One-shot Migajas [Desafíos mágicos]

Actividad: Desafíos magicos
Personajes: Gray & Juvia, mención de Lion.
Recurso: Fuyu no Hanashi

Contenido oculto

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—Pero...Gray-sama...porfavor...digame...—La maestra en control del agua fue interrumpida en cada instante que intentó articular palabra alguna.

Los labios feroces y demandantes silenciaban cualquier intento de hablar, de saber donde había estado esos días de ausencia donde se le hicieron eternos. Sus manos buscando la piel suave y nívea de la fémina. Cuando sintió el toque helado bajo la blusa su mente se perdió entregándose a sus mas bajos instintos, sujetando el cabello del masculino y tirando de el cuando él ingresó a su boca.

Los gemidos brotaban entre caricias anhelantes, Juvia escuchó su corazón latir desembocado, sin retorno ante los roces, presiones y caricias del mago del Hielo, sus labios perdiéndose en su cuello dejandole marcas en sus puntos más sensibles y deshaciéndose de su ropa, atrayendola hacia él.

Juvia lo sintió adentrarse perdiendo la cabeza, el mar de sensaciones dominando cada parte de su cuerpo que iban en aumento y cualquier roce la llevaba a la gloria misma. Los movimientos mas rápidos, demandantes y placenteros que lograron alcanzar el punto máximo.

Gray se recostó a su lado unos segundos, ella, agotada y con una sonrisa tonta en el rostro, se encontró aquellos ojos observándola se perdió en los brazos de morfeo, sin prever que tendría un despertar solitario y vacío.

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Se maldijo internamente al percatarse, nuevamente, de que sus pensamientos se encontraban dirigidos a una sola persona. Frunció los labios, eso realmente no debía suceder, ahora debía concentrarse en su misión con Avatar y desechar pensamientos absurdos.

Sin embargo su propio cuerpo exigía la suavidad y calidez que solo Juvia podía darle, realmente anhelaba su presencia, algo que luego de meses Gray aceptó sin miramientos. La evidencia lógica estaba presente. La culpa saltó en ese instante al recordar su último encuentro, dejándola inconsciente en la cama, esperando encontrarlo al despertar, pero él no había regresado en un largo tiempo. Pero una buena causa lo motivaba a desprenderse de la obsesión carnal que el Fullbuster tenía y él sabía que Juvia lo esperaría, ella siempre lo hacia, después de todo ella siempre lo había seguido desde el primer momento que lo conoció.

Fuera ya del gremio oscuro e impaciente se aproximó a la casa que había compartido con ella tiempo atrás y un vacio profundo lo invadió al encontrarla deshabitada desde hace un tiempo al ver el polvo tapizando todas las superficies. Frunció el ceño confundido, encaminándose a Magnolia en busca de la Loxar.

Buscó en cada sitio que se le cruzó por la cabeza y al hallarse sin ninguna pista comenzó a ir a los sitios mas impensables. Bares, locales, residencias. Su presencia se había esfumado. Con la ansiedad creciendo por sus venas se dirigió a casa de su antiguo amigo, como ultimo recurso, para saber si el imaginaba donde podría haberse metido su antigua conquista.

La estupefacción lo detuvo súbitamente de girar la manija de la puerta, solía entrar con bastante confianza en el sitio, un ruido inexplicable brotando del departamento de forma estridente. Sus pensamientos comenzaron a deslizarse con agilidad por su cabeza. ¿Lion realmente estaba...? Sonrió con cierta complicidad, eso lo había tomado con gran sorpresa. Sin embargo un nuevo sonido detuvo su ida silenciosa. Un nudo se formó en su garganta impidiéndole respirar.

Un gemido.

Un insignificante y casi inexistente gemido.

Brotando de una boca que conocía con suma perfección y que solía gritar su nombre en su oreja, lo cual solía ponerlo al limite.

