Mundo Pesadilla

¡Hola! Pues éste es mi primer "One-Shot" que hago. Pues anteriormente lo publiqué en otro forito :3
Pero bueno, no tuvo tanto éxito como yo creía /: Pero en fin, espero que aquí tenga un poco más de "comentarios".

Espero que les guste tanto como a mí cuando lo escrbí (recuerdo cuando lo escrbí xD' Escuchando soundtracks de videojugos *3*) <--- Bueno eso no importa en este momento.

Atención: Puede contener vocabularios poco "apropiado" (no se me ocurrió otro "palabra"), un poco de sangre, drama, misterio, suspenso. Bien, pura habladuría y menos acción owo. Comencemos.

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Mundo Pesadilla​

Deja de soñar que se puedo hacer realidad.​

Una noche desierta y abandonada, por un callejón, este que era un poco angosto, no cabían más de tres personas, si es que querían pasar al mismo tiempo. En ese sitio se encontraba una chica de apenas 10 años de edad, de la cual no tenía familia, dinero, comida. Aquella pobre y sola niña no tenía el dinero suficiente para comprarse ropa, comida, cosas que ella necesitaba. Los únicos dos consuelos que tenía eran dos mininos, ellos cuyos nombres les puso: Sonrisas & Risueño le llevaban ocasionalmente comida, cobijas. No era lo suficiente para ella. La pequeña niña solía comer los desperdicios que dejaba un restaurante que estaba en la esquina de aquel callejón.

Empezó la temporada de invierno, cuando todo empezaba a salir peor la niña tenía fiebre, estaba con gripe. Los gatos que la cobijaban con su pelaje que era insuficiente; la niña que casi moría por el frío intenso decidió irse de aquel callejón, sus dos mininos la acompañaban, cada paso que daba ella el viento la detenía no se movía, por causa de falta de abrigo, a falta de calor. Los gatitos que le acariciaban sus pies descalzos, al dar el último paso… la niña cayó en el duro y frío piso. Sin esperanza alguna, respiraba con lentitud, cerraba sus ojos levemente.

Despertó en un cuarto que no sabía de quién era. Sus dos gatitos los tenía en sus pies, al parecer estaban calientes, estaba mirando hacía la ventana, la Luna llena estaba, le sonrió: “Gracias”, miro a su alrededor y en un mueble que estaba cercano a ella encontró un vaso de leche con chocolate recién calentado y al lado de éste se encontraba un plato de galleta con chispas de chocolate. La niña volteó a la puerta y miro a los dos señores que les debía la vida. Sonrieron contentos, ya que ellos dos no podían tener hijos, tanto el señor como la señora no podían.

-Estás ya en tu casa pequeña. Te encontramos tirada por la parte del restaurante.-dijo acercándosele y sentándose en su cama de la niña y acariciando su pequeña cabeza y dándole un beso en la frente. Con eso se retiró. Al cerrar la puerta dijo.-Están las galletas y la leche para ti.-con una sonrisa de oreja a oreja cerró la puerta.
La niña miro el mueble que en éste estaba la lámpara prendida, siguió mirando a su alrededor y vio un gran librero que tenía en especial uno que le llamo la atención al momento que lo miró: “La Llave Secreta”, se paró de la cama y se fue directamente al librero agarrándolo, dentro de éste tenía una llave igual como lo decía el libro. La agarró, esta tenía una cadena para colgarse y se la colgó. Abriendo el libro lleno de polvo, al abrirlo lo leyó lo que decía en la primera página:


“Si lo lees, todo será un infierno, la única salida es la puerta.
Soñar no es conveniente.”

Al leer aquellas amenazadoras palabras lo cerró inmediatamente mientras que los dos gatitos la miraron algo preocupados, ella sin preocupación alguna les sonrió y los cargo a cada uno en un brazo. Al llegar a su cama agarró la leche y las galletas.


5 años después.
Después de una largo periodo la niña ya crecida empezó a ir a la escuela, a una Preparatoria cercana a su hogar. No era muy sociable con sus compañeros de clase, sólo tenía de consuelo a sus dos gatos ya crecidos. La tachaban como a una: rara, ya que no hablaba a menos de que así lo pidiera el profesor. Era muy inteligente, estaba en el cuadro de honor de la escuela. No era la preferida, pero era a la que todos la admiraban tanto los profesores como sus compañeros. Al salir de clases ella siempre se quedaba en la biblioteca para leer historias sorprendentes, mágicas, a ella le encantaba leer aquellos relatos que la llenaban totalmente.

