One-shot Odio que te amo [Song-fic] [Pokémon Rol | Multi-ship]

Título: Odio que te amo
Fandom: Pokémon (rol)
Personajes: Sorpresa (?
Palabras: 3609
Prompt: "I Hate You, I Love You" de Gnash y Olivia O'Brien
Summary: El amor no siempre conquista todo… pues a veces no alcanza sólo con eso.
Advertencias: Universo Alterno. Drama. Angst… muchísimo angst. Recomendable escuchar la canción junto a la lectura.

I hate you, I love you
I hate that I love you
Don't want to, but I can't put nobody else above you​

Hubert ya se había acostumbrado a ver a Effy desde cierta distancia. Aún cuando ella se encontrara cerca suyo, no podía evitar sentir lo lejos que ella se encontraba. Ella era más brillante que todas las estrellas en el cielo juntas… y tan inalcanzable como ellas.

Ella era su compañera de clase, su gran amiga, y su rival cuando se trataba del deporte. Ambos eran miembros del club de kendo de la escuela secundaria a la que asistían, y las largas prácticas en el club sirvieron para afianzar el vínculo entre ambos. Hubert se volvió su amigo y confidente, pero sin perder aquella posición de amigable rival con el que gustaba entrenar de vez en cuando… aunque ella era verdaderamente fuerte, y siempre terminaba derrotándolo a él.

Effy Joy… mirando hacia el pasado, Hubert podía comprender como había llegado a enamorarse de ella. Ella era sencillamente tan hermosa, pero no sólo en el sentido de belleza física. Ciertamente era bonita, pero lo que la hacía aún más hermosa era su personalidad. Era fuerte y orgullosa, pero no tanto que dejaba de ser considerada y amable cuando se lo proponía. Era rebelde, un espíritu libre, pero no por eso una irrespetuosa o insolente. Era tan perfecta a sus ojos… si tan sólo ella sintiera lo mismo que él, podrían ser tan felices…

Pero no era así. Effy jamás lo vería como más que un gran amigo. Era algo tonto, realmente, deprimirse por algo como esto… pero, ¿era realmente tan tonto? ¿No era triste el hecho de que él la amara tanto, y ella jamás tendría un lugar en su corazón para él?

Recordaba el día en que aquel chico del curso 2-A se le declaró a Effy, en el patio detrás de la escuela, una vez que hubieron concluido las clases. Brendan se plantó ante Effy y le declaró su amor… Hubert no planeaba espiarlos, claro que no, pero se dio la casualidad de que tuvo que quedarse hasta después de hora en la biblioteca, y al pasar cerca del patio no pudo evitar oír la confesión.

Y Effy… Effy lo rechazó, por supuesto. Le espetó a Brendan que no tenía interés alguno en él. Y Brendan preguntó si había alguien más a quien Effy quería, cuestionando la razón detrás del rechazo; incluso arrojó el nombre de Hubert, puesto que todos sabían que ella era muy cercana a su compañero del club de kendo, preguntando si era por él que ella rechazaba su declaración de amor.

El corazón de Hubert se paralizó ante las palabras de Brendan y dio un vuelco que sacudió su cuerpo completo. Aún recordaba aquella sensación… por unos instantes, una brillante esperanza se esparció por todo su cuerpo, y por un breve momento creyó que Effy admitiría que era cierto, que él era la razón detrás del rechazo… aún podía recordar aquella ingenua ilusión; a pesar de que sólo duro unos segundos antes de convertirse en desesperación, ¡que hermosos segundos habían sido aquellos!

—¿Estás loco, Brendan? No digas estupideces… Hubert es y siempre será para mi un amigo valioso e irremplazable, pero no más que eso… acepta que simplemente no me gustas y ya, ¿de acuerdo?

Aquellas palabras nunca estuvieron dirigidas hacia él, pero… Hubert no pudo evitar sentir como ellas rebotaban en Brendan y se dirigían directamente hacia su propio corazón, atravesándolo como una puñalada asesina.

