Mi primera vez.

Mi primera vez.

9:03 a.m.

Se movía, a través del pasillo, de un lado a otro.

Impaciente, nervioso y aún no tenía noticia alguna.

El ambiente no le ayudaba demasiado, por doquier se escuchaban alaridos de recién nacidos, de familiares celebrando, gente pasando, enfermeras corriendo apuradas, doctores hablando, en fin, el lugar en sí le agotaba.

-No puedo pasar ni un minuto más aquí- dijo

Suspiró

Y otra vez empezó a caminar de un lado a otro.

Insuficiencia de paciencia, alguna vez le habían dicho que era una de sus características.

-Tz.-

Aquel hombre llamaba la atención de la gente que estaba en la sala de espera. Nunca, por más que saliera en revistas, entrevistas de televisión y en general todo medio de comunicación ante sus triunfos; se le había visto de esa manera.

-Va a ser padre- pensó una mujer embarazada acompañada de tres de sus hijos; claramente conocía la trayectoria del hombre nervioso parado ante la puerta número cuarenta y tres.

Recuerda lo que dijo Eiji-pensaba para sus adentros- “debes ser paciente, estar calmado y feliz”

“Debes ser paciente, estar calmado y feliz”

“Debes ser paciente, estar calmado y feliz”

“Debes ser paciente, estar calmado y feliz”-se repetía innumerables veces

-¿Lo puedo ayudar en algo?- preguntó una enfermera que pasaba

Un pequeño salto le produjeron las palabras de aquella mujer que llegó por sorpresa.

-¿Necesita algo?

-No, es decir, si-

-Yo le puedo ayudar-

-¿Cuánto más tengo que esperar para poder entrar al cuarto?-

-Por el momento eso no lo sé, depende de que tan ocupados estén ahora los médicos-

-Pero quiero acompañarla, estar con ella o simplemente entrar a ver-

Conmemoró aquellas palabras con un deje de angustia en su mirar.

-Veré que puedo hacer señor Echizen-

-Se lo agradezco-

Aquella enfermera entró al cuarto que él tanto anhelaba conocer.
¿Cómo era posible que nadie le ayudara? Con todas las emociones que estaba viviendo, y sin ni uno de sus inseparables amigos, se tenía que enfrentar a esto solo.

Necesitaba que todo esto acabara rápido, no por ser cobarde ni miedoso, sino porque era su primera vez.

-Doctor-

-¿Si?-

-Afuera solicitan pasar-

-Enfermera, dígale a aquella persona que pronto podrá pasar-

-Como usted diga-

La mujer se dispuso a irse

-Pero antes, ¿podría usted ayudarme a vestirlo?-

-¡Oh!, con gusto-

Sala de espera nuevamente.

Quizás hace diez años nunca se le habría pasado por la mente que llegaría a estar en una situación así.

Él, un chico que vivía del tenis, desvío su atención para encontrar lo más valioso que siempre tuvo ante sus ojos.
Y si que se desvió en la persona correcta.

-ai-

Sonrió al recordar el rostro de su mujer depositando sus pasos nerviosos en Iglesia.
En ese momento todo se redujo a una sola respuesta, una respuesta que les uniría por siempre.

Ese SÍ logró que luego de un año una pequeña vida creciera con el más pleno y profundo amor en el vientre de la novia.

-¡Que hermosa es!-murmuró

Ryoma se fue a sentar en los típicos asientos de clínica y/o hospital.
Hincado hacia delante apoyando sus codos en las piernas, que desde antes sostenían la cabeza, se veía al samurai.

Tomó una revista entre sus manos, más el mismo sabía que no iba a poder concentrarse para leerla.

Hizo un gran esfuerzo y desvió por un segundo su atención a un artículo.

“Cómo ser un buen padre”

-¿Padre?- se dijo

Nunca en la vida lo había analizado de tal forma.
Desde ese mismo día un ser le llamaría así.

Momoshiro, el padrino, con un tanto de recelo le había dicho hace unas semanas lo importante que sería para él aquel día que esperara en la clínica.

-Que suerte tienes- le había dicho al ambarino

Ryoma sonrió

-Y es verdad- susurró al recordar aquellas palabras

Ahora no seremos solo dos en casa.
No podremos dormir placidamente.
Habrá que jugar, jugar y jugar.
Tendré que aprender a cambiar pañales y tener paciencia.
Tendré dos personas, ahora, a quienes entregarle amor.
Voy a aprender a dar comida en la boca.
Aprender a dibujar nuevamente.
Enseñarle de mi tenis para que sea siempre el mejor.
Y prepararme para sus hermanos que vengan…

-Señor Echizen-

Saldremos a trotar, pescar y acampar.
Comeremos toda la comida que mamá preparará.
Nos reiremos de Karupin II al caerse de la cama.

-SEÑOR ECHIZEN-

Cuánto lo amaré cuando escriba por primera vez mi nombre, su primera palabra, su primer intento de caminar y…

-¡SEÑOR ECHIZEN!

Tanto era lo que pensaba, y tanta era la felicidad que le invadía que no logró percatar el llamado de la enfermera hasta que posó una de sus manos en el hombro del tenista.

Ryoma redirigió la mirada

-Lo conseguí, puede entrar a verla-

-¿Ahora mismo?-

-Claro está-

Él respondió con una sonrisa

-Muchísimas gracias-

Con rapidez abandonó su asiento y se encaminó a aquella barrera que lo separaba de su mujer.

Empujó la puerta lentamente y entró, sin poder evitar, con la misma expresión de curiosidad que cuando niño frecuentaba usar.

Pero no pudo ser más hermoso lo que vio ante sus ojos; un pequeño y hermoso bebé en los brazos de la mujer que amaba.

-Ohayoo- escuchó de la madre

-Sakuno-

Ambos miraron su hijo y sonrieron con una dulce complicidad.

-Acércate amor-

Nervioso, hizo caso a aquella orden que le había mandado la pelirroja desde sus labios.

-Es hombre- dijo la matrona

Ryoma se acercó con curiosidad para descubrir más de cerca el rostro de su hijo.
Una extraña sensación en el pecho invadió el lugar donde se encontraba el corazón; la misma sensación que alguna vez le había causado Sakuno al enamorarse perdidamente de ella.

-Te quiere saludar-

-¿Tú crees Sakuno?-

-Claro que si- afirmó con una sonrisa

Ryoma se acercó muy de apoco hasta quedar frente a él.

-Ryu -le llamaba Sakuno al bebé- tu padre está aquí

Unos grandes y hermosos ojos dorados dejó en descubierto el pequeño.

-Es igual a ti-

Ryoma no supo como responder, solo acercó lentamente su mano hasta posarla en el rostro de Ryu.

De sus ojos se había borrado completamente la angustia y los nervios; para pasar a reflejar una mirada llena de amor y protección.

-¿Lo ves?-dijo Sakuno

El nuevo descendiente de la familia Echizen respondió a aquel gesto de su padre tomándole con toda su mano pequeña, uno de los largos dedos del tenista.

El príncipe del tenis sonrió y beso la frente de su hijo.

Sus ojos se llenaron de lágrimas que pronto no dudaron deslizarse por su mejilla.

La madre de aquel niño secó las lágrimas que cayeron y besó tiernamente los labios de su esposo.

-Te adora-

-Eso espero ai-

Ryoma sonrió y se abrazó el vientre de Sakuno sin soltar la mano de su hijo

-Gracias-pronunció

Sakuno al igual que su pareja derramó una lágrima de emoción

-Los amo- dijo ella

-Y yo a ustedes- respondió él

¿Fin?

Significados:
ai=amor
Ohayoo= Buenos días