Nuevo destino

Título: Nuevo destino.
Género: Amor/Aventura.
Pareja/as: Ace y Namida.
Advertencias: Ninguna, por el momento.
Disclaimer: One Piece pertenece a su autor. Yo solo escribo por diversión y sin ánimo de lucro.

Prólogo.​

–La libertad es un preciado, y escaso, don otorgado por uno mismo.​

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La pequeña ciudad era asediada por montones de gente yendo y viniendo de un lado para otro. Las calles estaban repletas de pintorescos personajes, cada cual más pintoresco que el anterior. Muchos se quedaban parados mirando, con extrañeza a algunas personas. Se trataba de la ciudad portuaria de Urria. Montones de barcos con la bandera negra izada se hallaban asidos al puerto.

–Capitana, ¿Cómo vamos a hacer para irnos ahora? –preguntó un joven de aspecto cansado. Miró a una muchacha de cabellos negros y ojos del color de ébano. Con la morena había otra joven; sus cabellos eran de color añil, largos y rizados. Junto a ellas había tres chicos; uno de ellos era pelirrojo y de cortos cabellos y otro castaño con el cabello, liso, por el hombro. Ambos jóvenes, bien formados, iban cargados de bolsas junto a las dos muchachas. Delante de todos había otro chico, este era de cortos, y desordenados, cabellos rubios. Caminaba con los ojos cerrados, iba pensativo.

Tanto mujeres como hombres se quedaban parados admirando la belleza del extraño grupo que caminaba por las calles de la ciudad portuaria.

–No te preocupes, ya encontraremos el puerto, mientras tanto disfrutemos de todo esto –contestó la joven admirando los escaparates.

–Nosotros no queremos disfrutar as... –el rubio detuvo su marcha y segundos después un hombre salía volando por la ventana de un bar. Los cristales volaron hacia ellos pero con agilidad consiguieron evadirlos.

–Eso para que aprendas, de nosotros nadie se ríe... ¿Y tú querías cobrar la recompensa por mi cabeza? –preguntó con malicia un tipo que salió del bar. Por la destrozada ventana comenzaron a asomar cabezas de piratas. Su mirada viajó por toda la calle llegando hasta las chicas. Con una de sus manos cepilló su cabello despeinado y se encaminó hacia donde estaban ellas. Nadie del grupo se inmutó, pero en un instante toda la gente que había a su alrededor se había ido a otro lugar a observar– hermosas señoritas, ¿Me harían el gusto de tomar algo conmigo?

–Namida ten cuidado con él –comentó el joven rubio. Un vistazo a sus verdes ojos y la muchacha pudo ver que hablaba en serio.

– ¡Oh! Dudo que sea muy peligroso, Izu –comentó con una sonrisa la nombrada. Miró de arriba a bajo al hombre que se hallaba frente a ella y agregó– y no, no iría contigo ni a la esquina más cercana.

–No, claro que no –dijeron todos mientras señalaban al que había tirado en el suelo.

–¡Maldita mocosa! –gritó el hombre. Él levantó el puño y segundos antes de que colisionara contra Namida, ella lo esquivó ágilmente. Cuando consiguió equilibrarse miró el suelo y pudo apreciar el mar debido a un enorme boquete que había hecho en el suelo de madera.

Uno de los hombres de la destruida ventana la miraba a ella y al papel de manera sorprendida. Su ceño se frunció y uno de los papeles se le cayó debido a ello Namida se dio cuenta de lo que miraba con tanta sorpresa. La joven le mandó un beso y al hombre se le soltó la nariz.

Otro golpe por parte de su enemigo la hizo volver a la batalla que estaba manteniendo.

–¡Maldición! Oye, gorila, deja de cargarte el puerto que no me dejarás ver todas las tiendas –el hombre lanzó otro puñetazo pero volvió a darle al suelo. La respiración agitada de él mostraba que ya se había cansado– llegó la hora de dejar de jugar.

Los ojos de Namida chocaron contra los del enemigo y lo dejaron paralizado.

–Nunca debes mirar a los ojos a un felino furioso –comentó la joven de cabellos color añil mientras se miraba las uñas tranquilamente.

El cuerpo de la muchacha morena se contorsionó y su forma humana desapareció, tornándose en una pantera.

–¿Has probado una fruta del Diablo? –preguntó el hombre de manera sorprendida mirando al animal.

–Sí, una fruta Zoan –comentó uno de los dos jóvenes que iban cargados de bolsas.

–Una que la hace tornarse una pantera, como ya habrás podido comprobar –comentó el otro con una sonrisa burlesca.

Con algo parecido a una sonrisa, el animal, se lanzó al cuello de su atacante mientras los dos chicos cargados dejaban las bolsas en el suelo.

–Déjalo, Ozuna, Namida puede ella sola –comentó la de pelo añil.

–Ya, pero yo también quiero divertirme –comentó el pelirrojo. El chico cerró sus ojos y al abrirlos sonrió.

–¡Namida! –gritó Izu mirando a Ozuna. Cerró los ojos y esperó. Las orejas de la pantera se elevaron y se mantuvieron alerta– ¡Ahora!

Namida se apartó y tras unos segundos una fuerte explosión resonó por todo el lugar.
El hombre cayó desmayado hacia detrás mientras Namida volvía a su forma humana. Tras eso, con una enorme sonrisa, continuó con su camino.

–¡Por cierto! ¿Recogiste las hojas con las recompensas, Koro? –preguntó Namida al castaño. Al ver la respuesta afirmativa le tendió la mano y el joven se las entregó– Nada... nada... nada... nada... na...

La muchacha, con una mirada llena de determinación, reanudó la marcha en silencio. Sus compañeros iban detrás de ella y tras unos segundos llegaron ante el barco.