Aceptar que simplemente a ella no le gustaba… era tan sencillo de decir. Pero, ¿acaso Effy creía que era algo sencillo de hacer? ¿Creía que su corazón o el de Brendan tenían un botón de apagado, que podía desconectar aquellos sentimientos con tan sólo apretarlo? ¡Que fantástico sería el mundo si así fuera! Podría deshacerse de aquellos sentimientos, y seguir con su vida normalmente… ah, si tan sólo fuese tan sencillo…

Una parte de él no pudo evitar odiar a Effy. La odiaba. La detestaba. ¿Cómo podía hacerle esto? ¡Él la amaba! ¿Por qué no podía ella aceptarlo? ¿Por qué no podía corresponder a sus sentimientos? ¿Por qué no podía amarlo? ¡Esa maldita! ¡Como la odiaba!

No… era inútil mentirse a si mismo. No la odiaba realmente, por supuesto que no. Todo lo contrario. La amaba. La amaba con todo su corazón. La amaba tanto que le dolía. Odiaba amarla tanto. Odiaba no poder superarla, porque la amaba tanto que no podía pensar en otra persona que no fuese ella. Era terriblemente doloroso, verla todos los días, entrenar con ella, hablar y reír junto a ella… como si tan sólo fuesen amigos.

Hubert amaba a Effy con todo su ser. Y ella nunca lo sabría.

I hate you, I love you
I hate that I want you
You want her, you need her
And I'll never be her
​

Mimi Honda se sentía una idiota. De verdad que sí. Nunca había pretendido que así terminaran las cosas… ¿por qué debían terminar así? Mimi sola en su habitación, llorando abrazada a su almohada… y él lejos, en otra habitación, abrazado a otra chica.

Por más orgullosa que fuese, Mimi nunca había sido tan ilusa como para no aceptar que los sentimientos que se formaron en su interior no eran otra cosa que amor. Alpha Xenodis, su senpai, ese idiota de sonrisa fácil y aire distraído… ¿por qué había tenido que enamorarse de ese baka? Era… era inevitable y… era tan doloroso… tan doloroso que sentía que iba a morir…

Nunca se sintió de esta manera. ¿Quién había dicho que el amor era tan maravilloso? Puras mentiras que vendían en la televisión y los medios; la historia no terminaba con el chico y la chica caminando juntos hacia el horizonte de la mano. Esa no era la realidad; en la realidad, sólo había dolor y sufrimiento.

Alpha… había conocido a Alpha cuando entró a aquella escuela. Se había mudado de su país natal, Sinnoh, y llegó sin conocer a nadie… completamente sola, una niña rica que se quedó sin amigos porque, como orgullosa niña mimada que era, su actitud altanera y egocéntrica había hecho que todos los que se acercaron amistosamente en su primer día de clases se alejaran inmediatamente. Pero Alpha… Alpha era distinto.

Por más que se mostró tan egocéntrica y malcriada como pudo, Alpha nunca se alejó. El chico un año mayor que ella la ayudó a integrarse; era un chico tan simple, tan tranquilo, tan relajado… su actitud era el completo opuesto de ella, que se estresaba ante las más pequeñas e insignificantes cosas. No recordaba por qué Alpha se había acercado a ella… creía que era porque la escuela alentaba a los senpais a que ayudaran a sus kouhais a integrarse, pero Alpha nunca se rindió a pesar de que ella se empeñaba en deshacerse de su compañía y… le terminó ganando por cansancio, y ella aceptó su amistad.

Pero fue un error. Porque… llegó a conocerlo más, y la atracción fue inevitable. Llegaron a pasar largas tardes juntos, hablando de quién sabe que cosa con entusiasmo; era tan hermoso ver como los ojos del muchacho se iluminaban cuando hablaba de algo que le apasionaba. Era tan bello oírlo hablar de sus sueños y sus pasiones, era tan agradable escuchar su voz… y era, a su vez, tan doloroso descubrir la cruel realidad de que nunca sería suyo.

Destiny Inashu. Ese era el nombre de otra chica de aquella escuela. Ese… era el nombre de la novia de Alpha.

Mimi no la odiaba. Ella… ella no tenía la culpa. Destiny conocía a Alpha desde hace cuatro años, y salían juntos desde hace tres. Mimi hace sólo un año que conocía a Alpha… ¿qué derecho tenía ella de decir que Destiny se lo había arrebatado? Era un tanto infantil pensar así; Alpha no era un juguete que Destiny le había robado, era una persona de libre pensamiento, y si estaba con Destiny era porque él quería estar con ella.

Alpha quería estar con Destiny… y no con Mimi. Esa era la cruel realidad.

