; clases en la mañana, entrenamiento en la colina en la tarde y en la noche curar las heridas de Blaze, así por los cuatro días siguientes. A la tarde del quinto día llevábamos como quince minutos golpeando el mismo árbol que permanecía inmutable ante las embestidas de Tepig cuando fuimos súbitamente.

— ¡Detente! —nos gritó Alex.
— ¿Sucede algo?
— No hemos progresado nada, tan sólo fíjate. —señaló el árbol y tenía razón, apenas si tenía algunas marcas apenas perceptibles— Lo he estado pensando, necesitamos que Blaze aprenda un nuevo movimiento.
— ¿Cómo lo lograremos? —pregunté— La única forma es que obtenga experiencia luchando ¿no pensarás…?
— ¿Qué luche contra Scratch? No, no creo que esté lo suficientemente preparado para eso, tengo otra idea. Pero tendrás que poner mucho de tu parte, amiguito. —le decía a Tepig mientras le acariciaba la cabeza.
— ¿Cuál es tu plan entonces?
— Verás, anoche estuve estudiando…
— ¿Estudiando? —interrumpí.
— Si, ‘estudiando’. Y conseguí algo que será muy útil. Presta atención amiguito —le dijo a Tepig— necesito que cierres tus ojos y concentres el calor de tu cuerpo ¿crees poder hacerlo?
— ¿Tep? —fue la respuesta de mi Pokémon viéndolo como tratando de adivinar que significaba eso.
— Solo tienes que hacer lo que yo te diga. Ahora, cierra tus ojos e imagina que concentras el calor de tu cuerpo en una esmera dentro de ti.​

Tepig en la medida de sus capacidades fue haciendo caso a las órdenes de Alex. Con sus ojos cerrados adoptó una apariencia serena. De pronto su cuerpo lentamente comenzó a brillar y a cubrirse con unas llamas tenues.

— ¡Mira, Alex! —fue mi reacción al ver con asombro lo que ocurría.
— Ya casi lo tienes, Blaze. Concentra un poco más.​

Blaze siguió acumulando su energía anterior y las llamas apenas visibles comenzaron a cubrir su cuerpo.

— Ya es suficiente, Blaze.
— Eres maravilloso. —le decía a mi Pokémon mientras lo alzaba en alto.
— Lo dejaremos hasta aquí y continuaremos en dos días.
— Pero Alex, la prueba será en pocos días, no nos podemos detener ahora que hemos progresado.
— Paciencia, Vince. No podemos apresurar las cosas, además los Pokémon se merecen un poco de descanso y diversión.​

El retorno fue más temprano de lo habitual, resultaba un poco extraño ver tanta actividad en las calles. Algunas personas realizando las compras de las tardes, otros dando un paseo vespertino y otros trabajando en sus tiendas. Mientras las personas iban de aquí para allá nosotros cuatro caminábamos como si fuésemos ajenos al mundo. Por un momento volteé a ver a Alex, pensándolo bien él y su Pokémon tenían cierto parecido. Ambos caminaban con ese aire despreocupado, siempre con las manos en los bolsillos; aunque Scraggy no tenía bolsillos se la pasaba agarrando la parte baja de su cuerpo, esa que parece un pantalón. El cabello despeinado de Alex tampoco le ayudaba mucho; cualquiera que no los conociera pensaría en que son una especie de ‘gamberros’.

Llegue a preguntarme si Tepig y yo alguna vez tendríamos alguna semejanza; entonces me vi y pensé, mi camina es un poco más suelto y mi apariencia no es tan desaliñada. No pude evitar soltar una pequeña carcajada y los demás voltearon a verme extrañados. Tomé a Tepig y lo subí a mi hombro para que pudiera disfrutar mejor de la caminata. Y así los cuatro seguimos nuestro rumbo. Nos despedimos frente a mi casa como de costumbre; al ser todavía temprano aproveché el resto de la tarde para jugar con Blaze y después nos echamos en el sofá a ver televisión hasta que se hizo de noche. Nos fuimos a la cama pensando que nos esperaría en los próximos días.

