Chūō Paraja Casino & Bar [Club privado]

Oculto en el corazón de Ginza, el distrito más exclusivo tanto de Chūō como de Tokio, se encuentra un club privado regenteado directamente por la yakuza local. Con una amplia trayectoria como casino, hace pocos meses decidió renovarse y convertirse en un club privado. Se accede a él mediante una callejuela donde no destaca de ningún modo, pero la decoración y arquitectura dentro cambian radicalmente, presentando una gran elegancia y opulencia de estilo europeo. Alfombra en el suelo, mesas y acabados en madera, comodidades hechas en cuero y enormes telarañas doradas. Su target es de clase alta, trabajan de jueves a domingo y se desempeñan en gran cantidad de rubros: bar, restaurante, casino. Ofrece, además, un servicio de damas de compañía.

Está compuesto por un salón principal y salas individuales; a la derecha, aquellas destinadas a partidas privadas, y a la izquierda, las salas de negocios.

Barrio de Tokio: Chūō

​

Contenido oculto: NPCs

Esta sección la iré completando a medida que aparezcan los NPC en la sala.


Edad: 22 años
Utilidad: es el jefe de la barra, sobrino de uno de los principales inversionistas, Kenichi Shinoda.


Edad: 21 años
Utilidad: es uno de los inversionistas principales del establecimiento. Apodado como el "Quebrantahuesos", es una figura atípica y bastante extravagante que se pasea por las calles de Tokyo. Es de baja estatura y tiende a cambiar su color de cabello.

 

El amigo de Manson había alegado tener cierta experiencia en atención al cliente, cosa que francamente no me molesté en chequear antes de despacharlos, diciéndole que se pasara un rato a la tarde previo al horario de apertura. Sabía que mi actitud ayudaba tan poco como la suya y, la verdad, me daba igual. No solía molestarme en ser una persona diferente frente a nadie, ni siquiera los de arriba.

Tanto los jueves como los viernes me iba directo de la escuela al Paraja, el tiempo no me daba para hacer una parada en Nakano. Llegué a eso de las seis de la tarde, ya había algunas personas dando vuelta y pasé de todos para meterme a la oficina. Me quité el uniforme escolar para vestirme con la ropa que tenía allí: camisa blanca, pantalón negro y zapatos azul marino. Guardé unas cosas, revisé otras, me interceptaron con algunas preguntas y estaba en el salón principal revisando una lista de inventario cuando uno de los de vigilancia se me acercó.

—Yaboku, hay un muchacho en la puerta.

Deslicé la mirada en dicha dirección, luego al muchacho y asentí, volviendo a la hoja.

—Ah, sí, hazlo pasar. Viene por los puestos de la barra.

—¿En serio? —Yuuji apareció como un resorte del otro lado de la misma, tenía unas botellas en la mano y la sonrisa le iluminó el semblante—. ¡Por fin! ¿Cómo es que nadie se presentó por tanto tiempo?

El de seguridad ya se había ido a abrir. No me inmuté en ningún momento, ni siquiera miré a Yuuji y levanté el papel para revisar el siguiente.

—Yo tengo cosas que hacer —murmuré, reajustando la posición y alzando la vista hacia la puerta; una chispa de diversión realmente imperceptible danzó en mi tono—. Así que te encargarás tú de él.

—¡Hombre, por supuesto! Es mi polluelo, después de todo.

Arqueé una ceja, incluso sin que pudiera verme. ¿Polluelo? Ah, daba igual. El guardia abrió la puerta y se hizo a un lado sin emitir palabra, permitiéndole el acceso a Aleksander. Yo seguía apoyado en la barra, una pequeña sonrisa me curvó los labios y apoyé ahí el inventario. Empecé a caminar hacia el encuentro del chico con cierta seguridad en el andar. Aún no abríamos, así que estaba bastante relajado.

Y aquel era mi pequeño castillo.

—Bienvenido —dije, deteniéndome frente a él—. ¿Viniste solo?

 

El muchacho lucía ligeramente tenso, cosa que no me extrañaría de nadie, la verdad. Sabía que todo el rollo del establecimiento podía levantar sospechas y sembrar dudas, desde que lo habían rediseñado como club privado era shady a cagar. Personalmente prefería la impronta anterior, pero ¿qué podía hacer? Seguía siendo un mero empleado.