Al regreso a su casa siempre veía su librero y específicamente veía el libro: La Llave Secreta, siempre que lo iba a leer no le daba tiempo, pues tenía cosas que hacer: tarea, quehaceres del hogar.

Una noche, con una Luna hermosa y resplandeciente ella y sus dos gatos miraron el librero, se acercó a éste con bastante confianza, agarró el libro y lo empezó a leer. Jamás se lo imaginaba.

“Te lo advertí.” Decía en una esquina del libro, lleno de una tinta muy obscura, parecía sangre. De un momento a otro se escuchó un terrible sonido, como si se empezará a encoger la casa, la chica con el nombre de Mariana, nombre que le pusieron sus padres, despertó en su misma habitación. Esta vez el cuarto tenía la pinta de una parte de un asesinato. Las paredes escurrían sangre, el librero, el único que había era el que estaba leyendo.

-Llegas gusto a tiempo querida Mariana.-dijo una voz que se escuchaba cercana a ella. Volteaba pero no veía nada ni a nadie.
-¡¿Quién anda ahí?! ¡Muéstrate!-grito impaciente la chica, al igual que ella maullaron los gatos. Revisaba cada instante la puerta, ella estaba en el centro del cuarto. Se escuchaban gritos por el pasillo.

Llegó al cuarto que se suponía que era de sus padres adoptivos. Los cuerpos de éstos estaban amarrados con una cuerda en su cuello que ésta llevaba al techo, con unos bancos que estaban botados, sólo vió los cuerpos de sus padres ahorcados.

-¿Qué mierda pasó?-mirando los cuerpos en sangrentados. Con todo el cuarto lleno de sangre en el piso.
-¿Aún no lo sabes? Me sorprendes que seas inteligente y no sepas qué ocurrió.-se siguió escuchando la voz, mientras que los gatos sacaban los colmillos y con sus ojos rojos mirando a Mariana. Maullando fuertemente y sacando sus garras.-Me sorprende que no reconozcas el crimen que hiciste.
-¿Qué? Yo ni hice ni una puta mierda.-dijo al aire, pues no sabía en donde estaba ese misterioso alguien que decía cosas que ella nunca había hecho.

Corrió inmediatamente a la salida, pero antes de eso fue directamente a la cocina para agarrar armamento, agarrando un cuchillo filoso para matar a quien le estaba diciendo las cosas que no hizo. Sale corriendo y va directamente a su escuela, pero en su camino encuentra cosas que jamás había imaginado. Eran unos pequeños monstruos con una peculiar forma. Algo peludos, más bien tenían picos, así como un puercoespín, en el centro había un ojo como el de un gato. Agarrando fuertemente el cuchillo se lo enterró en el ojo haciendo que salpicará de sangre la vestimenta de Mariana.
Termino con los dos monstruos que le obstruían el camino.

“Deja de soñar que se puede hacer realidad”

Tenía escrito en la parte alta de la escuela. Ésta estaba totalmente vacía, con telarañas, como si nadie hubiera pasado por muchos años. Al llegar abrió las puertas las cuales rechinaban de lo ya viejas. Reviso cada uno de los salones para ver si alguien estaba vivo para que le explicara que es los que estaba ocurriendo. Qué pasaba realmente, siempre lo cuestionaba. Encontró un salón que estaba vacío y entró cautelosamente sin saber qué o quién estaba ahí.

-¡¿Hola?!-dijo entrando muy cautelosamente al salón que antes era muy popular, porque ahí se tomaban clases de música.
-No temas que estás en vuestras manos.-dijo una voz que se le hacía muy familiar. No sabía aún distinguirla. Salió de entre las sombras un señor con un sombrero y una larga barba de color blanco.
-¡Profesor!-exclamó la chica yendo con él a abrazarlo. Dos que tres lágrimas le salieron por la emoción que sentía que al menos un conocido estuviera vivo.-Me parece sorprendente que usted… -sin mencionar otra palabra más la calló poniéndole el dedo índice en su boca.
-Te estarás cuestionando: ¿Cómo salgo? La pregunta puedo yo respondértela.-dijo con seriedad y serenidad al decir las palabras, sin que le temiera a nada.-Sólo con la llave puedes abrir la puerta.-dijo señalando la llave que llevaba colgando.
-¿Cuál puerta?-interrogándose para sí misma y recordando lo que leyó al principio del libro.
-La puerta que está más allá, a lo lejos una luz encontrarás, esa pequeña luz es la puerta. Sal de este sueño que se hizo pesadilla.-mirando la puerta y con preocupación de que le pasará algo más de lo que ya le estaba pasando.-Antes de que te pase algo más doloroso, ¡Corre!-exclamó y de un abrir y cerrar ojos desapareció.
-¿Este es mi sueño que se hizo una pesadilla?-preguntándose a sí misma, la pregunta vago por todo el salón escuchándose sólo el eco.
-Al fin que te das cuenta querida Mariana.-dijo aquella misteriosa voz que siempre la seguía. A su lado llevaba a sus dos gatos que antes eran de ella.-Tú hiciste esto, tienes que arreglarlo.-sin más ni más, se desaparecieron los dos gatos y no se escucho nada más que el sonido del silencio.