 

Aquí estamos nuevamente con un capítulo más, pero antes los comentarios de siempre.

• Thranduil

• Thranduil en realidad es mas cercana la relación cuando se tiene un sólo Pokémon, y en definitiva hace los combates y narraciones más sencillas. Pero igual no quita que sean complicados. Y fue un capítulo más de enlace, para ir mostrando de a poco como se va dearrollando los inicios de este dúo. Creo que no hay nada más que agregar, dejemos que el capítulo hablé por si sólo.

Capítulo V

Los primeros rayos del sol ingresaron por la ventana; poco a poco nos fuimos sacudiendo el sueño, lo cual era extraño si pensamos que era domingo. Me levanté para asearme y junto a Blaze bajamos a desayunar, mi madre se sorprendió al verme despierto a esa hora un domingo, era algo fuera de lo común para ella, pero me sentía con muchas energías por dentro y pienso que Blaze se sentía igual. Después de comer descansamos un poco y salimos al patio de la casa.

Era una mañana apacible, corría una brisa ligera que mecía lentamente los árboles del jardín; jugueteé un rato con mi Tepig revolcándonos en el césped. Era una buena mañana, quizás deberíamos aprovecharla.

— Blaze ¿te parece si practicamos un poco lo de ayer?
— ¡Tep! ¡Tep! —respondió mi Pokémon brincando de la emoción.
— Muy bien, quiero que cierres los ojos y te relajes; acumula la energía dentro de tu cuerpo como si se tratara de una esfera. —el Pokémon seguía mis instrucciones— Ahora quiero que la liberes. —las llamas fueron más fuertes que el día de ayer, tomé a mi Pokémon para felicitarlo, pero de pronto fuimos interrumpidos.
— Al parecer Ustedes no saben seguir instrucciones. —dijo la voz detrás de nosotros.
— ¡Alex! Menudo susto me has dado.
— ¿Tan feo soy?
— No querrás que te responda eso ¿cierto? Más bien dime ¿qué haces aquí?
— Sólo vine a buscarte, para dar una vuelta. —dijo.​

Subí a mi habitación a ponerme ropa de calle, al salir nos esperaba Alex acompañado de su fiel Scraggy; comenzamos a caminar en dirección oeste del pueblo. Alex no mencionó palabra durante todo el trayecto, algo muy atípico en él ya que es muy locuaz; lo notaba muy pensativo, no me atrevía a preguntarle si algo ocurría. Mi sorpresa fue mayúscula cuando llegamos a nuestro destino, uno bastante peculiar.

— ¿Qué hacemos en la pista del aeropuerto, Alex? —pregunté.
— Nada en espacial, sólo me gusta venir acá a pensar un poco.​

«Pensar» No es algo que se le escuche decir a Alex muy seguido; desde que lo conozco tengo la impresión de que ha sido una persona que siempre actúa y luego piensa en lo que hizo, aunque la mayoría de las veces las hace sin pensar. Se notaba que tenía un gran peso sobre los hombros. Seguimos apoyados sobre la cerca que divide el perímetro un rato más; nuestro Pokémon jugaban alegremente indiferentes a lo que ocurría cerca. Me estuve preguntando solo ese tiempo si tenía algo que decir o esperaba que le hiciera la pregunta que abriera la llave de sus emociones. Dejé de debatirme todo eso y decidí romper el silencio.

— ¿Te sucede algo, Alex?
— No… Si... Bueno… —titubeó— Verás, ayer mis padres me han confirmado lo que ya venía sospechando desde hace rato. —se giró hasta queda apoyado de espaldas en la cerca— Cuando termine el año escolar nos iremos de Teselia. —fijó su vista al cielo al pronunciar estas últimas palabras.
— ¿A dónde se irán?
— Quizás a Sinnoh, o tal vez a Johto. Aún no lo tienen bien decidido.​

El silencio volvió a reinar, la noticia me había dejado sin palabras; en ese momento tal vez decir algunas palabras de apoyo pero no se me ocurrieron ningunas, a pesar de que con Alex no tengo una relación cercana hemos creado un vínculo de amistad bastante particular, si se puede llamar de alguna forma. Varias veces traté de decir algo, pero no tenía idea de qué decir. Fue Alex quien rompió el silencio esta vez.