Hal mantuvo su atención en la barra y, al recibir sus ojos, asentí brevemente. Manson se había retrasado, cosa que a mí no me modificaba demasiado, así que empezaríamos con él sin más. Al menos, y de momento, parecía que iba a comportarse.

—Sígueme —indiqué en tono neutro.

Me di la vuelta y regresé a la barra, donde Yuuji estaba recargado y tipeando algo en su móvil. Tenía una sonrisa danzando en sus labios y dio un ligero respingo al percatarse de nuestra presencia. Se irguió, dejando el aparato sobre la madera, y nos dedicó un gesto sosegado; incluso así, no me pasó desapercibida la forma en que escaneó a Aleksander de pies a cabeza.

—Este es Yuuji Shinoda, el jefe de barra —le expliqué al recién llegado, y giré el rostro hacia el susodicho—. Yuuji, Aleksander Hal. Manson lo recomendó.

Yuuji arrugó el ceño y, de repente, sonrió.

—¡Ah! Sí, sí, la camarera nueva. —Hubo una ligera chispa de diversión en su tono y deslizó la mirada a Hal—. ¿Eres amigo de Kathy-chan~?

—Yuuji va a enseñarte lo básico —proseguí, pisando completamente la pregunta del imbécil—. En una hora abrimos, los jueves suelen ser tranquilos hasta más o menos las diez, así que puedes quedarte y ver cómo funcionas.

—Que sepas que estás haciéndome trabajar fuera de horario —advirtió Yuuji, apuntándome y muy serio—, más te vale pagármelo.

Yo lo miré, repasé su expresión y esbocé una pequeña sonrisa. ¿Qué horas extra quería este jodido nene de papá? Si estaba aquí gracias a su tío y sólo contrataba ayudantes para rascarse los putos huevos. Le sostuve la mirada, no dije nada y volteé hacia Aleksander.

—Vamos a conseguirte un delantal, al menos. ¿Alguna duda antes de eso?

 

Aleksander no estaba dando mucha tela, pero honestamente los prefería así. Centrados, taciturnos y dispuestos a cumplir su papel. Alegó no tener dudas, asentí y le indiqué con un movimiento de cabeza que me siguiera. Rodeamos la barra para cruzar la puerta que había a la derecha, la que daba a la sección del staff. Allí dentro la arquitectura cambiaba drásticamente y se convertía, bueno, en un ambiente normal. Era un lugar espacioso con muchas puertas a ambos lados, pero obvié todas para ir hasta el fondo, donde estaban los lockers de algunos empleados.

—Los días de mayor actividad son los viernes y sábados, usualmente de ocho de la noche a una de la mañana —respondí a su inquietud en tono neutro, abriendo una casilla y rebuscando dentro—. No se llena como un pub o una disco, si te lo imaginas así, pero hay muchas salas privadas. La carga de trabajo es similar.

Esa casilla de momento estaba desocupada, así que habían acabado metiendo ahí cosas al azar y prácticamente usándola de mini depósito. Conseguí un delantal, chequeé rápidamente que estuviera limpio y se lo alcancé, analizando su indumentaria.

—¿Qué talle eres? Mientras empiezas te buscaré un uniforme, también. Volvamos.

En lo que emprendíamos el regreso, la puerta se abrió y por ella aparecieron Érica y Aria. Iban riéndose y llevaban encima del hombro varios vestidos de lujo en sus perchas. Repararon en nosotros, pero básicamente las ignoré y siguieron hasta meterse en el vestuario. Ya las había saludado hace un rato, de todos modos.

De vuelta en el club, le indiqué a Aleksander la puertilla para ingresar a la barra y yo la rodeé para detenerme frente a ellos. Yuuji lo recibió con una sonrisa y le palmeó el hombro, inspeccionándolo.

—¿Hmm? ¿Es el delantal de Kyo-chan? —El castaño se carcajeó y meneó la cabeza—. Qué frío eres, Yaboku.

—¿Yo? —Se suspendió un breve silencio, esbocé una sonrisa ladina y deslicé la mirada a Aleksander—. Te dejo, entonces. Cualquier cosa que me necesiten puedes decirle al tipo de allá. Carter es de vigilancia y estamos comunicados.

Había señalado a un muchacho sentado al fondo de la barra, distraído en el móvil. Con eso hecho, simplemente me retiré al interior de la zona de staff. A ver de dónde sacaba un uniforme.