Ella jamás admitiría sus sentimientos en voz alta. ¿Con qué fin lo haría? Si eso tan sólo causaría que su amistad con Alpha fuese destruida, cuando él inevitablemente la rechazara. Y ella no quería perderlo… no soportaba la posibilidad de no verlo nunca más, o de nunca jamás volver a oír el reconfortante sonido de su voz. No quería perderlo. No podía perderlo.

Por eso tenía que pretender que todo estaba bien. Ella era una experta en construir muros para proteger sus sentimientos, así que era capaz de hacerlo. Ella podía pretender que no sentía su sangre hervir cada vez que veía a Destiny besar a Alpha desde la distancia. Podía aparentar que su corazón no se detenía cada vez que él le sonreía. Podía incluso ignorar el dolor en el pecho que sentía cada vez que Alpha hablaba con cariño acerca de su novia… pero cuando estaba a solas, entonces las murallas caían y se rendía ante el llanto.

Y lloraba… lloraba desconsoladamente en la soledad de su habitación, donde nadie jamás la vería. Si nadie lo veía, no sucedía, ¿verdad? Nadie debía verla llorar… nadie debía enterarse que derramaba esas lágrimas por ese idiota al que ella amaba tanto. Porque Mimi lo amaba, oh, lo amaba tanto… pero Alpha amaba a Destiny. Y Mimi nunca sería Destiny, nunca sería el objeto de sus afectos…

Los ojos de Alpha solamente podían ver a Destiny. Jamás iban a mirar a Mimi.

Yeah all alone I watch you watch her
She's the only thing you've ever seen​

Ukita rió de su propio chiste. Emily también rió, e incluso Dante no pudo evitar una pequeña risa.

El trío se encontraba, como siempre, en el patio de la escuela. Eran amigos desde la infancia, y solían pasar la mayoría del tiempo juntos, incluso después de clases. Hace rato que habían concluido las clases de aquel día, pero los tres se quedaron un tiempo más en el patio, bebiendo gaseosas obtenidas de una de las máquinas expendedoras y hablando de cosas sin importancia, perdiendo el tiempo juntos, como suelen hacer los amigos.

—Se ha hecho tarde… —comentó Emily—. Será mejor que regrese a casa…

—Falta poco para que anochezca. Ven, te acompañaré a tu casa —se ofreció Dante.

La misma escena de siempre, que terminaba de la misma forma que siempre. Ya debería acostumbrarse a ello; Dante era un caballero, y por supuesto que acompañaría a Emily hasta su casa para que la chica no volviera sola. Pero… Ukita tampoco quería volver solo. ¿Por qué tenía que acompañarla a ella? ¿Por qué no podía acompañarlo a él? ¿Por qué sólo a Emily? ¿Por qué?

Ukita siempre los veía partir juntos antes de irse en la dirección contraria hacia su casa. Hace tiempo que los dos estaban saliendo, y uno pensaría que Ukita ya se habría acostumbrado… pero no, ¿cómo podía hacerlo? Si cada vez que los observaba… si cada vez que veía la forma en que Dante miraba a Emily… si cada vez que Dante le sonreía a Emily, Ukita sentía como un puñal le atravesaba el pecho… ¿cómo podía él acostumbrarse a esa sensación?

Era siempre lo mismo. Emily y Dante se marchaban juntos, y Ukita los veía desde la distancia. Era siempre lo mismo, siempre debía observarlos con dolor desde lejos. Dante y Ukita se conocían hace más tiempo, desde que tenían uso de la memoria. Emily apareció después, en la escuela primaria. Él estaba primero… ¿por qué Dante no podía mirarlo a él? ¿Por qué sólo podía mirar a Emily?

Sí, era cierto; Ukitashi estaba enamorado de Dante. No podía admitirlo, ni a Dante ni al mundo. ¿Cómo iba a hacer algo como eso? Claro, el mundo era mucho más abierto hoy en día a la homosexualidad, pero ese no era el problema; ¿cómo le iba a admitir a su mejor amigo que siempre lo había amado, como mucho más que se debe amar a un amigo? ¿Cómo le decía a Emily, a su amiga a la que quería tanto como a una hermana, que una parte de él deseaba con todas sus fuerzas que se esfumara de sus vidas, para que él pudiese estar más cercano a Dante?