Sus piernas temblaron, intentando tragar ya que el oxigeno en sus pulmones se había esfumado. Maniobró buscando una ventana que le diera un acceso visual, que le permitiera ver ante la ruidosa negativa de su cabeza. Y la ventana abriéndose ante el permitiendo ver a Juvia bajo el cuerpo de Lion.

Su visión se nubló por completo, retrocediendo sintiendo su hielo colándose en su interior, causando cortes profundos y lentos en su pecho. Le costaba respirar, antes de poder darse cuenta había perdido el equilibrio cayendo en el piso sin ser capaz de levantarse.

El alba se elevó imponente, un sonido lo alertó abriendo los ojos, que se encontraba caídos, sus mejillas estaban resecas por los cristales que no sabía en que momento habían descendido y se habían secado dificultando la movilidad en su piel. Subió su mirada apagada y su corazón que se había mantenido en silencio toda la noche, dio un doloroso salto. Ahí estaba la fémina observándolo con una indiferencia que lo atravesó por completo.

Sin saber con que fuerza se puso de pie, encarandola. El silencio más incomodo se formó entre ambos.

—Has vuelto, Gray.

El no escuchar el sufijo de respeto tragó con fuerza y sonrió sin ganas.

—Si, aunque al parecer tu no podías estar sola ¿cierto?

Ella era una persona completamente diferente, su forma de pararse, mirarlo y mantener la compostura ante él sin lanzarse a abrazarlo o intentar besarle lo confundió tanto que no encontró que hacer con sus manos y terminó ocultándolas en las bolsas del pantalón.

—Te equivocas, siempre he estado sola, aún viviendo contigo.

Enfurecido ante el reclamo pasivo la tomó del brazo jalándola con fuerza, ella no hizo ademán de soltarse. El mago de hielo la fulminó con la mirada, intentando descifrar de que demonios estaba hablando. Pero al parecer la Juvia que el conocía no se encontraba presente.

—¿De que demonios hablas? yo siempre...—fue interrumpido cuando la fémina se soltó de su agarre con firmeza.

—Tu siempre me buscaste para una sola cosa, Gray, a pesar que siempre estuve ahí para ti dispuesta a hacer cualquier cosa, tú solo me dabas migajas para que permaneciera tras de ti.— Por un segundo escuchó que la voz aguda se quebraba, pero fue un pequeño desliz u obra de su imaginación ya que al volverla a escuchar no estaba aquella inseguridad.— Yo quería tanto, te daba tanto...

Y sin pensarlo la maga dio media vuelta, alejándose con rapidez. Él quiso seguirla, confrontarla y decirle que estaba jodiendolo, pero sus piernas se mantuvieron inertes. Por que muy en el fondo él sabía que ella estaba diciendo la verdad.

Una presión aplastante golpeó su pecho, el peso de sus acciones pasadas golpeando con fuerza, que en ese tiempo pudo haber aprobado, ahora amargamente se arrepentía. Al tenerla ahí, siempre para él, a su lado, siguiéndolo él no comprendió que aquel sentimiento que empezó como fastidio se transformó en algo más.

Sentimiento del cual fue consciente hasta la misión de Avatar al extrañar su esencia, su piel, su sonrisa cálida y las sensaciones que desataban en su interior al mirarlo con completa transparencia, como su elemento, transmitiendo lo que él ya sabía. Y justo ahora que ella se había ido, el entendimiento llegó a él.

No, no podía aceptar que esto había acabado de esta forma. Él no podía perderla, aunque, con una sonrisa quebrada aceptó que jamás la había merecido.

Sus ojos comenzaron a picar con fuerza y ante el remolino doloroso en su interior golpeo cada una de las paredes a su paso mientras se alejaba de aquel sitio, de ella, de Lion y de toda esa mierda que él había ocasionado.

Ahora que ella no estaba, el sentimiento creciente, ahora aceptado, escalaba con fuerza clavándose en su interior, arraigándose sin posibilidad de ser borrado. Esa era una maldita maldición, una maldición que él mismo había elegido.

Y con la cual tendría que vivir de ahora en adelante, quizá, por toda la eternidad.