 

Lo estaba haciendo adrede, ¿cierto? No podía culparlo, realmente, pero eso no significaba que no me diera en las pelotas. ¿Quién se creía ese niñato para tocarme los cojones con toda la maldita intención? Mostrándose diligente y en la misma movida trayéndome tipos así. Un león sería más fácil de domesticar, en serio. Irónicamente, uno podría decir que ya estábamos insertos en esa dinámica: los ayudantes de barra iban y venían, duraban poco y Yaboku seguía sin ofrecerme personas dóciles. Era tan irritante como divertido, en serio.

Quizá por eso siguiera empecinado en trabajar ahí, incluso siendo el querido sobrino de Shinoda-san~

Aguardé a que Yaboku y Hal regresaran, me reí del delantal y, por la cara que el rubio puso, pensé que probablemente fuera tan arisco como lo parecía. Aún mejor, ¿cierto~? El jefecito nos marcó al imbécil de Carter y se retiró, dejándonos solos. Le eché un vistazo a Aleksander, cruzando los brazos bajo el pecho, y relajé la cadera en la barra.

—Bueno, guapura, algunas preliminares: si te pidiera un mojito o un daiquiri, ¿sabes decirme cómo lo harías?

 

Mi expresión no se modificó, la mirada tranquila y la sonrisilla casual, aunque sí que me hizo mucha gracia notar la forma en que había estado por referirse al daiquiri. Pobre daiquiri, ¿qué le había hecho? En fin, un chico tan bocazas podía traer muchos problemas, era verdad, pero de momento no me preocupaba. Además, si la reputación del bar caía esa responsabilidad pesaría directamente en los hombros de Yaboku, no en los míos.

Asentí, pues, y le indiqué la extensión de la barra con un vaivén fluido del brazo izquierdo antes de volver a cruzarlos sobre mi pecho. Los ingredientes los sabía, así que tocaba verlo.

—Prepárate un mojito sin asco, tú como en tu casa, y luego pasamos al daiquiri. Hoy probablemente te enseñe los tragos clásicos, también tenemos una carta de autor pero esa es más compleja y no nos dará el tiempo. —Suspiré, aunque sin perder la sonrisa—. ¿Y qué haces aquí, Hal? Digo, más allá de la recomendación. ¿Andas necesitando pasta?

Cotilla como siempre, ¿eh?

Contenido oculto

Si quieres, podemos hacer un mini juego para medir el desempeño de Alek preparando los tragos. Por cada trago puedes lanzar un dado de diez caras (máximo tres intentos), y que esa sea la "puntuación" que Yuuji le dé una vez finalizado. Para que esté aprobado, cada uno deba tener siete o más. Ahora empezamos con el mojito, luego seguramente siga el daiquiri y pues así continuamos.

 

Seguí sus movimientos en silencio, marcando buenas o malas decisiones en mi mente conforme él procedía. Se había lavado las manos, lo cual no era poca cosa y supuse que lo arrastraría de la experiencia de trabajos anteriores. La respuesta a mi curiosidad fue escueta que te cagas, pero me tragué la risa y atendí a la pregunta que me devolvió.

—Papá quería que dejara de sacar hongos en casa —resolví sin ninguna vergüenza—, así que terminé aquí.

La historia era un poquito diferente. Papá se había cansado, sí, pero de mi culo problemático, no mi ostracismo. Me prefería sirviendo tragos en este agujero dorado lleno de caritas interesantes antes que cagándome a palos en la calle, y desde un punto de vista fraternal lo entendía. No estaba seguro hasta dónde le hacía gracia haberme dejado al cuidado de su hermano, pero para la quinta noche en la comisaría del año se rindió y cedió a la oferta de Shinoda-san. Al final ni se estaba tan mal aquí dentro. Bebía alcohol caro y gratis, me regodeaba con las vistas y de vez en cuando algún espectáculo me entretenía lo suficiente.

Con el loco de Dubois pululando el establecimiento todo era posible.

Hal se lució con el mojito, incluso antes de probarlo deduje que sabría bien. En cuanto anunció que lo había acabado avancé hasta detenerme a su lado y me llevé el vaso a los labios. Le metí suspenso por la pura gracia y al final asentí, satisfecho.

—Perfecto~ Como si lo hubiera hecho yo.