— Mira, Vince. —Alex señalaba hacia uno de los aviones que se estaba preparando en la pista— Es el avión de Skyla, esa chica nunca para ¿a dónde crees que irá esta vez?
— La verdad ni idea. No sé cómo puede ser piloto y líder de gimnasio al mismo tiempo. Esos entrenadores Pokémon son muy extraños ¿no te parece?
— Si, sabrá Arceus que cosas pasan por sus cabezas. —reímos.​

Así pasamos el resto de la tarde, a orillas de la pista del aeropuerto de Pueblo Loza echados en la hierba junto a nuestros Pokémon viendo como despegaban y aterrizaban los aviones de carga, sin cruzar palabras; los cuatro bajo un hermoso y despejado cielo azul.

El sol comenzó a ocultarse detrás de las montañas, era tiempo de volver a casa. Extrañamente Alex se despidió de nosotros en la pista por lo que tuvimos que hacer el camino de regreso solos. Blaze estaba algo agotado de tanto juego así que lo coloqué sobre mi hombro donde comenzó a dormitar. En el fondo me sentía afligido por la noticia de Alex, había hecho tanto por nosotros en los últimos días y pensar que pronto se iría lejos causaba nostalgia.

En ese momento me di cuenta de que las calles se sentían aún más solitarias, a pesar de que el sol aún o se había ocultado del todo se sentía como si fuese media noche. Íbamos por una de las calles cuando escuchamos un ruido proveniente de una de las callejuelas, en ese momento Tepig levantó sus orejas poniéndose en estado de alerta.

Cuando nos asomamos vimos a un par de malandrines de más o menos mi edad que intimidaban a un chico más pequeño que ellos. El que lo tenía tomado por la camisa era un chico alto, de cabellos rubios; el que estaba a su lado era un poco más bajo y delgado que el líder, su cabello parecía rojizo. No podía permitir tal injusticia, a pesar de que estaba bien claro que llevaba las de perder.

— ¡Hey, Ustedes! —grité— Dejen de molestar al chico.
— ¿Acaso es amigo tuyo? —respondió el rubio que lo sujetaba firmemente.
— ¿Piensas hacer algo o te quedarás solo allí parado? —habló el pelirrojo.
— Yo… —titubeé un momento pero luego vi a mi Pokémon— ¡Blaze, usa Ascuas! —ordené a Tepig que saltó de inmediato de mi hombro y lanzó desde sus fosas nasales unas ardientes brazas que casi alcanzan a uno de los atacantes.
— Te la das de rudo ¿no? ¡Sal Tyrogue! —dijo el líder lanzando una pokébola.
— ¿Qué tal si jugamos doble o nada? —el pelirrojo tampoco quería quedarse fuera de la contienda— ¡Vamos, Tyrogue!
— «Entrenadores Pokémon» —mascullé.​

La situación no pintaba bien para nosotros, pero no planeaba rendirme en ese momento. Tepig nunca había tenido un combate de verdad y ahora estábamos enfrentado a dos entrenadores. Era una prueba de fuego para nosotros.

— Usa nuevamente Ascuas.
— Esquívalo. —el segundón logró slavar a su Pokémon del ataque ígneo por unos centímetros.
— ¡Placaje, Tyrogue! —el líder aprovechó que estaba enfocado en su compañero para atacar a Tepig por un costado haciendo que cayera entre unos botes de basura.
— Vamo, Blaze. Tú puedes. —intentaba animar a mi compañero— ¡Ahora Placaje! —ordené tratando de devolver la ‘cortesía’ a nuestro atacante.
— Tyrogue, Sorpresa. —el chico de cabellos rojizos ordenó un contraatque y su Pokémon se colocó entre ambos y con un golpe de palmas sacó de balance a Tepig haciendo que retrocediera.​

Me di cuenta de que no íbamos a poder enfrentar a dos Pokémon a la vez, pero tampoco tenía intenciones de rendirme fácilmente. Miré a mi compañero con un dejo de desesperanza, eran más que nosotros y se notaba que tenían más experiencia de combate.