¿Cómo podía el amor, que se suponía era un sentimiento hermoso, hacerle tener estos pensamientos tan horribles? Él lo amaba tanto… pero estaba obligado a mirarlo desde lejos, a nunca tenerlo, porque esa era la realidad de este mundo. Jamás podría tener a Dante; él le pertenecía a Emily, él tenía ojos sólo para Emily. Nunca se voltearía a verlo, y si lo veía sería solamente como a un amigo de la infancia hacia el que sentía cariño, pero nunca amor… no, nunca sería amor, al menos no en el sentido en que Ukita quería.

Por eso, cada vez que Ukita veía a la pareja partir de la escuela, él salía corriendo en la dirección contraria. Porque no quería que sus lágrimas se escaparan inesperadamente, que un breve instante de debilidad pusiera en evidencia sus verdaderos sentimientos. Porque quería correr lejos de allí, porque necesitaba huir de aquella dolorosa verdad…

Y la verdad era que Ukita se había enamorado, sin proponérselo, de su mejor amigo Dante. Y Dante siempre miraría a nadie más que a Emily.

How is it you'll never notice
That you are slowly killing me?
​

Emily Hodges sentía que era una persona horrible.

Si le preguntaras a cualquier persona que la conocía, probablemente te diría lo contrario a eso. Te aseguraría que Emily era una persona encantadora, cariñosa, animada y brillante. La persona más amable y buena que conocerás en tu vida. Una chica que iluminaba un lugar con su sola presencia. Una joven sin un gramo de maldad en su cuerpo. Por dentro, Emily creía que eso era todo mentira. Que ella era una persona horrible y manipuladora… que no merecía todas esas bonitas palabras que la gente profesaba acerca de ella.

Porque… ¿qué clase de persona pretendía estar enamorada de alguien, cuando amaba a alguien más?

Sólo una persona horrible era capaz de eso. Emily sentía cariño hacia Dante. Era uno de sus mejores amigos, lo conocía desde la escuela primaria, y se había ganado su afecto pero… pero no su amor. No, Emily no lo amaba. Y aún así, Dante era actualmente su novio. Todos los días, Dante le decía "te amo", y ella sentía como se le formaba un nudo en la garganta antes de obligarse a si misma a responder a esas palabras.

—Yo también te amo…

Mimi. ¡Como le gustaría poder terminar aquella oración con ese nombre! Emily deseaba con todo su corazón ser capaz de dirigir aquellas palabras a la verdadera persona a la que amaba, y poder finalmente dejar de pretender con Dante… ser capaz de decirle a esa persona que la amaba, ¡que maravilloso sonaba eso!

Pero no… jamás sería capaz de eso. Mimi Honda era su compañera de clase; era un año menor que Emily, pero aún así eran compañeras de clase. Era algo un poco complicado; Emily repitió un año de escuela. Pero no se debió a que fuese una mala estudiante; era inteligente y muy aplicada, sus notas siempre fueron buenas. Sino que fue por otro motivo; tuvo que dejar la escuela por un año, tras la muerte de su padre y su hermano. Fue un golpe emocional muy duro… y fue incapaz de asistir a la escuela por ese tiempo.

Y a su regreso, volvió al mismo año en que la había dejado. Un año detrás de todos sus amigos, Emily intentó sobrellevarlo de la única manera que sabía; con una sonrisa y su brillante actitud positiva. Y es así que se volvió compañera de clase de aquella niña rica que acababa de llegar del extranjero: Mimi Honda.

La primera impresión era que Mimi era una niña mimada a la que se le habían dado todos los lujos desde temprana edad, y como resultado de eso era una malcriada que pretendía que la trataran como una princesa. Y por supuesto, todos se alejaron de ella cuando mostró esta actitud; todos excepto Alpha, un estudiante un año mayor que se volvió amigo de alguna forma de la Honda.

Emily no creía en juzgar a un libro por su portada, y poco a poco se acercó a Mimi. Al principio, Mimi mostraba aquella actitud que la rechazaba, pero Emily era una persona que, cuando se proponía algo, difícilmente cambiaba de parecer. Y fue una buena idea no prejuzgarla, porque "niña mimada" era sólo una de las facetas de aquella joven de cabellos dorados como el sol. Mimi era más… mucho más que eso.