–Siempre por detrás... –musitó una vez en la proa de su barco. Lanzó la hoja y dejó que volara con el viento. El papel cayó y se posó lentamente sobre el agua del mar.

“Monkey D. Luffy – 400.000.000 Berrys”

 

Capítulo 1.​

Nombre del barco: Pathernet.

Tripulación:
Namida: Capitana
Ozuna: Navegante
Orizume: Espadachín
Korosuke: Médico
Izume: Artillero
Kupu: Músico

Diario de abordo:
Día 1.
Soy la capitana de esta embarcación, mi nombre es Monkey D. Namida mis compañeros y yo acabamos de comprar este extraño cuaderno donde podremos plasmar para la posteridad todo aquello que hagamos, digamos, o lo que queramos. Para aquellos que no me conozcan voy a contar algo sobre mí. Soy una joven hermosa, de estatura alta y piel tostada. Mi cabello es negro, largo y siempre lo suelo llevar suelto. Tengo los ojos negros como mi cabello. Un día, tras naufragar con un barco (cosa que pertenece a otra historia) tuve la oportunidad de disfrutar de una Fruta del Diablo, una Neko-Neko no Mi que me permitía transfigurar mi cuerpo en una pantera.
Sé, de muy fiable fuente, que nuestra próxima parada está a un par de horas. Llevamos días en el mar y estos ya se hacen insoportables con todos los chicos (o bestias) que hay en el barco. Estoy deseando llegar para tomarme algo en alguna taberna y sacarle información a algún marinero que se quiera ir de la lengua.

Namida.​

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La capitana algunas veces da miedo. Creo que tendría que presentarme y eso es lo que voy a hacer ahora mismo. Mi nombre es Orizume Himeko y soy una hermosa joven de tez clara, estatura alta y cabellos rubios. De hechizantes ojos azules eléctricos. Tengo un hermano gemelo. Nami, nuestra capitana, nos encontró una tarde mientras paseaba por la playa de una pequeña isla. Habíamos llegado ahí en un bote que habíamos robado en un barco pirata. Al principio estábamos asustados de que ella pudiese ser igual que los que habíamos encontrado anteriormente, pero nos equivocamos con ella. Tras un tiempo encontré una fruta del diablo; una Kōte-Kōte no Mi. ¿Que qué hace?​

Orizume.​

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Las chicas son demasiado exageradas, no son tan hermosas como dicen. Solo son un poco guapas. Claro, como un chico les echa un piropo se creen las más guapas... Si es que se creen todo lo que les...​

Ni Namida ni Orizume me han dejado terminar la frase, son un par de diablos y además me han tachado y golpeado. Las chicas son raras y con esto lo puedo terminar de afirmar: Nunca las entenderé. La verdad es que tampoco lo intento mucho, pero es que no me interesa.​

Creo que me he enrolladlo mucho hablando de las chicas. Me llamo Ozuna Himeko y soy el hermano gemelo de Orizume. Imaginen a Orizume en chico, con el pelo rojo y corto, pero mucho más guapo, así soy yo. Un día sin querer ingerí una Kama-Kama no Mi y descubrí que podía controlar la intensidad de las ráfagas de viento. Eso fue lo mejor.​

Ozuna.​

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Soy Korosuke, el médico de abordo, desde muy pequeño el mar me ha estado atrayendo con la misma magnitud que la medicina. Desde muy pequeñito curaba las heridas más insignificantes. Partí de mi hogar, un lugar frío y poco próspero, para poder estudiar algo de medicina. En mi viaje estuve a punto de morir un par de veces pero nunca me rendí. Llegué a la casa de una vieja médica o curandera y ella fue la que me instruyó en el arte de la medicina. Con ella aprendí que no solo se puede utilizar la medicina para salvar vidas, sino también para arrebatarlas.​

Conocí a Namida en uno de nuestros viajes. La anciana me solía llevar con ella por lo que conocía muchos lugares diferentes. Namida fue mi paciente durante un par de días. Tras recuperarse me dijo que no tenía como pagarme y me pidió que me uniera a su tripulación, pero le dije que no estaba interesado. Pasados unos días la anciana que me acompañaba murió por una extraña enfermedad y yo me prometí que nunca nadie más moriría así. Por ello busqué a Nami, para que me dejara viajar con ella y así conocer más enfermedades y fabricar sus curas.​

En uno de esos viajes ingerí la Tachi-Tachi no Mi, que me daba el poder para curarme a mí mismo y a otros.​

Koro.​

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Sabes que no me gusta esto capitana, me has obligado a escribir por ello plasmo esto. La verdad es que a nadie le interesa mi visa privada, Namida. Por ello no tengo nada que contar.​

Izu.​

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Izu es un amargado, Nami-chan. No debes hacerle caso, ignóralo y verás cómo se cansa de estar solo. Un día se va a caer por la borda accidentalmente y no creo que nadie lo eche de menos.​

Me llamo Kupu y soy el más divertido del grupo, y según la linda Orizume el que menos cabeza tiene... Soy de cabello azul claro y de ojos verdes. Tengo la piel morenita y soy alto. Tengo músculo de entrenar y soy todo un conquistador. Sé que pronto la capitana saldrá conmigo ya que está muerta por mis huesos...​

Kupu.​

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–Creo que ya vale, ¿No? –preguntó Namida mientras miraba a todos con el cuaderno entre sus manos. Kupu yacía inconsciente, en el suelo, con un enorme chichón en la cabeza. Aquello indicaba que había sido golpeado por la capitana– ¿Todos habéis escrito?​

Cuando toda la tripulación asintió Namida cerró la libreta.​