— Ya es hora de que admitas tu derrota. —habló el líder.
— No lo haré ¡Blaze Nitrocarga! —ordené a Tepig como última acción desesperada.
— ¡Patada Salto Alta! —orderaon ambos malandrines a la vez.​

Tepig comenzó a cubrir su cuerpo con un manto ígneo preparando su siguiente ataque, al mismo tiempo nuestros rivales dieron un gran salto alcanzando una altura de unos tres metros sobre el suelo, perfectamente sincronizados. Las llamas que rodeaban a Tepig eran más notorias; ambos Tyrogue apuntaban con sus piernas al lugar en que se encontraba, listo para atacar Blaze dio un salto y el trio de Pokémon convergió en algún punto. La suma de sus ataques generó un resplandor ámbar que iluminó el callejón.

De la esfera de energía salió algo en dirección donde me encontraba golpeando los botes de basura, al voltear me fije que era Blaze que se encontraba muy mal herido, del otro lado el par de malandrines estaban junto a sus Pokémon en pose ganadora, cosa que me hizo hervir la sangre aún más, pero en ese momento la prioridad era mi compañero.

— A ver si con esto aprender a no meterte con los hermanos Colt.
— Los próximos campeones de la Liga Teselia —completó la frase el menor de los hermanos.
— Vamos, Samuel. Este par ya me aburrió. —dijo el mayor de los hermanos.
— Si los volvemos a encontrar la van a pasar realmente mal, Simón.​

Los hermanos llamaron de regreso a sus Pokémon a las pokébolas y se marcharon dándome la espalda. El chico que había presenciado el combate también se marchó corriendo en dirección opuesta. Quedamos solos en ese mugriento callejón Tepig y yo. Tomé a Blaze entre mis brazos, parecía estar muy lastimado y se encontraba inconsciente. Sin perder el tiempo corrí hasta mi casa cargando a mi compañero, tenía que curarle las heridas pronto. Al llegar a casa les expliqué a mis padres lo ocurrido y me ayudaron a sanarlo, pero nada que reaccionaba.

Subimos a la habitación y lo tendí en su cama junto a la mía. Pase casi toda la noche en vela pendiente de él; me sentía triste y a la vez molesto conmigo mismo por haber arriesgado así a mi compañero. No sé en qué momento me quedé dormido, al despertar los ratos del sol entraban por la ventana. Volteé a ver dónde se encontraba Blaze, seguía dormido; me senté un rato junto a él, de pronto comenzó a moverse y a abrir sus ojos lentamente, estaba contento al verlo despertar. Trataba de colocarse de pie y de pronto todo su cuerpo se cubrió de un tenue resplandor dorado.

 

Después de mucho tiempo me digno a actualizar este fic, es una lastima que lo haya abandonado en la parte más interesante, pero ya saben como es esto de quedarse sin inspiración. Antes de ir con el capítulo vamos con los acostumbrados comentarios.

• Thranduil

• Thranduil mi querido erfo, fue un corte extraño la verdad, no recuerdo por qué lo dejé hasta allí si faltaba un párrafo para terminar el capítulo original. Los hermanos fue un toque para que ambos mundos interactuara, los entrenadores y los luchadores; también para que Vince se diera cuenta de que hay más mundo por descubrir. La inminente partida de Alex se debe a causas de fuerza mayor, en parte también es bueno, Vince no tiene porque depender siempre de él; además veremos que sucede con esas duplas más adelante luego de su partida. En cuanto a la sumatoria de personajes no creo que llegue a tanto, es una historia semi corta, y creo que llegamos a la mitad de la misma. No quiero hacerlo tan extenso. Y a partir de este momento entro en una época oscura porque todo lo que se agregue es nuevo, ya se me acabaron los capítulo a re escribir.