Estaba terminando de decir aquello, con la vista puesta en Aleksander, cuando la puerta principal se abrió de golpe. Frank entró prácticamente de una patada, de hecho lo primero que apareció fue la suela de su bota, y le siguió de cerca una profusa carcajada. El enano captó la atención de cada alma presente en el salón central y meneé la cabeza apenas, regresando a Hal.

—El daiquiri ahora —anuncié, agachándome para recoger la licuadora, prepararla y enchufarla—. A ver si mantienes el talento, niño~

—Yuun-Yuuuuun~ —Frank apareció en la barra, le echó gran parte de su peso encima y clavó un codo para sostenerse el rostro con la mano. Me miraba como si fuera el puto amor de su vida o algo—. ¿Hoy estás más guapo o sigo puesto?

Solté una risa breve y le di dos golpecitos a la mesa frente a Aleksander, indicándole silenciosamente que no se distrajera. Más le valía hacerme caso, que intentaba salvarle el culo.

—Puede que ambas opciones sean correctas —concedí, ligero.

—Hmm...

Aquel tío llevaba el cabello de un color muy similar a la sangre seca, pero las raíces curiosamente claras denotaban que no era su tono natural. Tenía puestas unas gafas oscuras bastante grandes, desde ahí atrás reparó en Aleksander y sonrió. Yo me cagué en mis muertos.

—¿Hmm? —repitió, pero en un tono totalmente distinto, y arrastró los anteojos hacia arriba, despejándose el rostro—. ¿Qué tenemos aquí~?

—Un aprendiz, Yaboku lo trajo hace un rato —atajé, intentando captar su atención—. ¿Lo buscabas a él, a todo esto?

Pero Frank no me llevó el apunte. Su par de ojos, de un celeste sucio, estaban siguiendo cada movimiento de Hal. Parecían risueños e incluso vivarachos, pero su impronta general y la profunda cicatriz que le atravesaba el ojo izquierdo, partiéndole la ceja, contaban otra historia.

—¿Qué estás haciendo? —le preguntó como un niño curioso, apoyando la barbilla sobre sus antebrazos y mirándolo desde abajo.

Contenido oculto

Recuerda que los tres intentos son por si no sacas buenos dados, pero si ya a la primera te rifas un diez no hace falta que lances los otros dos JAJAJA nació para ser bartender el niño

Also, actualicé el primer post con la cinta e info general sobre Frank owo

 

Aleksander me había hecho caso, quedándose pegadísimo al trago; parecía haberse fumado toda una tanda de cultivos de la jodida concentración que se cargaba. Mejor así, aunque a fin de cuentas no sirvió de mucho. Era esperable, las caras nuevas nunca... se le pasaban desapercibidas a Dubois. En cuanto Frank le habló deslicé la mirada a Hal, a sus manos y lo que estaba haciendo. Su respuesta fue escueta y vertió el daiquiri en una copa.

—¡Tiene buena pinta! —concedió el pelirrojo, soltando una risilla, y aún desde abajo me miró a mí—. Yunyun, ¿me dejas probarlo? Tengo mucha experiencia en daiquiris.

Me encogí de hombros, indiferente, y deslicé la copa en su dirección. Frank se montó todo el teatro, alzándola, meciéndola suavemente y olfateándola antes de darle un sorbo. Según la información que manejaba, este cabrón estaba más metido en las heavy drugs que la puta mierda, lo suficiente para que un daiquiri hecho por un crío de preparatoria le fuera como beber un vaso de agua. ¿Bastaba para negarle el capricho? No.

—Bien, bien, muy bien —sopesó, pensativo, mientras estiraba el brazo para acercarme el daiquiri—. Un poquito dulce para mi gusto, pero tiene potencial.

Lo probé y, en efecto, estaba un poco dulce. Miré a ambos, acabé con la atención en Aleksander y asentí, indicándole que el veredicto de Frank correspondía con el mío. De todas formas le había salido muy bueno.

—¿Vamos con un gin tonic ahora? —propuse, medio girando el torso para presentarle la hilera de botellas a su espalda—. Tenemos gin nacionales e importados, además de todas estas aguas tónicas. Combínalos como quieras.

—Es raro verte tan trabajador, Yunyun —soltó Frank y se dirigió a Aleksander antes de poder contestarle; no planeaba hacerlo, de todas formas—. ¿Y cómo te llamas? ¿De dónde eres? No tienes cara de japonés, eso seguro.

