Erotismo Manipulación [Syel&Leslie] [AU]

Título: Manipulación
Fandom: Le Rouge
Personajes: Leslie Ness, Syel Lamperouge.
Palabras: 530
N/A: Al leer el tuyo pensé automáticamente en este. Amane Jojojo espero te guste.




Orgulloso.

Esa sería la mejor palabra para describir a Syel. Y prefería literalmente cortarse los testículos antes de admitir que estaba completamente loco por ella, ni siquiera a él mismo se permitía tal admisión. Esa era la razón por la cual se encontraba allí, con una expresión molesta en el rostro observando a una perfecta rubia balbucear frente a él.

Había sido una respuesta automática al reto implícito en las palabras de Leslie: “Si no te gusto, ¿por qué no sales con nadie más?” Se ajustó los guantes de cuero que protegían sus manos, conteniendo las ganas de simplemente callar a esa estúpida mujer. Leslie al menos era una mujer inteligente, y podía llenar amenamente los silencios con música.

Comenzó a mover los dedos en un mal hábito mientras sus ojos recorrían la estancia.

Y sus ojos se encontraron.

Estúpidamente hermosa en un vestido rojo que resaltaba su cabello cobrizo y sus ojos hechizantes. Syel contuvo el aliento por unos segundos mientras ella le sonreía desafiante, y se volteaba nuevamente hacia su acompañante.

Un acompañante.

Su piel completamente se enrojeció, viendo como el chico tomaba la mano de Leslie sobre la mesa y le sonreía y se acercaba asquerosamente a ella.

Posesivo.

Celoso.

Buenas palabras para describirlo también.

Se levantó dejando a su acompañante allí sin darle ninguna explicación para detenerse frente a la mesa de Leslie, inclinarse para quitar bruscamente la mano del chico sobre la de ella.

—No la toques, no quiero que quede con tu asqueroso olor —arrugó la nariz con asco. No le pasó por alto la amplia y victoriosa sonrisa de la pelirroja. La satisfacción parecía salirle por los poros. Ya la haría pagar por ello luego—. Lograste tu objetivo, ¿nos podemos ir?

Ella se llevó la copa de vino a los labios divertida.

—No sé de qué hablas —dijo casualmente pero clavó sus orbes en los de él—. ¿Qué gano si obedezco?

Syel sintió como su entrepierna se estremecía ante sus palabras. Ella le estaba jugando sucio, lo estaba manipulando, incitando, y él lo sabía.

—Pide —La instó con poca paciencia, ya no estaba de humor para sus juegos.

—En el carro.

—Estás loca —contestó de inmediato. Aquello era insólito.

—Desaparécete amigo —Se quejó el acompañante de Leslie sin entender el intercambio entre ellos.

—Cómo quieras —Se encogió de hombros, volviendo la atención a su plato como si nada hubiese pasado. Syel contuvo las ganas de gritar y gruñir de frustración, de simplemente agarrarla y sacarla del sitio como un cavernícola, respiró profundo llevándose las manos a las sienes que comenzaban a palpitarlo.

—En mi carro, pero ya en mi casa —contestó con cada una de sus palabras destilando enojo.

—Dos veces —negoció la pelirroja sin clemencia.

—Me las vas a pagar —advirtió aceptando implícitamente. Ella se puso de pie al instante.

—Y lo haré con mucho gusto —sonrió coqueta, agarrando su bolso y sus cosas, antes de apresurarse a salir del establecimiento sin siquiera molestarse en explicarle a la persona que estaba con ella. Era ahora o nunca, antes de que Syel se arrepintiera de ello. No todos los días lograba forzarlo a acceder a hacerle el amor en el carro.