Capítulo VI

El resplandor cubría su cuerpo mientras él se miraba sin entender que estaba sucediendo; la silueta de Tepig comenzó a cambiar, su postura cambió de estar sobre sus cuatro extremidades a una erguida apoyada sobre las extremidades traseras, su cuerpo también cambió haciéndose más fornido. Lo que estaba observando me dejó sin palabras, Tepig había evolucionado frente a mis ojos.

Mientras eso sucedía en la planta inferior alguien llamó a la puerta, se escucharon algunas voces y ruidos, pero yo estaba muy concentrado con lo que estaba sucediendo; de pronto me pareció oír en un murmullo la voz de Alex, me levanté y baje corriendo las escaleras, en efecto era él quien había llegado. Apenas llegó a saludarme cuando le solté la noticia.

— ¡Alex, no vas a creer que acaba de pasar!
— ¿Qu..?​

No le di tiempo siquiera de preguntar, lo arrastré a mi habitación para que lo viera con sus propios ojos. Ya en mi habitación Alex vio a mi compañero, luego me vio y soltó una sonora carcajada que retumbó por toda la casa.

— ¡Ustedes de verdad son una caja de sorpresas! —decía mientras se secaba una lágrima del ojo por reírse tanto— No dejan de sorprenderme, la verdad. Pero aún no es tiempo de cantar victoria —dijo seriamente—, el entrenamiento apenas comienza.​

Minutos después salimos de mi casa, los cuatro como siempre. Por todo el camino no dijimos nada, sólo caminamos al lugar de entrenamiento. Una vez allí fue Alex quien rompió el silencio.

— Ahora que Blaze ha evolucionado su capacidad de combate ha mejorado —dijo—. Ya no es un débil Tepig, se ha convertido en un robusto Pignite; sus stats de ataque y defensa han aumentado, eso sin contar que ha adquirido los tipo Lucha y Fuego, tenemos que sacar provecho a todo eso —yo sólo podía agitar mi cabeza de forma afirmativa ante sus argumentos, observándolo con mucha admiración; al parecer no es tan tonto como parece, por favor, no le digan que yo dije eso ¿entendido?—. Es hora de probar que tan ha avanzado.
— ¡Nitrocarga! —ordené.​

El cuerpo de mi compañero se envolvió en llamas de color ámbar, aún más intensas que las primeras que había conseguido siendo un Tepig, luego embistió el árbol que habíamos estado usando en el entrenamiento consiguiendo hacerle unas muescas en la corteza, las primeras desde que comenzamos a entrenar.

Los días siguientes el entrenamiento cambiaría para aumentar la fuerza y la velocidad de Pignite, decía Alex. Comenzamos a trotar de mi casa a la zona de entrenamiento, de allí a casa de Alex y de regreso a la zona de entrenamiento; los primeros días resultaron muy agotadores pero luego nos acostumbramos al ritmo. Después de eso se continuaba con el ejercicio con el árbol, ya habíamos logrado quitar gran parte de la corteza. El entrenamiento no tardó en rendir frutos, no sólo éramos más fuertes y ágiles, sino que teníamos más confianza.

Un día mientras esperábamos a Alex para entrenar recibí una llamada de su parte, diciendo que nos esperaba en el lugar de siempre, era muy raro. Cuando llegamos nos esperaba Alex sentado con la barbilla apoyada en el mango de un hacha.

— ¿Qué haces con eso, Alex?
— Esto querido amigo —dijo poniéndose de pie— es el siguiente nivel de ‘tú’ entrenamiento. Así que ven acá y comienza a derribar este árbol que nos vendrá de perlas. —me dio el hacha y luego le dio unas palmadas a uno de los árboles de la colina.
— ¿Acaso talar árboles no es ilegal?
— Puedo que si, puede que no —fue su respuesta ambigua—, después nos ocuparemos de eso. Te prometo que al finalizar plantaremos un árbol ¿vale?
— Si nos preguntan diré que fue idea tuya —le lancé una mirada de pocos amigos—, y sabes que lo es. —le dije mientras comenzaba a golpear el árbol con el hacha, o eso pensaba yo.​

Me llevó más tiempo de lo que pensaba; dos días enteros, para derribar ese árbol de apenas treinta centímetros de grosor.