 

Me mantuve de brazos cruzados y con la cadera apoyada al borde de la barra, aparentemente tranquilo. La presencia de Frank no me perturbaba en sí, ya me había acostumbrado bastante a su culo excéntrico y, siendo justos, pocas cosas me interesaban lo suficiente para afectarme. ¿Qué hacía metido aquí, sirviendo tragos a puro hijo de puta? Si había nacido en un hogar clase media, con padres amorosos y buenas posibilidades. ¿Qué hacía aquí, en vez de estar currando alguna carrera universitaria?

Sería un hijo de puta más y ya.

Un mocoso desagradecido.

Hal omitió una de las preguntas de Dubois, la restante la respondió de la forma más escueta posible y deslicé la mirada al pelirrojo. El enano frunció el ceño y refunfuñó como un crío, se rascó apenas la nariz y se irguió, despegando los antebrazos de la barra. Esta vez sólo apoyó las manos y comenzó a balancearse, acercándose y alejándose de nosotros.

—¿Y cómo llegaste aquí, Hal? —indagó, algo en su tono me hizo mirarlo. Frank me lanzó un vistazo al saberse observado y se sonrió, sin detener el movimiento—. No acostumbramos publicitarnos en el periódico, eso seguro.

Suspiré quedo y seguí el proceso del rubio. La había cagado un poco las primeras dos veces, de hecho su segundo intento fue considerablemente peor que el primero, y se lo atribuí a la presencia de Dubois sin problema. Tampoco podía hacer nada. Probé el tercero y asentí ligeramente, algo serio. No era una obra de arte pero cumplía.

—Bueno, todos tenemos un talón de Aquiles —comenté en tono casual, y le dejé ir una palmada en la espalda al pasar detrás suyo para pillar unos ingredientes—. Vamos a subir un poco la dificultad~

Vodka, salsa tabasco, apio, pimienta negra y unas cuantas mierdas más. Me robé un tallo de apio y le di un mordisco, volviendo a relajar la cadera contra la barra. Frank seguía todos nuestros movimientos como un niño curioso. Una sonrisa algo amplia me descubrió la dentadura.

—Bloody Mary. Puedes preguntarme por el orden de los ingredientes, pero no te diré las proporciones.

Contenido oculto

Como ya la busqué dejo la receta linkeada por si te facilita la vida JAJAJA

 

Me había ocupado lo suficiente aquí y allá como para perder por completo de vista lo que ocurriera en la barra. Un rato después, cuando quedaban cosa de cuarenta minutos para la apertura, salí al salón principal y divisé a Frank junto a Yuuji y Hal. El muchacho estaba encargándose de un trago mientras Shinoda lo ayudaba y Frank, bueno, los miraba. Él fue el primero en advertir mi presencia mientras me acercaba, tenía puesta la máscara de niño bueno y me sonrió muy risueño, palmeando el taburete a su lado.

Procedí a ignorarlo.

—¿Cómo fue? —pregunté a Yuuji.

—Ah, muy bien, boss~ El niño aquí tiene talento y aprende rápido, justo como dijo. —Le echó un brazo encima a Aleksander y deslicé la mirada a él—. Yo digo que se quede y pruebe la experiencia completa.

Frank, a mi lado, estaba meciendo las piernas en el aire y el movimiento le hacía golpetear la madera de la barra con la punta de los pies de manera intermitente. Intenté ignorarlo.

—De acuerdo —accedí, y el rostro de Yuuji se iluminó—. Encárgate de conseguirle un uniforme y alístense, en treinta y siete minutos abrimos.

—Vale~

Con eso resuelto, giré sobre mis talones y estuve por retirarme cuando sentí una resistencia. Frank me había pellizcado la espalda de la camisa y me instó a inclinarme hacia él. Fruncí el ceño, él mantuvo la sonrisa y estuve por preguntarle qué coño quería, pero me soltó.

—Nada, no estás de humor~ —murmuró, agitando la mano.

No me molesté en los detalles, aproveché el bug y me fui por donde había venido. Era cierto, no estaba de humor. ¿Cómo iba a estarlo, con todas las mierdas cruzándose en mi camino últimamente? Y él era una de las principales.

Contenido oculto

Sé que ya la habíamos cancelado, pero igual me apetecía hacer un último post para cerrarla apropiadamente uwu