Mariana salió rápidamente del salón y llegó al pasillo todo obscuro y solitario, se escuchaban pasos que andaban sin parar. Se escuchó un crujir de unas escaleras, fue a revisar qué era. Al llegar a la parte que se escuchaba aquel sonido no encontró absolutamente nada. Miro por todos lados y no había nada ni nadie. Vio una cola blanca, la cual decidió seguir.

Llego a un patio en el que jamás había entrado, y se encontró a un lobo blanco con uñas afiladas con sangre en sus dientes y alrededor suyo habían cadáveres de personas, cabezas sin ojos, todo era una fatal e infernal pesadilla, no lo podía creer. Al parecer el lobo la miro con ojos de furia y la empezó a atacar, ella con tan sólo un cuchillo era con lo único que podía defenderse, empezó con el cuchillo a atacar al lobo y en un momento oportuno vio fijamente al tigre y le clavo el cuchillo en el ojo haciendo que saliera sangre por doquier, lo dejo allí hasta que cayera el lobo y su arma la recogiera.

Al caer el lobo agarró su arma y la limpió con el pelaje del animal sonriendo terroríficamente.

“Nada es cómo quieres, todo mundo cambia de vez en cuando. Ahora es tu turno.”

Al caminar se dio cuenta de varias cosas, sin más nada entro a un parque que estaba con neblina, no se alcanzaba a ver nada. Aparecieron otra vez sus gatos al parecer habían cambiado mucho, estaban flacos de otro color, con sus colmillos cubiertos de sangre, al igual que sus uñas.

-Esto, esto es la realidad. Tu sueño es tu pesadilla.-dijo aquella voz que se escuchaba desde las tinieblas.-Tu cambio, es tu destino Mariana.
-Esto, no puede ser real, no puede.-hincándose y llorando sangre.
-Sigue.-sus dos gatos miraron hacía un camino obscuro y sin demasiada luz.

Siguió con su camino, al parecer había un camino color carmesí y este llevaba a una luz blanca. Al llegar allá agarró aquella llave, abriendo lentamente la puerta vio a personas masacradas, ahorcadas, estranguladas, todo estaba lleno de sangre, parecía estar en una ciudad, la cual estaba totalmente llena de un color carmesí; las personas que caminaban por las calles no tenían ojos, ni boca, su boca estaba “cosida” con un color negro, siguió caminando y al llegar miro hacia arriba y estaban los dos gatos mirándola.

Miro sus manos y estaban completamente en sangrentadas, su vestimenta que llevaba de la escuela estaba completamente manchada.

-Al fin te has dado cuenta de tu sueño. Es tu realidad. Es lo que pasará. Tu crimen apenas ha comenzado Mariana.-dijo aquella voz desde lo alto de la torre.
-Pero… -sin decir una palabra sus dos gatos la llevaron a un callejón que le hacía muy familiar.-Soy yo y la llave la tengo colgada.-agarró la llave y miro fijamente.
-Despierta.-lo último que dijo aquella voz.

Miro a su alrededor Mariana, las cosas se desvanecían. Despertó en una cama cómoda con el libro en mano con un cuchillo clavado en su estómago mientras que los dos gatos la miraban con tristeza y maullando, el charco de sangre que dejaba su cuerpo era más y más extenso. Los padres llegaron exclamando: ¡Oh por Dios! Llamaron a emergencia, mientras que los dos gatos flacos estaban se consumían poco a poco. Al llegar al hospital llevaron a Mariana.

Pasaron 3 horas después, hasta que llego un médico y negando con la cabeza. Mientras que los dos gatos poco a poco cerraban sus ojos, el señor los llevaba con una cobija por el frío que hacía, pero no fue suficiente. La señora rompió en lágrimas mirando al Doctor y volteando a ver a los gatos. Mientras que el Doctor les daba el libro y la llave.

“Todo comienza en un bien, pero siempre termina en un mal; sueños que son malos, sueños que son buenos se pueden hacer realidad”



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