Era una chica con un corazón de oro que mantenía oculto detrás de murallas de hierro, enmascarando sus inseguridades con aquella actitud altanera con la que pretendía alejar a todo aquel que osara acercarse demasiado. Era una chica a la que le gustaba reír, a la que le gustaba ir de compras y vestirse a la moda, a la que le gustaba pasar el tiempo hablando de cualquier cosa, a la que le gustaba tener amigos… aún si no le gustaba admitirlo. Y Emily descubrió eso… y, persistente como sólo ella podía serlo, se quedó al lado de la Honda sin inmutarse por su actitud. Y de a poco, se ganó su amistad, hasta que las dos se volvieron grandes amigas.

Mimi pensaba que no había una amiga comparable con Emily. Era una amiga incondicional, la mejor que podía pedir una chica. Era paciente, la escuchaba, le daba consejos. La ayudaba en sus momentos de debilidad, y podían reír por horas cuando estaban juntas. Era una amistad tan brillante, tan hermosa… entonces, ¿por qué Emily quería teñir de oscuridad a tan bella relación con algo tan estúpido como el amor?

De alguna forma, su amistad con Mimi era diferente a su amistad de toda la vida con Dante y Ukita. Podía contarle a ella cosas que nunca se había animado a contarle a nadie, acerca de si misma, acerca de su familia, de su pérdida… Mimi también había sufrido una pérdida, su madre Anna murió cuando era joven, y entre ambas se ayudaban a seguir adelante a pesar de lo que habían sufrido. Mimi la escuchaba como nunca nadie lo había hecho y… y Emily llegó a darse cuenta de por qué podía confiar tanto en ella. Por qué su corazón se aceleraba cada vez que estaban juntas. Por qué le costaba tanto respirar cuando se encontraba a solas con la Honda.

Porque se había enamorado de ella. ¡De una chica! ¡Estaba completamente enamorada de Mimi Honda! Y Mimi Honda era una chica… una chica que jamás la amaría. Mimi no sólo era heterosexual, sino que estaba perdidamente enamorada de su senpai Alpha… cuando estaban a solas, Mimi lo admitía; sólo a Emily era capaz de hablarle sobre ello. Le pedía consejos, le pedía ayuda, le pedía que la ayudara a seguir adelante a pesar de lo mucho que amaba a Alpha… y Emily sentía que iba a morir cada vez que ella mencionaba el nombre de aquel chico.

¡¿Por qué no podía mencionar su nombre?! ¿Por qué debía ser "Alpha" y no "Emily"? Si hubiese nacido hombre… ¿podría Mimi enamorarse de ella? Quizás en otra vida eso sería posible… pero aquí, en esta vida, Emily era una chica, y Mimi jamás la amaría. Era una chica y Mimi estaba enamorada de un chico… Emily no tenía chances, y estaba completamente al tanto de eso.

Comenzó a salir con Dante. Siempre supo que Dante tenía sentimientos hacia ella, pero ella jamás sintió hacia él nada más que un amistoso cariño. Y sin embargo, cuando él se le declaró una noche de verano, aceptó ser su novia. Eso… eso realmente la hacía una persona horrible, ¿verdad? Salir con alguien a quien no amas, sólo porque no quieres estar sola… sólo una persona horrible podía hacer eso, ¿no?

No podía pensar en eso. Si Emily se detenía a pensar en eso, se pondría a llorar. Y eso no era una posibilidad; ella era Emily Hodges, la chica más alegre y animada de la escuela. Debía seguir sonriendo. Tenía a Dante junto a ella; él la contenía y la besaba con la suavidad y el cariño que sólo podía tener un hombre enamorado. Y ella… ella simplemente no quería estar sola. Los besos de Dante hacían un poco más fácil el tener que soportar el hecho de que Mimi jamás la amaría. No mucho, pero ayudaban un poco.

Emily siempre se marchaba de la escuela de la mano de Dante. Sin embargo, cada vez que lo hacía, miraba hacia atrás y veía como Mimi se iba en la dirección contraria… y miraba la mano de Mimi, deseando estar agarrando esa mano y no la de Dante.

I hate you, I love you
I hate that I love you
Don't want to but I can't put nobody else above you
I hate you, I love you
I hate that I want you
You want her, you need her
And I'll never be her​

Este es el final de esta historia. Sí, no hay un final feliz para las personas involucradas en esta historia. Esta no es una historia en la que el amor lo conquista todo. A veces… a veces simplemente el amor no es suficiente. A veces amor y odio se mezclan. A veces el amor es no correspondido. A veces el amor se equivoca. A veces el amor triunfa, pero a veces fracasa. Es una historia de miseria y dolor.

Pero… ¿acaso eso la hace una mala historia?