— Listo, Alex ¿Y ahora qué?
— ¿Ves ese tocón? —respondió— Es hora de hacer un poco de leña para el invierno.
— Estás de broma ¿verdad?Ni en tu casa ni en la mía hay chimenea. —respondí con una mezcla de incredulidad y molestia.
— Es mejor que te des prisa o te pasará como el cuento de ‘La Hormiga y la Cigarra’.​

No muy animado comencé a cortar el tronco, primero en partes y luego sobre el tocón lo partía a la mitad. Todo esto mientras Alex, Scraggy y Pignite me observaban cómodamente bajo la sombra de un gran roble.

— ¡Ya está! —dije cuando di el último hachazo— Este es el último leño.
— Excelente trabajo, amigo —Alex me dio unas palmadas en la espalda—. Aunque lo hubiese hecho en la mitad del tiempo. —me encontraba muy cansado como para replicar a su comentario.
— ¿Y ahora qué? —pregunté.
— Veamos —hizo una pausa— ¡Piensa rápido! —decía mientras arrojaba uno de los leños a Blaze quien lo esquivó por escasos centímetros.
— ¿Te volviste loco, acaso?
— Para nada, mi estimado. Este entrenamiento te debió volver un poco más fuerte, es hora que tu Pokémon se haga más fuerte también. Pignite aprende un movimiento que se llama ‘Empujón’; le será muy útil en combate, pero antes tenemos que trabajar en la fuerza de sus brazos, así como hiciste con los tuyos —sonrió.​

Y así el nuevo entrenamiento comenzó.

— ¡Golpea! ¡Golpea! ¡Esquiva! ¡Golpea! —repetía Alex sin cesar cada vez que le arrojaba un leño a Blaze.​

Como se podrán imaginar se convirtió en el entrenamiento más fuerte y complejo que habíamos realizado hasta el momento; no sólo se trataba de aumentar el ataque de Blaze, sino trabajar en su defensa y su agilidad para esquivar ataques rivales. Al llegar a casa luego de los entrenamientos tenía que curar a mi Pokémon, el golpear continuamente los leños le causaba heridas en su manos, también tenía heridas en otras partes del cuerpo cuando no lograba esquivar algún leño. A pesar de todo se podía notar el progreso.

En unos cuantos días la pila de leños que tanto me costó cortar no era más que una pila de astillas en la colina. Los días habían pasado y el plazo para las pruebas del equipo estaba próximo a culminar, para bien o para mal ya habíamos hecho todo lo posible, sólo quedaba esperar la decisión del entrenador.

— Me parece que eso es todo —dijo Alex exhalando como si hubiese hecho un gran esfuerzo—. El plazo se ha agotado, y estoy seguro de que ya están listos para mostrar de que están hechos.
— ¿Estás seguro, Alex?
— ¡Más que seguro! —carcajeó— El resto depende de Ustedes. ¿Listo para una última prueba?
— ¡Seguro! —dije confiado— ¡Blaze, Nitrocarga! —ordené— ¡Sigue así! ¡Ahora Empujón!​

Pignite con su movimiento de Nitrocarga fue golpeando varios de los troncos como si de una gran bola de fuego se tratara, por último dio un poderoso golpe de palma que terminó de desnudar el tronco del árbol con el cual habíamos entrenado las últimas semanas.

— Es hora de decir hasta pronto a este lugar. —dijo Alex con un tono sentimental.​

Me sacudí la tierra de las manos en mi pantalón e hice una pequeña reverencia en agradecimiento frente al pequeño árbol de escuálidas ramas que acababa de sembrar. Así concluyó el entrenamiento en la colina. Al día siguiente tomaría la prueba para ingresar al equipo de lucha Pokémon; Alex tenía razón, él hizo por nosotros lo más que pudo, el resto dependía de nosotros.